sábado, 23 de agosto de 2008

The Birthday of the World

Es un libro ciertamente sorprendente y original, aunque no especialmente entretenido. Se trata de un conjunto de cuentos, situadas en universo creado por la autora, el de los Ekumen. Sin embargo, no se trata de ciencia ficción convencional (si es que se puede calificar así a la ciencia ficción), nada de marcianos y luchas. Más bien al contrario.

Los Ekumen son unos seres que se dedican a estudiar las costumbres de otros planetas, para lo cual se van a vivir a ellos y conviven con los aborígenes. En estos relatos, se nos cuentan aspectos de dichos planetas. Sin embargo, la autora lo que hace es imaginar nuevos tipos de estructuras sociales, propios de cada planeta, y ver cómo evolucionan las relaciones humanas (sentimentales, sexuales) dentro de los límites de la sociedad imaginada.

Por ejemplo, en uno de los mundos la gente se casa de cuatro en cuatro. Hay hombres y mujeres, y hay dos castas, la de día y la de la noche. Las únicas relaciones sexuales prohibidas son las relaciones intra-casta, peor que un incesto. Así que los "tetramonios" son de dos mujeres (una de día y otra de noche) y dos hombres (ídem). Y esta da lugar a cuatro relaciones: mujer de día-hombre de noche; mujer de día-mujer de noche, y así. Una vez descrito este esquema social, la autora te cuenta historias sobre los problemas que tiene la gente para casarse, y tal.

En otro de los mundos, la proporción entre hombres y mujeres es 20-80 o algo así. Entonces, los hombres son una especie de artistas, confinados en fortalezas, mientras que son las mujeres las que llevan el peso del mundo y tienen convivencia normal. Obviamente, se casan con otras mujeres y tienen familia, utilizando puntualmente el concurso de los hombres. Bajo esta estructura, nuevamente se cuentan movidas sentimentales.

Para mi gusto, el relato más interesante es el último, que no corresponde al universo Ekumen. El escenario de fondo es el siguiente: desde la Tierra se ha enviado una nave espacial hacia otro planeta para ver si es habitable. El viaje es extremadamante largo, por lo que durante el mismo se preven varios relevos generacionales. El relato se va al medio del viaje, para contarnos cómo es la sociedad y lo que les pasa a esas generaciones intermedias, que no han conocido la Tierra y que siempre han estado de viaje.

Esto da de sí para un montón de reflexiones interesantes sobre religión, sentido de la vida, pérdida de contexto y, sí, también economía. De hecho, la vida en la nave espacial es lo más parecido a una ERE ("Even Rotating Economy") que pueda parecer verosimil. Incluso la procreación está controlada para que siempre haya un número fijo de habitantes...

No lo puedo recomendar mucho, pero al menos esto último relato da para discutir.

viernes, 22 de agosto de 2008

¿Es bueno que crezca el PIB?

El PIB, el producto interior bruto, es el gran protagonista de los indicadores. Según nos enseñan periodistas y economistas, si el PIB crece poco, hay riesgo de recesión, y si decrece, estamos ante una catástrofe. Así que todos mirando al PIB para ver si nos va bien o mal. Vamos, como los que miraban la cinta del mapa en Catch 22.

Pero, ¿qué significa el PIB? Es una medida macroeconómica, agregadora, luego ya sabemos que hay que tener cuidado, que posiblemente el Gobierno nos hace mirar hacia ella por alguna razón. Lo mismo que nos hace mirar el déficit público en vez de el gasto público, o nos apunta la balanza comercial como significativa de algo. Sobre ambos temas tenéis ya entradas en el blog.

El PIB consiste en sumar el dinero que han obtenido todos los productores por sus ventas. Mal empezamos. Pues si solo se suman las transacciones en las que se intercambia dinero, estamos infravalorando el volumen económico real. Por ejemplo, como se explicó en otra entrada, se olvida el trabajo de las amas de casa, que también es economía. O todos los intercambios en especie que se puedan dar entre vecinos. Toda esta economía, la deja de lado el PIB.

Así que, si un día los economistas que lo calculan deciden estimar el valor de estas actividades e incluirlos en el PIB, tenemos ya una subidita guay. Y nos creeremos que la economía va bien. Por otro lado, si para evitar el paso por los bancos y sus comisiones, o el uso del Euro, empezamos a intercambiar cosas (por ejemplo, una casa por otra), el PIB caerá, y pensaremos que la economía va mal.

Otro problema con el PIB es cómo hacerlo comparable de un año para otro. Sí, de acuerdo, podemos sumar Euros. Pero el único problema es que los Euros de un año no valen lo mismo que los de otro, gracias a la inflación que generan los Gobiernos. La solución, me direis, es fácil: deflactese por el IPC. Claro, como que el IPC tiene algo que ver con la inflación. El IPC vuelve a ser un indicador del Gobierno para sus intereses; os recuerdo, por ejemplo, que no incluye el precio de la vivienda.

Así que, por ejemplo, si el IPC está infravalorando la inflación, el PIB subirá más simplemente porque las cosas están más caras que antes, y el IPC esto no es capaz de capturarlo. No sube porque la economía crezca, sino porque lo hacen los precios.

Podría ahora hablar del interés de una medida así para España, como si España produjera algo. Los que producen algo son los individuos que viven en este territorio, y ellos son los mejores observadores de si su PIB sube o no.

Pero me interesa más referirme a si es bueno que crezca la economía, cosa que ya sabemos que no tiene nada que ver con que crezca el PIB. Y la respuesta es que sí: el crecimiento de la economía significa el crecimiento de la riqueza, conseguido a base de incrementar la productividad de los recursos, mediante la inversión en procesos más intensos en capital. El crecimiento de la economía significa que se usan los recursos escasos de mejor forma que antes, que los emprendedores han acertado más de lo que se han equivocado. Y, lo repito, no tiene (casi) nada que ver con el PIB.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Miedo a la baja inflación

Esto es lo que dice un tal Ethan Harris, ni más ni menos que economista jefe del banco de inversión Lehman Brothers, en una entrevista a Bloomberg, según leo en un medio: "El año que viene vamos a tener a una extremada baja inflación, y gran parte de esa debilidad será debida a la caída de los precios energéticos".

De estas declaraciones, en las que califica la baja inflación de "extremada" y de "debilidad", cabe deducir que para este señor una inflación baja no son buenas noticias. Curioso, no?

A ver, si la inflación es baja eso quiere decir que los precios que confrontamos suben, pero lo hacen poco. Y ¿qué hay de malo? De hecho, recuerda el señor Harris que "en 2003, con los tipos al 2% en EEUU, la Fed los volvió a bajar hasta el 1% ante la "no bienvenida" caída de las tasas de inflación."

La tradición que un poco de inflación no es mala viene de la creencia (quizá Keynesiana) de que las subidas de precios estimulan la economía, pues los empresarios perciben más ingresos que se supone dedicarán a inversiones, y así se dinamiza la economía. Así, si la inflación es "débil" la actividad productiva tiende a paralizarse, pues los ingresos de los empresarios no crecen tanto como debieran.

En la práctica, como he explicado en alguna ocasión anterior, la inflación es un fenómeno controlado por los Gobiernos, bien por la emisión de moneda o por el control de créditos de los bancos. La inflación no es un fenómeno natural del mercado. Y tiene mucho que ver, no con el aumento de valor de los bienes que se adquieren (¿cómo podrían subir todos a la vez?), sino con la pérdida de valor de la moneda, que se produce a consecuencia de las acciones anteriores.

Por ello, la inflación no beneficia a los empresarios (en general), porque les da malas señales sobre el valor real de los bienes, lo que distorsiona la asignación de recursos del mercado libre. Además, el incremento de ingresos es solo aparente, pues aunque sube la cantidad de dinero que ingresa, este dinero vale menos.

Entonces, ¿a quién beneficia realmente la inflación? O, de otra forma, ¿quién puede tener miedo a la baja inflación? El proceso inflacionista no es automático, sino secuencial. Me explico: dado el sistema en equilibrio, si se mete más dinero en la economía, la gente que recibe ese dinero se beneficia de la situación, pues los precios aún no han subido: la gente aún no sabe que su dinero vale menos. Por tanto, estos primeros receptores son los grandes beneficiados de la inflación, ya que pueden comprar a precios no inflados. Luego este nuevo dinero se extiende por la economía elevando todos los precios, hasta que volvemos al equilibrio, en que todo el mundo se queda igual que al principio. Ha sido en el transitorio donde la gente se ha beneficiado o ha quedado perjudicada.

Bueno, ya solo nos queda preguntarnos quiénes son esos primeros receptores del dinero nuevo. Adivina, adivinanza....sí, claro, los bancos. Como Lehman Brothers, para el que trabaja Mr. Harris como economista jefe.

No me extraña que para él la baja inflación sea una amenaza. Esperemos que sus engaños no progresen demasiado en la sociedad.

martes, 19 de agosto de 2008

Hoy la interpretación liberal de Batman

No me resisto a hacerla, aunque imagino que despertara los habituales comentarios irónicos, si es que alguien tiene paciencia para leerla. Pero, qué caray, así celebro que publican mi primera columna puramente económica en Libertad Digital (espero que no se arrepientan). Vamos a ello.

Vivimos en una sociedad (Gotham) en que todo está aparentemente bajo control, en que nuestra vida tiene un mínimo de seguridad, que nos la garantiza un personajillo que, según confesión propia, está fuera de la ley. Por supuesto, me refiero a Batman, que es capaz de ejercer su poder allende las fronteras de Gotham: la persecución del mal no tiene fronteras. Los ciudadanos ya no son responsables de su cuidado, que de ellos se encarga el caballero oscuro.

Y en esto aparece el Joker. Por cierto, Isaacj, que a mí también me produce más empatía (que no simpatía) que Batman. El Joker es capaz de demostrar que un par de tonterias bastan para poner esa aparente seguridad en la que vivía Gotham patas arriba, y que ni siquiera ese personaje todo control es capaz de devolver las cosas a su cauce.

Para no destripar la peli, pondré un ejemplo real: imaginad que vivíamos en una situación de riqueza, en que las casas iban a seguir subiendo para siempre y todos ibamos a vivir en el paraiso por los siglos de los siglos. Y, en esto, van y dejan de pagar unos cuantos mataos sus hipotecas en Estados Unidos. Vaya tontería, no? Pues ya está toda la situación patas arriba: ni que fuera el Joker el moroso.

Y ahora nos volvemos a papá Estado, quiero decir, Batman, y este es incapaz de hacer nada. Es más, todo lo que se le ocurre hacer solo hace que empeorar la situación. Y eso que la película hace una interpretación ingenua del Estado, puesto que Batman es buena gente, persigue un fin loable, cosa que no se puede decir del Estado. En cualquier caso, se demuestra la incapacidad estructural del "schemer" para solventar esta situación de caos.

Y esta es precisamene la lección final de la película: cuando todo falla, cuando el caos domina y el Estado es incapaz de solucionar los problemas, solo se puede confiar en.... por supuesto, los individuos. Porque es cierto que todos nos fijamos en el Joker, en Batman, en el fiscal o en el policia, pero creo que los verdaderos protagonistas son, al final, los ciudadanos.

No nos engañemos: de esta crisis económica no nos va a sacar ningún Bat-State. Solo la iniciativa individual nos puede salvar. El que no se lo crea, que vea esta peli.

lunes, 18 de agosto de 2008

Imprescindible la nueva de Batman

Interrumpo disquisiciones socio-económicas para recomendaros la peli que acabo de ver, la última de Batman, "El caballero oscuro". Aunque no me resistiré a hacer una minireflexión sobre alguna de las frases del Joker, cuya interpretación es, cuanto menos, ambigua.

Esta película es cine de verdad, del que hace pensar, del que te tiene pegado al asiento, del que hace que 2 horas y media pasen en cinco minutos. Vamos, que después de esta peli terminas cansado.

No me detengo en los comentarios medio filosóficos sobre la evolución de Batman y el significado del Joker, porque creo que están con "copy-paste" en todas las críticas convencionales, al menos, en las que he leído. Luego resulta que esas lecturas, que siempre me impresionan en boca de terceros, aparecen explícitamente en los diálogos.

Yo sólo sé que me lo ha pasado bomba. Pero no "bomba" como cuando ví la última de Indiana Jones, si no bomba con los sentidos y el cerebro. Todo está hilado en esta película; ninguna escena está de más, y todos los personajes, hasta los aparentemente ínfimos, juegan un papel en la trama.

También he de decir que me ha parecido muy distinta de la de "Batman begins", cuya segunda parte se supone. Sin embargo, el estilo es muy distinto. En aquella, Gotham es una ciudad oscura, llena de humo y suburbios, y con una isla-manicomio. En ésta, Gotham es una ciudad normal, se supone que aclarada por la actuación de Batman. Nada barroca, y sin grandes excesos.

Pero evoluciona más el personaje de Batman. Si hay algo que me gustó en la primera era su capacidad de intimidar psicológicamente a sus rivales: cuando Batman atacaba, nadie lo esperaba. Una de sus armas era el terror, el desconocimiento del enemigo. Ahora, en cambio, Batman pasa a ser un superhéroe físico y tecnológico, el factor sorpresa ya no juega a su favor.

En estas condiciones, toda la sorpresa queda en las manos del Joker, que no decepciona en absoluto. Su mera presencia en pantalla causa desazón, porque es imprevisible. Él mismo lo confiesa. No hay que perderse a este Joker, que no tiene nada que ver con el de Jack Nicholson, ni por fuera, ni por dentro. Del de Nicholson sabemos a qué juega (dinero, mujeres, fama); de este, ni idea.

Quedan por ahí el mayordomo (Caine), el técnico ayudante (Morgan Freeman) y el extraño papel del fiscal Harvey, sobre el que no me voy a extender. Su papel en el trio con el policia (Gary Oldman) y Batman es, para mí, algo ambiguo desde el principio. No me parece que quede bien resuelto.

En fin. No se puede decir mucho más sin empezar a dar pistas de la peli, cosa que prefiero no hacer. Cuando no te están sorprendiendo las escenas de acción, lo hacen los dilemas morales a los que el director-guionista te somete, normalmente por la boca del Joker.

Me quedo con una de las frases de éste, que no recuerdo a la perfección, pero va de este tenor: "Son todos unos "schemers", siempre tratando de hacer planes y controlar. Y en cuanto metes un elemento que no esperan todos sus planes se vienen abajo y tienen miedo".

Evidentemente, mi interpretación liberal es que los "schemers" son los Gobiernos, y el mercado está constantemente cambiando sus planes. Por cierto, esta frase también es buena, de Caine: "la oscuridad se ha hecho peor, como siempre antes del amanecer: Batman tiene que aguantar".

Disfrutadla.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Por supuesto que sí al voto electrónico

Sin comerlo ni beberlo, me veo envuelto en esta polemiquilla con don Daniel Rodríguez. El martes se publicó en Libertad Digital mi habitual colaboración, en este caso sobre el voto electrónico. Y, ante mi sorpresa, 24 horas más tarde, aparece otra de Daniel diciendo justo lo contrario: la mía se llamaba "Sí al voto electrónico" y la suya, bueno, lo podeis imaginar. Aquí tenéis las dos:
La mía: http://www.libertaddigital.com/opinion/fernando-herrera/si-al-voto-electronico-44863/; y la de Daniel: http://www.libertaddigital.com/opinion/daniel-rodriguez-herrera/no-al-voto-electronico-44869/
(Pongo la mía primera porque salieron por ese orden)

Así que para la contra-réplica me refugio en mi blog. Vamos a ello: el principal inconveniente que ve Daniel al tema del voto electrónico es 1) la necesidad de que sea secreto; y 2) que dicho secretismo, en un entorno electrónico, haría que el fraude fuero mucho más sencillo y se perdería la confianza de los votantes.

Por partes: al respecto de 1), francamente, no sé qué problema ve Daniel a esto. Tecnológicamente no creo que tuviera ningún problema su solución, e imagino que ya estará solucionado. ¿No me dejan a mi anónimos en el blog? Pues lo mismo.

Dejadme citar a Rothbard: en cada momento, es el capital lo que limita el desarrollo, no la tecnología; siempre hay oportunidades tecnológicas que no se explotan por falta de capital. Resolver el problema del voto secreto es cuestión de un poco de pasta, para lo que haría falta algo de voluntad en el Gobierno.

Vamos con 2), que es más divertido. Cita Daniel en su favor a un tal Josu Mezo, que dice que "gracias a nuestro actual procedimiento de votación y recuento, en ninguna de ellas hubo dudas de que los votos contados eran los votos realmente depositados en las urnas. ¿Podríamos decir lo mismo si el escrutinio lo hubieran hecho ordenadores conectados en red? Creo que la respuesta es obvia. Si implantamos el voto electrónico, más pronto que tarde habrá unas elecciones con un resultado sorprendentemente favorable para el partido en el poder, y muchos ciudadanos de buena fe creerán que ha habido tongo, sin que se sea posible probar lo contrario".

Pero bueno. Primero,¿qué pasa, que no hay "tongos" en las elecciones con papeletas? ¿Los plebiscitos es las dictaduras con qué los hacen, entonces?

Segundo, ya sabemos todos que ante las innovaciones los ciudadanos tienen descofianza congénita. Es uno de los grandes problemas a que se sigue enfrentando Internet, el temor a dar el número de tarjeta. La solución no es, obviamente, dejar de vender por Internet, si no más bien demostrar con la práctica que eso no pasa; o, al menos, que, si pasa, lo hace igual que en el mundo real.

Imagino que los ciudadanos actuales pueden tener esa desconfianza, pero también imagino que conforme la gente entra en la Sociedad de la Información, se cura. Uno está acostumbrado a los papeles, pero ya muchos ciudadanos tenemos un banco que no nos da ni libreta. Y nos fiamos de él para nuestro dinero. ¿Por qué no pasaría lo mismo con los recuentos?

Ahora mismo se necesitan tres personas por mesa electoral más apoderados para dar confianza al sistema, no se olvide. ¿Cuántas necesitaríamos para dar confianza al voto electrónico? Seguro que muchas menos, y también menos apoderados.

Por último, de momento, me quiero referir a la gran virtud de que el voto sea secreto, que impide el amedrentamiento. ¿Cómo creeis que se vota mejor, comódamente sin salir de casa, o aguantando la mirada de los caciques o proetarras a que se refiere Daniel?

Y no entro, de momento, a las consecuencias que, desde mi punto de vista, tendría la implantación del voto electrónico en el corto plazo. Seguro que un tío tan liberal como Daniel se vendría conmigo a dar el sí presencial al voto electrónico.

martes, 12 de agosto de 2008

El sueldo de las amas (y amos) de casa

Esta es una idea de las que de vez en cuando aflora tintineante de la mollera de algún economista (por llamarlo de alguna forma) y que suele tener acogida en determinados colectivos, incluso gubernamentales. Por supuesto, los colectivos más socialistas la perciben como algo muy razonable, e intuyo que la desechan por consideraciones prácticas y prosaícas como la procedencia del dinero para cubrir tales sueldos.

Evidentemente, la idea no tiene ningún sustento en teoría económica, y parte una vez más de la incomprensión de determinados conceptos en relación con el proceso productivo. El supuesto de partida es indiscutible: las amas (y amos; a partir de ahora me ahorro ya el paréntesis aclarativo) de casa realizan una actividad con valor. A partir de aquí, ya se lía la cosa: como esa actividad tiene valor, se tendría que retribuir, pues si no, no se le reconoce el valor que realmente tiene. Como se ve, ya aquí entramos en una valoración etica, en la que se confunde valor con retribución.

Más delirante aún es la argumentación de los que dicen que, si se retribuyera, esta actividad llegaría a duplicar el PIB. Hay que ser absurdo. Pero también esto nos da una idea de las falacias que encubre dicha medida macroeconómica: el PIB únicamente es capaz de recoger la parte de la economía que tiene una contraprestación monetaria. Desdeña toda aquella actividad económica que no recibe una contraprestación monetaria. Por poner un ejemplo, imagino que no incluye la actividad asistencial de los voluntarios. Como si esto no fuera actividad económica.

Pero volviendo a las amas de casa y su retribución. El proceso productivo consiste basicamente en combinar factores de producción para conseguir bienes listos para su uso. El valor de los factores de producción depende exclusivamebe del valor que den los consumidores a los bienes de uso que se obtengan de ellos.

Centrémonos en un ejemplo: mi camisa limpia y planchada. Este es un producto listo para su uso. Se ha obtenido de la combinación de varios factores: mi camisa limpia pero arrugada, más la plancha y tabla de planchar, más un poquito de agua, más la actividad de ama de casa. Es evidente que "mi camisa limpia y planchada" tiene más valor que "mi camisa limpia y arrugada", y parte de ese valor habrá que imputarselo a la actividad de ama de casa. Esta sería su retribución.

Pero salgamos al mercado a ver cómo está el tema. ¿Cuánto vale para la gente "mi camisa limpia y planchada"? Más bien poco. El único para el que tiene valor de uso dicho bien es, precisamente, yo mismo. Luego yo seré el único dispuesto a retribuir la actividad involucrada en la elaboración de ese bien.

Una opción es contratar a alguien que lo haga por mí. Y le tendré que pagar, como bien sabéis. Las empleadas domésticas cobran por hacer estas cosas. La otra opción es hacerlo yo mismo, y mi retribución por la actividad será, precisamente, disponer de "mi camisa limpia y planchada". Claro que la actividad tenía valor, y ha sido el ama de casa quien ha retenido toda la retribución, sin necesidad de un sueldo adicional, que vendría a duplicar injustamente su retribución.

En definitiva: no toda la actividad económica tiene un reflejo monetario. Y no es cierto que el trabajo de las amas de casa no tenga retribución. Otra cosa es que no apetezca hacerlo...

lunes, 11 de agosto de 2008

La reconversión de Asturias

No conocí (o al menos no la recuerdo) la Asturias minera y negra, cuya supervivencia se basaba en el carbón. La que sí conozco es la luminosa y brillante, que se ha convertido en un verdadero parque temático para el turista.

Allá donde mires se ve un alojamiento rural aislado en mitad de las montañas; todos los pueblecillos tienen su "Bienvenido" en varios idiomas, y prácticamente todos ellos están clasificados en alguna de las mil rutas temáticas a que se invita al sufrido turista (y digo sufrido porque, como te salgas de las arterias principales, empieza la montaña rusa, no porque se sufra).

Lo cual me lleva a preguntarme qué Asturias es mejor para los asturianos, la que vivía de la minería o la que vive del turismo. Supongo que cada cosa tuvo su lugar: en su momento, Asturias no valoraba su paisaje natural (véase las minas en la ruta del Alba del parque de Redes), porque valoraba más otros recursos. Puedo imaginar la hermosa playa del Merón desierta y ensordecida por los camiones en la carretera cercana. Ahora, ese playa está atiborrada de turistas y coches. Más claro aún es el ejemplo de la cueva del Soplao en la vecina Cantabria, antiguo mina cuyos trabajadores no llegaron a apreciar la belleza que les rodeaba.

Las preferencias cambiaron; la explotación del carbón y demás minerales dejó de ser rentable. Por supuesto, hubo muchos afectados por esta situación, e imagino que el horizonte se puso muy oscuro, más que la bocamina. Pero no quedaba más remedio que adaptarse a la nueva situación.

En su momento, el Gobierno hubiera podico ceder a los chantajes de los mineros. Si así hubiera sido, seguiríamos entre todos sosteniendo tan ruinoso negocio para beneficiar unos cuantos. Afortunadamente, no fue así. Se dejó que la crisis hiciera su trabajo y limpiara aquello que los individuos ya no demandaban. Y emergió la Asturias que ahora nos acoge, mejor adaptada a las preferencias de la nueva sociedad.

El mercado, que no es más que la suma de los individuos, es el mejor camino para adaptar y encajar las preferencias de todos nosotros. Trata de hacerlo incluso en presencia del poder coercitivo del Gobierno, que distorsiona sus mecanismos sin piedad. Gracias al mercado, Asturias sale de la mina y se va a la playa y a la montaña (aunque nadie le garantiza que no tenga que volver); con la imposición de determinados grupos de interés y el poder del Gobierno, Asturias hubiera seguido en la cueva.

viernes, 1 de agosto de 2008

La injusticia de mis críticas a Xavier Salas

Acabo de leer el editorial del ABC. Y me he dado cuenta de lo injusto (unfair) que estoy siendo con el señor Salas, al que un observador externo pensaría que tengo mania. Un repaso de mis entradas revela de forma objetiva que es al único articulista sobre economía al que he criticado con nombre propio.

Y nada más lejos de la realidad. Comulgo con casi todo el contenido de sus artículos, y, por eso, me resulta mucho más extraño tropezarme con párrafos tan extemporáneos en su razonamiento como los que comento. Al mismo tiempo, y precisamente porque yo razono sobre ellos de otra forma, son los que más me interesan debatir, porque es la forma de aprender de los errores propios. Es obvio, para cualquier observador objetivo, que me importa un bledo la nacionalidad, la orientación sexual o el color de pelo del señor Salas, lo único que me interesa es su forma de razonar en términos económicos.

Los artículos que he leído de él se limitan a los dos que he comentado; y los he leído porque aparecen en el web del Cato, al que se accede desde RedLiberal. Si no, ni me hubiera enterado, pues no leo La Vanguardia.

Y es injusto precisamente por la imagen que da. Me doy cuenta al leer el vomitivo editorial del ABC sobre la situación económica y los consejos al Gobierno, que son los análisis habituales en los periodistas. Un batiburrillo de cifras macroeconómicas aparentando una explicación causa-efecto sin sentido, para concluir con otro tipo de absurdeces como que la solución para la inflación es la contención salarial (hay que fastidiarse con el remedio) o como que ahora que el petróleo está bajando cabe esperar un descenso de la inflación. Son especialmente molonas las explicaciones para los vaivenes de la Bolsa, a los que siempre parecen afectar "el precio del crudo" o "el indicador de confianza de los consumidores en Alemania".

La verdad es que se puede coger uno de estos párrafos y pasarte una semana destripándolo para demostrar que no tienen ni idea de que están hablando. Pero, claro, en vez de hacer eso, me he dedicado a criticar los párrafos de Salas que encuentro discutibles en sus artículos, y que me parecen impecables en el resto. Insisto, con la intención de provocar un debate del que yo pudiera aprender algo.

Dicho esto, y como os voy a dejar en paz una semana sin entradas, os propongo dos cuestiones:

1) ¿Por qué los ciudadanos alemanes, según dicen, están dedicándose a almacenar Euros alemanes y rechazan los de España? ¿Se trata de una nueva modalidad de la Ley de Gresham?

2) Y esta, por decirlo suavemente, "acojona": ¿Qué significa la siguiente gráfica?

El link: http://research.stlouisfed.org/fred2/series/BORROW
¿Alguien sabe dónde se puede obtener la análoga para el BCE?