Otra lectura causada por una serie. En este caso, se trata de "The Loudest Voice". En ella, se nos cuenta como el autor del libro, Roger Ailes, interpretado por Russel Crowe y absoluto protagonista, puso en marcha Fox News y la llevó al liderazgo de audiencia durante 20 años. Pues bien, en uno de los capítulos, Mr Ailes le entrega este libro a un empleado (de quien, secretamente, espera que le tome el relevo cuando se retire).
Como la serie va mucho de influencia política, pensé que el libro iría de ello. No es el caso: va de cómo comunicar mejor con la gente, sea uno a uno, en discursos o a través de medios de masas. Y es igualmente interesante pese a no ser el tema que yo esperaba.
El tal Ailes es todo un personaje, como queda claro en la serie, y en este libro tienes toda la sensación de que ha salido de la pantalla para echarte la charla a ti, lo que le da un gran valor a la lectura. Es un estilo auténtico: capítulos muy cortos, al grano y sin contemplaciones, con gran asertividad procedente de un tipo que sabe de primera mano que lo que te dice es cierto. Ello aderezado con numerosas anécdotas y golpes de humos, también auténticos.
El problema de las anécdotas es que se refieren a personajes pasados de moda o que al menos a mí no me suenan, quizá por ser demasiado americanos. Por supuesto, algunos sí, como Ronald Reagon o el mismísimo Manson con quien tuvo un careo a poco de empezar su carrera de productor. Pero es que estamos hablando de un libro de 1988 escrito por un tipo que nació en 1940.
En cambio, es en los rasgos de humor donde más auténtico se muestra Ailes. Por ejemplo, cuando describe la reacción de la mayoría de la gente cuando se ven obligados a intervenir en público: "They look in one of three directions: at the floor, as if hoping an escape hatch will open and swallow them; at the nearest exit, as if wishing to get out fast; or at the ceiling, as if praying for divine guidance."
Aunque mi preferido es este fragmento explicando cómo engrosamos el miedo: "Enlarged, the bug looks as though it could eat you. Get rid of the magnifying glass. It’s just a cockroach. Step on it." Esas tres últimas palabras son pura esencia de Ailes, y si os fijáis no hacían falta.
Otro par de citas relacionadas con el miedo, que prueban que detrás de toda la asertividad y arrogancia hay un fondo filosófico: "Our contemporary fight-or-flight situations usually imperil our egos more than our lives."; "Interestingly, courage isn’t the absence of fear. It is action in the presence of fear."
¿Y qué hay de la receta para ser un buen comunicador? La verdad es que poco de lo que le he leído me ha resultado sorprendente y nuevo. Pero creo que no es porque lo que dice no sea revolucionario: en su momento lo fue, y como sus ideas se probaron correctas, ahora ya está en el mainstream.
Lo que dice Ailes es que no solo comunicamos con la palabra, sino que todo nuestro ser comunica: los ojos, la expresión facial, los movimientos corporales, el timbre, tono, volumen e intensidad de la voz, el compromiso con el mensaje, el sentido del humor y otros factores. Y para probarlo nos recomienda que veamos un vídeo de alguien hablando, pero sin sonido: ¿qué te transmite? Por cierto, esta técnica la usará en el primer capítulo de la serie para seleccionar a un presentador.
Para que todo ello este coordinado, el consejo de Ailes es bastante sencillo: sé tú mismo cuando hables en público, sé el mismo que mantiene una conversación normal, no cambies por tener que hablar delante de mucha gente. Las cuatro claves: estar preparado, cómodo, comprometido y ser interesante. Por ejemplo, para esto último recomienda que al menos el 30% de nuestras lecturas no estén relacionadas con nuestro trabajo, para así poder relacionar las cosas del mismo con otros intereses de la gente. O que aprendas a manejar los tiempos y los silencios.
Da una gran importancia al humor en la comunicación, ya que facilita que tanto audiencia como orador estén cómodos. Dedica bastante espacio al tema y a cómo conseguir historias cómicas. Y lo culmina con una frase de las suyas lapidarias (aunque creo que la coge de algún conocido):
"Take your job seriously but don’t take yourself so seriously."
En cuanto a la emoción, nos dice que es una espada de doble filo. Cuando es positiva y genuina, es la forma más poderosa de persuasión. En cambio, cuando es negativa y no sincera, crea un muro entre el comunicador y su audiencia.
Pero quizá lo más importante para él es la energía: dice que con energía en el discurso se puede superar cualquier limitación técnica. Y es que la gente está interesada en ti y no tanto en tu mensaje, que pueden conocer sin ir a verte. Cuando demostramos energía nos volvemos comunicadores excelentes, lo que para Ailes es un estado completamente natural.
A cómo relacionarse con periodistas dedica el último capítulo. Aunque seguramente no sea una situación a la que muchos lectores tengan que enfrentarse, aún así sigue siendo una lectura provechosa, porque vuelve a aflorar el más auténtico Ailes. Hay que tener claro que "you have a job, and he has a job: They are not the same job. Don’t confuse them." Y te recuerda que "The premises of questions from journalists are sometimes objectionable themselves—or hypothetical. You have no obligation to legitimize a hypothetical or false premise."
Yo creo que este librito es muy recomendable, aparte de por el contenido, por la forma en que está escrito. En todo caso, os dejo el resumen para ser un buen comunicador, que Ailes comparte con nosotros al final: Hay que "actuar" (en inglés, "perform", no "act", que es lo que hacen los actores)
“At your best”, lo que incluye la siguiente lista de factores: apariencia física, energía, ritmo de discurso, tono, frases, gestos, contacto visual y mantener el interés de la audiencia.
viernes, 27 de septiembre de 2019
lunes, 16 de septiembre de 2019
Orange is the New Black, de Piper Kerman
Tras haber concluido la serie, con una excelente séptima temporada, se me ocurrió echar un vistazo al libro en el que se inspira. En él se describe la experiencia de la autora, Piper Kerman, que tuvo que pasar algo más de un año en una cárcel de mujeres como convicta (que quede claro, no como periodista). Esta Piper es también la más protagonista de la serie, aunque como es una serie muy coral tampoco arrasa con su tiempo en pantalla.
Y, la verdad es que la serie es mucho más interesante que vida en la prisión de la señora Kerman, por suerte para todos los implicados. Para todos, menos para el lector, que va a encontrar pocos argumentos de entretenimiento en este libro. Los que están, esos sí, bien distribuidos, al principio y al final.
El principio resulta interesante porque Kerman nos explica de primera mano como pudo ser que una tipa como ella terminara en prisión, además 10 años después del delito. O sea, terminó en prisión por pecadillos de juventud en un momento en que tenía una vida hecha y ajena a lo que entonces ocurrió. Kerman lo describe con dos conceptos legales: exigencia (a los jueces) de sentencias mínimas en casos de narcotráfico, y delito de conspiración. Por conspiración se entiende agrupación de varias personas en el delito, y según parece multiplica las penas. Eso, unido a que los jueces tienen que poner una pena mima, hace que la gente termine con 7 años de cárcel por haber tenido dinero de drogas en su domicilio (no el caso de Piper, que fue ligeramente más activo).
Nuestra heroína se libra de tan abultada y desproporcionada pena, por contar con la adecuada asistencia legal, lo que termina llevándole a una pena de 15 meses. Pero eso no es lo que le pasa a la mayor parte de la gente en situación similar, que sí termina con grandes penas por "delitos" ridículos (la referencia a Jan Valjean, con permiso de Elvira Roca, es inevitable). La primera reflexión que me surge vuelve a ser la ineficiencia e injustica que supone la prohibición de drogas: aquí tenemos un ejemplo de cómo pagan los de siempre, las clases bajas y medias son las más perjudicadas por las leyes que supuestamente les protegen.
La segunda reflexión tiene que ver con el contenido del libro. Y es que, nos informa Kerman, más de 90.000 presas en EEUU lo son por delitos relacionados con drogas sin violencia, frente a unas 40.000 por otro tipo de delitos. En estas condiciones, el ambiente que se encuentra Kerman en la prisión va a ser más el de un internado, y de hecho la narración es reminiscente en cierta forma de las novelas de colegio. Con la salvedad de que se supoe que nos está contando su estancia en prisión, no en un colegio. Nos dice: "There was less bulimia and more fights than I had known as an undergrad, but the same feminine ethos was present—empathetic camaraderie and bawdy humor on good days, and histrionic dramas coupled with meddling, malicious gossip on bad days."
Así pues, la parte mollar del libro consiste en una sucesión de anecdotas de lo ocurrido, la mayor parte carentes de interés por ser más propias de colegio que de prisión. ¿Es relevante su visita al lago a pintar, o la celebración que hicieron de la victoria de los Red Sox?¿O cómo hacen yoga?¿O los rasgos de carácter de guardias y prisioneros? Kerman se queja de vez en cuando de la asimetría de poder, la frustración, pero lo cierto es que apenas aporta ejemplos de sufrimiento.
Es más, nos encontramos con un constante flujo de compañeras abandonando la prisión (cosa que no ocurre en la serie) y otro constante flujo de visitas de familiares, amigos y marido futuro (cosa que tampoco ocurre). Así las cosas, lo más interesante pasa a ser tratar de identificar los personajes del libro con los de la serie, cosa que resulta muy difícil por apenas haber comunalidades. Se identifica con claridad a la rusa Red (en el libro, Pop) y poco más (la monja, la yogi). Las referencias al lesbianismo y al sexo en prisión son también escasas, y de hecho Kerman no se identifica como lesbiana, algo que sí hace en la serie. El momento más duro de su estancia es uno en que Joel Luschek (mi personaje preferido en la serie, aunque no sea tan simpático en el libro) hace una broma psicalíptica sobre Piper engrasando un cabo de cables, de contenido fácilmente previsible y por lo mismo incapaz de causar escándalo.
Llama la atención el gran papel que juega la religión en la vida de las presas, algo que tampoco queda bien reflejado en la serie, aunque sí salga el tema puntualmente. En el libro, la cosa es constante, hasta el punto de que la propia Kerman "understood that faith could help people see beyond themselves, not into the abyss but into the street, into the mix, to offer what was best about themselves to others." ("comprendí que la fe podía ayudar a la gente a ver más allá de ellos mismo, no en el abismo sino en la calle, hacia la mezcla, para ofrecer lo mejor de ellos a los otros").
También me quedo con otra de las lecciones aprendidas por la autora: "Judging others held little appeal to me now, and when I did it, I regretted it." ("Juzgar a otros me resultaba poco atractivo ahora, y cuando lo hacía, me arrepentía"). Y, por supuesto, con la explicación del nombre de la serie, que quiere decir que el naranja es el color de moda (cuando de algo se dice que es el "new Black" es que es lo que se lleva).
Y por estos pagos hubiéramos seguido, si no fuera porque en un momento dado a la protagonista la trasladan de prisión, primero a Oklahoma y luego a Chicago, para poder participar en el juicio del capo de las drogas que la metió, indirectamente, en el lío, momento en que se encontrará con su ex-partner (como también ocurre en la serie). Aunque el reencuentro empieza con algo de tensión, pronto se difuminará como cabe esperar del tono del libro. Lo interesante es que estas dos nuevas prisiones sí parecen prisiones de verdad en vez de un colegio. Es la descripción de esta estancia la que es más conforme a lo que se espera de este libro. Lo paradójico es que, en Chicago, la mayor parte de las compañeras no son realmente convictas (lo que sí ocurre en la primera prisión), pero en cambio la situación es mucho más hostil.
Por último, cabía esperar alguna reflexión sobre la reincorporación de las presas a la sociedad. En la serie, se suscita y trata el problema, tanto con Piper como con otras prisioneras, y en diversas temporadas. La sensación tras ver la serie es que es un verdadero problema, lo que se acumularía sobre el dato anterior de que muchas convictas lo son casi por accidente. En todo caso, a Piper le aguarda un trabajo bien remunerado a la salida, que imagino sigue ejerciendo, por lo que es poco sensible al tema.
Más interesante es constatar la existencia de las llamadas "Halfway houses", que aunque no se describen, el nombre da a entender que facilitan la integración de las exconvictas proporcionándoles residencia en barrios normales como trampolín para buscarse la vida (precisamente, es la residencia el problema más grave que confrontan las exconvictas de la serie).
En suma, este libro ni fu ni fa. El que espere encontrar lo de la serie se va a llevar una decepción, con el agravante de que la experiencia real parece ser bastante más aburrida. Siento resumirlo así, pero esto no es más que las andanzas de una niña pija por prisión, y tiene el nivel de profundidad que cabe esperar del perfil. Joe, al final he tomado manía a Piper!
Halfway House Con Air lo más auténtico Chicago prisión de verdad, pero no convictos
Y, la verdad es que la serie es mucho más interesante que vida en la prisión de la señora Kerman, por suerte para todos los implicados. Para todos, menos para el lector, que va a encontrar pocos argumentos de entretenimiento en este libro. Los que están, esos sí, bien distribuidos, al principio y al final.
El principio resulta interesante porque Kerman nos explica de primera mano como pudo ser que una tipa como ella terminara en prisión, además 10 años después del delito. O sea, terminó en prisión por pecadillos de juventud en un momento en que tenía una vida hecha y ajena a lo que entonces ocurrió. Kerman lo describe con dos conceptos legales: exigencia (a los jueces) de sentencias mínimas en casos de narcotráfico, y delito de conspiración. Por conspiración se entiende agrupación de varias personas en el delito, y según parece multiplica las penas. Eso, unido a que los jueces tienen que poner una pena mima, hace que la gente termine con 7 años de cárcel por haber tenido dinero de drogas en su domicilio (no el caso de Piper, que fue ligeramente más activo).
Nuestra heroína se libra de tan abultada y desproporcionada pena, por contar con la adecuada asistencia legal, lo que termina llevándole a una pena de 15 meses. Pero eso no es lo que le pasa a la mayor parte de la gente en situación similar, que sí termina con grandes penas por "delitos" ridículos (la referencia a Jan Valjean, con permiso de Elvira Roca, es inevitable). La primera reflexión que me surge vuelve a ser la ineficiencia e injustica que supone la prohibición de drogas: aquí tenemos un ejemplo de cómo pagan los de siempre, las clases bajas y medias son las más perjudicadas por las leyes que supuestamente les protegen.
La segunda reflexión tiene que ver con el contenido del libro. Y es que, nos informa Kerman, más de 90.000 presas en EEUU lo son por delitos relacionados con drogas sin violencia, frente a unas 40.000 por otro tipo de delitos. En estas condiciones, el ambiente que se encuentra Kerman en la prisión va a ser más el de un internado, y de hecho la narración es reminiscente en cierta forma de las novelas de colegio. Con la salvedad de que se supoe que nos está contando su estancia en prisión, no en un colegio. Nos dice: "There was less bulimia and more fights than I had known as an undergrad, but the same feminine ethos was present—empathetic camaraderie and bawdy humor on good days, and histrionic dramas coupled with meddling, malicious gossip on bad days."
Así pues, la parte mollar del libro consiste en una sucesión de anecdotas de lo ocurrido, la mayor parte carentes de interés por ser más propias de colegio que de prisión. ¿Es relevante su visita al lago a pintar, o la celebración que hicieron de la victoria de los Red Sox?¿O cómo hacen yoga?¿O los rasgos de carácter de guardias y prisioneros? Kerman se queja de vez en cuando de la asimetría de poder, la frustración, pero lo cierto es que apenas aporta ejemplos de sufrimiento.
Es más, nos encontramos con un constante flujo de compañeras abandonando la prisión (cosa que no ocurre en la serie) y otro constante flujo de visitas de familiares, amigos y marido futuro (cosa que tampoco ocurre). Así las cosas, lo más interesante pasa a ser tratar de identificar los personajes del libro con los de la serie, cosa que resulta muy difícil por apenas haber comunalidades. Se identifica con claridad a la rusa Red (en el libro, Pop) y poco más (la monja, la yogi). Las referencias al lesbianismo y al sexo en prisión son también escasas, y de hecho Kerman no se identifica como lesbiana, algo que sí hace en la serie. El momento más duro de su estancia es uno en que Joel Luschek (mi personaje preferido en la serie, aunque no sea tan simpático en el libro) hace una broma psicalíptica sobre Piper engrasando un cabo de cables, de contenido fácilmente previsible y por lo mismo incapaz de causar escándalo.
Llama la atención el gran papel que juega la religión en la vida de las presas, algo que tampoco queda bien reflejado en la serie, aunque sí salga el tema puntualmente. En el libro, la cosa es constante, hasta el punto de que la propia Kerman "understood that faith could help people see beyond themselves, not into the abyss but into the street, into the mix, to offer what was best about themselves to others." ("comprendí que la fe podía ayudar a la gente a ver más allá de ellos mismo, no en el abismo sino en la calle, hacia la mezcla, para ofrecer lo mejor de ellos a los otros").
También me quedo con otra de las lecciones aprendidas por la autora: "Judging others held little appeal to me now, and when I did it, I regretted it." ("Juzgar a otros me resultaba poco atractivo ahora, y cuando lo hacía, me arrepentía"). Y, por supuesto, con la explicación del nombre de la serie, que quiere decir que el naranja es el color de moda (cuando de algo se dice que es el "new Black" es que es lo que se lleva).
Y por estos pagos hubiéramos seguido, si no fuera porque en un momento dado a la protagonista la trasladan de prisión, primero a Oklahoma y luego a Chicago, para poder participar en el juicio del capo de las drogas que la metió, indirectamente, en el lío, momento en que se encontrará con su ex-partner (como también ocurre en la serie). Aunque el reencuentro empieza con algo de tensión, pronto se difuminará como cabe esperar del tono del libro. Lo interesante es que estas dos nuevas prisiones sí parecen prisiones de verdad en vez de un colegio. Es la descripción de esta estancia la que es más conforme a lo que se espera de este libro. Lo paradójico es que, en Chicago, la mayor parte de las compañeras no son realmente convictas (lo que sí ocurre en la primera prisión), pero en cambio la situación es mucho más hostil.
Por último, cabía esperar alguna reflexión sobre la reincorporación de las presas a la sociedad. En la serie, se suscita y trata el problema, tanto con Piper como con otras prisioneras, y en diversas temporadas. La sensación tras ver la serie es que es un verdadero problema, lo que se acumularía sobre el dato anterior de que muchas convictas lo son casi por accidente. En todo caso, a Piper le aguarda un trabajo bien remunerado a la salida, que imagino sigue ejerciendo, por lo que es poco sensible al tema.
Más interesante es constatar la existencia de las llamadas "Halfway houses", que aunque no se describen, el nombre da a entender que facilitan la integración de las exconvictas proporcionándoles residencia en barrios normales como trampolín para buscarse la vida (precisamente, es la residencia el problema más grave que confrontan las exconvictas de la serie).
En suma, este libro ni fu ni fa. El que espere encontrar lo de la serie se va a llevar una decepción, con el agravante de que la experiencia real parece ser bastante más aburrida. Siento resumirlo así, pero esto no es más que las andanzas de una niña pija por prisión, y tiene el nivel de profundidad que cabe esperar del perfil. Joe, al final he tomado manía a Piper!
Halfway House Con Air lo más auténtico Chicago prisión de verdad, pero no convictos
miércoles, 4 de septiembre de 2019
Désorientale, de Négar Djavadi
A priori, este libro tiene muchos puntos atractivos. Se trata de una especie de autobiografía de una señora iraní, que vivió en Irán hasta poco después de la Revolución islámica, cuando tuvo que salir de allí por piernas, debido al activismo político de su padre, un tal Darius Sadr, que quizá sea bastante conocido en aquel país. Además de ellos, descubriremos que es algo lesbiana, aunque no del todo.
Así que muchos elementos de interés: cómo se vivía en Irán antes de la revolución, cómo se empezó a discriminar a las mujeres y cómo lo vivía ella, el problema de la homosexualidad en Irán, o cómo e la vida con un padre revolucionario. Ninguno de estos elementos queda cubierto, me temo, así que el interesado deberá buscar en otros pagos.
La escritora nos cuenta básicamente lo que le da la gana, utilizando como cebo en determinados momentos los temas anteriormente dichos, que nunca llega a desarrollar. Lo más llamativo es como se pasa toda la novela temiendo contar "L'''ÉVÉNEMENT", dando a entender que se refiere a la revolución islámica; sin embargo, cuando por fin llega el momento de su narración, resulta ser el asesinato de su padre.
Utiliza un estilo vocativo, como si estuviera conversando con el lector, lo que es coherente con que su narración sea extremadamente desordenada. Esto no es necesariamente malo, aunque pueda desconcertar al principio, pues anida disgresiones en disgresiones. Se explaya en detalles sobre sus antepasados de Qazvin y Mazandaran, que pueden explicar determinados comportamientos o rasgos psicológicos. O te explica con detalle la problemática de la inseminación artificial con espermatozoides de seropositivos. Pero lo cierto es que todo eso se aguanta porque esperas que en algún momento te contará su experiencia personal sobre la vida en Irán y los acontecimientos que sacudieron al país en su niñez. Nada de ello ocurre. Apenas se refiera a la vida con el shah, y describe muy levemente la revolución Blanca, así como la revolución Islámica. No hay apenas referencias al contraste en su vida, principalmente porque los cambios revolucionarios la pillan ya refugiada en Paris. Asi que no sabemos cómo cambió la vida de la sociedad, ni específicamente de las mujeres, aunque haya algunos apuntes sueltos (la cuestión de por qué no aparecen mujeres en los árboles genealógicos de la familia). Y tampoco habrá un contraste con cómo es la vida en Francia respecto a Irán, aunque dé alguna pista más.
Las reflexiones que aporta sobre los grandes acontecimientos en Irán (la caída del Shah, la revolución de Jomeini, la guerra con Irak) son de andar por casa y muy genéricos, como corresponde a alguien que solo los conoce desde la distancia, por mucho que haya nacido en Irán. Además, refleja un pequeño lío mental, hasta el punto de que surgen dudas razonables sobre si los padres eran comunistas o, como parece otras veces, libertarios. De hecho, me inclinaría por esta última opción, sino fuera porque su héroe parece ser un tal Mossadegh, ministro del Shah que nacionalizó el petróleo para devolverlo al pueblo irani. O porque en sus referencias a la aproximación del Shah a los EEUU, da a entender que lo único que aprovechó a los iraníes es el aumentos del consumismo.
Más interesantes me parecen sus referencias al tema de la homosexualidad, del que aprendemos que en Irán directamente no existe. Me explico: no se considera posible, por lo que a los homosexuales los condenan a muerte. Pero, al mismo tiempo, se facilita enormemente la transexualidad, por lo que existe esta vía de escape para los homosexuales. Sí, ya sé que no es lo mismo, pero dejadme que no entre en sutilezas en este post; el interesado que se vea la serie Pose.
De todas formas, la parte que más me ha gustado es la huida de Irán por Turquía, su estancia en Estambul y su primer contacto con la, hasta ese momento, alabada nación francesa. Es esta la parte más interesante de su vida, y no sus devaneos amorosos-hippy-sexuales por Bruselas y Londres, por mucho que trate de imputarlos a la "desorientación" de haber tenido que abandonar Irán. De su estancia en Estámbul me quedo con una crítica, que creo justificada, a Ataturk. Como es sabido, este presidente turco hizo que su país pasará de la escritura árabe al alfabeto occidental, lo que normalmente se ha visto como un avance para esa sociedad, al facilitar el aprendizaje de lectura y escritura. Sin embargo, Djavadi se fija en la pérdida en la historia y cultura que tal cambio supuso, constatándola en un hecho tan evidente como que ellas SÍ podían leer las inscripciones en las mezquitas de Estámbul, algo que ya no podían hacer los turcos.
A ver, este libro no se lee mal, y es interesante. Pero que nadie espere conocer a su través las respuestas a las preguntas que promete responder, porque se llevara un chasco. Se trata de algunos episodios de la vida de la familia y ancestros de una iraní lesbiana refugiada en Europa. No da más de sí.
Así que muchos elementos de interés: cómo se vivía en Irán antes de la revolución, cómo se empezó a discriminar a las mujeres y cómo lo vivía ella, el problema de la homosexualidad en Irán, o cómo e la vida con un padre revolucionario. Ninguno de estos elementos queda cubierto, me temo, así que el interesado deberá buscar en otros pagos.
La escritora nos cuenta básicamente lo que le da la gana, utilizando como cebo en determinados momentos los temas anteriormente dichos, que nunca llega a desarrollar. Lo más llamativo es como se pasa toda la novela temiendo contar "L'''ÉVÉNEMENT", dando a entender que se refiere a la revolución islámica; sin embargo, cuando por fin llega el momento de su narración, resulta ser el asesinato de su padre.
Utiliza un estilo vocativo, como si estuviera conversando con el lector, lo que es coherente con que su narración sea extremadamente desordenada. Esto no es necesariamente malo, aunque pueda desconcertar al principio, pues anida disgresiones en disgresiones. Se explaya en detalles sobre sus antepasados de Qazvin y Mazandaran, que pueden explicar determinados comportamientos o rasgos psicológicos. O te explica con detalle la problemática de la inseminación artificial con espermatozoides de seropositivos. Pero lo cierto es que todo eso se aguanta porque esperas que en algún momento te contará su experiencia personal sobre la vida en Irán y los acontecimientos que sacudieron al país en su niñez. Nada de ello ocurre. Apenas se refiera a la vida con el shah, y describe muy levemente la revolución Blanca, así como la revolución Islámica. No hay apenas referencias al contraste en su vida, principalmente porque los cambios revolucionarios la pillan ya refugiada en Paris. Asi que no sabemos cómo cambió la vida de la sociedad, ni específicamente de las mujeres, aunque haya algunos apuntes sueltos (la cuestión de por qué no aparecen mujeres en los árboles genealógicos de la familia). Y tampoco habrá un contraste con cómo es la vida en Francia respecto a Irán, aunque dé alguna pista más.
Las reflexiones que aporta sobre los grandes acontecimientos en Irán (la caída del Shah, la revolución de Jomeini, la guerra con Irak) son de andar por casa y muy genéricos, como corresponde a alguien que solo los conoce desde la distancia, por mucho que haya nacido en Irán. Además, refleja un pequeño lío mental, hasta el punto de que surgen dudas razonables sobre si los padres eran comunistas o, como parece otras veces, libertarios. De hecho, me inclinaría por esta última opción, sino fuera porque su héroe parece ser un tal Mossadegh, ministro del Shah que nacionalizó el petróleo para devolverlo al pueblo irani. O porque en sus referencias a la aproximación del Shah a los EEUU, da a entender que lo único que aprovechó a los iraníes es el aumentos del consumismo.
Más interesantes me parecen sus referencias al tema de la homosexualidad, del que aprendemos que en Irán directamente no existe. Me explico: no se considera posible, por lo que a los homosexuales los condenan a muerte. Pero, al mismo tiempo, se facilita enormemente la transexualidad, por lo que existe esta vía de escape para los homosexuales. Sí, ya sé que no es lo mismo, pero dejadme que no entre en sutilezas en este post; el interesado que se vea la serie Pose.
De todas formas, la parte que más me ha gustado es la huida de Irán por Turquía, su estancia en Estambul y su primer contacto con la, hasta ese momento, alabada nación francesa. Es esta la parte más interesante de su vida, y no sus devaneos amorosos-hippy-sexuales por Bruselas y Londres, por mucho que trate de imputarlos a la "desorientación" de haber tenido que abandonar Irán. De su estancia en Estámbul me quedo con una crítica, que creo justificada, a Ataturk. Como es sabido, este presidente turco hizo que su país pasará de la escritura árabe al alfabeto occidental, lo que normalmente se ha visto como un avance para esa sociedad, al facilitar el aprendizaje de lectura y escritura. Sin embargo, Djavadi se fija en la pérdida en la historia y cultura que tal cambio supuso, constatándola en un hecho tan evidente como que ellas SÍ podían leer las inscripciones en las mezquitas de Estámbul, algo que ya no podían hacer los turcos.
A ver, este libro no se lee mal, y es interesante. Pero que nadie espere conocer a su través las respuestas a las preguntas que promete responder, porque se llevara un chasco. Se trata de algunos episodios de la vida de la familia y ancestros de una iraní lesbiana refugiada en Europa. No da más de sí.
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