martes, 22 de abril de 2025

The Social Paradox, de William von Hippel

The Social Leap me pareció una pasada, por lo que en cuanto me enteré de que von Hippel iba a publicar otro libro, decidí que esta vez sería el primero en leerlo. Dicho y hecho (aunque no puedo asegurar que haya sido el primero). Para lo que me ha valido...

Este ensayo es malo. Salvo los primeros capítulos, en que von Hippel expone las bases científicas de su tesis, el resto es bastante basura, impropia del autor. Es más, creo que el propio von Hippel está muy incómodo escribiendo lo que escribe, pues es consciente de la carencia de rigor. Abundan los "si mi hipótesis es cierta..." como dando a entender que lo que dice no se puede deducir simplemente mirando una encuesta. Para mí que tras el éxito del ya citado Social Leap le han debido de meter presión para que sacara rápidamente otro libo y capitalizar dicho éxito. Lo mismo que ocurre con las series preparadas para una temporada y que son un éxito: que la segunda no está ni de lejos a la altura, y la serie termina en fracaso. Yo creo que von Hippel es un científico riguroso y que si se le deja tiempo seguramente pueda hacer alguna otra obra de interés, pero si se precipita puede perder su prestigio.

La paradoja social a que se refiere el autor tiene que ver con la tensión que se produce entre dos inclinaciones psicológicas opuestas que el ser humano ha desarrollado evolutivamente: por un lado, la conectividad, nuestra faceta social, y por otra, la autonomía. Lo primero lo comparte el ser humano con otras especia, pero lo segundo es peculiar nuestro. Ambas facetas nos dan satisfacción porque hemos evolucionado psicológicamente para que así fuera.

Al individuo que no le gustara socializar tenía muy difícil sobrevivir en el origen de la humanidad, en que actuar en grupo era fundamental, para defenderse o para alimentarse. Así pues, el ser humano es feliz cuando "se conecta".

Pero, conforme la evolución avanza, empieza a ser relevante para la supervivencia del grupo la especialización, que cada persona haga aquello que mejor haga, al principio de forma paulatina, pero luego cada vez más diferenciado, conforme pasamos de ser cazadores-recolectores a agricultores, y no digamos cuando empezamos a aglomerarnos en las primeras ciudades. Tendemos a ser autónomos para aportar algo diferencial al grupo que nos dé reputación y valor dentro del mismo. Así pues, obtenemos felicidad de la autonomía.

Sin embargo, estas tendencias psicológicas de contraponen en cierta medida. Conectar con nuestros semejantes nos da felicidad, pero tiene altos costes (conformidad con el grupo, vigilancia mutua...), de los que solo podemos escapar con la autonomía. Para von Hippel el problema es que el ser humano ha desarrollado mucho esta faceta, y tanto más conforme han ido aumentando sus recursos y ha dejado de necesitar a otros individuos para satisfacer sus necesidades. Esta situación asimétrica sería la causa de la infelicidad de mucha gente en la actualidad, pese a tener las necesidades mejor cubiertas que en ningún otro momento de la historia.

Toda esta tesis la desarrolla von Hippel en los tres primeros capítulos que son excelentes, del nivel de The Social Leap. A partir de aquí empieza el naufragio, aunque uno tarda en darse cuenta que aquello no va. En particular, hay un momento en que von Hippel argumenta que en las canciones country se habla mucho de los pick-ups frente a los coches normales en las canciones urbanitas, como prueba de que la gente rural tiende a ser más "conectiva" que autónoma, en que ya no me pude tomar en serio lo que estaba diciendo este señor.

Ya he descrito algunas de las pistas que da von Hippel de que no se encuentra a gusto con lo que escribe. Otra es meter notas al pie de página para apostillar sus afirmaciones con algún chiste. No le funciona y le hace perder rigor. Total que la segunda y la tercera parte del libro son prescindibles, y yo creo que el propio von Hippel así las consideraría. Son devaneos sobre quienes son más "conectivos" los hombres o las mujeres; los habitantes de zonas rurales o de ciudades; los católicos, los protestantes o los judíos, y los demócratas o los republicanos (con unas referencias a los libertarios que parecen impropias de un tipo serio: ¿en serio cree que a los libertarios les parece bien que alguien pague a un tercero para que le sustituya en prisión?).

Como no es capaz de ser muy convincente con los datos empíricos sobre su tesis, cuando llega la cuarta parte del libro, la de autoayuda, con los consejos del autor para ser más felices, uno ha perdido el interés. Una vez más, es una lectura decepcionante que unos consejos que parecen de broma, por mucho que se basen en los conocimientos científicos del autor. El comienzo no deja hacerse ilusiones: "Americans were once connected to each other in myriad ways, but as we’ve seen over the course of this book, almost all of them are under threat. Most Americans are no longer members of clubs like the Elks or Lions, they no longer spend much time with their neighbors or friends, and they even spend less quality time with their spouses."

De esta parte, sí me ha parecido de interés la explicación que da de por qué la interacción on-line no es sustituto de la interacción presencial: "When people interact face-to-face, they resonate with each other, creating interpersonal synchrony in bodily movements, facial expressions, and even pupil dilation and neural activation.

Most forms of e- connection disrupt this sort of rapid responding, as the slight and varying lag times cause people to accidentally interrupt each other when they respond too quickly.

Compounding these first two problems, eye contact plays a critical role in interpersonal synchrony but is disrupted by e- connection.
"

Decepcionante lectura ésta. Mucho mejor The Social Leap, que sí merece la pena. De éste, con los tres primeros capítulos uno ya aprende todo lo que puede aprender.

martes, 15 de abril de 2025

Los dones de Atenea, ("The gifts of Athena"), de Joel Mokyr

Hacía tiempo que no leía un libro que me propusiera algo nuevo en términos de teoría económica, así que me he llevado una gran alegría al leer este, puesto que me ha permitido ampliar dicho conocimiento, precisamente en el campo de la "economía del conocimiento". Mokyr es principalmente un historiador económico, muy enfocado en ciencia, tecnología y su relación con el progresos económico, pero desde una perspectiva histórica. Sin embargo, eso no es óbice para que nos proponga un modelo económico cualitativo que permita entender los fenómenos históricos.

El modelo que nos propone es simple, como ahora se verá, pero su potencial explicativo es brutal. Mokyr lo utilizará para explicar las distintas revoluciones industriales, las medidas sanitarias asumidas por la sociedad y la aparición de la factoría como unidad de producción, llegando desde aquí a anunciar la aparición del teletrabajo en este libro, escrito en 2002. Con estas credenciales no creo que se pueda dudar de la robustez del modelo de Mokyr.

A dicho modelo dedica el capítulo 1 de su obra. Siendo todos los capítulos muy interesantes, el más valioso es este. En los demás hay menos aportación teórica y eso sí un prolijo recorrido histórico documentando los sucesos y encajándolos en su modelo, que puede ser un poco agotador para el lector. Agotador y apasionante. A mí me ha fascinado también el capítulo 6, en que mete la política en la economía del conocimiento, esto es, la regulación.

Pero describamos ya el modelo. El punto de partida es reconocer la heterogeneidad del conocimiento, algo obvio para todo el mundo menos, lo adivinan, para el economista neoclásico, que tiende a considerar todo homogéneo y, además, en sus mercados todo el mundo tiene toda la información.

El conocimiento que estudia Mokyr es el que llama "útil", esto es, aquel que nos permite dominar a la naturaleza para satisfacer las necesidades. Mokyr excluye expresamente de su ámbito de estudio el que los austriacos llamamos "conocimiento empresarial", sobre las preferencias de los consumidores y obtenido por prueba y error. Tampoco se incluyen otros tipos de conocimientos sociales o filosóficos, aunque sobre si estos permiten o no dominar la naturaleza habría algo más que hablar, sobre todo con una perspectiva dinámica (estoy pensando en la psicología como evolución de la filosofía, o en conocimientos teológicos que puedan reflejar regularidades del entorno natural).

El modelo de Mokyr categoriza el conocimiento útil en dos tipos: conocimiento Ω o epistemológico (que identifica regularidades en la naturaleza, y cuyo paradigma son las ciencias) y conocimiento λ o prescriptivo (aplicado, por ejemplo la tecnología o técnicas). El atributo principal del conocimiento, del tipo que sea, es su "tightness": "a function of the ease of verifiability, and it determines the confidence that people have in the knowledge and—what counts most for my purposes— thus their willingness to act upon it." Agrupa la confianza y el consenso sobre dicho conocimiento.

El desarrollo de cualquiera de esos conocimientos supone costes, como los tiene su distribución o acceso y su almacenamiento, que puede ser en seres humanos o en medios externos. El último factor a considerar es la relación entre los conocimientos epistemológico y prescriptivo. La tesis que defiende Molkyr es que el conocimiento prescriptivo es tanto más tight cuanto mayor es la base epistemológica en que se sustenta; a su vez, una mayor base epistemológica facilita más que proporcionalmente la creación de conocimiento aplicado.

Pues ya está: con tan sencillos mimbres, Mokyr explica de forma satisfactoria acontecimientos históricos como la primera Revolución Industrial, las subsiguientes, y luego la factoría con su prolongación actual al teletrabajo, que como digo es una previsión en el momento que escribe Mokyr.

No voy a entrar a los detalles, porque para eso esta el libro con toda su recopilación histórica con la que Mokyr ilustra sus postulados. Pero sí quiero dejar alguna pincelada. Por ejemplo, el papel jugado por el método científico, que en términos del modelo de Mokyr, consiste en rebajar enormemente los costes de verificación del conocimiento. Esto rebaja el coste de hacerlo "tight", y de ensanchar la base epistemológica. Mokyr documenta numerosísimos casos de tecnologías y técnicas muy útiles que no pudieron extrapolarse a otros usos precisamente por carecer de base epistemológica. Así, un arquitecto podría saber construir una bóveda a partir de su experiencia, pero al carecer de base epistemológica no se atrevería a aplicar esa técnica a la construcción de otras cosas; idénticamente, otros arquitectos no tan confiados en sus habilidades, se atreverían a usar las técnicas del maestro.

Otro ejemplo tiene que ver con los costes de acceso al conocimiento, tanto para elaborar conocimiento aplicado, como para que este llegara a la sociedad. Es tan importante esta relación, que para Mokyr es la causa de que la Revolución Industrial ocurriera en Inglaterra, ya que aquí había numerosas instituciones que rebajaban estos costes de acceso (clubes, universidades, el propio Gobierno...). Para Mokyr la prueba es que era en Francia donde se producía el crecimiento del conocimiento epistemológico (Lavoisier, Laplace...) y sin embargo estos conocimientos donde se aplicaron fue en Inglaterra.

Los dos últimos capítulos son los que yo llamaría de "mercado intervenido". Para entonces, Mokyr ya ha descrito el modelo en un "mercado libre" y lo ha contrastado con aspectos concretos de la experiencia histórica. Ahora llega el momento de analizar qué se opone a la circulación del conocimiento, cómo incrementar o disminuir los costes que aparecen en su modelo.

Mokyr tiene dudas de que haya sido el mercado el que ha guiado las adopciones tecnológicas. Para él, en general ha habido otras fuerzas que ha conformado dicha adopción, en oposición normalmente al mercado. Formulado así, no es una sorpresa claro. El propio Schumpeter tenía dudas sobre la utilidad de la teoría económica toda vez que al final en el mercado operan fuerzas no económicas con más poder que las económicas (ver aquí).

El caso es que en el capítulo 6 Mokyr se dedica a analizar, y documentar históricamente, las fuerzas que se oponen a la adopción de nuevas tecnologías. Así concluye: "To summarize, then, resistance to technological change derives from two sources that aid and abet each other, though they can exist independently. One is the economic and political interest of the technological status quo. The other is the resistance of intellectuals, who, for one reason or another, are genuinely and sincerely fearful of technology.

E insisto en que para Mokyr estas fuerzas pueden ser más potentes que el mercado: Mokyr llega a decir que lo sorprendente de la Revolución Industrial es que se produjera a la vista de las fuerzas políticas que se oponían a ella, y que quizá ocurrió en Inglaterra porque allí eran más débiles que en otros países europeos. Esto lleva a Mokyr también a vez la fragmentación política europea como una bendición para la existencia continuada de innovación en el viejo continente, con un párrafo que merece la pena citar aunque solo sea porque pone, algo, en su sitio a lo ocurrido en el imperio español, que otros muchos autores (McCloskey viene a la mente) no consideran innovación: "Led first by northern Italy and southern Germany, technological leadership passed briefly to Spain and Portugal in the Age of Discoveries and to the Low Countries in the age of Reformation. Much of Holland's spectacular success in the Golden Age was a result of that nation's technological innovativeness, which complemented its commercial achievements. From there technological leadership passed to Britain during the first Industrial Revolution, then to the United States and Germany.". Sobra el "briefly", en mi opinión.

Esto lleva a Mokyr a considerar, por fin, la importancia de las instituciones en desarrollo tecnológico. O sea, que los avances de conocimiento por si solos no explican la Revolución Industrial. Dentro de esta discusión aparece el tema de las patentes, sobre las que Mokyr no toma una posición clara. Yo sí me quedo con una pequeña sorpresa: el papel que puede tener el sistema de patentes en facilitar el acceso a información sobre el conocimiento existente. 

Leer este libro supone un cierto reto. Las partes más enriquecedoras son las más abstractas y que quizá menos legibles resulten al interesado casual. Éste tal vez encuentre más apasionantes las recopilaciones históricas que hace Mokyr, en las que nos asombra con la profundidad de su conocimiento, pero que a mí me han resultado algo cansinas.  

lunes, 14 de abril de 2025

Guerilla: Le Dernier Combat, de Laurent Obertone

Como el título invita a pensar, esta novela es la última entrega de la serie Guerilla, a cuyas otras dos partes dediqué las entradas precedentes (aquíaquí). Solo al final de la segunda entrega decidí completar la lectura de la trilogía, pues se estaba planteando un final de cierto interés al enfrentarse al héroe con el Estado.

Y el caso es que hay momentos en que esta tercera parte cobra interés, pues trata de sumergirnos en lo que podría ser una dictadura Woke, con la SCAR en lugar de la KGB (podría decir la GESTAPO, pero es que siempre ponemos la misma como referencia del mal) o los Liquidadores como remedo de las patrullas bolcheviques ("Partout, les hommes en noir de la Force- K, casqués, cagoulés, gantés, armés jusqu’aux dents. Les Liquidateurs. La garde prétorienne du nouveau régime." "Les Vigilants disputaient aux Conciliants, Mémoriels, Hyperwokes et autres collectifs le monopole de la vertu citoyenne."). 

Algunos rasgos de la forma que podría tomar una tal dictadura:

"Les supermarchés, devenus centres de rationnement, étaient protégés par l’armée. On laissait les gangs à leurs trafics, mais on se montrait impitoyable à l’égard du citoyen impressionnable."

"On parlait de la mise en place d’une carte sanitaire biométrique, et d’un titre de certification antiraciste, pour mieux cibler les suspects d’attitudes inappropriées. La police nationale, jugée « fasciste » et responsable du chaos, fut enfin dissoute, au profit de la Scar et de la Vigilance Citoyenne, dont on évitait soigneusement de prononcer l’acronyme."

"Les Vigilants se regardèrent, échangeant des sourires. Ils avaient face à eux l’archétype du vieux mâle blanc privilégié de la pire époque, celle du racisme systémique débridé, indifférent à l’injustice. Oppresseur né, probablement chasseur, exploiteur de souffrance animale, propriétaire d’une voiture à essence. Sans aucun doute hétérosexuel non fluide."

Hubiera sido un planteamiento interesante, pero Obertone no es capaz de ir en serio con la descripción, y se queda en lo que no pasa de un planteamiento sarcástico por exagerado de lo que ocurre en la actualidad.

En este contexto, también se ceba en los medios de comunicación y en el papel que hacen para atontar a la sociedad, con alguna frase antológica refiriéndose a la TV "Cet écran, ce n’est pas la vie, ni nos semblables. C’est le serpent, le mensonge. Le mal pur. Une chimiothérapie de l’âme. Rien n’y résiste, aucun cerveau ne peut filtrer ça." Pero, claro, ¿quién se fia de la TV en la actualidad? La tele la aprovecha el dictador para cosas como "Un tel discours, repris en boucle par les médias, entraînait de violentes agressions de Blancs isolés. On parlait de vexations compensatoires".

En la misma línea, esta divertida frase: "Des centaines de visages hallucinés, smartphone à l’oreille ou tendu vers le ciel, concentrés, la bouche ouverte en quête du dieu réseau."

Obertone no se aplica tanto contra la dictadura Woke como contra el propio Estado, y no tiene empaque en describir las barbaridades que hace un político como Escard para asegurar la dependencia de la población. "Il était bon de maintenir le Français dans cette insécurité latente, qui le poussait à exiger toujours plus d’État, sans voir que l’État, ce grand jeu dont il était l’esclave, ne faisait absolument rien contre les barbares."

Aquí tenemos el inventario de leyes para pacificar a los revolucionarios: "Le gouvernent d’Escard venait enfin de détailler ses « lois réparatrices », et leur accueil fut plus que mitigé. Elles prenaient pourtant en compte l’éco-anxiété, l’effet nocebo des vingt- sept jours, la neurotoxicité post- traumatique, l’insécurité psychologique due à l’exposition encore importante aux personnes blanches. Une amnistie générale était décrétée pour déserteurs et délinquants minorés, comme pour tous les criminels issus de Zones précaires, y compris les terroristes– hors ceux d’extrême droite, évidemment."

Sí, suena exagerado, hasta que me lo vuelo a traer a España y veo lo que está pasando con los políticos catalanes y los terroristas vascos. Y ya hablé de la reacción a la DANA en relación con la segunda entrega de la trilogía.

Más madera: "C’est un mensonge, souffla- t- elle.— Non ma chère. Si le mensonge est officiel, c’est une information." Y es que, concluye Obertone, "Aucun État ne résisterait à une seule heure de vérité."

Puede que los extractos que he ido poniendo hagan pensar en un libro al menos interesante. Pero no, esta trilogía es mala literatura, no hay una trama estructurada ni cuidada, solo episodios tenuemente conectados, que no permiten conocer a los protagonistas, solo a sus hechos, con grandes dosis de innecesaria violencia y una intención clara de provocar, a base de ideas de irregular brillantez. Vamos, que es un libro malo, de literatura barata, que solo tiene a su favor que no es demasiado extenso.

La idea de Obertone de mostrar una revolución y una dictadura woke no era mala, pero no es capaz de darle empaque y suena todo deslavazado y hasta aburrido, una vez uno se da cuenta que aquí puede ocurrir cualquier cosa por inverosímil que parezca. Y qué voy a decir de que plantee al Estado como enemigo, me parece fenomenal, pero no da para tanto lo que cuenta: no se puede meter con lo woke y con el Estado como institución a la vez, no da tanto de sí su revolución. 


martes, 8 de abril de 2025

Guerilla: Le Temps des Barbares, de Laurent Obertone

Segunda parte de la trilogía de Obertone describiendo una especie de catástrofe woke en Francia. Ya dije que no me entusiasmó demasiado la primera entrega, pero como la lectura es ligera no resistí la curiosidad de saber cómo seguía.

Pocas sorpresas me he llevado. El esquema narrativo es básicamente el mismo: una carga inicial de momentos woke, más ácidos y divertidos que en la primera entrega, o sea, que Obertone se dio cuenta de que eso molaba. Y luego unas cuantas tramas con distintos personajes, que se van interrumpiendo unas a otras hasta converger en los capítulos finales. Poco a poco se va centrando la historia en unos cuantos de ellos (el Coronel, su nieto Gite, Cedric y su chica, un doctor con la psicóloga, un grupo de soldados "buenos", y el nuevo jefe del Estado, Victor Escard.

El libro se estructura en numerosos capítulos de gran brevedad, parece un libro a base tweets o de entradas en blog. Cada capítulo se titula con una palabra de la que se nos proporciona su definición de diccionario. No sé qué gracia le verá a esto el autor, salvo que rellena espacio.

Y poco más. Dejo aquí unos momentos woke de los que me han parecido más interesantes.

"Des panneaux publicitaires « racisés » étaient jetés à terre par les militants indigénistes, qui y voyaient une nouvelle forme de traite, l’éternelle marchandisation de l’homme noir. Les grandes entreprises, pourtant toujours à l’affût de la communication citoyenne, peinaient à suivre les évolutions de la justice sociale."

"Mario, stéréotype binaire et misogyne, Wario, symbole homophobe de « l’inversion » prétendument maléfique, Donkey Kong, caricature racialisante à peine voilée de la force primitive, les Pokémons, jeu ultra- spéciste réduisant les animaux à leurs caractéristiques propres."

"Une fille aux cheveux bleus, indignée par ce slutshaming, tentait de la réconforter, mais une autre militante lui assura qu’il était paternaliste et misogyne de la sur- victimiser."

Aunque mi preferida es ésta: "À ce stade de la discussion, il ne demandait jamais davantage d’explications, parce qu’elle se fâchait, lui renvoyait au visage son mansplaining, doublé d’un whitesplaining, aggravé par son hétérosplaining, sans parler de son euphosplaining– cette tendance qu’avaient les non- dépressifs à minimiser les malheurs d’autrui."

Esta tampoco está mal: "Je suis nomophobe, tu sais ce que ça veut dire ? Nomophobe au dernier degré. Je pourrais tuer pour un Smartphone."

Decía en la entrada sobre la primera para que lo que se nos contaba parecía The Walking Dead. Las referencias son ahora mucho más claras y explícitas. 
"Halluciné, l’assureur vit ces chapelets humains se jeter de la falaise urbaine et s’écraser sur la dalle de granit, comme des zombies de mauvais film d’horreur, ou comme ces troupeaux des grandes chasses préhistoriques, poussés à l’abîme par la peur.
O esta escena, donde sin llegar a zombies sí tenemos caníbales: "Une charpie d’os, de cervelle, de sang et de chair, aspergeant ses compères sur une dizaine de mètres. Le corps privé de tête tomba, dans un gargouillis de sang et d’air. Le colonel avait réarmé, visant de nouveau, mais l’orgie cannibale était terminée."

Y de hecho, a los grupos de gente que vaga buscando que comer les llama los "errantes".

El caso es que tras un montón de aventurillas de personajes diversos, al final la trama va convergiendo en un planteamiento interesante: el resurgimiento de un Estado más poderoso que el previo bajo el mando del siniestro Victor Escard. Este se ha hecho con el control del ejército organizado restante y de algunas infraestructuras críticas (entre ellas la electricidad). Pero en vez tratar de que todo retorne a la normalidad rápidamente, opta por dejar a la gente que se cueza en su propio desorden, además en invierno, para que constaten aún más su dependencia del Estado y estén dispuestos a cualquier cosa como agradecimiento. ¿Suena mucho a ciencia ficción? Recuerden lo que hicieron aquí algunos políticos durante la DANA que asoló Valencia.

Parte del plan del señor Escard pasa por aniquilar las comunidades que se han ido formando espontáneamente para hacer frente a la situación, que unas cuantas habían surgido. Claro, el Estado con los medios que controla puede parecer la única solución a los problemas que enfrentamos, pero eso dista de ser cierto, y además el Estado aporta también problemas, mayores en muchos casos de los que resuelve.

El caso es que así queda planteado el comienzo del fin de la trilogía: con el retorno del Estado "del bienestar" y con algún rival suelto como única esperanza real para la sociedad. Así, me resulta difícil resistirme a terminar la lectura de esta trilogía, aunque esta segunda parte me haya gustado menos que la primera.

La termino y hacemos balance.

jueves, 3 de abril de 2025

Guerilla: Le jour où tout s'embrasa, de Laurent Obertone

Se trata de la primera entrega de una trilogía que ha tenido un cierto éxito en Francia, en la que se describe una guerra civil de nuestros días en el país al norte de los Pirineos. La historia no tiene demasiadas pretensiones y recuerda a The Walking Dead y a aquel excelente libro Apocalipsis Z, otro gran divertimento.

Por supuesto, aquí la catástrofe en el origen de los eventos no es la aparición de zombies, o un terremoto. Y dejo ya claro que más que una Guerra Civil, este es un libro de catástrofes, aunque no propiamente de una guerra. Precisamente, es el origen de dicha catástrofe lo que da su originalidad al libro y le pone el punto sarcástico, aparte de haber causado, imagino, más de un quebradero de cabeza al autor.

Porque lo que imagina Obertone para el inicio de esta catástrofe tiene mucho que ver con el wokismo y la anestesia a que tienen sometidos a sus ciudadanos los gobiernos, y especialmente el francés. Es al comienzo de la novela cuando Obertone se prodiga con todo tipo de interacciones entre gente de convicciones woke y los malos, que me temo son en gran parte los inmigrantes descontrolados que hay en Francia. Claro, las escenas son hilarantes a la par que absurdas.

Por ejemplo, ¿cómo comienzan el infierno? Unos policías matan a unos malhechores que han matado a uno de los policías y amenaza al resto. Tras la masacre, una vecina sale y contempla lo ocurrido con cierta indiferencia, hasta que los restos de un perro atrapado en el tiroteo. Ahí sí que se indigna y grita.

Por supuesto, los medios prefieren no ser alarmistas para no hacer el juego a la extrema derecha: "alarmistes sur ce qui se passerait maintenant dans certains quartiers, que nous ne citerons pas afin de ne pas les stigmatiser, c’est d’abord ça notre travail de journaliste, il n’est pas question en cette période trouble de surfer sur les peurs, de contribuer à monter les Français les uns contre les autres, ni de faire le jeu de l’extrême droite…"

Tenemos a la típica influencer woke, Zoe, quien dura solo unos pocos capítulos. Tras contemplar una matanza coordinada de policías (que la defienden) y ver cómo agreden a su acompañante (antes de que la violen repetidas veces), le suelta: " Ça va ? Tu le sais que ce n’est pas contre nous.— Je sais. Ces salauds de flics ont bien réussi leur coup."

Pero es que "Chez Zoé, ces grossiers pictogrammes traduisaient un choc cognitif entre sa défense des « itinérant- e- s » et ses convictions féministes et homosexualistes. Un faux problème selon elle, nos repères culturels devant être relativisés, pour mieux comprendre ceux de l’Autre, héritier et victime du patriarcat colonialiste."

Los políticos que lideran la Francia que trata de detener la violencia, son del perfil inútil y corrupto que bien conocemos en Europa. "C’était de l’improvisation : l’emploi du temps d’un chef d’État moderne, un quart de réunions, un quart de communication, un quart de collations et un quart de fellations, ne comprenait pas la confrontation directe." "Promettre et payer, voilà tout ce qu’un politicien sait faire. Et voilà que ça ne suffisait plus…"

Anestesiados por politicos y medios, con las llamas ya recorriendo sus barrios: "d’après les sondages, les Français « redoutaient des conséquences plus graves », comme la possible « perturbation de la coupe du monde de football"

Creo que estas pinceladas bastan para dar una idea del origen de la catástrofe. Una vez superados estos inicios, los episodios woke van disminuyendo y tenemos una novela más convencional y aburrida, estructurada en torno a sucesos casi independientes, que supongo que en la mejor tradición de los Walking Dead convergerán de una forma más o menos inesperada. Hay casi tantos personajes como capítulos, por lo que es difícil saber quién va a sobrevivir o quien no pasará de la siguiente página, siempre muriendo de una forma brutal. Pero, como digo, son aventuras convencionales de los distintos protagonistas sin demasiado que reseñar.

En todo caso, el escenario que se nos traza al final de esta primera parte es bastante previsible:
"Être armé, voilà tout ce qui comptait. Nul ne pouvait se prévaloir d’une quelconque autorité, s’il ne l’était pas."
"Chaque rencontre mettra en jeu notre vie. Le monde se réduira à notre champ de vision. Les rumeurs serviront de preuves, et la peur tiendra lieu de raison. Bientôt on sera prêt à mourir pour des panneaux solaires, de l’eau de source et un stock de foin."
Lo dicho, Walking Dead.

Obertone escribe con ligereza, puntualmente con frases brillantes, pero estamos hablando de una novelilla de acción sin pretensiones más allá de cachondearse un poco de la cultura woke. No creo que se pueda tomar demasiado en serio, aunque algunos la puedan ver como un augurio de las catástrofes a venir si no se hace nada. El final de la novela es digno de esos finales de temporada de las series en que se recorre la situación de los protagonistas hasta centrarse en un momento más destacado. En nuestro caso, el de una niña abandonada que, preguntada por su nombre, responde "Guerilla", el título del libro.

Me pongo con la segunda entrega, a ver qué tal.