De Ovidio leí en su momento la magnífica "Las Metamórfosis" con la que recuerdo haber disfrutado enormemente, y que por ello me apresuro a recomendar. Preferentemente, léase versificada, como la de la colección Clásicos de Grecia y Roma de Alianza Editorial. Así pues, solo me hacía falta un pequeño empujoncito para animarme a leer estas, donde El Arte de Amar es otra de las grandes obras del autor de la gran nariz (es broma, lo digo por su apellido, Nasón). Y ese empujoncito me lo dio la reciente lectura de El infinito en un junco.
El problema, como siempre que se lee un clásico y más si hay que traducirlo, es dar con una buena versión, tanto en traducción como en anotación, que te permite comprender las referencias que hace el autor de la obra. Yo di con una que me ha parecido bien traducida y anotada, pero que desgraciadamente no está versificada, como hubiera deseado. Quizá por ello me ha costado más empezar a disfrutar su lectura. En todo caso, sabed que la versión que he leído es la de Gredos, traducida y anotada por Vicente Cristóbal López.
Son cuatro las obras que incorpora la edición, temáticamente relacionadas. Se acompañan de un estudio introductorio del traductor, que se me hizo algo pesado. Lo más útil que saqué de él fue una recomendación de lectura curiosa, de un autor romano francófono, V. Horia, que ganó el premio Goncourt en 1960 con una especie de biografía de Ovidio. Habrá que leerla.
En Amores, Ovidio nos cuenta los suyos, aunque dirigidos todos a una misma amante ficticia, Corina. Consta de 60 elegías agrupadas en tres libros. Sí, elegías, que los clásicos consideraban un género menor, comparado con los épicos, para dedicarlo a cosas secundarias como el Amor. Son muchas las referencias medio irónicas que Ovidio hace este hecho, empezando por el comienzo del libro. Al parecer, la asociación de las elegías a acontecimientos tristes es algo más moderno.
En El arte de Amar, el autor da consejos para encontrar, conseguir y retener amantes. Es como enunciar la teoría a partir de la experiencia narrada en Amores. Una vez más, son tres libros, dos dedicados a consejos para señores, y el último, para señoras. Estas dos primeras son, sin duda, lo más importante del libro.
Luego viene lo de la Cosmética del Rostro, de lectura rápida y poco interesante. Y finalmente tenemos los Remedios contra el Amor, en que Ovidio da consejos, en este caso, para no enamorarse. Está bien, pero no llega al nivel de los dos primeros.
¿Qué es lo más atractivo de la lectura? Yo diría que dos cosas. Una es el uso constante de metáforas y comparaciones, algo que los autores modernos nos tienen poco acostumbrados. Entiendo que puede ser un poco rollo, pero cuando el que las hace es un genio como Ovidio, uno no puede dejar de disfrutarlas.
Dejo algunas:
"La edad idónea para la guerra, conviene también al amor. Cosa inútil es un soldado viejo, cosa inútil es el amor de un viejo."
"He llegado a la consecución de mi deseo actuando a la vez como general y como soldado. He sido jinete, soldado de infantería y portaestandarte también yo mismo."
La otra son las historias mitológicas con que Ovidio sazona sus consejos y escaramuzas, que desarrollará en toda su magnitud en su obra cumbre, la ya citada "Las Metamorfosis". Destaca la Elegía 12 del Tercer Libro de Amores, en la que, precisamente, "Como ejemplo de las disparatadas ocurrencias de los fantasiosos vates se citan una larga serie de sucesos sobrenaturales de la mitología, especialmente metamorfosis". Puestos a destacar elegías, no perderse la 6 del Primer Libro de la misma obra, dedicada a las aves e incluyendo el epitafio de un pájaro muerto.Bueno, y siendo gran parte de la obra sobre consejos, sea para conseguir amores, sea para alejarse de ellos, no estará de más que cierre esta entrada con un par de ellos.
El segundo es revelador de la capacidad para la ironía de Ovidio, cuando nos cuenta como referirse a los defectos de la que queremos conquistar: "si es bizca, «parecida a Venus», si es de ojos grisáceos, «parecida a Minerva»; la que a duras penas vive por culpa de su delgadez, califícala de «esbelta»; la que sea de corta estatura, llámala «bien proporcionada»; la que esté gorda, «rellenita», y que la cualidad más próxima oculte el defecto." Curiosamente, en los Remedios nos dará el consejo dual, esto es, el de apalancarse en sus defectos y menguar sus virtudes para ser capaz de tomarla manía.
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