domingo, 14 de agosto de 2016

El libro de los Baltimore ("Le livre des Baltimore"), de Joël Dicker

Tengo poca costumbre de leer los best-seller de cada momento. Siempre prefiero dejarlos macerar a ver si sobreviven al paso de un par de años, algo que raramente ocurre. Sin embargo, como pocas veces hay oportunidad de leer un best-seller escrito en francés, y además la primera novela del autor ("La verdad sobre el caso Harry Quebert") me gustó bastante, opté por leer El libro de los Baltimore en sincronía con el resto del mundo.

Y, claro, como suele pasarme la mayor parte de las veces, me resultó muy decepcionante. Se trata de una novela bastante mala, construida sobre eventos e historias bastante inverosímiles, que le restan todo el atractivo que tenía la primera novela del autor.

El paralelismo con ésta se hace evidente desde el mismísimo comienzo, pues una vez más el protagonista resulta ser un escritor cuya primera obra ha sido un bombazo, en busca de una segunda a través de una crisis creativas. Una vez más, el escritor busca refugio en un sitio tranquilo para acabar su obra, solo que esta vez es en Miami. Y, una vez más, el protagonista tiene relación con alguien también muy famoso: en el primer libro se trataba de su mentor, en éste, es su novia, una cantante famosa.

También hay un evidente paralelismo en los recursos narrativos: una vez más, tenemos una historia que se nos cuenta a base de flash-backs, y flash-backs dentro de flash-backs. La línea cronológica se quiebra cien veces para que Dicker mantenga la intriga de la historia: el repetido Drama y otros mil sucesos que irán explicando diversos aspectos de su vida, especialmente la relación entre sus dos familias, los Goodman ricos (los de Baltimore) y los Goodman pobres (de los que el protagonista forma parte), así como la íntima relación con sus dos primos y los Neville.

El problema es que prácticamente todos los eventos que se nos van narrando, y especialmente los puntos de inflexión, resultan inverosímiles, desde la forma en que re-establece contacto son su novia Alex Neville (un perro perdido) hasta las rencillas con sus primos (la explicación del momento de envidia es lamentable) pasando por las rupturas en la familia Goodman, o los problemas escolares tanto de Hillel como del niño Neville. Todo está tan traído por los pelos, que realmente no da más de sí que un culebrón malo: solo falta que alguien hubiera sido el hijo secreto de otro alguien. De verdad que esto es muy decepcionante,

Otro tema que es muy desconcertante es el hecho de que el protagonista narre los hechos en primera persona, y lo haga al mismo tiempo que te dice que está escribiendo su segundo libro: la duda es constantes: ¿es éste que leemos el segundo libro que está escribiendo, o está escribiendo un tercer libro con los sucesos y recuerdos que le inspira el segundo? Esto era uno de los puntos fuertes de la primera novela del autor, aunque no acababa de rematar bien el asunto, esto es, al final era irrelevante si ese era el libro o no. Aquí, además, parece haber incoherencias: ¿cómo sabe el protagonista lo que se dijeron los dos participantes en el Drama si nadie más estaba allí y él no volvió a hablar con ellos?

Por otro lado, ¿resulta coincidencia que el tío del protagonista se llamé Saul Goldman y, tras haber sido un brillante abogado, termine trabajando de reponedor en un supermercado? Los seguidores de Breaking Bad y Better Call Saul se extrañarán de tamaña casualidad.

La narrativa de Dicker es extremadamente absorbente, y maneja magistralmente los tiempos de la narración para convertir en misterios hechos cotidianos: estos son sus puntos fuertes. Qué pena que no se curre un poco la historia para que evitar que sea completamente decepcionante para un lector con un mínimo de sentido común. Solo se la puedo recomendar a quien le gusten los culebrones malos.




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