Aunque el nombre me suena, no había leído nada hasta el momento de Buero Vallejo. Y quizá El concierto de San Ovidio no es la mejor forma de introducirse en este autor, no porque sea especialmente malo o especialmente bueno, sino por tratarse de una obra de teatro. Y la lectura de obras de teatro rara vez hace justicia a su autor, a menos que sean excepcionalmente buenas. En este sentido, tengo curiosidad por leer la última de Harry Potter, que es la transcripción de una obra de teatro. A ver si está a la altura de los últimos libros de la serie (que, en mi opinión, son los mejores).
Volviendo sobre El concierto de San Ovidio, la verdad es que poco puedo rescatar de ella. Se trata de un drama sin más reflexión, basado al parecer en una historia real previa a la Revolución Francesa, con la que el autor invita a pensar que pudo tener algún tipo de relación causal.
Los protagonistas son unos ciegos del hospicio Quince Veintes, cuya historia se nos cuenta en el prólogo, junto con un empresario de pocos escrúpulos llamando Valindín, y una mujer de la vida, una tal Adriana.
El tal Valindín llega a un acuerdo comercial con la monja rectora del hospicio para que ésta permita la actuación de los ciegos en las ferias de San Ovidio. Tal espectáculo consiste en realidad en una especie de parodia de un concierto tocado por el grupo de ciegos que, ni saben tocar realmente, ni tampoco están en condiciones de aprender. Digamos que el objetivo es que la gente se ría de los ciegos, a cambio de lo cuál estos ganarán algo de dinerillo, aunque sea a costa de hacer el ridículo.
Sin embargo, entre los ciegos está David, que sí sabe tocar el violín y que es consciente y sensible de lo que supone en realidad el espectáculo (algo de lo que, por cierto, también parecen conscientes los demás ciegos). Ello, unido a la relación que David empieza a tener con Adriana, amante de Valindín, ponen los cimientos para la previsible tragedia que supone el punto culminante de la obra.
Poco más que añadir tengo. La obra está en prosa; los paréntesis explicativos describen muy bien los tránsitos entre escenas, y quizá sea mejor verla, ya en directo o en alguna versión televisiva, para ser capaz de apreciarla con justicia.
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