Sigo leyendo la saga del Último Reino, de la que la presente novela constituye la cuarta entrega.
Estamos ante más de lo mismo, no hay grandes sorpresas, ni tampoco se esperaban. En esta ocasión, la historia comienza/ se retoma en Lundene (Londres), donde el protagonista, Uhtred, colabora en defender el reino de Wessex de la amenazas que le llegan por vía fluvial, a través del Tamesis.
En esta novela, Cornwell apuesta claramente por incrementar el detalle de las acciones bélicas y de aventura, sacrificando el avance de la historia, que es lo que a mí me interesa principalmente en estas novelas. Esa técnica es un verdadero filón si se trata de estirar y estirar la seria ad nauseam, que tal vez sea lo que pretenda. Pero no es necesario para conseguir buena novelas voluminosas, y sino que se lo digan a George Martin, claro que este se lo curra bastante más.
Así pues, por ejemplo, se describe con mucho detalle la acción de la conquista o reconquista de Londres, siguiendo al protagonista y a su cuadrilla casi esquina por esquina. Algo que ya había pasado con la toma de Durnham en la tercera entrega. No es que las escenas estén mal escritas, no es eso. Es simplemente que ya estoy un poco mayorcito para leer este tipo de aventuras, y que lo que quiero es que avance la trama y conocer de forma novelada la historia de Inglaterra en esta apasionante parte. Empiezo a dudar de si lo consguiré, claro.
Desde este punto de vista, lo más interesante es la aparición de los Normandos (Norrmen) en escena. Hasta ahora la amenaza a los sajones venía de los Daneses, pero ahora también aparecen un par de señores noruegos procedentes de Frankia, que constituyen la nueva amenza para los intereses sajones del rey. Este, por su parte, se hace con el control de Mercia al colocar allí a su yerno como hombre de paja, tras casarlo con su hija, necesario para involucrar Uhtred en la trama (dado el afecto que éste siente por aquella).
En esta ocasión, Cornwell no está tan brillante como en la tercera entrega a la hora de las bromas, aunque mantiene el sempiterno esceptecismo con las creencias cristianas, a las que confronta constantemente con las paganas y con la propia realidad. A ello añade algunas reflexiones sobre la naturaleza del amor y la lujuría, pues esta vez el amor tiene, por primera vez en la saga, un rol fundamental.
Por último, una de las reflexiones anarquicas a la que tampoco es ajeno Cornwell: cuando (creo que) Uhtred se refiere a los robos como un delito punible, salvo cuando son muy grandes, y entonces les llaman "política" o fortalecimiento del Estado. Muy bueno. Al respecto, es interesante la escena en que todos los señores están reunidos en torno a Albert para determinar cómo se va a pagar (SPOILER) el rescate de la princess, y lo bien que refleja Cornwell la inquietud reinante en el salón.
En fin: aunque no llegan a aburrirme, las escenas de combate empiezan a resultarme algo superfluas. Sigo con la quinta entraga, pero, por favor, que avance la historia.
2 comentarios:
Es que Cornwell es esencialmente un escritor de novelas de aventuras. En la misma línea está Simon Scarrow, aunque las suyas están ambientadas en Roma.
Una buena opción de novela en el sentido que indicas (historia de Inglaterra a través de personajes) sería "London", de Edward Rutherfurd. Eso sí, es un tocho de más de 1.000 páginas.
Muchas gracias, Mariano, tomo nota de la recomendación, aunque no la seguiré a corto plazo.
Bastante tengo con las seis entregas que me quedan, y creo que luego me tomaré un respiro sobre la historia inglesa.
También tomo nota de la valoración de Cornwell, lo que seguramente me haga evitar su lectura a futuro.
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