Se me queda un sabor agridulce tras leer este ensayo de Sowell. La parte dulce del sabor viene de lo entretenido, absorbente y en cierto modo provocador que resulta el libro. La parte agri viene de que sabe a poco y de que me ha parecido poco riguroso e incluso poco informado en algunos lances.
Pero vayamos por partes. Este ensayo culmina una trilogía del autor cuyo tema de fondo es la cultura, las mutuas influencias entre las distintas culturas, y los efectos de ésta en el desarrollo económico de las sociedades, esto es, su bienestar. Las dos entregas previas están dedicadas a la raza ("Race and Culture: A World View") y a las migraciones ("Migrations and Cultures: A World View"). Conste que no he leído ninguno de ellos, aunque las conclusiones de ambos las recoge Sowell en las conclusiones globales de la trilogia que aparecen en este volumen.
La principal conclusión de Sowell a partir de su revisión histórica de los fenómenos arriba citados (raza, migraciones, conquistas) es que es lo que el llama "capital humano" el factor que mejor explica el desarrollo de las sociedades. El capital humano es un concepto amplio, que englobaría aspectos como la religión, las ideas y valores, las normas, la tecnología, el racismo o la inteligetsia (esto es, la clase alta).
Así pues, cuando las sociedades entran en contacto, sea por conquista o por emigraciones, lo hacen sus culturas. En la medida que de este contacto suponga la transmisión del "capital humano" adecuado, así se podrán desarrollar más o menos las sociedades afectadas. Al respeco, es fundamental la influencia de la geografia (sobre todo al principio), pues sus condiciones son las que hará más o menos difícil la citada transmisión. Aparece aquí una idea muy interesante, que ya me había encontrado, al respecto de que es más fácil dicha transmisión de este a oeste (longitudinalmente) que de norte a sur, por las diferencias climáticas que supone el segundo traslado. De hecho, Sowell propone una ilustración muy gráfica cuando nos cuenta cómo los ingleses, en sun enfrentamiento con los nativos americanos, tenían a su disposición toda la tecnología de Asia y Europa, mientras que éstos no podían disponer de la de los aztecas, situados mucho más próximos.
El libro consiste en seis capítulos. Hay una introducción y una conclusión, que al lector poco avisado resultarán virtualmente idénticas, parecen repetidas. Habría que hacer el test de si se pueden leer en orden inverso y el resultado no cambia. Los otros cuatro son donde de verdad está la miga y donde la lectura es más apasionante, pues constituyen historas en miniatura de las áreas/culturas afectadas.
Hay un capítulo dedicado a Inglaterra y sus pueblos, y también a su expansión internacional. Es el mejor capítulo de la obra, el que me ha parecido más riguroso y mejor informado. Pero claro, es que para Sowell Inglaterra es la cuna de la libertad y del concepto, por tres eventos históricos: la Carta Magna, la independencia de los jueces algo más tarde, y la lucha contra la esclavitud.
Otro capítulo se dedica a África, con especial foco en Nigeria, Tanzania, Ghana y Costa de Márfil. El tercero lo dedica a los eslavos, a los que compara en desarrollo con el resto de sociedades europeas, que sí conocieron las instituciones romanas. Aquí hace un recorrido por los principales países eslavos: Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Asia Central y, por supuesto, Rusia. Finalmente, el último capítulo histórico está dedicado al hemisferio occidental, ie, América, con foco en Mayas, Incas y Aztecas por el sur, e Iroqois, Cherokee e indios normales por el norte.
Siendo, como son, apasionantes, no está nada clara la metodología que sigue Sowell. ¿Por qué nos cuenta unas cosas y no otras? ¿Por qué unos países y no otros? ¿Por qué no le resultan tan relevantes los vikingos o los turcos, como los ingleses o los eslavos? No se sabe.
A mi entender se centra desproporcionadamente en la esclavitud, sus problemas y sus consecuencias, respecto a otros temas. Ello le lleva también a detenerse mucho en el tema de la raza y el racismo, en comparación con aspectos como la tecnología o las normas. Quizá sea porque él es negro, pero claro, quedan como estrambotes en el flujo del razonamiento.
Una cosa que no me ha gustado es el análisis comparativo Sudamérica-Norteamérica. Es aquí, precisamente donde yo estoy un poquito más informado, donde me parece que mete algunos gambazos de impresión. Por otro lado, nuevamente es desproporcionado dedicar menos espacio a civilizaciones como Incas o Aztecas, que a los Iroqois, aunque solo sea por el número de individuos afectados en cada caso.
Voy a ir parando. Este libro da mucho que pensar, proporciona mucha información, y es apasionante. Es difícil recoger en un post todas las ideas que me ha inspirado, tanto por su cantidad por su heterogeneidad. No obstante, sí quiero añadir un comentario, que es la duda más acuciante que me ha surgido.
Tras la caída del Imperio Romano, Inglaterra abandona sus instituciones, como harán otras áreas europeas más adelante, lo que les sume en una situación de involución, de la que tardarán mucho en recuperars. Sowell no especifica las causas de tal abandono de las instituciones, que no tendría por qué haber pasado. Simplemente se refiere a que el "capital humano" se dilapida. Sin embargo, yo creo que no puede ser un proceso tan espontáneo como parece. ¿Por qué abandonar algo que funciona? Mi hipótesis iría en el sentido siguiente: esas instituciones eran costosas de mantener en términos de recursos; el colapso del imperio Romano realmente se produce porque ya no es capaz de mantenerlas, posiblemente porque la sociedad romana no es capaz de generar los recursos suficientes, lo que a su vez posiblemente se debiera a algún tipo de intervención regulatoria en los mercados (ie, precios máximos del trigo). De la misma forma que ya no se podían mantener las villas y las grandes obras públicas, que así caen en el abandono, tampoco se puede mantener, no sé, la justicia romana.
Dicho de otra forma, no es se abandone el "capital humano", es que no se puede mantener con los recursos disponibles. Me pregunto hasta qué punto sería una situación similar la ocurrida en las colonias africanas tras su abando por las metrópolis. Como digo, mucho que pensar.
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