lunes, 27 de febrero de 2017

La Venus de las Pieles ("Venus im Pelz"), de Leopold von Sacher-Masoch

Esta novelita y, sobre todo, el apellido de su autor, es la causa de que la masoquismo se llame masoquismo (viene de Masoch). La lectura era obligada aunque solo fuera como la dual del marqués de Sade y su Justine, que leí ya hace muchos años. Afortunadamente, además, he sido capaz de leerla en su lengua original, algo de lo que no hubiera sido capaz cuando leí Justine.

¿Qué me he encontrado? Pues un relato razonablemente bien escrito, de estilo galante por así decirlo, y con claras reminiscencias de la literatura francesa. La novela es eminentemente romántica, con algunos episodios puntuales de lo que podríamos llamar masoquismo. Pero no estamos hablando de un estilo ni de lejos similar al de Sade. En Justine, hay básicamente dos tipos de episodios: los de violencia sádica, que alcanzan extremos difícilmente imaginables desde la perspectiva de sofisticación del siglo XXI, y los filosóficos, en que Sade explica en boca de su personaje masculino la base de tal violencia. No hay romanticismo ni amor en Sade, y los episodios sádicos son intensos y largos. Está claro que son el foco de la obra.

Esto NO es lo que encontramos en Sacher-Masoch. A quien le gusta la literatura masoquista, deberá buscar en otro sitio. En La Venus de las Pieles nos encontramos un señor, el tal Severin, locamente enamorado de la citada Venus, una tal Wanda de pieles blancas. Aunque tampoco está claro si Severin está enomarado de Wanda o de la diosa del Amor, Venus, cuya estatua tiene en el jardín.

Y por ahí va la historia: encuentro casual de la imagen idealizada, declaraciones mutúas de amor hasta la saciedad, e insistencia del tal Severin en actuar como esclavo de Wanda, pues es como él tal Severin entiende el amor. Para él, no hay posible relación de iguales entre hombre y mujer, no pueden ser compañeros, la única alternativa es que uno o una sea el amo, y el otro su esclavo. De hecho, Sacher-Masoch lanza algunas invectivas contra el sexo femenino, como por ejemplo cuando dice que el hombre actúa por principios y la mujer por pasiones, por lo que nunca te puedes fiar de una mujer. Glups.

Con esta perspectiva, y aceptado el papel de esclavo por Severin, hasta el punto de firmarlo en contrato, nos encontramos con un par de episodios masoquistas, de gran brevedad y escasa relevancia: se limitan a un par o tres sesiones de latigazos, y otra de actuar de mulo de arar. A ellos habría que añadir algunos episodios que se podrían considerar de tortura psicológica. Pero no hay que engañarse, no es lo relevante del libro, por mucho que pudiera ser lo chocante en su momento.

Ah, una cosilla más: lista de autores que un intelectual austriaco del siglo XIX considera clásicos, de boca de Herr Severin: Goethe, Schiller, Homero, Virgilio, Shakespeare, Molière, Voltaire, Cervantes y un tal Ossias. Hala, para quien no tuviera lista de lecturas. A mí solo me quedan los alemanes, pero planeo solucionar el problema en breve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ossian?

Ferhergón dijo...

Como te lo digo. Yo tampoco sé de quién habla.