Este es uno de esos libros que escojo aleatoriamente de mi biblioteca en alemán, para ver si hay suerte y hago algún descubrimiento. Luego he visto que estaba traducido al español, lo que revela un cierto grado de éxito en lugar aborigen de la obra.
Dos cosas me atraían a priori de él: que es muy breve, y que supuestamente es un relato sarcástico, en este caso de las aventuras de los profesores del instituto del pueblo alemán Goppinger. Se trata de un libro extraño (¿humor alemán? ¿no es una contradicción en los propios términos?), pero con un cierto atractivo, e innegables momentos de humor.
Una cosa que llama mucho la atención es la longitud de los párrafos. Kafka también utiliza párrafos super-largos. Pero, claro, lo suyo no es literatura de humor. Uno asocia ésta con párrafos cortos y ligeros (sin ir más lejos, Mieses Karma), pero nada de eso en este relato. Creo que algunos de los capítulos solo tienen uno de estos párrafos eternos.
Contrariamente a otros libros de humor sobre colegios, éste apenas se refiere a las relaciones de los alumnos con los profesores, que es donde suele estar la mina de anecdotas. Como el propio título indica, aquí solo hay relaciones entre profesores, y de estos con sus superiores y, en general, la burocracia educativa.
El libro comienza con toda una declaración de intenciones: el director del colegio recibe al autor con un discurso lleno de consejos, en él que le deja claro que toda la vida académica se construye sobre cuatro pilares: Angst (Miedo), Schein (Apariencia), Lüge (Mentira) y Jammer (Misería). Y eso se lo dice el director al novato. Hala, para evitar que nadie se haga ilusiones desde el principio.
Lo cierto es que el relato, sin ser desternillante, y encima tener un estilo ciertamente complicado, el autor consigue algunas imágenes ciertamente hilarantes, casi cercanas a Tom Sharpe. Por ejemplo, la escena del lío de las llaves que hay a poco de empezar, cuando hacen al recién llegado cambiar de aula con todo su grupo de alumnos, o las reflexiones sobre el profesor que tiene llegar antes que sus alumnos a la puerta del patio (para abrirla con la llave) pero tiene que salir el último del aula (para cerrarla).
Tampoco hay que perderse la descripción que da un formador de profesores sobre cómo dos compañeros triunfaron en su clase de inglés sobre el verbo to kill. O esa escena con los profesores afectados por la inspección del Ministerio, que un magistral Orths transforma con un par de toques en una situación post-apocalípctica.
Este librito es un relato curioso. Como es muy corto, creo que puedo recomendar su lectura, y asegurar al que la acometa que un par de veces se reirá.
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