La principal motivación para leer este libro viene de la teoría económica. Me explico, de forma breve: de acuerdo a la teoría económica, la única forma de generar riqueza y progreso es teniendo libertad. La libertad en la sociedad depende muy directamente de las instituciones con que se dote, o sea, del poder real que esas instituciones tengan sobre el resto de los ciudadanos, o, dicho de otra forma, de los contrapesos existentes sobre las decisiones de las instituciones.
Por otro lado, una sociedad u organización que ha llegado a ser poderosa y además durante bastante tiempo, necesariamente tiene que haber construido su base sobre una generación inicial de riquera, que a su vez se basaría en la libertad y por ende en las instituciones. Para contrastar empíricamente la teoría descrita, hay por tanto que conocer las instituciones originales de las grandes naciones que durante la historia han sido: el imperio romano, el imperio chino, el español o el turco, por ejemplo, pero también las ciudades hanseáticas, Florencia o, como el caso que nos ocupa, Venecia.
Con este objeto, en cuanto supe de esta obra de Norwich me hice con ella, con la intención de tarde o temprano leerla. Y le llegó el momento. El libro no me ha decepcionado en ningún sentido: ni por contenido, ni por forma de contarlo, ni por rigor, ni tampoco por la permanente atención a las instituciones que gobernaban Venecia. He leído excelentes libros de historia que, sin embargo, apenas se refieren a las instituciones, con lo que no cubren la necesidad teórica planteada. Pero, como digo, no es el caso de la obra de Norwich.
La historia de Venecia, per se, es apasionante. Una ciudad-estado metida durante unos mil años en todos los lios europeos, y en muchos casos con la voz cantante. Por las páginas del libro transitan los longobardos, los turcos, papas corruptos y papas santos, los piratas croatas, los imperios germánicos, los reyes hungaros (y hasta algún polaco), los normandos, Génova, Florencia y Milan... pero sobre todo Francia, España y Bizancio. No sé si muchos conocerán que Venecia fue en algún momento de la historia la cabeza de facto del imperio bizantino. O que la península italiana solo quedó pacificada con la llegada del poderoso imperio español bajo el mando de Felipe II. De hecho, uno de los escasos aspectos que me resultan un poco sospechosos en la historia que cuenta Norwich es lo tarde que aparece algún reino de la península ibérica involcucrado en el destino de Venecia.
Norwich construye la historia tomando como marco los sucesivos mandatos de los Dogos, de la misma forma que Tito Livio en su Ad urbe condita la describe basándose en los mandatos de los consules. Es sistemático, pero a veces algo aburrido, porque no con todos los dogos suceden cosas de importancia, pero sin embargo este sistema obliga a citarlos a todos.
Pese a su foco esencialmente histórico, Norwich no pierde de vista la evolución urbanística y arquitectónica de la ciudad. Al fin y al cabo, según confiesa en el prólogo, fue la belleza de la ciudad la que le atrapó en esta narrativa. El estilo de Norwich, por lo demás, es fluido y atrapa al lector, que raramente se verá obligado a interrumpir la lectura por cansancio o aburrimiento. Me atrevería a decir que, pese a ser un libro largo, y no novelístico, se podría leer de una sentada. Por destacar un capítulo, me quedaría con el de la batalla de Lepanto, que describe magistralmente, aunque sin llegar al tono dramático que un Posteguillo habría conseguido insuflar para mayor goce del lector.
Y, por último, lo más importante: en cada momento relevante, Norwich se detiene en las instituciones políticas de la República, y nos cuenta cómo funcionaban y cómo evolucionaron, así como las causas de dichos cambios. Es más, dicho análisis es parte integral del trabajo realizado por Norwich, como lo prueba el extenso espacio que dedica en las conclusiones a relacionar la longevidad de Venecia con el funcionamiento de las instituciones, y a desmontar el mito de que era un estado policial por no ser democrático.
No es este el sitio para realizar un análisis en profundidad de las mismas (eso es algo que dejo a mi segunda tesis doctoral, jajajaja). Pero sí quiero dejar escritas algunas ideas al respecto:
- El Dogo casi siempre era una persona de mucha edad (70-80 años) y generalmente reconocido como con gran prestigio. Y aún así, apenas se le dejaba poder. Apasionante la descripción que se hace de su sistema de elección conforme avanza el tiempo.
- Cuando Venecia fracasaba en alguna empresa, una de las cosas que se revisaba era el sistema de checks & balances para ver si estaba funcionando bien. La cuestión no era tanto quién había cometido el error (todos nos podemos equivocar), sino si la decisión errónea había progresado sin obstáculos en las instituciones debido a ausencia de contrapesos.
- Los derechos reconocidos a los ciudadanos venecianos eran envidiados por los ciudadanos de otras repúblicas, como también sus gobernantes, hasta el punto de que muchas ciudades contrataban ciudadanos venecianos para su gobierno.
- Es especialmente interesante la figura del Consejo del Diez, investido de grandes poderes, pero con importantes contrapesos en su propia formación: imposibilidad de repetir mandato, imposibilidad de dos miembros de una misma familia, la forma de tomar decisiones, el requisito de ampliación en sus componentes para las decisiones más graves...
En resumen, un libro apasionante casi desde todos los puntos de vista, e imprescindible para los amantes de la historia de Europa, de la libertad y, por supuesto, de Venecia.
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