Este libro parece ser un best-seller en Colombia, donde el autor es bastante conocido. Se trata de un escritor muy centrado en temas locales, casi periodista, por lo que su fama no ha trascendido las fronteras del país americano. Vamos, que existen escritores colombianos que no son García Márquez.
En este libro se nos cuentan cuatro operaciones policiales contra bandidos colombianos, esto es, narcotraficantes, guerrilleros y del estilo. Y es que Colombia parece terreno abonado para esta clase de bandas, sobre todo por la orografía, por lo que no tengo muy claro qué recorrido tendrá el ultimo tratado de paz. O sea, cuánto tiempo tardarán en aparecer otros FARC o lo que sea.
La narración se estructura a base de relatos de diversos de los participantes en cada operación. Esta técnica me ha resultado muy confusa, y creo que impide al lector hacerse una idea global de lo que está pasando en la operación y por qué ocurre lo que ocurre. Al mismo tiempo, supongo que le confiere realismo, pues es fácil imaginar los problemas de coordinación que pueden surgir entre instancias gubernamentales en operaciones de este tipo. Y, al fin y al cabo, ninguno de los relatores tiene toda la información en ningún momento. Por otro lado, la confusión se incrementa al no estar claro muchas veces si el episodio que está contando alguno de los personajes ya ha sido contado por otro desde su punto de vista, o es uno completamente nuevo.
De las cuatro operaciones que dan título a la novela, las dos primeras son más de infiltración, mientras que las dos segundas son contra grandes jefes y rebosan la acción que cabe esperar en una película. Así, en estas dos últimas se involucran 100 de efectivos, contando con todo tipo de medios, como aviones, helicópteros, comandos, "Hombres Jungla". Se trata de operaciones de acoso y persecución por el accidentado territorio colombiano. Es apabullante el despliegue de medios que se hace para capturar a estos criminales, cuyo principal delito normalmente se relaciona con el tráfico de drogas. Una razón más para abogar por su legalización: ¿cómo puede un gobierno relativamente pobre como el colombiano tener que dedicar tantísimo recurso a atrapar a estos tipos, en vez de dedicarlo a educación o carreteras, o simplemente dejarlo en el bolsillo de los ciudadanos? Entiendo que el tráfico de drogas va muchas veces acompañado de verdaderos delitos, pero habría que ver hasta qué punto son consecuencia de la propia ilegalidad de aquel.
En estas dos operaciones hay una interesante reflexión final, que también se aparece a quién haya visto la serie Narcos: sí, estos bandidos son gente muy rica, pero... ¿pueden realmente disfrutar de su fortuna? La única forma de mantener su libertad ante el acoso gubernamental es vivir itinerantemente y en muchos casos en condiciones lamentables, y siempre preocupados por la aparición del enemigo.
Las dos primeras operaciones son más de infiltración. Por cierto, en una de ellas se persigue a un tal Martín Sombra, al parecer involucrado en el secuestro de Ingrid Betancourt. Lo más interesante de éstas es el episodio en que uno de los agentes se ha de caracterizar y vivir una larga temporada como vagabundo; muy curiosa la "formación" psicológica que se le ha de dar para que haya una posibilidad de que aguante estas circunstancias sin traicionarse.
Por último, no me puedo resistir a hacer una referencia a las llamadas "prepago", de las que los capos bandidos parecen disfrutar a menudo. Creo que estas "prepago" son un fenómeno colombiano, nunca me he tropezado con algo parecido, aunque allí parecen frecuentes, según se deduce de la lectura de este libro. Son chicas que ofrecen sus servicios por catálogo, y que, imagino, exigen que se pague por adelantado antes de trasladarse para la provisión pactada.
Objetivo 4 no es un buen libro, pero sí es una curiosidad, y nada aburrido al estar repleto de acción. Un entretenimiento ligero entre novelas de mayor enjundia.
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