Los derroteros literarios me llevan en esta ocasión hasta Canadá, país del que pocas recuerdos de lectura, si alguno, tengo. Y lo hacen de forma inesperada, porque desconocía que el autor fuera canadiense, y ni siquiera que Deptford, el pueblo que da nombre a la trilogía que se inicia con esta novela, fuera de tal país. Es más, ni siquiera cuando empiezan las primeras referencias a Toronto, caí en la cuenta de que no solo el entorno, sino que también el escritor podía ser del país de la hoja de roble.
Pero una vez superado este punto, se acaban las diferencias con otras obras literarias inglesas o americanas. Estamos ante una novela bien escrita, estilo alta novela inglesa, con buen vocabulario y la perenne ironía británica que contribuye una y otra vez al lector a esbozar sonrisas cómplices. El libro está narrado en primera persona, y forma un triángulo con dos conocidos de la infancia del narrador/autor. El evento traumático que condiciona el desarrollo de la historia es el que establece la relación entre los tres: el mejor amigo del protagonista le lanza un bola de nieve, que impacta en la que será madre del tercer vértice del triángulo, provocando su parto anticipado.
A partir de aquí, el protagonista, Dunstan Ramsey, nos cuenta su vida, puntuándola con los momentos en común con cada uno de los otros dos caracteres. En el caso del primero, una relación frecuente y constante, en la que se contempla la exitosa carrera empresarial y politica. En el caso del segundo, una relación mucho más esporádica, pues el niño prematuro se hace mago y viaja por todo el mundo. Por cierto, no os perdáis la descripción del magnífico espectáculo de magia que se nos cuenta en un determinado momento de la historia.
De hecho, la magia es uno de los temas que mantiene el hilo en la novela. El otro tema es aún más sorprendente, si cabe: la hagiografía o vida de santos. Nuestro héroe cree ver una imagen de la Virgen durante su participación en la primera Guerra Mundial, y dedica el resto de sus días a buscarla. Ello le fuerza a visitar iglesias en pos de imágenes, y lógicamente se convierte en un experto en los iconos cristianos y sus santos. De las partes más interesantes del libro resulta su relación con la sociedad de bolandistas, los jesuitas que se dedican a investigar a los santos para ver si son dignos de canonización.
Se presta también atención a la política en Canadá y a sus relaciones con la monarquía británica, con base en la figura del amigo. Personalmente, no he podido evitar fijarme en la referencia que hace al London School of Economics y su papel en la diseminación del socialismo, algo imposible de hacer a todos los que hemos leído el Camino de Servidumbre de Hayek.
Y, para tener de todo, la novela tiene también un giro inesperado en que todo queda relacionado/explicado y que desemboca en un suceso trágico, pero que libera, aparentemente, el trauma del protagonista.
En cuanto a la parte más irónica, me quedo con la respuesta que da la madre del parto anticipado, y esposa del reverendo de una de las iglesias de Deptford, y de mente un poco transrtornada, cuando a poco de empezar la novela la encuentran acostada con un vagabundo, y le preguntan que por qué lo ha hecho. La respuesta es antológica: "He was very civil. And he wanted it so badly" (Fue muy educado. Y tenía tantas ganas").
No sé si leeré algún libro más de esta trilogía o de este autor, pero esta lectura ha estado lo suficientemente bien como para considerarla provechosa y hasta recomendable.
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