Empieza a dar reditos el duro esfuerzo de aprender alemán. Así lo constato en la lectura de esta novela, cuya existencia no creo que hubiera llegado a conocer si no buscara literatura en la lengua germana (y eso que se tradujo al español).
Sin llegar a ser de esas novelas que uno no puede olvidar, La filósofa es un libro magnífico, con momentos espléndidos, y cuya lectura es ciertamente recomendable.
La narración nos sitúa en la época de la Ilustración, bajo los dominios del rey Luis XV y de su amante favorita, Madame de Pompadour, en pleno vigor de todos los lujos y depravaciones versallescas. En este contexto, nace la protagonista, Sofia, en las afueras de Paris. Pronto tendrá que hacer frente a las injusticias de la vida, pero lo relevante empieza cuando se traslada a vivir a Paris y comienza a trabajar en el Café Procope.
Esto le dará oportunidad de conocer, ni más ni menos, que a Denis Diderot, el gran filosofo francés cuya figura quedará realzada por esta novela. A través de Diderot, aparecen en la novela un sinnúmero de eximias figuras, como Voltaire, Rousseau, d'Alembert y tantos otras luminarias de la Ilustración francesa. Y es que esta novela va principalmente del nacimiento y desarrollo de la Enciclopedia. En torno a ella, se desenvuelven los protagonistas y se desarrollan las tramas, en muchos casos al estilo Ken Follet.
Sin embargo, sobre estas intrigas predomina siempre una lírica historia de amor, entre la protagonista y Diderot, romance emotivo en muchos momentos. Pero no es Diderot la única celebridad con que se tropieza Sofía: también habrá de trabajar para madame de Pompadour, se casará con el comisario Antonio Sartine (que parece también un personaje histórico) y será amante de Malesherbes (censor y sin embargo gran protector de la Enciclopedia).
Sobre esta magnífica historia, ya de por sí atractiva, se suceden escenas dignas de Victor Hugo o de los Momentos Estelares de la Humanidad, de Zweig. Por ejemplo, la discusión en que Diderot y D'Alembert definen el árbol de la ciencia para clasificar la Enciclopedia, es reminescente de este último. Por su parte, las descripciones que hace de Paris en sendos momentos, una con base en sus profesiones, la otra a partir de sus ¡olores! recuerdan al jorobado viendo la capitar francesa desde la torres de Notre Dame. Como también lo hacen algunos de los capítulos del libro en que se nos describe la tortura y ejecución del asesino fallido del rey, y otro en que se describe con todo lujo de detalles una de las fiestas de Versalles.
En un ámbito más filosófico, es espectacular el diálogo que mantienen Diderot y el padre Radominsky, incansable perseguidor de los filosofos, sobre el concepto de la verdad, con el primero en la carcel.
He de decir que mis preferencias pueden estar sesgadas, puesto que me encanta Diderot. Y siempre me había sorprendido la cortedad de su obra, algo que gracias a esta novela creo entender mejor: Diderot se dedicó en cuerpo y alma a la Enciclopedia, lo que le dejó muy poco tiempo para otro tipo de escritos.
Creo que cualquier lector disfrutará enormemente de esta novela de Peter Prange, e imagino que a muchos su lectura les despertará el interés por los ilustrados franceses. Si es así, que lean a Voltaire y a Diderot. Rousseau también escribe bien. pero su Contrato Social es una burrada tal que prefiero no recomendarlo.
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