Javier Negrete es un autor que tiene interesantes novelas históricas. Ya le he leído un par, Salamina y La mirada de las furias. Esta es por tanto la tercera de sus novelas que leo, lo cual revela que me gusta.
En este caso, Negrete nos propone una ucronía, esto es, un cuento basado en la realidad, de lo que hubiera podido ocurrir en caso de cambiar un determinado acontecimiento en la historia. En este caso, el acontecimiento que cambia es la muerte de Alejandro Magno. Esto da pie a lo que que realmente va buscando el autor, el enfrentamiento entre las tropas del emperador macedonio y las de la república de Roma, futuro imperio que dominaría el Mediterráneo. Por supuesto, ello antes del histórico enfrentamiento de Roma y Cartago, magníficamente contado por Posteguillo en su trilogía sobre Escipión.
Tampoco parece interesar a Negrete explorar las consecuencias que hubiera tenido una victoria del revivido Alejandro Magno sobre el futuro del mundo, pues de hecho la novela se cierra con la batalla entre ambos ejércitos, sobre cuyo desarrollo nada contaré. Más bien, lo que parece buscar el autor es crear un acontecimiento histórico lo más riguroso posible a partir de la información que sobre armas y estrategias militares se tenían en ese momento. Ello explica la profusión de detalles que dedica tanto a las formaciones tácticas de ambos Estados, como incluso a las armas usadas por cada uno: la sarisa y el pilum como paradigmas.
¿Qué interés, fuera del mero entretenimiento, puede tener la lectura de una ucronía? Eso me pregunté yo también al principio de la lectura, ¿No será mejor leer directamente historia? Pues puede ser. Aún así, esta novela resulta interesante porque, dejando de lado la supervivencia de Alejandro, refleja muy bien las costumbres de la Roma republicada, tanto civiles como militares, así como las militares de los macedonios (y demás pueblos aliados). Ya he puesto el ejemplo de las armas.
También aprovecha Negrete para deslizarnos una lección sobre la astronomía de la época, lo de las Esferas y tal, por la boca de un ateniense autista superdotado. Y también hay oportunidad de aprender algo de Aristóteles, que tiene un cameo, y del mito de Er escrito por Platón en alguno de sus diálogos.
En cuanto al estilo, Negrete escribe bien, escribe entretenido. Pero le falta algo de vida, algo de chispa, no sabría cómo expresarlo. Cuando comparas sus novelas con las de Posteguillo, ambas sobre temas similares, en las de éste los personajes parecen cobrar vida, hay pasión en ellos. Las escenas saltan de las páginas a la imaginación del lector, que parece estar metido en Roma o en Zama o en Cartagena. Posteguillo consigue que llores cuando mueren sus personajas; Negreto, solo que los olvides. Quizá es más mérito de Posteguillo que demérito de Negrete, pero, claro, la proximidad temática hace inevitable la comparación.
A cambio llama la atención el léxico que maneja Negrete con cierta soltura. A ver cuántas de las siguientes palabras conocéis: Gemebunda, híspido, efebía, apotropaíco, ríspido, inconsútil, pancracio, cornicen. Toma ya! (Disculpad si algún acento me sobra o me falta)
Por último, una referencia que me ha parecido ingeniosa y quiero destacar. En un momento dado, un grupo de macedonios está huyendo de una escuadra romana. Conscientes de que van a ser cogidos, deciden dividirse: una parte se quedará a detener a los romanos (y posiblemente morir), para que los otros puedan salvar. Esto deciden hacerlo en un paso entre el mar y un monto alargado que al parecer hay entre Roma y Campania. Pues bien, en ese momento, el general Crátero, que se ha quedado a detener a los romanos, arenga a los suyos diciendo que "Estas serán nuestras Termópilas". Magistral Negrete en esta escena, sí señor.
NB: He empezado a leer Imperiofobia y Leyenda Negra, de Roca Barea. Curiosamente, entre la "leyenda negra" contra Roma destaca la montada por los griegos sobre que los romanos no hubieran sido capaces de derrotar a Alejandro Magno (SPOILER: ¿Contribuye Negrete con este libro a la leyenda negra contra Roma? ¿Lo hace voluntaria o involuntariamente?)
1 comentario:
Bueno a la legion de Canes que era poco mas que una falange pero peor que la griega Alejandro se la hubiese comido con patatas. Contra la legion manipular de despues de Esscipion (que hizo trizas a la falge Macedonia en Pydna) o peor aun contra la legion cohortaria del Imperio habria sido otro cantar.
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