Clásica novela rusa, especialmente conocida por la adaptación al cine realizada por Kurosawa, que fue premiada con el Oscar a la mejor película en lengua extranjera.
Voy superando poco a poco mi pereza con los autores rusos. Mi primera experiencia fue con Dostoievski, Crimen y Castigo, y la traducción me pareció pésima, por lo que la abandoné, resignándome a tener que aprender ruso si alguna vez había de disfrutar de esta literatura. Afortunadamente, desde entonces lei Anna Karenina, la magnífica Guerra y Paz, y El idiota, del propio Dostoievski. Y, como es lógico, he descubierto que no todas las traducciones del ruso son malas. De hecho, ahora mismo tengo en cartera las Almas Muertas, de Gogol, y Padres e Hijos, de Turgueniev, que caerán en breve.
En esta novela se nos cuentan las aventuras reales que sufrió el autor, capitán Arseniev, en sus expediciones por el extremo oriental de Rusia. Pues bien, varias de ellas las compartió con el cazador que da título al libro, de la etnia gold, y que le salva la vida, literalmente, en varias ocasiones.
Las aventuras tienen lugar en la costa suroriental del Rusia, en zona limítrofe con Corea y China, entre 1902 y 1910 (o sea, antes de la revolución). Uno piensa que son zonas remotas, y de hecho lo son, pero cuando se miran en el mapamundi, no es para tanto. No estamos hablando de Kamchatka o cosas así, estamos hablando de la región de Vladivostock, en la latitud del sur de Francia. Y, sin embargo, la sensación que da la narración es de un lugar completamente inhóspito y aislado, un lugar de selvas y, por supuesto, taiga. Y que da la impresión, mirando en Google Maps, que no ha cambiado tanto desde la exploración de Arseniev. Al menos, no en la parte central de la región, atravesada por las montañas de Sijote-Alin, donde transcurre la mayor parte la narración.
Estamos ante un libro con alguna aventura, pero sobre todo costumbrista. Durante sus recorridos, Arseniev encuentra habitantes de diversas etnias (chinos sobre todo, pero también coreanos, rusos "creyentes" e indígenas-Udehé), y no perderá oportunidad de contarnos algunas de sus costumbres, por ejemplo, de caza o pesca, aunque la que más me interesó es la recogida de perlas. Por supuesto, también se tropieza con la fauna local, y con la vegetación, y también nos la describe.
No obstante, es Dersu quien es el verdadero protagonista del libro, a lo que hace honor su título. Resulta interesante sobre todo su visión de la vida. Tiene una concepción animista de la naturaleza, todo son "hombres" para él: el sol, los tigres, los jabalíes, hasta los escarabajos. Por supuesto, es cazador, y mata animales, pero su respeto por la naturaleza es total, a la que percibe como un gran sistema para la supervivencia de todos los "hombres". Al respecto, son ilustrativos su indignación con los chinos que abandonan las trampas en las que pueden caer los animales. O la escena en que recrimina a Arseniev por echar al fuego los restos de carne que no se va a comer, cuando estos podrían alimentar a otros "hombres" (por ejemplo, hormigas). Asimismo, solicitará de Arseniev arroz, cerillas y sal para dejarlos en una cabaña, para disfrute de quien pueda pasar por allí en el futuro.
Finalmente, tenemos la componente más puramente de aventura. Aquí llamará la atención del lector, lo primero, la capacidad de Dersu para ver e interpretar los signos de la taiga, que será capaz de mantener sorprendidos a sus compañeros durante toda la novela. Y luego tenemos una serie de episodios de verdadera vida y muerte para Arseniev y sus compañeros, de los que, como prueba la escritura de la novela, saldrán indemnes.
Esta novela te hace ver la inmensidad de la naturaleza frente al hombre. La vida de Dersu es, salvo en lo solitario y en su fusil, muy similar a la del hombre prehistórico: vagar para sobrevivir, sin otro fin vital. La vida desnuda, sin más, confrontada a la inmensidad de los peligros que le rodean. En fin, el estilo narrativo de Arseniev, sobrio, sin adornos, se presta a transmitir con toda su fuerza esta forma de vida.
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