En este libro, el antropólogo Alan Page Fiske, propone una teoría bastante interesante desde muchos puntos de vista. Y no solo eso, sino que documenta extensivamente la coherencia de dicha teoría con la evidencia empírica, hasta montar un caso muy, muy convincente. La tesis de Fiske es que todas las relaciones sociales de los seres humanos se estructuras en base a cuatro modelos básicos, a saber, Compartición en Común (CS), jerarquía de autoridad (AR), equilibrio de trato (EM) y precio de mercado (MP) (Las siglas corresponden al nombre inglés que les da Fiske).
Dichos modelos son aparentes en múltiples dominios de la sociabilidad humana, entre los que Fiske documenta más de 20: motivación, distribución, intercambio, juicio moral, castigo... Además, los modelos actúan no solo como guía de comportamiento, sino también como referente moral y como impulso motivacional.
Fiske además propone que la emergencia de estos modelos en el individuo es algo endógeno, aunque su configuración final sea fijada exógenamente por la cultura y la tradición. En otras palabras, los cuatro modelos básicos afloran en distintos momentos del crecimiento del individuo (además, precisamente en el orden utilizado más arriba, que es el de menor a mayor complejidad), y esto lo ilustra Fiske mediante la observación en un par de niños.
Siendo esto así, todas las relaciones sociales en torno a cuatro modelos y emergencia endógena de los mismos, Fiske concluye que dichos modelos deben de haber surgido evolutivamente y están "impresos" en la psicología del ser humano. Vamos, que la "plantilla" de las relaciones sociales nos viene dada evolutivamente, y lo que hace el entorno social es llenar de una u otra forma tal plantilla. Como digo, todo muy interesante.
Desafortunadamente, en algún momento de la obra Fiske recuerda que es antropólogo, y se dedica a atizarnos con una descripción detallada de su experiencia con los Moose, una tribu de Burkina Faso que ha estudiado en profundidad. El problema no es la descripción antropológica en sí (aunque he de decir que ya estoy un poco harto de la falta de rigor de los antropólogos, tras haber leído a Levi-Strauss y más recientemente a Everett; no me extenderé ahora sobre esto). El problema es que decide emprenderla contra el modelo MP (precio de mercado), que según él domina la sociedad occidental, pero ni mucho menos es le dominante en el resto de las culturas.
Y es que cuando lees a antropólogos queda claro que se enamoran de las tribus que estudian, hasta parecerles siempre superior a la mercantilizada sociedad occidental (cuya capacidad de generación de riqueza es la que les permite sus aventuras). Es el mito del buen salvaje revisitado. Lo más divertido es que, al mismo tiempo que alaban sin rubor su organización basada en CS, no tienen reparos en constatar la gran pobreza en que viven, lo que, a sus ojos, hace aún más meritorio el organizarse como CS en vez de competitivamente. Una vez más, ¿no podían aprender algo de teoría económica para no hacer el ridículo en sus afirmaciones?
Lo cierto es que la emprende contra la teoría económica como forma de explicar lo que ocurre en la sociedad, pero sobre todo porque, según él, la teoría económica considera que el hombres es maximizador, racional, egoista e individualista. Y él demuestra que hay otras formas de organizarse socialmente que no son el MP. Menos mal que también él mismo matiza que una socialización basada en MP no implica maximización ni egoísmo ni hombre racional. En todo caso, creo que este coleo contra el mercado sobra y desmerece a su teoría.
El otro punto que desmerece y sobra, aunque causará la carcajada de quien no se asuste de las matemáticas, es su afán por formular matemáticamente sus modelos básicos de relaciones sociales. Así, nos asegura que el modelo CS es una relación de equivalencia (recuérdese, relación entre elementos de un conjunto que cumple las propiedades reflexiva, simétrica y transitiva); AR es una relación de orden (no lo explico), EM es un cuerpo abeliano (jajajajaja) y termina diciendo que MP es un espacio vectorial arquimediano. (jajajajajajajajajaja).
Bueno, hechos estos apartes, sí es un ensayo muy interesante y que merece la pena para los interesados en temas de psicología y sociología. Que nadie se confie, en un libro ardúo de leer y que requiere tiempo, pausa y reflexión. Yo, eso sí, prescindiría de la lectura del capítulo 9 y, sobre todo, de la parte IV (la puramente antropológica sobre los Moose).
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