Por ello precisamente me parecía de gran interés este libro. Extender el concepto de los "comunes" y su tragedia al conocimiento puede afectar a nuestra forma de entender la innovación y la creación. La cuestión directa más relevante: ¿puede haber incentivos a innovar en un entorno en que uno no puede obtener directamente beneficios de su innovación? ¿O se produce una "tragedia de los comunes" en la innovación?
Sin embargo, para mi decepción, aunque el planteamiento del libro es amplio al principio, rápidamente se estrecha el alcance del debate a un conocimiento muy específico, el conocimiento académico, el mundo de los artículos, las ponencias, los congresos y los journals. Y de hecho la mayor parte de los problemas que se tratan son específicos de dicho mundo (por ejemplo, el alto coste que al parecer tiene para las instituciones el acceso a los journals ahora que están en manos de editoriales privadas). Lo que no quiere decir que el libro esté mal, simplemente que no me resulta tan relevente como esperaba.
A la luz de lo dicho, a nadie extrañara que los capítulos que más me hayan gustado sean, precisamente, los que aportan un enfoque más general, que coinciden con los que escribe Ostrom. En uno de ellos, el primero, presenta el enfoque de considerar el conocimiento como un recurso común. Es en este capítulo en el que aparecen las ideas que me han aparecido más novedosas. Por ejemplo, el concepto de la "tragedia de los anticommons" en el área del conocimiento por la infrautilización de los recursos científicos causada por "excessive intellectual property rights and
overpatenting in biomedical research", algo que difícilmente sorprenderá a los economistas que vemos a estas construcciones como monopolios legales estatales. Y es que, contrariamente a los comunes tradicionales, caracterizados por gran "substractibilidad", el conocimiento es "nonsubstractivo", y de hecho el bienestar social aumenta cuando más se usa.
Otro concepto para la reflexión que aparece en este capítulo es el de "common-based" producción como aquella en que "no one uses exclusive rights to organize effort or capture its value, and when
cooperation is achieved through social mechanisms other than price signals or
managerial directions." Aquí la dejo.
El otro capítulo de Ostrom describe, por supuesto, su metodología para el estudio económico-social, la conocida IAD (Institution Analysis and Development), sobre la que no es momento de extenderse aquí.
El resto de los capítulos son intentos más o menos expresos de aplicar el IAD a distintos problemas de la gestión del "conocimiento" entendido a la académica manera. En una parte de ellos se abordan los problemas tradicionales (ampliación, acceso, conservación) en el mundo de las redes sociales e Internet, y en los restantes se presentan casos reales de aplicación de las nuevas tecnologías a la gestión del conocimiento académico.
Como he dicho, en general se leen bien, pero solo resultarán de interés a un perfil muy específico de lectores. No hablo siquiera de académicos en general; más bien, pienso en gente interesada en el mundo del archivo y la documentación.
Para el resto, yo creo que el primer capítulo es más que suficiente, y quizá con la conclusión sobre las tendencias a las que se ve sometido el sector del "conocimiento" académico desde la llegada de Internet. Se trata de dos tendencias contradictorias y paralelas: por un lado "there is unprecedented
access to
information through the Internet", pero, por otro, "there are ever-greater
restrictions on access through intellectual property legislation, overpatenting,
licensing, overpricing, withdrawal, and lack of preservation".
Vea el lector cuál de ambas le parece más positiva, y observe si su origen es el mercado o el Gobierno, y haga lo propio con la que le parezca negativa.
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