Se pueden distinguir tres partes más o menos diferenciadas. En la inicial, el foco está en Adrian Deume, el marido de Ariane. Dura hasta que comienza la relación entre ésta y el tercer protagonista de la novela, Solal. La segunda son los comienzos del romance y se centra sobre todo en Ariane y su ilusión. En la tercera parte, comienza la decadencia de la relación, y el foco se lo lleva Solal.
Sin ninguna duda, la primera parte es la mejor, a bastante distancia del resto de la novela. Y es así porque Cohen, quien al parecer era funcionario internacional, se dedica a hacer una sátira brutal de la vida de los mismos, en la figura del tal Adrian. Así, le contemplamos conspirando para promocionar, contando los días que trabaja al año, o los minutos que le quedan para salir de la oficina, con los entretenimientos para superarlos. Toda su preocupación es si el monóculo será una prenda adecuada para un funcionario tipo A, y en los momentos de desconsuelo se acuerda de que gana 10 veces de lo que ganaba todo un genio de la música como Mozart. Destaca una reunión de trabajo en que todo se discutía con grandes frases, la taquigrafa no entendía nada "porque era inteligente", y es al final el becario quien decide las conclusiones de la reunión. (Aclaro que Deume trabaja en la Sociedad de Naciones y que estamos en la Europa de los años 30).
Pero la sátira no se detiene en el trabajo, sino que alcanza también a la familia pequeño-burguesa de los Deume, en las escenas relacionada con la invitación a cenar a Solal (Solal está por encima del jefe de Adrian, así que la invitación busca facilitar su carrera funcionarial). En estos preparativos, brilla la madre de Adrian, sobre todo cuando la confronte el camarero que han contratado para llevar el servicio.
El caso es que Solal tiene claro que se quiere tirar a la mujer de Adrian, y utiliza su influencia para promocionarle y, sobre todo, mandarle en largas misiones al extranjero. De esta forma, consique que la Bella se quede sola y conseguir sus propósitos. En ese momento, Adrian y su familia desaparecen del mapa, y el interés de la novela empieza a decaer, pues se va a ir centrando en la vida amorosa de Ariane y Solal, y así va a estar durante el resto del libro, con ellos como protagonistas casi exclusivos.
Se alternan reflexiones, monólogos de los distintos personajes y escenas, algunas aburridas, otras de gran brillantez. Las reflexiones de Solal sobre la seducción y el amor son de un cinismo arrollador, confrontando la carne y el espíritu: dicen que tienes una sonrisa galante, y lo que quieren decir es que tienes todos los dientes; califica a las mujeres como "adoratrices de la gorillerie", de la fuerza sea física o social, y nos describe con todo lujo de detalles los pasos necesarios para seducir a una mujer.
En realidad, se los describe a Ariane, que se ve seducida de forma inmediata, y comienza la historia de amor. En todo caso, ya sabíamos lo que pensaba Ariane de su marido, pues dedica un monólogo a contarnos cómo es físicamente hacer el amor con él. Que nadie se engañe, aunque con buenas palabras y sin relamerse en los detalles, estamos ante un libro bastante pornográfico "Notez de plus que, bien qu'elle fasse avec notre seigneur l'affaire principale et les sauts dans le lit, elle lui a dit vous pendant toute l'entrevue du jardin." ("Notad además que, aunque ella hace con nuestro señor su negocio principal y los saltos en la cama, le trata de usted durante toda la entrevista del jardín").
Durante esta fase, se encuentran los momentos más líricos y hermosos de la novela, con algunos capítulos que son un verdadero poema en prosa, y que transmiten perfectamente la ilusión de Ariane en su papel de "Bella del señor" Solal. Destaca uno que usa como estribillo "Ainsi dit un qui fut jeune", y sobre todo la espectacular "Marche triomphale de l'amour". El contrapunto lo pone la criada Mariette con sus monólogos sin puntuar, y por eso, difíciles de seguir. Genial la calificación que hace de Adrien, "Cest rien que un cocu davance." ("No es más que un cornudo adelantado").
Pero poco a poco la ilusión se desvanece, y asume el protagonismo Solal, quien ya ha abandonado su cargo en la Sociedad de Naciones e incluso llega a perder la nacionalidad, tras lo cual "Il est sorti, et il a erré dans les rues, sans patrie et sans fonction, un Juif chimiquement pur." ("Salió, erró por las calles, sin patria ni función, un Judio químicamente puro"). Su estilo es realista, truculento, sin ilusión, cualquier cosa antes otra tarde con ella, aunque sin dejarla. La llega a acusar de usar los Conciertos de Brandenburgo para que no le oigan los "borborygmes" del estomago. Ni siquiera los viajes o las visitas le sirven de consuelo, como explica:
"Tous ces distingués qui s'intéressaient aux livres, aux peintures, aux sculptures, c'était en fin de compte pour en parler avec d'autres plus tard, pour amasser un stock d'impressions à partager avec les autres, les chers autres. Ce truc de l'art interdit aux isolés, il l'avait rabâché cent fois déjà."
Y con esta creciente desesperación, avanza y termina la novela, de una forma menos inesperada de lo que cabía esperar.
A mí de este libro me ha gustado mucho el principio, hasta que desaparece Deume del relato. Luego hay algunos hallazgos en que la lectura se reanima, pero van haciéndose más dispersos conforme se entra en la fase final. La lectura es dura: el libro es largo y en él hay numerosos capítulos de monólogo de los distintos personajes (Ariane, Solal, pero también Mariette, la criada) en que Cohen opta por no usar puntos, con lo que su comprensión se hace muy costosa. Hay quien considera a este libro un clásico del siglo XX; yo, por mi parte, prefiero no recomendarlo.
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