domingo, 28 de junio de 2020

Trifulca a la vista ("Wigs on the Green"), de Nancy Mitford

Nancy Mitford es una escritora bastante celebrada en el ámbito de la comedia costumbrista, enfocada en el periodo de la entreguerra, el del declive de la clase alta inglesa como se aprecia en la serie coetánea Downton Abbey, y a la que me atrevería a decir que también pertenecen las andanzas de Jeeves y su señor, que con tanto humor describe P.G. Woodehouse.

Así que al leer sobre ella, me agencié con rapidez la novela recomendada y la subí en mi lista de lecturas. Después he podido comprobar que la escritora no me era tan ajena como pensaba (me suena mucho su libro "Voltaire in love" aunque no estoy seguro de haberlo leído) y que su novela más famosa y seguramente divertida no es ésta que he leído, sino una llamada "The pursuit of Love".

La que he leído me ha resultado ni fu ni fa. Me ha parecido una lectura ligera, sobre la clase media-alta inglesa de la época, de las que he leído cosas bastante mejores y más divertidas. Sin embargo, me apresuro a añadir que quizá me esté perdiendo cosas divertidas tanto por no ser inglés, como por no ser mujer. Igual una mujer hubiera pillado ironías que yo no pillo, lo mismo que un inglés, no digamos ya si se trata de una señora inglesa.

Los protagonistas iniciales de la novela son Jasper Aspect y el señor Noel, típicos señoritos desocupados de la época, a los que si no fuera por su carencia de medios seguramente les hubiera acompañado un mayordomo. Digo iniciales, porque el transcurso de la novela nos acerca a los personajes femeninos, que son en realidad los que más interés tienen: la guapa del pueblo, Anne Marie Lace; las dos ladys de incógnito, Poppy St Julien y Lady Marjorie, pero sobre todo la super-original Eugenia Malmains, líder de un movimiento estilo fascista, el Union Jack Movement.

Prácticamente toda la histora circula en torno al montaje de un desfile histórico (Pageant) y su celebración, que concluirá como mezcla de fiesta campestre, manifestación fascista y batalla campal, en una de esas mansiones con la que estamos familiarizados los que hemos visto pelis o series inglesas de la época. En este caso, se trata de Chalford House y dará nombre a la incruenta batalla entre los Union Jack y los llamados por éstos Pacifistas (que parecen una comunidad de artistas hippies).

Lo más llamativo de la novela es, sin duda, la perspectiva humorística, pero positiva, que tiene del movimiento fascista citado. De hecho, son los vencedores de la anterior batalla y su lideresa, la ya citada Eugenia, no puede evitar concitar las simpatías del lector. He aquí su fino análisis sobre los no arios: "A non-Aryan is the missing link between man and beast. That can be proved by the fact that no animals, except the Baltic goose, have blue eyes." La publicación del libro le costó más de un disgusto con sus familiares fascistas, lo que prueba que se estaba burlando de ellos, y, sin embargo, con la perspectica actual, no se comprende la simpatía con que lo contempla. Digamos que en 1935, cuando se publicó, aún se podía ver el movimiento Nazi con esperanza; de hecho, no olvidemos que Hayek escribe y dedica su "Camino de servidumbre" a sus colegas de LSE obnubilados por las ideas de Hitler.

Me resultó graciosa esta fina ironía que capta perfectamente la actuación de un varón en busca de caza: "Jasper, who had a great many subjects in common with Mrs St Julien, when alone with her, and who could, he felt sure, have made a most pleasing impression on Lady Marjorie under the same circumstance, found it strangely difficult to deal with the two of them together."
 
Y también dejo aquí esta frase pronunciada por un lord, que me parece perfectamente aplicable a la España de los últimos 15 años: "I don’t know which are more Socialistic, the Labour people or these milk-and-water White-Paper, lily-livered, black-hearted, so-called Conservatives." (póngase PSOE en vez de Labour, y PP en vez de conservatives).
 
 Como decía, una corta novela que me ha dejado frío, aunque con algunos mimbres interesantes, lo que hace que no desdeñe la posibilidad de leer su obra cumbre, la ya dicha "The pursuit of love", en el futuro. Pero de momento, no, aunque sigo con escritoras inglesas. 

jueves, 25 de junio de 2020

Le mystère de la sombre zone, de Pierre Siniac

NOTA IMPORTANTE: Leí este libro pensando que se trataba de la obra "El enigma de la habitación 622" de Joël Dicker, pero en realidad se trataba del que da título a esta entrada.
Parece que la picaresca también llega a los ebooks, y algún listillo aprovecho para colocar esta basura como si fuera de Dicker, aprovechando algunas coincidencias. Gracias a Carlos, que dejó comentario en la entrada, me di cuenta del error, y procederé a leer la obra verdadera.
Dejo el texto que escribí en su momento sobre el libro, aunque obviamente no proceden las referencias deprecatorias a Dicker. Al menos no por este libro, ya veremos que nos depara la lectura del suyo.


Joël Dicker saltó a la fama con su novela "La verdad sobre el caso Harry Quebert". Se trata de una magnífica novela de misterio, entrelazando pasado, presente y literatura. No es un prodigio de la literatura, pero una novela original y apasionante, que hacía de Dicker un escritor digno de seguimiento, más con la relativa escasez de literatura contemporánea en francés. El siguiente libro que publicó, "El libro de los Baltimore" presentaba similares ingredientes, pero era bastanta más flojo y se desinchaba conforme avanzaba. Por ello, cuando salío "La desaparición de Stephanie Maller" no me lancé en picado a su lectura, aunque sí tenía planes de leerla.

Y en eso llegó este "El enigma de la habitación 622", recién publicado en español, y decidí irme directamente a por él para estar al día. En mala hora. Este es uno de esos libros que da vergüenza leer de lo malo que es, es malo hasta parecer una tomadura de pelo al lector. Y aunque entiendo que al escritor no le dé vergüenza escribirlo, sí debería darle al editor publicarlo, porque es evidente que lo único atractivo de este libro es el nombre del autor (de momento) y que han ido a sacar pasta con la publicación de pura bazofia bajo tal bandera. Allá ellos. Yo, después de esto, archivo a Dicker en el cajón del olvido.

El título evoca obviamente a la gran obra de Gaston Leroux, "El misterio del cuarto amarillo", con cuya re-lectura tampoco disfruté demasiado, como se puede ver aquí. En todo caso, hay una par de referencias explícitas en la narración, por si alguien tiene dudas de que esta novela pretenda ser un homenaje o una parodia, que no está claro.

El problema principal es que las premisas de partida son tan retorcidas y tan kafkianas, que es imposible que Dicker consiga la complicidad del lector, algo fundamental en este tipo de novelas. El lector tiene que estar dispuesto a tragar alguna rueda de molino para obtener posterior satisfacción de la resolución del misterio. Pero si tiras demasiado de la cuerda, al final se rompe, y una vez rota, la novela solo la terminan tipos irredentos como yo como no pueden dejar sin terminar un libro empezado.

Resumen de las premisas: un millonario excéntrico, Podorovieff, organiza un torneo de ajedrez para designar heredero a su muerte. Lo que pretende es dejar su herencia a aquel de los 12 jugadores convocados que sea capaz de repetir la partida magistral que Podorovieff ganó al gran campeón Mussorgski en 18 movimientos; nadie conoce esa partida porque Mussorgski murió al tiempo que la perdía (primera rueda de molino). El torneo se celebrará en una mansión ("La Sombre Zone") que tiene celdas usadas en la revolución Francesa; cada jugador jugará su partida sucesivamente en la única celda superviviente, en la que solo hay un teléfono, un ajedrez y una mirilla, pero los 12 jugadores tienen que estar en la casa (otra rueda de molino). Pero la más gorda está por llegar: resulta que al principal favorito del torneo, Dezessarts, le quiere matar su ex mujer, literalmente, ya lo ha intentado dos veces en el momento que empieza la novela; pues nada, ahí que aparece la moza en la mansión de Suiza junto con los demás jugadores; es más, lo hace tratando de matar, tercer intento, a Dezessarts mediante el sutil procedimiento de lanzarle una roca desde una altura, en la mejor tradición del Correcaminos y el Coyote.

Llegados a este punto, uno no sabe si esto es de coña o es que directamente el autor le está tomando el pelo. Las sospechas (de que te esté tomando el pelo) se incrementan cuando, por fin, ocurre la muerte, y constatamos que no hay intención de llamara a la policia, porque entre los participantes en el torneo hay un comisario retirado y un forense, que, casualmente, se han llevado sus equipos de investigación.
Y qué decir de esta frase, que nos casca el autor con toda seriedad, referido a un funerario: "Son commerce était florissant puisque situé dans le Nord, où il a été prouvé que l’on meurt davantage que dans le Midi." ("Su comercio florecia por estar situado en el Norte, donse se ha comprobado que la gente muere más que en el Sur"). Si hubiera más frases como ésta, se podría dudas sobre si el libro es realmente una novela cómica. Pero solo hay esta.

Con todo, el lector avezado, aguantará el planteamiento estoicamente en la espera de una ingeniosa resolución del misterio, ese misterio que ha requerido tan extremas condiciones de contorno. No lo revelaré, pero sí que diré que es el colofón ridículo que cabía esperar a este libro, aumentado por el hecho de que la solución nos la cuenta la hija muerta de 4 años (por cuya muerte su ex mujer odia a Dezessarts) desde el cielo.

Este libro es a evitar, no hay nada aprovechable. Yo me tragaré la vergüenza de publicar haberlo leído en aras de dejar este aviso a futuras generaciones y a las presentes que se vean tentados a leerlo.

domingo, 21 de junio de 2020

Ante todo criminal, de Juan Aparicio Belmonte

Empiezo a pensar que la novela española está en crisis, y la reciente muerte de Carlos Ruiz Zafón, quien me reconcilió con la narrativa española contemporánea con su maravillosa "La sombra del viento", no ha hecho más que intensificar y dar urgencia a la sensanción.

Revisando mis lecturas de los últimos dos años, observo que he dado oportunidades a varios escritores españoles de novela, y ninguno de ellos ha conseguido atrapar mi interés, con la excepción de Karina Saiz Borgo, de la que habrá que esperar una segunda novela para ver si mantiene el tipo. Y, claro, con la muerte de Zafón y la cuasi invalidez literaria de Falcones, va empezando a ser necesario que surja algún relevo en mis gustos, que se una Posteguillo, Mendoza (éste cada vez más irregular) o Marías (aunque de éste ya me canso de leer siempre lo mismo, y de hecho aún no me he animado con Berta Isla).

Juan Aparicio Belmonte es la última víctima de este proceso. Me hago con la novela por ser supuestamente de humor (mi punto débil), y me encuentro con un libro que empieza siendo inclasificable para acabar con escaso interés y poco alarde literario. El interés inicial le viene de la combinación entre narrador en primera persona de una investigación sobre el propio narrador, y otra narración de eventos algo extraños, pero conectados con la investigación. A no mucho tardar, nos damos cuenta que esa segunda narración es la novela que el propio narrador ha escrito y que es la pista que una comisaria de la policia está utilizando para imputarle el asesinato de un tal Manzaneda.

Este Manzaneda (Peral en la novela del narrador) es un millonario, aficionado al Real Madrid, que le encarga una historia del club blanco, en la que demuestre su origen y tradición republicana, únicamente empañada por el calificativo Real; es más, Manzaneda sostiene que el Atlético de Madrid el equipo verdaderamente franquista, como lo prueban sus orígenes como Atlético de Aviación.

Los personajes principales son Samuel, el narrador y escritor-camello; Sara, la comisaria en excedencia forzosa que se dedica a perseguirle cuando no están haciendo el amor; Marisa, la ex-mujer de Samuel de característicos ataques psicóticos durante las reglas, y Esteban, marido de Sara y abogado corrupto al servicio de la mafia colombiana, que es también la que da trabajo de camello part-time a Samuel.

Poco más que contar. Algún momento cómico hay, pero no me atrevería a decir que con este libro te ríes. Es gracioso, por ejemplo, que en la novela interna "nuestro hombre" contrate detectives para que le sigan y entretenerse por las noches leyendo los informes sobre su día. O que les plantee a dos policías, ya terminando el libro, si los dos son "polis malos", a lo que le responden que no, que los dos son "polis buenos". También referirse así a "su mujer, su inmiente viuda", en el momento en que la esposa está acabando de matar a su marido.

En cuanto estilo narrativo, tampoco hay mucho que destacar. Por un momento, parece que vuelve Sancho Panza, con unos cuantos refranes ("Pueblo pequeño, infierno grande"), pero poco dura la cosa, aunque incorpore también esta frase capicúa casi al final: "si la belleza es el poder de las mujeres, el poder es la belleza de los hombres." Y me introduce a la palabra "conticinio", que desconocía hasta el momento. A cambio, habla de las consolas "Hatari" y le traiciona esa H, pues todos sabemos que la marca era ATARI.

Por referirme a algo positivo, recojo un par de ramalazos anarcocapitalistas, como cuando dice lo de "policía corrupto, valga la redundancia", o la constatación de que el retorno del capitalismo devuelve la seguridad al pueblo de chabolas en que Samuel consigue su mercancia cuando actúa de camello, o la preocupación de que "estamos en manos de auténticos majaderos", al ver cómo la policía práctica un registro en la casa de Marisa.

Cierro con este tropo que no sé si es gracioso o absurdo, pero en todo caso llamativo: "La inseguridad, o sea el miedo, es la madre del egoísmo, y la maldad es la hermana mayor de la envidia, y la envidia tiene la misma naturaleza que la soberbia —son gemelas, siguiendo la línea temblorosa del tropo".

viernes, 19 de junio de 2020

Das Mädchen vom Goldenen Horn, de Kurban Said

Segunda y me temo que última novela que voy a poder leer del autor, porque su restante obra es a base de libros de no ficción, que no digo que no vaya a leer, pero que ya no serán novelas. Confirmado que Kurban Said es el seudónimo de Essad Bey / Lev Nussimbaum, pues en esta edición se incorpora un resumen de su biografia. De la lectura de la misma se puede deducir que sus dos novelas tienen rasgos bastante autobiográficos.

Para el lector despistado, recordaré que la otra novela del autor es Ali und Nino, una verdadera maravilla que leí hace poco, y que de momento  ha sido el descubrimiento del año, tanto novela como autor, al que calificaría como un Amin Maalouf en alemán.

En este "Muchacha del Cuerno del Oro", se mantiene el nivel literario y de interés que ya suscitó en mí Ali und Nino. Aunque la historia es muy distinta, como lo es el punto de vista del narrador, el tema fundamental de diferencia entre Oriente y Occidente se mantiene idéntico.

En esta ocasión, la protagonista es una princesa turca, huída de Estambul a Berlin tras la caída del imperio otomano. En la capital alemana se dedica al estudio de lenguas orientales (impresionante dominio de las mismas por Kurban Said, como demuestra en el primer capítulo de la novela). "Sie sprach türkisch – die Sprache der Ahnen, sie sprach arabisch – die Sprache Gottes , und sie sprach persisch, die Sprache der Liebe." ("Ella hablaba turco, la lengua de sus ancestros; hablaba árabe, la lengua de Dios, y hablaba persa, la lengua del amor"). Con esos mimbres, el padre de Asiadhe, un pacha turco transformado en comerciante de alfombras, no duda en decirle en una fiesta de expatriados: "Der ganze Saal will dich heiraten, Hanum", y, de la misma forma que en Ali und Nino Said consigue que todos nos enamoremos de Nino con una frase, aquí hace lo mismo con Asiadeh y esta otra.


El caso es que Asiadeh está prometida al heredero del trono turco, que vive en New York bajo el nombre de John Rolland dedicado al cine. Cuando Asiadeh conoce al Dr. Hassan, médico divorciado vienés, y se enamora de él, pedirá permiso a su príncipe antes de casarse, cosa que éste le dará sin titubeos, porque el mundo ha cambiado.

Y desde este mismo momento comienza la confrontación Oriente-Occidente. Para la princesa turca, la profesión de médico es de baja estofa, y no comprende como siquiera puede tener coche. Sus poderes quedarán más esclarecidos cuando, en su luna de miel por Belgrado y Sarajevo, antiguos dominios del pachá, Hassa es capaz de curar a un Derviche, hombre sagrado, al que todos daban por muerto. Asiadeh pasa a contemplar a su marido con nuevo héroe, capaz de rescatar al vivo de la muerte, "Asiadeh blickte auf Hassas Hände, die Säbel und Speere zu führen verstanden, die so ganz anders waren als die klirrenden Waffen der Janitscharen."

En el retorno a Viena, el contraste crece, no sin anter deleitarnos con esta comparación: "Diese Stadt ist wie ein weißes Mädchen an der Brust eines schwarzen Sklaven" El momento culminante quizá sea ese en que el Dr. Kurz, amigo de Hassa, trata de violar a Asiadeh; y ante la queja de ésta a su marido, contempla sorprendida como, en lugar de matarle, Hassa le cura la oreja que Asiadeh le ha mordido en defensa propia. De la vida en Viena hay que quedarse con las escenas festivas, la Navidad, el Carnaval y también una imaginada escena de imposición del manto del Profeta. En ellas brilla el talento descriptivo de Said, capaz de meternos en los salones vieneses con una facilidad inusitada.

En paralelo, el príncipe turco exiliado, decide viajar a Europa por diversos motivos, siempre en crisis por su situación y su pasado. Su curiosidad le llevará a contactar con Asiadeh (en Semmering, montañas al sur de Viena) y a tratar de reclamar lo que debió ser suyo. Ello conlleva la confusión de Asiadeh, partida entre dos mundos: "Pflicht und Schande, Ehre und Lust waren plötzlich in einem wirren Bündel verflochten, und sie wußte nicht mehr, ob die Pflicht sie zum Prinzen zog oder die Liebe bei Hassa zurückhielt". ¿Cómo cumplir su destino principesco y al mismo tiempo mantener la fidelidad debida a su marido? Si bien Asiadhe se mantiene firme en su compromiso, lo condiciona a tener hijos, la finalidad última de la mujer y la princesa. Said nos deleita con un maravilloso diálogo al respecto entre Asiadeh y su marido, en el que el doctor parece convencido de la necesidad, que, sin embargo, su profesión le impedirá llevar a cabo. Ello hace que Asiadeh se siente liberada de su compromiso y empiece a elucubrar sobre cómo salir de la situación, lo que conseguirá con la inopinada ayuda de Marion, la ex-mujer del doctor, secundaria de lujo en esta novela.

El último capítulo del libro es una verdadera maravilla, y por si solo justifica esta lectura. Se trata de una carta que escribe Asiadeh a su padre, contándole en resumen toda la historia del libro y los últimos sucesos que la novela no llega a contar. Vamos, como el final de La La Land. El escrito comienza con una frase tan espectacular como ésta: "Ein Papier, ein Briefumschlag, eine Briefmarke, und Raum und Zeit sind überbrückt und Du liest die Gedanken Deiner Tochte" ("Un papel, un sobre, un sello, y saltamos sobre tiempo y espacio, y tú lees los pensamientos de tu hija").

La novela también tiene algunas reflexiones de bastante profundidad sobre la oposición república-monarquía, o sobre la relación del hombre con la naturaleza en Oriente y Occidente ("In der Bändigung der Naturkräfte gewinnt er seine Freiheit und seine Sicherheit"), reflexiones que no han de extrañar una vez conocemos que Said fue también periodista y analista. Del presente, se nos dice:

"Alles Gegenwärtige ist aus den Trümmern des Vergangenen errichtet. Fatih Mohammed zerstörte Byzanz und errichtete Istanbul.", con lo que Asiadeh justifica su amistad con la ex de su marido, Marion, algo incomprensible para éste y sus amigos. Y del amor, citando al poeta persa Hafiz, "Von der Liebe spricht man nicht, von der Liebe sprechen die Hände, die Augen, der Schleier, der in der Hochzeitsnacht herabgleitet" ("Del amor no se habla, del amor hablan las manos, los ojos, el velo, que se retira en la noche de bodas").
Y tampoco quiero olvidar la larga referencia al "Libro de la Sabiduría" de Usama ibm Munkyz, quien en la edad Media se infiltró en el reino de los francos, y en el libro citado nos cuenta sus sorprendentes costumbres a la luz de un creyente. Asiadeh reflexionará en su lectura sobre como toda la historia parece recurrir una y otra vez: "Nichts vergeht in der Welt des irdischen Kreislaufs, Gedanken, vor Jahrhunderten gedacht, leben weiter, führen ein unwirkliches Dasein im Staube der Bibliotheken, in den gelblichen Bogen alter Manuskripte. Plötzlich verwandeln sie sich in lebendige Taten, in erdhafte Geschehnisse, und weiter geht der schattenhafte Reigen, der den Erdball umfaßt wie ein Ehering den Finger." Trato de traducirlo, aunque pierde mucho: "Nada se pierde en el mundo de los ciclos de la Tierra, pensamientos pensados hace siglos, siguen viviendo, tienen una vida sin consecuencias en el polvo de las bibliotecas, en los rollos amarillentos de antiguos manuscritos. De repente, se transforman en hechos vivos, en sucesos terrenales, y así siguen en corros de sombras, que rodean a la Tierra como una alianza al dedo".
 
Me ha entusiasmado esta novela, como ya me pasó con Ali y Nino. Una pena que no escribiera más del género. Ahora toca echar un vistazo a su obra de no ficción a ver si merece la pena. Para el lector interesado, me temo que no haya traducción al español, pero sí que la hay de la recién citada, así que, de verdad, lea aquella. 

jueves, 11 de junio de 2020

Farewell the Trumpets (Pax Britannica III), de Jan Morris

Como indica la primera palabra del título, este volumen es el que despide la trilogía Pax Britannica, de la periodista Jan Morris. Me entusiasmó el primero de ellos, me dejó frío el segundo, y este, aunque mejora, sigue sin llegar al nivel del primero. La causa la tengo identificada: cuando Morris narra acontecimientos, te absorbe y te los hace vivir como si estuvieras allí; pero cuando se pone a contar costumbres o estructuras, su estilo parece superficial y anecdótico, no llega a calar. Como este tercer volumen aporta capítulos de ambos tipos, mejora al segundo, muy enfocado en costumbres, pero no alcanza al primero, que es casi todo de historia.

El volumen se inicia tras el Diamond Jubilee que sirve de eje de la segunda entrega. Asistimos aquí a los últimos episodios de expansión del Imperio, como por ejemplo la carrera a Fashoda contra un batallón francés para hacerse con el dominio del bajo Nilo, o a la segunda guerra Boer para incorporar las dos repúblicas de estos, Transval y Orange Free Country, a la corona. Este último episodio, que aparentemente se veía como una marcha triunfal para los ingleses y cuyo comienzo celebrarían como posteriormente lo harían otras naciones con la Primera Guerra Mundial, termina siendo un verdadero desastre humanitario y bélico, que, aunque saldado con el triunfo inglés (el desequilibrio de fuerzas era brutal), hace ver a los ingleses las miserias del militarismo. De hecho, ello explicaría la falta de entusiasmo del ciudadano inglés por la Guerra Mundial citada.

También es muy interesante el episodio de la marcha o guerra del Tibet, liderada por Younghusband bajo el auspicio del vicerrey de la India Curzon. Tiene tintes épicos, y culmina con la llegada del primer occidental al Lhasa, siempre para frenar una hipotética amenaza rusa.

Y con ello se planta el imperio en la Primera Guerra Mundial. He de decir que, tras la lectura de este libro, concluyo que esa dimensión global de tanto esta como de la Segunda, se la dio en gran parte el imperio británico, pues la lucha contra Inglaterra exigió frentes en todas las partes del mundo. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial "Hong Kong, Burma, Malaya, Singapore, many islands of the Pacific, were taken by the King’s enemies. Egypt was invaded, Australia was bombed, Malta was almost obliterated, enemy submarines penetrated the harbours of Sydney, Muscat and St Lucia. Even the frontiers of India...".

De esta Primera Guerra Mundial saldría Inglaterra con el imperio en su cénit, tras brillantes maniobras en Oriente Próximo, más en concreto, la victoria sobre el imperio Otomano en Tel Megido. Ello, junto a las maniobras de Lawrence de Arabia y algún otro alto funcionario inglés (Ingram), dejaron en manos de Inglaterra todo el Oriente Medio y Próximo, la conexión entre Europa e India asegurada. También nos cuenta Morris el episodio menos complaciente de Gallipoli y los fracasos de la flota británica, hasta ese momento invencible, en la toma del estrecho de Dardanelos.

En el periodo entreguerras empieza la toma de conciencia de las distintas colonias y su camino a la independencia. Morris nos narra de forma detallada los problemas en Irlanda, con el armamento de los protestantes del Ulster y de los católicos, y el "Easter Rising" durante la Primera Guerra Mundial, saludado por los ingleses como verdadera traición en tiempos de guerra. Pero donde se deposita toda su atención es, como no podía ser de otra forma, en India, verdadera base y justificación de todo el imperio, como ha insistido en toda la obra.

La narración empieza con la masacre de Amritsar, y terminará con las decisiones de Mountbatten partiendo el subcontinente en India, Pakistán y Bangladesh, y las matanzas consiguientes, muy superiores cuantitativamente a la primera. Por medio, claro, tenemos la figura de Gandhi, con quien Morris no es completamente acrítica: "Though Gandhi came to command a universal audience, he was specifically a man of his time, place and opportunity."Mi episodio preferido, que desconocía, es el de la marcha de la sal, en que Gandhi usa su técnica de Satygraha (resistencia pacífica) para denunciar y oponerse al monopolio inglés de la sal. La verdad es que la idea es sencilla y brillante, y tuvo mucho rédito. Y es que el monopolio de la sal, como todos los monopolios legales, era fragantemente injusto y, gracias a Gandhi, todo el mundo pudo observar lo que significaba.

En esta fase final del imperio, Morris nos cuenta algunos fracasos, como el intento trágicamente fallido de montar una red de dirigibles; algunos éxitos sin consecuencia, como la llegada a la cima del Everest (nombre que le viene de un General Surveyor de la India, sir George Everest), y el papel de algunas mujeres notables, como la exploradora Mary Kingsley o la poderosísima Gertrude Bell, a la que se dedicó este cuarteto:
"From Trebizon to Tripolis 
She rolls the Pashas flat, 
And tells them what to think of this,
 And what to think of that."
 
Con esto nos plantamos en la Segunda Guerra Mundial. Sabremos que El Caíro pasó a ser la verdadera capital del imperio, pues toda la estrategia inglesa pasaba por asegurar las comunicaciones con India, y asistiremos a episodios bélicos heroicos, como la batalla de Malta, o menos edificantes, como la rendición de Singapur. En todo caso, así como la Primera Guerra Mundial puso fin a los imperios otomano y austrohungaro, la Segunda pone fin al británico. Las nuevas relaciones mundiales de poder quedan en manos de EEUU y la URSS, dos imperios con perspectivas completamente diferentes: el de EEUU basado en la autodeterminación de los pueblos, el de la URSS en el comunismo y la revolución proletaria.

El imperio se disuelve en la Commonwealth, sobre todo tras la independencia de India, compuesta por naciones independientes iguales, que solo tienen en común al rey o reina. No obstante, los últimos reductos del imperio permitirán al gobierno laborista de los 50 hacer lo que hacen todos los gobiernos socialistas: expandir burocratización y crear "riqueza" a base de arruinar al país. Así, nos dice Morris, se amplió el "Colonial Service" a unos 6500 funcionarios, seis veces más de los que se habían necesitado para gestionar India.

Más grave aún, la universidad inglesa conoce episodios de amplificación del comunismo en sus propias colonias. Nos dice Morris: "In England a West Indian Communist agent, George Padmore, instructed generations of young Africans, who went to England to study medicine or the principles of Common Law in the Mother Country, and went home politically indoctrinated from Moscow.
 
Así que los últimos estertores del Imperio llegan a la indignidad ("With what good grace Her Royal Highness went in to dinner on the arm of a tribal politician of Marxist leanings until recently imprisoned with hard labour in a desert penal camp for subversive activities against the Crown!"), destacando el fracaso en la pacificación de Palestina y la retirada del canal de Suez tras la nacionalización por Nasser. Por cierto, sobre ambos episodios coge el relevo narrativo Amin Maalouf en su reciente "El naufragio de las civilizaciones".
 
Y colorín colorado, la historia del imperio Británico se ha acabado. Esta trilogía me ha gustado bastante, aunque no tanto como hacía presagiar el primer volumen. Recomiendo su lectura a todos los amantes de la historia, de Inglaterra y de India, aunque quizá convenga no hacerla del tirón como ha hecho un servidor.
 

martes, 9 de junio de 2020

Todo es Obvio ("Everything is Obvious"), de Duncan Watts

Este libro me ha resultado super-interesante e instructivo. Me gusta el estilo sobrio del autor y el manejo que hace teorías psicológicas y sociológicas, en este caso, para explicar los límites del "sentido común" de cara a su aplicación a problemas sociales, como pueden ser política, planificación o marketing. Porque, como nos dice Watts, para reivindicar la utilidad de la sociología como algo más que un conjunto de obviedades, "The paradox of common sense, therefore, is that even as it helps us make sense of the world, it can actively undermine our ability to understand it."


El punto de partida es la definición de lo que llamamos sentido común, que Watts asimila a un conocimiento colectivo tácito, y define con más extensión como un "loosely organized set of facts, observations, experiences, insights, and pieces of received wisdom that each of us accumulates over a
lifetime, in the course of encountering, dealing with, and learning from, everyday situations." El sentido común es una herramienta indispensable para nuestro día a día y resuelve de forma efectiva y rápida las situaciones que confrontamos constantemente; es inexplicable, y varía muchísimo entre lugares y culturas, pero nos permite de forma automática identificar los factores relevantes en cada situación, de entre la miriada de posibilidades ("the list of potentially relevant facts and rules is staggeringly long. Nor does it help that most of this list can be safely ignored most of the time—because it’s generally impossible to know in advance which things can be ignored and which cannot"). Es por ello que resulta imposible su réplica con inteligencia artificial.

Sin embargo, el sentido común no es útil para anticipar el comportamiento de muchas personas en lugares alejados en el tiempo o en el espacio, y estas es quizá la tesis fundamental de su libro. Aplicar el sentido común a decisiones sociales, políticas y empresariales es una receta para el desastre. A grandes rasgos, son tres las razones que da Watts para justificar esta afirmación:
1) Nuestros sesgos psicológicos cognitivos. Efectos como "priming, framing, anchoring, data availability, motivated reasoning, loss aversion" hacen que nuestro pensamiento sea muy poco fiable.
2) La sociedad humana tiene propiedades emergentes que son imposibles de explicar a partir de los rasgos individuales. Es delicioso el ejemplo en que nos explica cómo la Mona Lisa ha llegado a ser el cuadro más famoso de la historia, algo que ocurrió en el siglo XIX y a raíz de su robo, y que no se podría haber anticipado por sus características técnicas. Desarrolla asimismo los "modelos de ventaja acumulativa", en los que diminutas variaciones iniciales de algunos parámetros pueden explicar divergencias enormes en resultados.
3) Los fenómenos sociales se explican muchas veces mejor por la estructura de las redes sociales que por las características concretas de los individuos. En este caso, el ejemplo en que se soporta es el de los "small worlds" o "principio de los seis grados de separación", que nuestro sentido común atribuye erróneamente a determinados individuos hiperconectados.

Una vez establecido por qué el sentido común no ayuda en determinadas explicaciones, Watts desarrolla dos casos en que estas limitaciones son aparentes: la Historia (como disciplina científica) y las predicciones.

Al respecto de la historia, nos explica que el sentido común nos lleva a caer en la falacia post-hoc, alimentada por dos sesgos psicológicos, "creeping determinism" y "sampling bias". Realmente, la Historia consiste en contar historias que cumplan con los hechos conocidos, algo en lo que nuestro sentido común es extraordinariamente bueno. Pero, claro, es imposible que esa sea la Historia real, puesto que las personas que las vivieron no podían apreciar en esos momentos lo que estaba pasando, pero es que tampoco se puede establecer su sentido hasta observar sus consecuencias en el futuro.

Y respecto a las predicciones, el problema no es tanto que seamos malos o buenos haciéndolas, sino que no sabemos distinguir cuáles hacemos bien de cuáles hacemos mal. Más aún, ni siquiera sabemos qué es lo relevante predecir, hasta que vemos los acontecimientos de forma retrospectiva. "Making the right prediction is just as important as getting the prediction right."

Llegados a este punto, y ya alerta sobre las deficiencias que presenta el sentido común para las decisiones sociales y políticas, Watts propone fórmulas para tratar de disminuir sus nocivos efectos. Siendo muy sintético, sus formulas se resumen en nunca fiarse de uno mismo para estas decisiones, sino tender a basarse en datos externos, cosas que se puedan medir, y también en opiniones de varias personas, cuantas más mejor ("poll many individual opinions—whether experts or not—and take the average").

Al respecto de las predicciones nos dice que hay límites estrictos sobre la exactitud con que podemos predecir. Pero, lo positivo es que "it seems that one can get pretty close to the limit of what is possible with relatively simple methods". Lo que es coherente con el método de valoración tan sencillo que usa Paramés para sus inversiones en valor, como ejemplo.

Otra recomendación, inspirada por la estrategia que sigue Zara, del gran Amancio Ortega, es, en vez de tratar de anticipar el futuro, "improve their ability to learn about what is working right now."

Y en uno de los últimos capítulos utiliza los efectos "Halo" y "Matthew" para explicar el éxito diferencial de unos individuos respecto a otros, que en muchas ocasiones no se puede explicar por una diferencia similar de talento, dejando así mucho de explicación a la suerte (esos modelos de ventaja acumulativa). Aunque sigo el razonamiento, y lo comparto en gran parte, yo sí creo que las individualidades cambian el mundo, frente a lo que parece decir Watts de que cualquier otra persona en la misma situación hubiera tenido el mismo efecto. No creo que todos tengamos la misma resistencia a la hora de superar barreras, ni el mismo entusiasmo en la búsqueda de objetivos, y eso puede ser la diferencia entre conseguir algo o no.

Finalmente, Watts aplica sus desarrollos al mismo estudio de la sociología, que se ve afectado por los problemas descritos. "When the subject is human behavior, it is actually hard to imagine anything that social scientists could possibly discover that wouldn’t sound obvious to a thoughtful person, no matter how difficult it might have been to figure it out.". No obstante, reconoce con Internet y las redes sociales, las posibilidades de experimentación en sociología han cambiado radicalmente, lo que quizá permita en el futuro cierto grado de verificación en las "teorías de rango medio" (similares a las predicciones de patrones de Hayek, a quien, por cierto, cita), que son las únicas que de forma realista cabe esperar en sociología.

Como ya he dicho antes, creo que Watts desarrolla magníficamente su tesis, de forma rigurosa, ordenada y amena. Ahora bien, lo que quizá no interese a tanta gente es el tema que desarrolla. A mí me parece imprescindible para interesados en epistemiologia, sociología y, quizá, psicología.

lunes, 8 de junio de 2020

El koala asesino ("The killer koala"), de Kenneth Cook

Ya lo he dicho montones de veces, otra vez más: siempre estoy en caza y captura de novelas de humor. Cualquier lectura (o serie, o película) que prometa unas risas, es digna de mi atención. Este libro es otro ejemplo, en este caso, de humor procedente de las antípodas. Kenneth Cook es un periodista australiano, muy atento a los detalles cómicos y con muchas aventuras y aventurillas que contar. Aquí nos cuenta algunas, normalmente relacionadas con animales.

Como digo, son vivencias verídicas suyas, alguna de las cuales le cuesta contar tal cual, puesto que "
The situations that one observes almost invariably have to be changed radically, simply because they are unbelievable." En la mayor parte de ellas, aparecen uno o varios animales, normalmente cocodrilos y serpientes, aunque también hay camellos, algún elefante y, por supuesto, el koala que da título al libro. 
 
Aparte de esto, muchas de las situaciones que nos cuenta parecen de verdadera vida o muerte, con una fina línea entre la comedia y la tragedia, que solo el pragmático espíritu australiano deja en anécdotas. Tenemos una accidentada sesión de submarinismo, una visita a una mina con carga de demolición incluida, una embestida de un jabalí y, por supuesto, unas cuantas raciones de serpientes y un par de cocodrilos. En todas ellas, parece que la vida del narrador habría estado en juego, sin olvidar el episodio del koala. De estos nos dice que no le gustan porque son "nasty, cross, stupid creatures without a friendly bone in their bodies". Y es que un tema constante del libro es el respeto a la naturaleza, en el doble sentido de que hay que cuidarla, pero también cuidarse de ella. Vamos, que los animales son muy bonitos, pero también muy peligrosos.
 
Otro tema común son las visitas a los bares perdidos en la inmensidad de Australia. Nos confiesa Cook que "The main cause of trouble in my life is that I keep running into friendly people in bars.". En un pueblecillo de mineros de opalo, Coober Pedy, esto le llevará al episodio de la mina antes citado, pero también a asistir a la ingesta de 100 cervezas (stubbies) en una hora por un tipo barrilete. En otro de estos bares, tras la aparición de una peligrosa serpiente, contemplará el salto al otro lado de la barra con cierto grado de proeza: "It says much for Australian fortitude that four of them got there with full glasses of beer still in their hands."

Dos son mis episodios favoritos: el del enema del elefante, que es hilarante, en parte porque el dueño del elefante se refiere a la caca como "activos/assets". Así pues, el problema del elefante en términos económicos se formula así: 'There's about a tonne of assets blocked in the pipeline.' Tras la aplicación exitosa del enema, obvios es decir que todos estos activos se hacen "líquidos".

El otro es sobre un aborigen y un camello, encontrados en mitad del desierto, y empieza así: "There are Aborigines and camels. Individually they are formidable. Combined they are almost lethal." Anticipo que la parte del peligro del camello es, sobre todo, su aliento.

Librillo entretenido para leer. No llega a la carcajada, pero sí a la sonrisa, y es algo revelador de la forma de vida en la salvaje Australia. 

miércoles, 3 de junio de 2020

Pax Britannica (Pax Britannica II), de Jan Morris

Segunda entrega de la trilogia de Jan Morris sobre el imperio británica. Ya dije que la primera entrega me había gustado mucho, así que rápidamente me puse con esta segunda, y sigo con la tercera última tras haber terminado ésta.

Sin embargo, he de decir que este volumen me ha dejado bastante indiferente. El estilo de Morris es el mismo, vivido, con sus frases punch y sus numerosas poesías, pero el tema no es tan interesante, o, quizá, no está tan bien tratado. Porque este segundo volumen no es una narración de hechos históricos (como el primero y espero que el tercero), sino una descripción del funcionamiento del Imperio en sus numerosas facetas, y siempre en torno a la fiesta del Diamond Jubilee- 60 años de reinado- de la reina Victoria. El problema es que el estilo de Morris no funciona igual para contarnos costumbres o normativas, por lo que se quede muchas veces en un cúmulo de anécdotas extraídas de los diversos rincones del imperio, sin llegar a obtener la profundidad deseada.

Por ejemplo, sería muy interesante entrar en algún detalle más del funcionamiento de la administración de la India en comparación con la de la India Británica, pues Morris llega a decir que era casi un régimen socialista, basado en monopolios de sal y opio, y en grandes límites sobre la propiedad privada (algo que también sucedía en Irlanda y seguramente contribuyera a las hambrunas que allí se producían). O conocer algo más sobre la "política de ferrocarriles"que tanto influyó en Canadá, aparte de los motes de las principales compañías: "the Dust and Rust (Dominion Atlantic Railway), the Get There Perhaps (Grand Trunk Pacific) or the Never Starts On Time (Niagara, St Catharines and Toronto)."

Tres temas están muy presentes a lo largo de la obra
-  La tensión entre el ideal del buen gobierno, el que daban los ingleses, y la del auto-gobierno de las colonias:"Their government was in nearly every case more just and more efficient than any conceivable substitute: but it was undeniably government by force—a situation repugnant to the deepest historical traditions of England, which no self-respecting Briton would ever tolerate for himself." Los ingleses pretenden con su llegada a los sitios conquistados un gobierno estable, de forma que en algún momento se puedan marchar dejando las normas; sin embargo, conforme pasa el tiempo se incrementa el caos que puede dejar su posible salida.

- La importancia de la Armada, de la Marina, en el mantenimiento del Imperio e incluso en su trazado, cuyo avance muchas veces viene exigido por bases para la Armada para asegurar las comunicacions con India. El criterio es el llamado "Two power standard", esto es, tener siempre una flota mayor que las de los dos países más poderosos. Este criterio cuantitativo se ve inerme para combatir la obsolescencia de la flota, quizá causa (o consecuencia?) del declive del Imperio.

La fortaleza de la Armada, no obstante, le resultará poca útil con las potencias europeas, en comparación con las cuales emerge la relativa debilidad del ejército. Afortunadamente, en las colonias africanas y asiáticas.
"Whatever happens we have got 
The Maxim gun and they have not."

- La preponderancia de India en la definición del Imperio Británico. Sí, puede ser que sobre sus territorios no se pusiera el sol, pero el imperio Británico era sobre todo la India. Canadá, Australia o África están a mucha distancia de dicha colonia, lo que se refleja también en el libro, que da a la India un trato cuantitativa y cualitativamente diferente. Así nos explica que toda la política internacional de Inglaterra estaba relacionada con la protección de la India, por ejemplo, las relaciones con Rusia o China.

Junto a estos temas, Morris parece tener claro que el Imperio se construyó sobre la ventaja competitiva que dio a Inglatera la Revolución Industrial (ventaja desaparecida ya en el momento del Jubilee), y que a su vez esta se construyó sobre el Libre Comercio ("The repeal of the Corn Laws had preceded by three years the repeal of the Navigation Acts—the one repeal admitting foreign corn into Britain without duty, the other ending the British monopoly of direct shipping routes within the Empire. Free Trade had triumphed, and the old economic meaning of Empire was lost."). Así pues, la rentabilidad del Imperio para Inglaterra no estaba nada clara: más bien parece que, como siempre, el Estado beneficiaba a algunos empresarios a costa del bienestar de los ingleses.

 
Uno de los temas que siempre me ha hecho mucha gracia es el de la idiosincrasia inglesa, ese llevarse sus costumbres, su té de las cinco, a todos los lugares del mundo, por muy diferentes que sean de su Inglaterra natal. La serie de películas cómicas "Carry on..." reflejan bien esta circunstancia, como también lo hace este libro cuando tiene oportunidad: "The Times, the club, leaving the gentlemen to their cigars, the stiff upper lip, bacon and eggs, walking around the deck a hundred times each morning, cricket, Abide With Me—all these were imperial emblems, symptoms of Britishness, parodied and envied everywhere." Hay también una cara negativa explicando el mantenimiento a ultranza de estas costumbres: "The British were aware that of all the peoples of the earth they were the most commonly resented, but a shell protected them, composed of pride, duty, shyness and a sense of membership."


Cierro compartiendo algunas curiosidades que he aprendido leyendo este libro:
- El nombre "Victoria": "with six Lake Victorias, and two Cape Victorias, with Victoria Range, Bay, Strait, Valley, Point, Park, Mine, Peak, Beach, Bridge, County, Cove, Downs, Land, Estate, Falls, Fjord, Gap, Harbour, Headland and Hill—setting such a seal upon the world, in cartography as in command, as no monarch in the history of mankind had ever set before."

- Pocos exponentes de arte imperial. Los más relevantes, el escritor Kipling y el compositor Elgar (sí, el de Pompa y Circunstancia). El principal legado imperial quizá sean los parques.

- La palabra Posh viene de las siglas de la ubicación más deseada en los trayetos de ida y vuelta a la India: "Port Outward, Starboard Home".

- Los irlandeses fueron siempre los más rebeldes frente al dominio inglés. Es por eso que el año del Diamond Jubilee, en Irlanda se celebraron otros muchos Jubilees, algunos rozando en los absurdo. Aparte de los desfiles, también se produjeron bastantes desórdenes civiles.

- Por último, una frase preciosa e irónica, para referirse a las doncellas inglesas que se mandaban a las colonias para proporcionar pareja a los ingleses allí destacados: Thus, refrigerated in purity, these perishable cargoes were shipped to the bounds of Empire, where lusty colonials presently defrosted them to perpetuate the breed."
Sigo con la tercera entrega, "Farewell the Trumpets".