lunes, 17 de febrero de 2020

El naufragio de las civilizaciones ("Le naufrage des civilisations"), de Amin Maalouf

De Amin Maalouf he leído y disfrutado todas sus noveles. Es un escritor magnífico, al que cuando lees en francés pareces estar leyendo a los antiguos poetas persas y árabes, como al que escribió Las Mil y Una Noches. Como me gustan tanto sus novelas, me he leído también otro tipo de obras, como "Las cruzadas vistas por los árabes" o más recientemente "Desorientés". Y tampoco me pude resistir a leer este "Naufragio de las civilizaciones" en cuanto me enteré de su aparición.

¿Por qué me hubiera resistido?, se puede preguntar alguien. Pues muy sencillo: porque Maalouf tiene una cierta deriva izquierdista, que jamás aprecié en sus novelas, pero que sí aflora con claridad en sus ensayos. En este, por ejemplo, el punto de partida de su preocupación es, por supuesto, la conjunción de Brexit, Trump y el crecimiento de la desigualdad, cómo no. También el cambio climático, aunque menos. Pese a ello, la calidad de la escritura y, sobre todo, el enfoque que le da, hace que la lectura sea muy recomendable y entretenidad.

Maalouf parte de que gran parte de las causas del naufragio que (según él) nos amenaza, son similares a las que causaron el de el Oriente Próximo que el conoció y en el que vivió su infancia. Y que, por tanto, deberíamos aprender de esa experiencia. Claro, con esta disculpa, nos puede contar muchas cosas biográficas, que es de lo mejor del libro. A ello añade su inquietud posterior y visión de los fenómenos internacionales obtenida trabajando como periodistas. La verdad es que ambas cosas le dan un punto de vista privilegiado para el análisis, con independencia de su sesgo.

Comienzo describiendo el Egipto de su niñez, su riqueza culturas y sus oportunidades, que compara con las de los Estados Unidos, Cuba o Australia de la época. Era un país cosmopolita y liberal, y ello se extendía a toda la región, alcanzando su Líbano natal. Todo este sueño se rompe con la llegada de Nasser, quien a cambio promete el panarabismo, ilusionando a muchas gentes, incluido el propio autor, quien se confiesa su admirador, pese a haber sufrido su familia la expoliación de sus propiedades en Egipto.

También el de Líbano se describe como un régimen ilusionante, que posibilita la convivencia de las comunidades, mediante ciertas garantías a aquellas más inquietas, que serán la semilla de su insostebilidad posterior. Descubro así como se repartían los cargos en el pequeño país, por ejemplo, que el Presidente tenía que ser maronita. Aquí nos descubre también como el enfrentamiento chiies-sunnies es algo que ha reaparecido recientemente (por ejemplo, eran mucho más frecuentes los matrimonios chiies-sunnies en su juventud que en la actualidad).

En pocas palabras, hasta Nasser, Maalouf sostiene que los países árabes eran similares a los países occidentales. Después de Nasser, el acontecimiento más traumático es la llamada Guerra de los 6 Días, en que Israel arrasó a la aviación de Siria y Egipto, infligiendo una derrota al panarabismo de la que nunca se recuperó, y que además fragmentó completamente el Levante transformándolo en el polvorín que ahora conocemos. A ello, se une otro acontecimiento más traumático para El Líbano, cual fue la aceptación de integrar en sus fronteras a la OLP, algo a lo que se opuso con firmeza y consiguió evitar Jordania, pero que en El Líbano no pudo ser detenido precisamente por esa cuidado de las comunidades a que antes me he referido.

Tras esta mirada a su tierra de origen, Maalouf levanta la vista hacia fenómenos más globales, y en concreto a 1979. Lo primero que hace es constatar la existencia del Zeitgeist: "Tous ceux qui vivent à une même époque s’influencent les uns les autres, de diverses manières, et sans en avoir habituellement conscience."

Malouf resalta dos acontecimientos que él llama revoluciones conservadoras: la de Thatcher en UK (muy ligada a la de Reagan en US), y la de los Ayatollahs en Irán. Establece una comparación entre ellas a cierto nivel, aunque no puede evitar reconocer que "no es lo mismo". Junto a estos dos acontecimientos capitales, resalta también la revolución de Deng Xiaoping en China y la llegada del Papa Juan Pablo II.

Aquí se le ve el sesgo y se le va un poco la pinza (llega a calificar la de Thatcher como revolución de los ricos contra los pobres). Y nos suelta esta frase para la posteridad: "La montée des idées issues de la révolution conservatrice anglo-américaine aux dépens de celles de la gauche allait rendre le modèle soviétique de moins en moins attrayant au cours des décennies suivantes, et freiner son expansion planétaire." O sea, lo que frena al comunismo es que sus ideas pasan de moda, no todos los muertos y la catástrofe económica y humanitaria que había supuesto en todos los países de implantación. Me parece una frase miserable e impropia de un tipo tan culto como Maalouf, pero ahí está, aunque sea a costa de Sholenitsyn, a quien seguro habrá leído.

Al empezar a dominar las ideas conservadoras (más libertad, más empresa), el marximo queda arrinconado. Y, atención, los países árabes pierden su oportunidad de engancharse al futuro mediante el marxismo, movimiento que sí había permitido la integración de musulmanes, judios y cristianos en una sola ideología. O sea, si le he entendido bien, al ponerse en duda el marxismo, que era lo único que unía a las diversas confesiones de estos países, se impidió la llegada de un régimen moderno (supongo que democrático) a Irán o Indonesia.

Claro, porque el discurso conservador posee una "tonalité identitaire – souvent fondée sur la religion, la nation, la terre, la civilisation, la race, ou un mélange de tout cela." En cambio, el discurso de izquierdas es global, "embrassant les prolétaires de tous les pays", o al menos lo era hasta que se han visto obligados a luchar contra el triunfante conservadurismo en ese mismo terreno de la fragmentación. "Lorsqu’une pensée est dominante, ceux qui ne la partagent pas doivent souvent ruser, et louvoyer, et feindre même d’accepter certains de ses principes, pour que leurs objections puissent être entendues."

Cualquiera que esté al tanto de lo que está pasando en España supongo que se quedará tan ojiplático como yo: decir que los valores conservadores son los identitarios, o que son los que dominan en el mundo, cuando aquí tenemos PSOE y Podemos fragmentando España en todas las dimensiones que se le ocurren (hablo de Cataluña, pero también del feminismo o de otros -ismos).

Pero volvamos con Maalouf, quien ya ha construido su narrativa para echar la culpa de todos los males al liberalismo en el que cree que vivimos. Y es que esas revoluciones conservadoras habrían impulsado los factores que fragmentan la sociedad frente a los que las cimentan; más grave aún, habría dado lugar a falsos cimentadores. Para Maalouf, la ideología dominante, insisto, el conservadurismo, está fundado en el "égoïsme sacré des individus et de leurs tribus" y ello nos lleva a que "les activités pécuniairement lucratives sont plus valorisées que celles qui sont socialement utiles" lo que conlleva "conséquences, dévastatrices, sont impossibles à maîtriser."

Son muchos los posibles factores que pueden unir un país: "le sentiment d’avoir un avenir commun, des ancêtres communs, des valeurs communes, voire un ennemi commun…". Maalouf destaca el papel cimentador de, tachán, el Estado: "Il contribue, de mille manières, à tisser des liens, ce qui renforce le sentiment d’appartenance commune" Y, claro, cuando se le denigra sistemáticamente no puede realizar este papel. Así que gran parte de los problemas que tenemos son de tener un Estado débil o poco respetado. No sé si echarme a reír o a llorar. Hay pocas dudas de que estamos viviendo la época de Estados más poderosos en la historia, solo hay que ver los recursos que mueven, tanto en términos absolutos como en términos relativos, pero el problema es que el Estado no puede hacer su función porque está bajo ataque de la ideología dominante.

Veamos como se traduce esta tendencia en el ámbito, por ejemplo, del cambio climático:"Ceux qui sont hostiles à toute gouvernance globale auront tendance à privilégier les arguments qui mettent en doute la réalité du réchauffement climatique et la responsabilité des activités humaines dans les perturbations. À l’inverse, ceux qui font confiance aux instances internationales auront tendance à croire aux chiffres les plus alarmants." O sea, que por supuesto hay cambio climático, pero cada uno mira los datos según su ideología.

Curiosamente, después de esta reivindicación del Estado, Maalouf se va a las principales amenazas del futuro (destacando, cómo no, la desigualdad), y aquí sí que constata nuestra tendencia a fiarnos de las autoridades que nos protegen, "et s’il leur arrive d’exagérer, nous leur accordons des circonstances atténuantes". Y también es consciente de que "Sauf que, dès lors que l’on a la technologie adéquate et un bon prétexte pour contrôler, on contrôlera.". Nos habla de un bloqueo de los anticuerpos a este tipo de acciones por las autoridades. Pero ¿no eran estos a los que había que dejar de denigrar para que no se perdieran los puentes que tienden entre los distintos individuos? Pues ahí están como la clara amenaza que son para nuestras vidas y nuestra convivencia. Maalouf tiene el clásico síndrome que voy a empezar a llamar "del socialista": le parece que el Estado hace mal las cosas y, por eso, hay que encomendarle tareas aún más importantes.

Aún no estando de acuerdo con las conclusiones de Maalouf, no puedo dejar de recomendar el libro: está muy bien escrito, aporta experiencias y reflexiones interesantes, y fuerza a su vez a la reflexión. Si tan solo supiera un poquito de teoría económica...Diré además que está bien trazado y ligado, y que aparecen recomendaciones adicionales de lectura.

Cierro con algunas de las frases que más meritorias me han parecido:
-"Dans une société où les minoritaires subissent la discrimination et la persécution, tout se corrompt et se pervertit."
- En la actualidad, "il devient difficile d’exercer son rôle de citoyen sans se référer à ses origines ethniques, à sa confession, ou à ses appartenances particulières."
- "Il est illusoire de penser qu’en se montrant radical, on fait taire les radicaux. C’est souvent l’inverse qui se produit."

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