lunes, 29 de mayo de 2017

Objetivo 4, de Germán Castro Caycedo

Este libro parece ser un best-seller en Colombia, donde el autor es bastante conocido. Se trata de un escritor muy centrado en temas locales, casi periodista, por lo que su fama no ha trascendido las fronteras del país americano. Vamos, que existen escritores colombianos que no son García Márquez.

En este libro se nos cuentan cuatro operaciones policiales contra bandidos colombianos, esto es, narcotraficantes, guerrilleros y del estilo. Y es que Colombia parece terreno abonado para esta clase de bandas, sobre todo por la orografía, por lo que no tengo muy claro qué recorrido tendrá el ultimo tratado de paz. O sea, cuánto tiempo tardarán en aparecer otros FARC o lo que sea.

La narración se estructura a base de relatos de diversos de los participantes en cada operación. Esta técnica me ha resultado muy confusa, y creo que impide al lector hacerse una idea global de lo que está pasando en la operación y por qué ocurre lo que ocurre. Al mismo tiempo, supongo que le confiere realismo, pues es fácil imaginar los problemas de coordinación que pueden surgir entre instancias gubernamentales en operaciones de este tipo. Y, al fin y al cabo, ninguno de los relatores tiene toda la información en ningún momento. Por otro lado, la confusión se incrementa al no estar claro muchas veces si el episodio que está contando alguno de los personajes ya ha sido contado por otro desde su punto de vista, o es uno completamente nuevo.

De las cuatro operaciones que dan título a la novela, las dos primeras son más de infiltración, mientras que las dos segundas son contra grandes jefes y rebosan la acción que cabe esperar en una película. Así, en estas dos últimas se involucran 100 de efectivos, contando con todo tipo de medios, como aviones, helicópteros, comandos, "Hombres Jungla". Se trata de operaciones de acoso y persecución por el accidentado territorio colombiano. Es apabullante el despliegue de medios que se hace para capturar a estos criminales, cuyo principal delito normalmente se relaciona con el tráfico de drogas. Una razón más para abogar por su legalización: ¿cómo puede un gobierno relativamente pobre como el colombiano tener que dedicar tantísimo recurso a atrapar a estos tipos, en vez de dedicarlo a educación o carreteras, o simplemente dejarlo en el bolsillo de los ciudadanos? Entiendo que el tráfico de drogas va muchas veces acompañado de verdaderos delitos, pero habría que ver hasta qué punto son consecuencia de la propia ilegalidad de aquel.

En estas dos operaciones hay una interesante reflexión final, que también se aparece a quién haya visto la serie Narcos: sí, estos bandidos son gente muy rica, pero... ¿pueden realmente disfrutar de su fortuna? La única forma de mantener su libertad ante el acoso gubernamental es vivir itinerantemente y en muchos casos en condiciones lamentables, y siempre preocupados por la aparición del enemigo.

Las dos primeras operaciones son más de infiltración. Por cierto, en una de ellas se persigue a un tal Martín Sombra, al parecer involucrado en el secuestro de Ingrid Betancourt. Lo más interesante de éstas es el episodio en que uno de los agentes se ha de caracterizar y vivir una larga temporada como vagabundo; muy curiosa la "formación" psicológica que se le ha de dar para que haya una posibilidad de que aguante estas circunstancias sin traicionarse.

Por último, no me puedo resistir a hacer una referencia a las llamadas "prepago", de las que los capos bandidos parecen disfrutar a menudo. Creo que estas "prepago" son un fenómeno colombiano, nunca me he tropezado con algo parecido, aunque allí parecen frecuentes, según se deduce de la lectura de este libro. Son chicas que ofrecen sus servicios por catálogo, y que, imagino, exigen que se pague por adelantado antes de trasladarse para la provisión pactada.

Objetivo 4 no es un buen libro, pero sí es una curiosidad, y nada aburrido al estar repleto de acción. Un entretenimiento ligero entre novelas de mayor enjundia.

jueves, 25 de mayo de 2017

Maldita Karma 2 ("Mieses Karma Hoch 2"), de David Safier

"Maldita Karma" fue un fenómeno editorial en Alemania y me atrevería a decir que incluso en España. El mero hecho de que una novela alemana se haya traducido y publicado en España es ya de por sí excepcional. Por su parte, David Safier es un escritor bastante mediocre, que dio la campanada de una forma que incluso para él debió de resultar sorprendente. Hay que reconocer que la idea era original y además la novela tiene un arranque muy bien planteado.

No creo que reviente mucho a estas alturas, pero, por si acaso, aviso que viene spoiler. En esta novela lo que ocurre es que la protagonista muere en los primeros capítulos, y se reencarna en hormiga. A partir de aqui, se nos cuenta la historia de sus sucesivas reencarnaciones hasta que, bueno, ya sería demasiado reventar. Los primeros capítulos de la primera novela son los mejores, sin duda: nos presenta a la protagonista, y nos cuenta sus últimos momentos de vida, pero de una forma en que no sabemos realmente que son los últimos. Cuando, de repente, revive como hormiga, pilla al lector tan desprevenido como a la protagonista.

Desgraciadamente, a partir de aquí la trama se desinfla, y poco a poco sale a relucir la mediocridad del escritor, que nos plantea situaciones crecientemente absurdas e inverosímiles, incluso en el contexto de aceptar que alguien reencarnado en hormiga u otro animal pueda narrar su vida. Uno termina de leer Maldita Karma con cierto agotamiento y aburrimiento.

El problema de la segunda parte es que se pierde la originalidad y la frescura, pero no sabéis hasta qué punto. De hecho, cuando empecé a leerlo, pensé que me había equivocado de libro y que había empezado de nuevo con la primera parte. Tuve que volver a abrir éste para cerciorarme de que era otra novela. Es que me parece alucinante que utilice otra vez el mismo recurso de describir los peores momentos del último día de su vida para comenzar el relato. Tratando de hacer la misma gracia, pero sin darse cuenta de que el recurso ya no sorprende al lector de la primera parte.

Y no cesan aquí los paralelismos: las mismas secuencias entre reencarnaciones, los mismos consejos de Buda, y para remate, el proceso de reencarnación vuelve a empezar como hormiga. Safier ha hecho una segunda parte que básicamente replica el esquema de la primera, incluso en las características de los personajes, y en las notas al pie sobre las memorias de otras personas reencarnadas en animales (¿por qué usar otra vez la reencarnación de Casanova?). Insisto en que me parece alucinante, aunque revelador de la mediocridad del escritor, que se limita a explotar la gallina de los huevos de oro sin demasiado esfuerzo creativo.

Dicho esto, la novela tiene algunos momentos divertidos y frescos, aunque son la excepción más que la norma. Uno de ellos ocurre cuando se reencarna en cigüeña, en concreto el momento en que mamá cigüeña enseña a volar a sus polluelos. Y también son muy divertidos sus momentos iniciales como caracol, sobre todo en relación a la velocidad de movimientos que cabe esperar.

Destaco también un par de frases-reflexiones, ambas extraidas del cine. En una, la protagonista nos comenta que en sus momentos malos le gusta ver Alien, porque así no ve gente feliz, y nadie puede tener envidida de congéneres a los que les salen bichos de la tripa. La otra, casi terminando la novela, es cuando "derrotan" al "malo final" (por así decirlo), y nos dice que en las pelis de terror el malo se levantaría cuando estuvieran celebrándolo los buenos. Pero, añade, no en esta ocasión, y concluye que, si bien la vida no es una comedia romántica en que todos terminan felices (una reflexión que aparece varias veces en la novelsa), tampoco es una película de terror.

Bueno, poco más. Si no has leído Maldita Karma, quizá esta novela te resulte atractiva por su originalidad. Si la las leído, esto es más de lo mismo, o sea que ya sabes a qué atenerte.






miércoles, 17 de mayo de 2017

Querido Lider: Vida cotidiana en Corea del Norte ("Nothing to Envy"), de Barbara Demick

Segundo libro que leo sobre las condiciones de vida en Corea del Norte. No sé si es que soy morboso o que me atrae lo desconocido, pero quizá lea aún alguno más, pues éste tampoco ha apagado completamente mi sed sobre el tema.

La autora, Barbara Demick, es una periodista destacada en Corea del Sur, ha tenido numerosos tratos con refugiados del norte, y ha viajado varias veces al país de sus desvelos. La narración se estructura en torno a la vidad de seis coreanos del norte, básicamente desde su infancia hasta su huída e integración en Corea del Sur. Dichas narraciones se ven aderezadas puntualmente por informaciones y datos que ponen en contexto lo que les está ocurriendo. Entre otras, se nos cuenta la historia de la separación de las dos Coreas.

La principal crítica que se puede hacer al libro es que realmente hay poco espacio dedicado a lo que sería la vida normal en Corea del Norte. Esto es, a menos que se considere normal vivir en una hambruna. Claro que bien puede ser que ese sea el caso, sobre todo porque según se nos informa en el epílogo, vuelven a estar de hambruna a mediados de los años 2000.

Por lo demás, el libro se lee en un soplo. Es apasionante y está muy bien escrito y narrado. Demick resuelve perfectamente el reto de entrelazar con interés las vidas de los seis protagonistas, de forma que se mantiene una cierta homogeneidad narrativa en la evolución de la historia.

Una de las cosas que más me llama la atención es cómo puede soportar nadie vivir en un regimen así sin suicidarse o tratar de escaparse por todos los medios, y encima estar agradecidos al dictador por cuya causa están así. Creo que la narración aporta una explicación: esta gente cree que su situación es la normal en el mundo, e incluso que están mejor que los residentes en países vecinos. De hecho, al principio del régimen, Corea del Norte era más rica, cuatro veces más, que Corea del Sur, y también estaba mejor que China. Sobre esa situación de partida, y debido a la concepción estática que tendemos a tener del mundo, cuesta imaginar que la situación esté cambiando en aquellos sitios que no conocemos (y sobre los que no tenemos información). Así pues, a menos que haya flujo de información del exterior, uno tiende a pensar que si estaba mejor que Corea del Sur, la situación sigue siendo similar, y que encima ellos están un poco mejor, porque el gran líder les da caramelos en su cumpleaños.

Como ya he dicho, lo cierto es que hay poca narrativa de lo que alguien consideraría vida cotidiana, porque rápidamente se produce la hambruna de los noventa, y la vida de los protagonistas se ve decisivamente condicionada por ella. Para ese momento, se ha obtenido una ligera visión de cómo funcionan escuelas, hospitales, trenes o la clasificación de castas en Corea, pero poco más. Es quizá ésta la parte sobre la que más me interesaría seguir leyendo.

La descripción de la hambruna es sobrecogedora e incluso agobiante. Al final se va saliendo de ella gracias al crecimiento del mercado negro, que el Gran Líder deja desarrollar durante unos años. Por suerte o desgracia, tal desarrollo incrementa los contactos de los coreanos del norte con China y otros países, con lo que empieza a ser generalizado el conocimiento de situación real en comparación con el mundo, y aumentan las defecciones. A éstas también se dedica parte del libro, y una vez más con una absorbente narración, pero sigue sin poder considerarse vida cotidiana.

El epílogo muestra un cuadro bastante pesimista para los ciudadanos de Corea del Norte, lo que les deja casi con la única alternativa de huir del país. En efecto, una vez estabilizada la situación de la hambruna, allá por 2005 Kim-Jong-Il decidió volver a ser estricto con las prohibiciones de comerciar y se cargó de la noche a la mañana el mercado negro en que se abastecían sus sufridos súbditos. No solo eso, sino que también hizo una renovación de la monea de forma que se cargó completamente los ahorros que habían conseguido durante el breve periodo de libertad. Así que de nuevo se produjeron episodios de hambruna, que supongo que solo se habrán resuelto si se ha relajado de nuevo la prohibición del mercado negro. En otro caso, parece increíble que en un país fronterizo con una potencia económica como Corea del Sur, se puedan producir casos masivos de gente que se muere de hambre. Cortesía de las ideologías comunistas-socialistas que siguen practicándose y, por increible que parezca, proponiéndose como alternativas de Gobierno incluso en un país como España.

En suma, un libro esclarecedor, que ayuda a comprender algunos casos de pasividad ante las dictaduras, y que a la vez ilustra de forma espectacular las grandezas del libre mercado, que es capaz de resolver en cortos periodos todo aquello que la desidía, negligencia e incapadidad de los gobiernos ocasiona. En este caso, en términos de vidas humanas.

Por cierto, el título (original) del libro está extraido del himno nacional de Corea del Norte, que viene a decir que no tienen nada que envidiar de ningún país. Qué penilla.




viernes, 12 de mayo de 2017

Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek

Pensaba que con este libro echaría unas risas, pero han sido bastantes menos de las que su extensión invitaba a pensar. Se trata de un libro clásico de la literatura checa, en el que se nos narran las aventuras del protagonista al comienzo de la primera Guerra Mundial. Ello permite al autor trazar un cuadro costumbrista, siempre desde una perspectiva sarcástica, de la sociedad del imperio Austrohungaro antes del citado conflicto, a través de las andanzas de Svejk en el territorio del mismo.

Lo cierto es que cuesta mucho reirse en esta novela, no porque las anecdotas no sean graciosas, sino sobre todo por la traducción, que no parece hacer justicia al original. Éste está escrito en checo, y ha sido traducido al alemán, desde el cual se vierta a la versión en español que he leído.

El protagonista, Svejk, es un soldado de cierta veteranía, pero de una ingenuidad a prueba de bombas, por lo que una gran parte de los momentos comicos proceden de Svejk tratando de cumplir sus encargos contra viento y marea, y viéndose una y otra vez en circunstancias comprometidas por imprevistos. La otra parte de los momentos cómicos lo constituyen las numerosas anécdotas que constantemente fluyen de los labios del protagonista para amenizar las veladas de sus compañeros en cada momento.

Pero el problema es que no hacen demasiada gracia, sea porque están mal traducidas, sea porque no compartimos el sentido del humor de los checos. Como temas de fondo, hay dos principales: por un lado, la multirracialidad del imperio. Hay constantes puyas y cruces entre personajes de todas las procedencias: checos (como el protagonistas), húngaros, polacos, rusos, austriacos, moldavos, bosnios. Sobre todo domina el enfrentamiento checo-hungaro.

El otro tema de fondo y quizá el más interesante es el de las corruptelas administrativas en la guerra y su preparación. Hasek no trata de grandes escándalos de corrupción, sino de los pequeños robos que hacen todos los que tienen oportunidad, y que resultan igual de desastrosos en sus consecuencias que los primeros. Al respecto, es muy ilustrativo el lío que ocurre con los trenes en el episodio en que el protagonista llega a Budapest. Y lo más patético es las corruptelas ocurren incluso en el frente.

También hay que decir que el libro es marcadamente anticlerical, sobre todo en los primeros compases. Dicho de otra forma, tampoco los sacerdotes escapan del dardo irónico de Hasek. Confieso que a mí la escena que más hilarante me ha parecido de todo el libro, y con diferencia, es la misa de campaña que se describe a poco de empezar, y en que el sacerdote utiliza un trofeo deportivo como caliz. No os perdáis la descripción del retablo de campaña.

La novela está inconclusa. El plan del autor se extendía a 6 partes, pero solo llegó a hacer cuatro, esta última sin terminar. Además, termina bruscamente, por lo que supongo que algo le pasó al autor. Eso sí, le da tiempo a meter una última desagradable anecdota sobre un carnicero que hacía morcillas con insecticida.

Me temo que no puede recomendar esta lectura. Se trata de un libro largo, que pocas veces nos hará reir o sonreir, y en que la mera descripción costumbrista no acaba de justificar por si sola tanta lectura.