miércoles, 18 de julio de 2018

Las Memorias de Zeus ("Les Memoires de Zeus"), de Maurice Druon

Maurice Druon es famoso por su magnífica saga "Los Reyes Malditos" que, para quien no lo sepa, es una de las fuentes de las que bebe George Martin para Juego de Tronos. "Los Reyes Malditos" es una estupenda serie de novelas en que se nos cuentan las intrigas de los capetos desde la disolución de los templarios. Para mí, lectura imprescindible si eres amante de la novela histórica.

Con estos precedentes, resulta difícil no estar interesado en cualquiera de sus otras obras, entre ellas estas Memorias de Zeus. ¿Qué esperar de esta novela? Pues pocas sopresas a partir del título. Se trata de una revisión de los temas mitológicos típicos, en este caso contados por el rey de los dioses griegos, Zeus. El punto más original es dichos mitos, aparte de contados, aparecen glosados con algunos de los comentarios que Zeus hace para el público actual, y que son de lo más aprovechable del libro. Por ejemplo, cuando nos habla de las Parcas, nos cuenta que en su momento parecía tres un número razonable para poder controlar los destinos (los "hilos") de las personas; pero, claro, ahora ver que somos varios miles de millones de personas sobre la Tierra y quizá el número de tres sea un poco corto.

Druon nos ofrece en esta novela una visión bastante completa de la mitología clásica, ya que la comienza desde Urano, el abuelo de Zeus, y desde él nos va contando la creación de los distintos dioses y demás seres mitológicos, como Titanes, Gigantes, Nereidas, Gracias, Centauros...Después de Urano le sustituye su hijo Cronos, padre de Zeus y sus hermanos, al que por fin echará al Tártaro el protagonista de estas memorias con la inestimable ayuda de Cíclopes y Hecatónquiros (gigantes de 100 brazos). El relato dura hasta su matrimonio con Hera.

Entre los capítulos en que se nos cuenta la creación de seres mitológicos detaca sobremanera el que dedica a las nueve musas, donde Druon alcanza altos niveles de lirismo, detallándonos uno a uno concepción y nacimiento de cada una de las musas. Por cierto, hijas de Zeus con la Memoria.

Otro pasaje espectacular es el dedicado a la relación de Zeus con la Dama Negra (la melancolía, la depresión), cómo ésta le cerca, y cómo supera la situación con la ayuda de su tío Oceano, el más anciano de los dioses. Preciosos los razonamientos, y creo que de aplicación. Se trata de un análisis psicológico en toda regla. Me gusta también la explicación de la aportación de Prometeo en el tema del fuego (no su creación, sino su control) así como la reelaboración del mito de Perséfone.

También pone Druon un punto de humor a Zeus, que contribuye al interés de la novela. Así, cuando los dioses están en asamblea tras expulsar a Cronos, y decidiendo qué criterio utilizar para ser el rey, aparece Prometeo y propone que sea el que me mejor hable de todos. Aprovecha Zeus para apostillar que eso era prueba de que Prometeo venía de parte de los hombres (elegir al que mejor habla).

Y una frase que deberían enmarcar y aprenderse de memoria nuestros políticos, ya que sería una guia excelente para su actuación:
"Parmi les labeurs des rois, ce n’est pas le moindre que de promulguer de telles institutions qui permettent à chacun de se diriger vers l’état le mieux convenant."("Entre los trabajos de los reyes, no es el menor el de promulgar tales instituciones que permiten a cada cual dirigirse a la situación que más le convenga")

En suma, se trata de una novela amena e interesante, pero que dista del nivel que se le exige a Druon tras haber leído su obra cumbre. En todo caso, se arriesga poco tiempo en su lectura, ya que es cortita.


lunes, 16 de julio de 2018

Country Driving: A Chinese road trip, de Peter Hessler

Peter Hessler es un periodista norteamericano que ha vivido bastantes años en China; en este libro, comparte con el lector algunas de sus interesantes experiencias, en relación sobre todo con los cambios radicales que conoció China durante la decada en que él habitó allí, más o menos la primera del siglo XXI.

Como veis, el título engaña un poco sobre el contenido del libro. Parece que el autor nos va a contar su viaje en coche por China, pero a esto solo dedica la primera de las tres partes. En la segunda nos cuenta la evolución de Sancha, una aldea china en las afueras de Beijing, y de sus habitantes. En la tercera, la evolución de un área industrial, Lishui, en el SE de China. En los tres casos, nos cuenta su experiencia de primera mano y siempre con un estilo narrativo ameno e impecable.

El libro no pierde interés pese al "engaño" a que nos somete el título. La verdad es que es apasionante conocer cómo cambian sitios y personas a un paso siempre muy superior al que cabría imaginar. Es especialmente relevante, al respecto, la historia de Sancha. En esta aldea se hará con una casa para los fines de semana el autor, y desde ese momento, podrá ver cómo cambia la fisonomía de la aldea y la vida de sus habitantes conforme avanza el siglo, y en menos de 10 años. Brutal.

Como he dicho, solo en la primera parte se nos narra propiamente un viaje (y confieso que esa expectativa es la que me enganchó, pues en breve me toca hacer un periplo similar). El viaje que nos cuenta el señor Hessler transcurre por el norte de China y siempre a la vista de la Gran Muralla. O sea que no es demasiado útil para potenciales turistas. La mayor parte de lo que nos cuenta le sucede en Mongolia Interior, aunque también llega a Gansu y algo de Shaanxi. Junto al viaje, aprovecha para desmontar algunos de los mitos del gran monumento chino: el primero es eso de que se ve desde la Luna, lo que según parece es mentida. El segundo, y más relevante, es el de pensar en la Gran Muralla como una obra única y planificada. No es así: al parecer, lo que llamamos Gran Muralla es un conjunto de muros hechos en momentos puntuales, por diferentes gentes y necesidades, y nunca se planteó algo así como un muro que cerrara China de los mongoles.

Durante esta parte, destacan las traducciones que hace Hessler de los nombres chinos, sobre todo de los pueblos que atraviesa. Conoceremos así pueblos como "Aniquila a los Hun" y por el estilo. Más divertido aún es cuando traduce el nombre de la principal marca de camiones en China (Rey Todo Poderoso) y lo usa para describir averías. También en esta parte recoge algunas de las más curiosas de las preguntas del examen de conducir en China.

De las otras dos partes, igualmente amenas, lo que más me ha interesado es lo que cuenta del régimen de propiedad privada en China, algo que lógicamente merecería una investigación más exhaustiva. Nos cuenta, por ejemplo, que no existe (-ía) propiedad privada en el ámbito rural, y que, en cambio, en el ámbito urbano, sí se permite la propiedad de los inmuebles, aunque siempre sobre concesiones de suelo hechas por las distintas autoridades. Ello explica el espectacular boom urbano, sobre todo si se compara con lo ocurrido en el campo. Además, también explicar el "modelo de negocio" de las autoridades municipales chinas, consistente en recalificar suelo rural como urbano, echar a los campesinos de su explotación nunca poseída, y vender al mejor postor el terreno así obtenido.

En la parte tercera, dedicada a la evolución de la industria, Hessler nos ofrece una viva ilustración de cómo funciona la competencia en el libre mercado, que podría pasarse tal cual a un libro de Rothbard o sobre todo de Kirzner. No os perdáis cómo evolucionó el sector de fabricación de anillitas para sujetadores. Tampoco os perdáis la descripción que hace de algunas de las negociaciones y contratos laborales.

Cierro con una cita textual sobre la percepción del autor en China, que da mucho que pensar sobre las ventajas de las democracias sobre la que "dictadura" china. La traducción es mía:
"El grado de mobilidad social es más alto que en los países más desarrollados, y talento y trabajo duro normalmente compensan - esto está claro de la experiencia de gente como el Maestro Luo. Pero esta gente no utiliza el Gobierno prácticamente para nada. Resuelven sus problemas de otra forma: pagan por cursos privados de formación, aprender a usar guanxi (sus conexiones), cambian de trabajo por si solos. Negocian duramente con los jefes, usando cualquier ventaja que puedan encontrar."

Ahí lo dejo, junto con mi recomendación de que léais este entretenido e instructivo libro.

viernes, 6 de julio de 2018

Alicia en el País de los Cuantos ("Alice in Quantumland"), de Robert Gilmore

Interesante librito dedicado a explicar de forma alegórica la mecánica cuántica, para hacerla más digerible al lector interesado. Como el título indica, utiliza para ello personajes reminiscentes del clásico de Lewis Carroll con el que coincide en el nombre del protagonista.

El libro está bien escrito, tiene incluso toques de humor, y es corto, por lo que su lectura es agradable, quizá incluso con independencia de que te interese el tema que trata de explicar. En su recorrido, Gilmore lleva a Alicia a distintos lugares (que aprovecha para nombrar en homenaje a químicos notables, como el banco de Heisenberg o el castillo Rutherford), en los que se irán explicando diversas nociones, no sé si básicas o no, sobre la mecánica cuántica.

El viaje empieza con los problemas para visualizar correctamente las partículas, algo que tiene que ver con el principio de incertidumbre, que viene a decir que no se puede saber simultáneamente la posición y el momento de un partícula cuántica. O, en otras palabras, que la observación de una partícula altera su comportamiento (algo que aquí llaman, reducir su función de onda).

De aquí procede con el comportamiento de los electrones, la interacción de estos y con los fotones, la formación de los átomos y moléculas. Y luego sigue con el núcleo atómico, los neutrones y protones, y más allá, llegando a los quarks, que son las partículas más elementales que se conocen en la actulidad. La verdad es que el recorrido me parece bastante completo, aunque tampoco soy experto en la materia.

Con independencia del contenido, hay una idea que se empieza a abrir paso en mi rígida mente, al combinar lo poco que sé de psicología-percepción evolutiva, con lo menos que sé de mecánica cuántica. Y es la de que la realidad es más bien la mecánica cuántica y no lo que percibimos, que al fin y al cabo es consecuencia de un proceso accidental evolutivo. En otras palabras, con los sentidos percibimos solo aquella parte de la realidad que nos es necesario para sobrevivir (evolutivamente). Lo mismo le ocurre a cualquier otra especie animal o vegetal. Por ello, determinadas especies son capaces de hacer cosas que a nosotros nos parecen imposibles (por ejemplo, los 16 colores que perciben algunas especies de insectos), porque evolutivamente se han diseñado para percibir esa parte de la realidad que nosotros no necesitamos para sobrevivir.

Así que la realidad NO es que haya fuerza de la gravedad y que la Tierra nos atraiga, como pensamos y como es bastante práctico pensar. La realidad es que existen partículas virtuales que se transmiten entre otras partículas cuánticas y que, cuanso se observan de forma agregada, dan la sensación de que dos cuerpos de tamaño considerable se atraen.

Por muy complicada e contraintuitiva que nos parezca la mecánica cuántica (cómo no nos va a parecer contraintuitiva!), esa es la verdadera realidad en que vivimos. Da igual que lo aceptemos o no, ni siquiera necesitamos aceptarlo para sobrevivir, pero es la cruda realidad.

Y, siendo así, también empiezo a pensar que la mecánica cuántica está muy verde. Ya sé que sonará arrogante y quizá lo sea, pues hablo desde mucha ignorancia. Una pista de esa "verdura" es el abuso de los principios. Por ejemplo, el principio de exclusión de Pauli de que no puede haber dos electrones en el mismo estado (extensible a todos los fermiones, si no recuerdo mal), carece de fundamento. ¿Por qué es o tiene que ser así? Simplemente, se ha postulado a partir de la observación. Y en la materia oscura, ¿también es válido el principio de Pauli?

En fin, lo dejo, no quiero revelar la profundidad de mi desconocimiento sobre el tema. Habrá que seguir leyendo. Entretanto, el lector interesado puede disfrutar de este pequeño librito e introducirse de forma suave en el complicado mundo cuántico. Que, insisto, es el real.