sábado, 31 de enero de 2009

Piratas del Caribe: políticamente correctos

La serie de Piratas del Caribe constituye, desde el Señor de los Anillos, mi conjunto de películas favoritas. Yo es que voy por trios: Indiana Jones, Star Wars, el Señor de los Anillos y, ahora, los Piratas del Caribe.

Y el caso es que tardé en ver la primera, que no me atraía lo más mínimo. La vi casi de rebote cuando la echaron en la tele. Me quedé enganchado con la llegada de John Dep (Jack Sparrow) y, sobre todo, su combate singular con Orlando Bloom (el artesano de espadas Will Turner). Desde allí, solo hubo que dejarse llevar por la montaña rusa de temas clásicos de piratas, pero con un tratamiento innovador y espectacular. Me lo pasé también, que al día siguiente fui a comprar la peli en DVD para verla con los niños, cosa que hicimos el mismo fin de semana.

La segunda y la tercera entregas he tardado también en verlas, pero por fin me he hecho con los DVDs estas Navidades, y nos las tragamos en sesiones nocturnas consecutivas. La segunda, por cierto, buenísima, pero la tercera flojea un poco. Inolvidables en aquella ese combate a tres bandas entre Sparrow, Turner y el Commodoro, al tiempo que la chica y dos piratas pelean contra la tripulación del capitán Pulpo compartiendo dos espadas.

Pero mi reflexión va, como casi siempre, por la libertad y el Estado. Los piratas representan la libertad y la anarquía, rozando el caos, como nos lo muestra la Isla de la Tortuga y la sede central de su imperio. Son tan anárquicos, que nunca han sido capaces de designar un rey entre ellos (los nueve señores piratas siempre se vota cada uno a sí mismo), ni en los momentos más críticos. Y, sin embargo, todos respetan el Código, custodiado por el padre de Jack Sparrow. Código que ya aparece en la primera película ("Parley").

Los piratas constituyen una sociedad libre, sin ninguna necesidad de una autoridad superior ajena a ellos. Sólo precisan el código, que además respetan de forma casi espontánea (aunque alguna vez hace falta la mirada terrible de su custodio).

Frente a ellos se alza, en las dos últimas entregas, la Compañía Oriental de Indias, que quiere conseguir rutas seguras para sus mercancias. El jefe malo repite una y otra vez lo de "Es un negocio." Y por este camino parece que se enfrentan capitalismo y sociedad libre, vaya por Dios.

Y no es así. Lo que pasa es que, incluso las cinematográficas, que constituyen negocios capitalistas, han de ser políticamente correctas. ¿Cómo va a ser el malo el Estado inglés? No, hombre, que sean los capitalistas.

Lo que se les olvida es que la citada compañía tenía el privilegio del monopolio en esas rutas, monopolio, éste sí, que solo puede otorgar y defender el Estado con recurso a la violencia. Por eso, aunque cada vez que salen los malos nos muestran la bandera de la compañía, los soldados que pelean bajo su emblema son soldados de la corona inglesa, financiados por lo subditos ingleses.

Así que los malos no son los capitalistas, sino, por supuesto, los Gobiernos. La compañía de Indias, en ausencia del privilegio y del soporte de los soldados ingleses a costa del erario público, seguramente hubiera optado por la negociación pacífica con los piratas, por coordinar sus planes con los de aquellos dentro de un mundo libre.

En el fondo, todo esto pasa porque quieren dejar a los piratas como "buenos", y no se atreven a dejar al Gobierno como los "malos". En las películas de siempre, es claro que los piratas eran los malos (como también lo son en el mundo real, son los que invaden la propiedad ajena) y no había problemas para el espectador en que los "policias" fueran los buenos.

viernes, 30 de enero de 2009

La situación es aún "más peor"

Es difícil hacerse una idea de cómo de fastidiadas están las cosas en el aspecto económico. Sobre todo, es engañoso confiarse a la mayoría de los indicadores macroeconómicos, tipo PIB o IPC, para hacerse una idea de cómo está la cosa.

Por ejemplo, la crisis es un secreto a voces desde mediados de 2007. Pero, claro, el agregado calculado por nuestro gobierno y denominado Producto Interior Bruto (PIB), seguía creciendo. Así que, supongo, la gente tendía a pensar que el problema era suyo, no general. Eso sí, ahora que por fin el PIB muestra un decrecimiento, en coherencia con la realidad que se vive desde hace un tiempo, a los periodistas se les llena la boca con eso de que ya estamos "oficialmente" en recesión. Ya veis qué chorrada.

Y del IPC, qué decir. No sé cómo estarán definidas sus cestas, pero está claro que los españoles solo compramos gasolina. Baja el petróleo, baja el IPC; sube el petróleo, sube el IPC. Eso sí, quien vaya a la tienda, como un servidor hace, todo lo ve más caro, y raro es lo que baja. Si miro los servicios públicos, todos han subido, y más que el absurdo IPC. Así que no sé muy bien cuál es esa "amenaza" de deflación. Sin contar con que, por mucho que nos vendan una bajada de inflación al 0,9%, sigue suponiendo una subida de precios en el año 2008, no una bajada. Baja la inflación, no los precios.

Dicho esto, un indicador que sí me parecía fiable sobre el avance de la crisis es el número de desempleados. En este indicador, después de todo, no hace falta hacer componendas para sumar peras con manzanas: se agregan unidades de desempleados, y sale un número que sí indica lo que quiere indicar. Ya nos habíamos enterado de que, de todas formas, al Gobierno se le ha ocurrido cómo falsificar un poco el indicador, que si sumo a unos y a otros no.

Pero a lo que voy es a que, aún así, el citado indicador parece sobreestimar la bondad de la situación, porque solo reconoce los parados oficiales, que han conseguido terminar normalmente con sus empresas. Pero, al parecer, hay un gran número de personas que están en situaciones irregulares. Por ejemplo, porque su empresa no les paga desde hace tiempo, o porque han desaparecido los dueños, o por otras razones.

Estas personas no están todavía contabilizadas en ningún lado. Y, sin embargo, son a todos los efectos parados. Además, su situación puede ser especialmente dramática, pues al estar sus contratos en vigor, no pueden inscribirse en el paro. Pero tampoco están cobrando de su empresa. Supongo que la situación tiene salida, pero tiene pinta de que la gente en esta situación no va a cobrar indemnización por despido, ni sus salarios debidos, y que tendrán problemas para inscribirse en el paro (máxime en la situación actual), puesto que no contarán con el certificado de empresa que se precisa para solicitar la prestación por desempleo.

Porque la cuestión, para todos los trabajadores, es que a fin de mes necesitan el cash en su cuenta. Y por mucho que tengan trabajo, si la empresa que los ha contratado no tiene caja (por ejemplo, porque le debe pasta un ayuntamiento, o una de esas empresas a las que les permiten no declarar su verdadera situación de quiebra), no podrán cobrar su nómina. Pero tampoco el paro. ¿Y cuánto se puede aguantar en estos puestos de trabajo virtuales, en unas empresas medio zombi?

¿Dónde están contadas todas estas víctimas de la crisis?

jueves, 29 de enero de 2009

Vivan los negacionistas!

Resulta que ese panfletillo diario llamado Público ha calificado al Instituto Juan de Mariana (IJM) de negacionista. La noticia informa de que Gabriel Calzada, su presindente, intervendrá en un Congreso sobre el cambio climático el próximo marzo en EEUU, y aprovecha para decir que el IJM es negacionista, porque niega el cambio climático. Vamos, como si fuéramos masones o ocultistas, no sé.

Lo cierto es que siempre el público, no solo el panfletillo, se ha opuesto a los negacionistas. Imagino que tanto el público como Público hubieran calificado de negacionistas a Copérnico, por negar que el sol giraba en torno a la Tierra, a Ford, por negar que los coches pudieran ser accesibles a todo el mundo, o a Bill Gates, por negar que los ordenadores tuvieran que ser sistemas cerrados.

Los negacionistas son aquellos individuos que tienen la visión y el valor suficiente para oponerse al resto de sus ciudadanos en algo que estos dan por supuesto. Y, por eso, son los negacionistas los únicos que hacen que el mundo evolucione. Si no hubiera negacionistas, el status quo estaría aceptado y nadie se plantearía ponerlo a prueba. Digamos que hubo un negacionista que negó que el hombre tuviera que acarrear las mercancias, e inventó la rueda; y otro que negó que las especias tuvieran que venir de oriente, y descubrió América!!!!

El mercado libre está lleno de negacionistas. En la jerga económica, les llamamos emprendedores: niegan que el estado actual de precios y reparto de recursos no se puede mejorar; ven oportunidades de negocio y de uso de estos recursos, y se arriesgan en contra del quorum de cada momento. Y crean, cuando aciertan, un montón de riqueza para todos sus congéneres, los "afirmacionistas", que solo ceden su testarudez ante la realidad de la fortuna de los negacionistas.

Lo mejor de todo es que existen mecanismos fiables para que estos negacionistas sigan funcionando, y nos saquen del pozo económico en que estamos: el beneficio, el lucro. Aunque creo que los miembros del IJM también seremos más ricos una vez el ideal de una sociedad y un mercado libre se alcance, el IJM no es negacionista por lucro, sino por altruismo.

Pero, qué quieren que les diga, el altruismo es muy bonito, pero me fio más de los negacionistas que buscan su beneficio propio.

martes, 27 de enero de 2009

Justicia vs. publicidad: la explicación económica

Contemplamos con escándalo el reparto de recursos que hace nuestro Gobierno: para los jueces 20 milloncitos de Euros, que no está mal, pero para vallas publicitarias, según estimaciones, son 30 los millones de nuestros Euros que se van a dedicar. Me refiero, claro está, dentro del Plan E versión entidades locales.

Claro que este reparto solo puede extrañar a los menos familiarizados con la teoría económica, porque a nuestros keynesianos de pro, que tanto abundan en los últimos tiempos y liderados a nivel mundial por el último Nobel, Mr. Krugmann, este reparto les parece lo más normal del mundo.

Para estos illuminati salvadores del mundo, la crisis económica tiene su origen en nuestras cabecitas. Un buen día nos levantamos todos con el pie cambiado, y nos decimos: "Uy, qué mal está todo, voy a ver si ahorro algo". Y la fastidiamos, comienza la crisis. Para estos próceres, está mal trago se pasará, supongo, el día que nos levantemos todos y digamos al unísono: "Vaya, hoy me siento FLEX, a comprarse algo".

En el interín, sufrimos la crisis. Y es en ese interín donde el Gobierno entra al rescate. Conocedor de nuestra situación anímica, decide suplir nuestro papel: ya que la plebe no se gasta la pasta, quitemóssela y gastemosla nosotros. Y hagamos esto hasta que se les pase el mal rollo. De esa forma mantendremos la economía a flote mientras obra el milagro psicológico.

Bueno, llegados a este punto, solo queda un problema, que es: ¿en qué nos gastamos la pasta? Y la respuesta es, obviamente, en aquellos sectores a los que la crisis ha golpeado más duro. En otras palabras, en aquellos sectores que ya no aportan a los individuos nada valioso (es claro que, si lo hicieran, no haría falta que el Gobierno se gastara nuestro dinero en ellos, ya lo haríamos nosotros).

¿Se entiende ya la decisión? Como el sector publicitario está afectado por la debilidad de la demanda (¿no vemos día a día los problemas de televisiones y grupos mediáticos?), qué mejor que dedicar recursos a vallas publicitarias. Sí, aunque sean para el autobombo y platillo. Además, como luego habrá que retirarlas, más trabajo que se genera.

Y, en cambio, la justicia, ¿quién ha dicho que esté debil la demanda de la justicia? Pero si solo hay que ver como están los juzgados, rebosantes de clientes y papeles. Aquí la demanda incluso se ha fortalecido con la crisis. Hay casos con las vistas fijadas para dentro de varios años. Y qué decir de los retrasos que atesoramos, que vienen fenomenal como carga de trabajo para estos momentos. Vamos, que no se quejen los jueces, que tienen trabajo para aburrir. Aquí no hace falta estimular la demanda, así que mejor no gastar recursos públicos.

Gracias, Keynes, gracias. Ahora lo entiendo todo.

domingo, 25 de enero de 2009

Noticias de Islandia... por fin

Desde que en octubre la isla del norte de Europa comenzó con sus problemas económicos, nos habían sometido a un apagón informativo. Personalmente, tenía y tengo una gran curiosidad por su devenir, porque, a mi entender, es el heraldo de lo que nos espera en la mayor parte de los países. Ellos han ido por delante, han tardado muy poco en caer, por las características concretas de su economia (pequeña, y muy dependiente de las exportaciones); pero las razones fundamentales de su colapso son las mismas que están operando en los demás países afectados.

Y, claro, como van los primeros, es bueno ir aprendiendo de su experiencia. Hay que pensar que esta gente, los islandeses, han perdido todos sus ahorros, sus pensiones, les pagan con un dinero con el que no pueden comprar nada... vamos, como para estar contentos con su vida. Sin embargo, no parecen la clase de gente a los que le hierva mucho la sangre.

El caso es que tras varios meses de curiosidad, por fin esta semana me he tropezado con un par de noticias: una en el Telegraph, a partir de un post en Red Liberal, y ayer otra en Libertad Digital.

Al parecer, durante todos estos meses, los islandeses han estado manifestándose constantemente, y Reikjavik, dentro de lo que cabe, estaba calentito. Pero esta semana los incidentes se han agravado, hasta conseguir que se convoquen elecciones anticipadas. Supongo que a todo el mundo se le van hinchando las narices ante situaciones como la sufrida, pero a los islandeses se les hincha más despacio.

Lo más fascinante es como prentenden resolver su problema: con elecciones anticipadas!!!! Otros que piensan que el Estado les va a salvar el culo. Más divertido aún es leer quienes tienen todas las posibilidades de ganar, según los sondeos: el Movimiento de Izquierda Verde. De la sartén al fuego: justo lo que le hace falta a un país en bancarrota, entregarse a políticas de izquierdas ecologistas. Me pregunto de donde sacarán la pasta.

Así que ahí está Islandia camino de servidumbre, de ese pasado nada lejano en que eran el país más pobre de Europa. Qué pena.

Para completar la visión, téngase en cuenta que actualmente gobiernan, en gran coalición, los equivalentes al PSOE y PP de aquí. ¿A quién votaríamos aquí en circunstancias similares: a Rosa Diez, a IU? My God.

Para mí es la prueba, otra más, de que el Estado es incapaz de solventar los problemas de la gente, y que estos, en vez de reaccionar pidiendo menos presencia del mismo (como solución fracasada), se empeñan en vivir en los mundos de Yupi y buscar soluciones inexistentes en los extremos. Es más cómodo que alguien le arregle la vida a uno que tener que buscársela.

Lo que pasa es que lo primero no va a pasar. Así que imagino que a Islandia le pasará una de dos: o bien a los Izquierdistas les da tiempo a amordazar rápidamente los resortes de la opinión pública (en lo que son especialistas) y tenemos una dictadura; o bien en un par de meses volveremos a tener elecciones anticipadas, y así hasta que se den cuenta de que no hay solución por la vía del Estado.

Queridos islandeses, cuanto antes os deis cuenta, mejor os y nos irá.

sábado, 24 de enero de 2009

Habrá que leerse "La Acción Obama"

Hay que fastidiarse. Ahora que me estoy terminando la biblia de Mises, ese tocho llamado "La acción humana", con sus 950 páginas rebosantes de praxeología, va y Obama se pone como presidente de los Estados Unidos. Y claro, con este tipo al mando, las leyes de la economia cambiaran, como lo han hecho tantas veces en los últimos años. No olvidemos la reciente "Nueva economía", la de la WWW, ya enterrada.

Así que por fin se ha quedado obsoleta la teoría económica que hunde sus raices en Aristoteles y la Escuela de Salamanca, pues Obama sí va a ser capaz de cambiar sus leyes, tan bien descritas por Mises. Porque, si no va a cambiar las leyes de la economía, no acabo de entender el alborozo de millones de americanos en su toma de posición.

Imagino que todos ellos piensan que Obama les va a cambiar la vida; que, de alguna forma, les va a ayudar a satisfacer sus necesidades; en suma, que les va a proporcionar recursos de los que hasta ahora carecían.

Y, como con las leyes económicas vigentes, eso es imposible, imagino que uno de sus primeros decretos será cambiarlas. Vamos, imposible no es: pero si hay dos millones a los que va a favorecer, quedarán por lo tanto unos cuantos más a los que vaya a desfavorecer. De hecho, en promedio rápido, solo podrá favorecer a la mitad de los entusiastas presentes, a costa de la otra mitad, que por tanto verán sus ilusiones rotas.

Porque, a menos que las leyes económicas cambien, resulta que el Gobierno, incluso dirigido por Obama, es incapaz de crear riqueza. Lo único que hace es redistribuirla; dicho en plata, se lo quita por la fuerza a unos, para dárselo a otros. Por eso digo que, si no se cambian las leyes económicas, la satisfacción de esos alegres seguidores solo se podrá hacer provocando infelicidad en otras tantas o más personas.

Y todos sabemos que de la risa al llanto hay muy poco trecho. Así que cuando los ilusionados americanos vean lo que da de sí la realidad, pese a los castillos en el aire, se mosquearán. Y lo harán sin precedentes, como sin precedentes parece el apoyo popular de que goza el señor Obama. A más ilusiones, más dura es la caida.

Pero bueno, todo eso era con las leyes económicas antiguas. Habrá que estar atentos para leer "La acción Obama" y actualizarse al respecto.

PS: Por supuesto, no desdeñemos la posibilidad de que Obama sea uno de esos personajes que nos da la historia de vez en cuando, y que son capaces de asumir su responsabilidad en tesituras históricas graves. Quizá Obama se dé cuenta de que el único camino es la progresiva retirada del Estado de toda intervención, lo haga, y salve al mundo.

Lo mejor será que, en ese caso, mi lectura de "La acción humana" no precisará reciclaje.

jueves, 22 de enero de 2009

¿A quién beneficia el neoproteccionismo?

Surgen dudas tras el FAQ de ayer sobre las posibles bondades de hacer caso al señor Sebastian en sus recomendación de adquirir productos españoles. Vamos a ver si arrojamos un poco de luz sobre el tema, con menos ironía, eso sí.

Lo primero es que, en la práctica, eso es imposible, como se ilustraba ayer en las FAQs. En un sistema económico desarrollado, la complejidad se acrecienta, siempre para beneficio de los consumidores. Se entrelazan procesos y es imposible trazar hasta sus orígenes cada Euro que se gasta en un producto. Por tanto, al gastar 150 Euros en cualquier producto, es prácticamente imposible determinar en qué individuo van a terminar revirtiendo y, por tanto, a qué país va a "beneficiar".

A los efectos de la discusión, sin embargo, asumamos que existen dos productos similares, uno completemente producido en España, y otro no. Esto significa que el dinero que se gasta en el primer producto va íntegramente a sujetos de nacionalidad española y aquí residentes, mientras que en el segundo esto solo ocurre en un cierto porcentaje.

En todo caso, los beneficiados son los individuos que reciben directa o indirectamente nuestro dinero. Desde el punto de vista de mi utilidad como comprador, me da exactamente lo mismo quien lo reciba. En principio, mi utilidad/beneficio no se incrementa ni un ápice por el hecho de compartir o no nacionalidad con los que se quedan mi pasta.

Si el producto español es más caro que el otro, es evidente que mi beneficio/utilidad será menor: pago más por lo mismo, se mire como se mire. Y el beneficiado de la situación es, específicamente, aquel perceptor que es más ineficiente y que está causando el exceso de precio. Es más, quizá ni siquiera es menor eficiente, simplemente se está llevando más pasta a costa de que el comprador prefiere comprar un producto español.

Al mismo tiempo, puede haber gente que valoré más un producto español que otro extranjero, lo mismo que pueda haber gente dispuesta a pagar más por una cruz que le dicen que es milagrosa. Es, como queda claro, una decisión basada en las creencia de cada uno. Si uno cree que existen intereses generales, puede sentirse de alguna forma identificado con otros individuos por haber nacido en un mismo área geográfica, y preferir darle el dinero a él. Yo también prefiero que gane la selección española de baloncesto. Pero no está nada claro que eso sea bueno para los restantes españoles: es solo bueno para el español que es capaz de conseguir más dinero por lo mismo.

Lo cierto es que el hecho de que uno pague más por un producto español únicamente beneficia al fabricante de ese producto, no a la pluralidad de los españoles. Si, como consecuencua de eso, el fabricante contrata más trabajadores, se benefician esos trabajadores. Y así sucesivamente: el sacrificio que uno haga es un beneficio para otro individuo, no para la nación.

Analizado desde un punto de vista económico, está demostrado que el proteccionismo supone una redistribución de la riqueza desde los consumidores a los empresarios. O sea, que están mejor los ciudadanos de los países en que no se hace ningún tipo de proteccionismo, frente a aquellos en que se practica.

Ahora bien, sí que hay una entidad que se beneficia sí o sí del neoproteccionismo: si todo el dinero que nos gastamos va íntegramente a receptores españoles, todos los impuestos generados se los queda el Gobierno: el IVA, el de Sociedades y el IRPF de los trabajadores.

Pero bueno, ya sabíamos que el Gobierno gana siempre.

miércoles, 21 de enero de 2009

FAQ para Miguel Sebastián sobre neoproteccionismo

El Ministro de Industria tiene la solución para la crisis: que todos dediquemos 150 Euros de nuestro consumo anual a productos fabricados en España. Como no tengo ni idea de economía, ni sé nada de las ventajas de la especialización internacional del trabajo, y, como la mayor parte de la gente, prefiero pagar más por un mismo producto, he decidido seguir el consejo del señor Sebastian.

Pero, por desgracia, me surgen dudas. A ver si alguien me las soluciona.
- He decidido comenzar comprando naranjas, que son un típico producto de nuestro Levante. Desgraciadamente, no vivo en tal área, así que necesito que alguien las coja y me las traiga.
- Si el señor o señora que la recoge es ecuatoriano, ¿se cuentan los 150 Euros enteros, o se quita algo?
- Si me las trae a casa UPS, empresa americana de mensajeria, ¿cuentan los 150 Euros?
- Para solventar dudas, me las va a traer un amiguete. Pero resulta que el coche que tiene es Toyota, ¿vale?
- Le he convencido para que me los traiga en el Seat, pero creo que los neumáticos son Michelín. Y la radio es Samsung. Joe, y las piezas del coche están hechas con materiales importados de otros países....

- Bueno, como veo que con el tema de bienes la cosa está difícil, he decidido acogerme a la opción de vacaciones, que seguro que es más fácil. Me voy a gastar 150 Euros en un fin de semana de descanso y placer fuera de mi lugar de residencia.
- Quería ir a un NH, pero creo que cotiza en Bolsa ¿Es necesario investigar quiénes son los accionistas de esa cadena? ¿Tienen que ser el 100% de los accionistas españoles?
- Para estar seguro, me iré a una casa rural. He visto las fotos, y en la cocina tienen electrodomésticos, algunos de marcas coreanas. Además, el mobiliario tiene toda la pinta de ser Ikea. No estoy seguro de que en la reforma de la casa no hayan participado algunos albañiles rumanos, y creo que la limpieza la hacen unas chiquitas marroquíes del pueblo. ¿Se vale?
- ¿Se puede pagar con la VISA? Lo digo porque creo que esta empresa se lleva comisión, y como no es española.
- Me iba a ir con el AVE, pero creo que parte del equipamiento lo ha hecho Siemens, y también han participado empresas de ingeniería de otros países europeos.
Si voy con Iberia, parte se lo van a llevar los ingleses y los americanos, que son accionistas de la compañía.
- Si me voy en coche, es claro que tendré que respostar en Repsol. Pero, ¿cómo puedo asegurarme de que la gasolina es de petróleo producido en España?

Ya sé lo que voy a hacer: meteré los 150 Euros en el Santander y así por lo menos estoy seguro de que se los lleva Botín, que es español.

martes, 20 de enero de 2009

Reflexiones sobre el rating del reino de España

El tema económico de moda en España es, sin duda, la rebaja del rating del gobierno español que ha realizado Standard&Poor. Donde antes nuestro Estado tenía un AAA, ahora tiene un AA+. Vamos, estupendo, pero no tan estupendo. Es lo que pasa cuando políticamente todas las notas tienen que ser sobresaliente, que uno para diferenciar entre los buenos y los malos debe andar poniendo + y -.

En todo caso, dicha rebaja lo único que hace es reconocer formalmente que la fiabilidad del Estado español cara a devolver las deudas que asume es menor que la de otros países.

Me llama la atención que se compare tal fiabilidad con la de las empresas. Por ejemplo, en algún lado leí que Carrefour, el grupo francés de distribución, tiene mayor calificación crediticia que España. Pero lo cierto es que, al rebajarse la de España, parecen quedar afectadas las fiabilidades de todas las empresas españolas, lo que parece en primera aproximación absurdo. ¿Por qué va a tener menos posibilidades de devolver su deuda Telefónica o Endesa que el reino de España?

Veamos: la fiabilidad crediticia depende básicamente de la capacidad de hacer caja del agente. Sí, caja, no de generar ingresos que luego se puedan o no cobrar. Solo a partir de dinero en caja se pueden satisfacer las deudas pendientes; en otro caso, habrá que liquidar activos (poniendo en riesgo las actividades) o refinanciar la deuda (que vuelve a evaluar la credibilidad).

Entonces para ver si Telefónica o Endesa debería tener más rating que el Estado español, basta con ver su capacidad de hacer caja. Y aquí sí que creo que, a priori, y aunque pueda sonar extraño, la capacidad de las empresas es en general superior a la del Estado.

Los clientes que no paguen a Endesa saben positivamente que les van a cortar la luz; y como el servicio que les proporciona lo valoran, tienen todos los incentivos para proceder al pago y asegurar la continuidad de un servicio.

Pero, ¿qué pasa si no pagas impuestos? De entrada, no hay ningún servicio que te vayan a cortar. Es más, posiblemente, si solo fuera eso, preferiríamos mantener nuestro dinero y renunciar a los servicios de dudosa calidad que nos proporciona la Admón. Por tanto, no vienen por aquí los incentivos de pago: el Estado no nos suministra nada que valoremos lo suficiente para pagarlo voluntariamente.

Con lo que nos amenaza es con embargos o, en el caso extremo, la cárcel, la privación de libertad. Evidentemente, en condiciones normales, todos preferimos pagar los impuestos y evitar el trullo. Pero, ¿y si no tenemos la pasta? ¿qué preferiríamos, dejar de comer o pagar los impuestos? ¿dejar de tener luz o pagar los impuestos?

Para mí, la respuesta es obvia: se dejan de pagar los impuestos y que me sancionen. De entrada, podré seguir comiendo o calentándome. Además, el procedimiento para eventualmente llevarme a la cárcel es lento, por lo que en el interín, si hay suerte, podría satisfacer mi deuda y poner fin a la pesadilla. En fin, si nada se arregla y tengo que ir a la cárcel, allí al menos me darán de comer y me calentarán, para lo que evidentemente no tengo pasta suficiente ahora.

Todo esto me lleva a concluir que la gente tenderá a preferir pagar a las empresas que le suministran bienes y servicios, que al Estado (siempre, en un caso extremo). En resumen, que la credibilidad de las empresas, en general, debería ser mayor que la del Estado.

Queda un punto por aclarar: ¿por qué, pese a esto, el rating del Estado juega como máximo para todas las empresas en España? Es muy claro: las agencias de rating asumen que, mediante la coacción, el Estado puede asaltar en un momento dado estas compañías para arrebatarles su (de las empresas) legítima propiedad y satisfacer así su (del Estado) deuda. Asunción solo concebible en los estados de extrema inseguridad jurídica en que vivimos.

lunes, 19 de enero de 2009

Una casta por encima del pueblo

Ya sé que el título puede dar lugar a equívoco, y más por la protagonista del mismo, pero es que el acontecimiento de Soraya vuelva a demostrar la existencia de una casta, una clase social, que tiene más privilegios que el resto de nosotros. Nunca ha sido esta señorita santo (ni casta) de mi devoción, pero lo de la sesión de fotos me parece revelador.

Recordemos, en primer lugar, que la moza aún no se ha estrenado en el servicio al pueblo. Esta chica tenía claro que iba a vivir a costa de nuestros impuestos, y se sacó su oposicioncita para ello. Como así no debía sacar suficiente, se subió al carro del PP, justo en el momento en que el tema dio la vuelta. Pero ha tenido la suficiente visión como para vender la burra al señor puesto por Aznar, una vez este perdió dos elecciones ante el PSOE.

Su cometido ha sido claro: nuestra clase, la política, está por encima del resto de los mortales. Así que se ha de llegar a un pacto de no agresión en lo fundamental con el PSOE para partirnos el pan: no hay que hacerse más que el daño justo, y allá se van los principios (si alguna vez los hubo). Una vez llegado a ese compromiso, ya se puede uno dormir en los laureles y hacerse sesiones fotográficas, porque es cuestión de tiempo que me toque a mí mandar, pero hasta entonces voy a vivir como una reina.

Así que en el haber de Soraya está lo del pacto de la justicia, que es, desde mi punto de vista, el acontecimiento que más claramente demuestra la voluntad de nuestros políticos de situarse por encima del bien y el mal. Pero también el tema de la fragmentación territorial del partido: la idea de España está caduca, y en eso tampoco merece la pena diferenciarse del PSOE. La búsqueda de la diferencia es únicamente la presumida capacidad de gestión, presumida una vez más en dos de los sentidos que admite el adjetivo.

Pues nada, haganse fotos mientras pasa el tiempo y llegan las próximas elecciones, la fiesta de la democracia que celebran los políticos a costa de los votantes, ese día en que nos hacen reyes de la nada por un día, para luego seguir repartiéndose el botín.

Ahora que lo pienso, tal vez la idea no sea tan mala. Quién sabe si los inversores extranjeros se distraerán con su foto, si la publican al mismo tiempo que la rebaja de la situación crediticia de España.

domingo, 18 de enero de 2009

Manifiesto populista por el libre mercado

Queridos gobiernos y oposiciones de todos los países del mundo:

No os podemos recriminar nada, lo estáis intentando con todos los medios a vuestra disposición, pero nada parece funcionar. Bajar los tipos de interés hasta regalar el dinero, bail-outs, incrementos en el gasto público... nada hace que el paro detenga su crecimiento. La pobreza sigue aumentando.

Tras muchos años sabiendo qué hacer para remediar los males del capitalismo y el libre mercado, esta vez ya no se os ocurre cómo salvarnos. Esta vez el sector privado la ha líado bien. Nadie puede dudar de que tarde o temprano daréis con la solución, pues para ello teneis muchos cerebros pensantes a nuestro servicio, incluidos el 99% de los economistas y premios nobel, aparte de artistas y políticos.

Pero, mientras esa solución llega, creo que es justo pasarle el "marrón" al sector privado, al mercado. Después de todo, la culpa de todo el lío es suyo. Parece justo que les pongamos contra su responsabilidad: es su turno. Lo mismo que han fastidiado todo, ahora tienen que arreglarlo. Y ya está.

Nadie os va a echar la culpa de nada. Es hora de que el ciudadano sufra en toda su amplitud los rigores del capitalismo libre de las riendas que sabiamente le habéis puesto. Que se entere la sociedad de lo que vale un peine. Eliminemos todas las regulaciones y monopolios del los sectores económicos, ya vereis la que se lía.

Y cuando la catástrofe haya sucedido, cuanto toda la sociedad se desmorone en su torno, lo único que podrán hacer es volver, con las manos vacias, implorando, a sus antiguos gobernantes. Será el momento de conseguir todo el poder a cambio de un mendrugo de pan; os venderemos nuestra libertad a cambio de vuestros derechos. Y por fin habremos encontrado el Santo Grial.

Creo que es el momento, la oportunidad histórica: que la gente sufra en sus carnes un mercado enteramente libre, y verán. Os tendrán que dar la razón en todo.

Vengaaaa, porfaaa.

jueves, 15 de enero de 2009

Libertad dando la vuelta al mundo en 80 días

Acabo de terminar la clásica novela de Julio Verne, que tenía ganas de leer tras haber comenzado a ver recientemente la película de David Niven y Cantiflas, y sufrir, hace algo más de tiempo, el musical infantil en el teatro. Dada la enorme capacidad del autor de contar detalles sobre mil variados aspectos, pensé que merecería la pena leerlo por las descripciones de los lugares que se visitan en el viaje.

Sin embargo, en este sentido resulta decepcionante. Porque en lo que se concentra don Julio Verne es en los detalles de los medios de transporte utilizados y sus espectaculares dimensiones (para la época). Es aquí donde si se explaya Verne, en detalles de kilómetros, horarios, rutas y desviaciones de los mismos. En suma, la novela documenta de forma perfecta porque en la época era posible, al menos de forma teórica, dar la vuelta al mundo en 80 días.

Pero, más allá de esto, la novela se transforma en un tributo implícito al imperio inglés. Y eso viniendo de un francés, tiene que esta muy bien justificado. El itinerario seguido por Fogg pasa en su totalidad (con la excepción de Yokohama), por territorios que eran o habían sido del imperio británico: Londres, Suez, Bombay, Calcuta, Singapur, Hong-Kong, Yokohama, San Francisco, New York, y de vuelta a Liverpool.

Y, en todo caso, todos los medios de transporte que originalmente pretendía utilizar, con excepción del ferrocarril americano, eran operados por los ingleses. Impresionante.

También nos aporta Verne una posible explicación del porqué de ese poderio y dominio de los ingleses. Termino la entrada con la cita, que traduzco del francés. Como seguramente sabéis, durante todo su periplo, Mr Fogg es perseguido por un policia inglés, Mr Fix, quien le tiene por un ladrón. Fix identifica a Fogg en Suez, y desde allí pide una orden de arresto, que espera que le llegue a Bombay. A continuación, se embarca con Fogg hacia la ciudad india.

Pero, al llegar aquí, la orden no ha llegado. Así que Fix trata de obtener la orden de arresto del jefe de policia de allí. Pero este se niega, aduciendo que el asunto es competencia de la administración metropolitana. Y ahora viene la cita:
"Esta severidad de principios, esta observancia rigurosa de la legalidad es perfectamente explicable con las costumbres inglesas que, en materia de libertad individual, no admiten ninguna arbitrariedad."

¿Muestra envidia Verne, o simplemente describe algo chocante para un francés de la época?

miércoles, 14 de enero de 2009

¿Para cuándo la hiperinflación?

Alguno de los participantes en mi blog me provoca y me tienta cada vez que hablo de los defectos del Keynesianismo. Ayer, mi apreciado Pablo me decía "aun estamos todos esperando la hiperinflación que anunciabas mientras nos encaminamos a la deflación". Ya me invitó en otra ocasión a concretar cuándo pensaba que iba a comenzar la tan cacareada hiperinflación. Así que creo que no esta de más volver sobre el tema, sin caer en la tentación de andar previendo el futuro como tratan de hacer los pseudoeconomistas.

Primero, una aclaración. No creo que esté de más tratar de prever el futuro, y hay mucha gente involucrada en tratar de hacerlo, pues dichas estimaciones son fundamentales para la estimación de mercado que hacen los empresarios. Es por ello muy legítimo que muchos expertos traten de anticipar un % de IPC para los próximos años. Todas las empresas necesitan saberlo para hacer sus presupuestos y planes para el futuro.

Ahora bien, dichas estimaciones de IPC no se realizan en base a la teoría económica, sino con otras técnicas que nada tienen que ver con la praxeología, y sí con lo que Mises llama "historical understanding". Los contenidos de este blog tienden a estar relacionados con la teoría económica, con el objetivo explícito de hacerla comprensible a quien se asome a sus líneas, con el objetivo de desmitificarla, vamos. Por tanto, está fuera de lugar que yo haga una previsión del IPC para cualquier periodo. Obviamente, puedo tratar de adivinar como el que más, pero mis respuestas no estarán basadas en la teoría económica y el funcionamiento de los mercados, sino en mi comprensión de los hechos actuales, y lo que mi experiencia me diga que puede pasar en el futuro.

Dicho esto, lo que sí puedo hacer es recopilar los hechos y sacar las consecuencias que nos dicta a partir de los mismos la teoría económica:

1) La creación de dinero por parte de los bancos centrales se está produciendo a un ritmo sin precedentes. Esto es indiscutible: los tipos de interés están en mínimos históricos, y no hay límite para los activos que los bancos comerciales pueden aportar como garantia (colateral) de esos préstamos.

2) Los bancos comerciales no han reactivado el crédito ni siquiera entre ellos, no digamos a empresas o particulares. El Interbancario sigue seco, y los problemas crediticios siguen a la orden del día. Dicho de otra forma, todo ese dinero de nueva creación no se está trasladando al mercado. Es como si no se hubiera creado: los bancos lo atesoran para asegurar su posición.

3) Los Gobiernos están empeñados en que el dinero de nueva creación circule al sistema, como única via para salir de la crisis. Quieren que se reactive el crédito, y están dispuestos a llegar a donde haga falta para ello: nacionalizar los bancos, sancionarles, o incluso prestar dinero directamente ellos a empresas.
Esto significa que todo este dinero de nueva creación eventualmente va a llegar al mercado.

¿Qué pasará cuando se reactive el mercado de crédito? Pues que habrá mucho dinero en circulación a un interés ridículo. Imaginemos que de repente empiezan a llegar camiones y camiones de jamones ibéricos a Madrid: ¿qué le pasaría al valor del jamón? Se desplomaría, verdad? Pues lo mismo le pasa al dinero: cuando lleguen los camiones, el valor del dinero caerá en picado. Y esto significa que todos los precios subirán a lo bestia. A partir de ahí, el proceso de hiperinflación estará desencadenado.

No sé si tras esta explicación se pueden tener dudas sobre que en el futuro va a haber una hiperinflación. Evidentemente, sigo sin dar respuesta al "cuándo", aunque de momento espero haber convencido a los escépticos de que la hiperinflación es inevitable con la politica que están siguendo los Gobiernos. Si cambiaran dicha política, por ejemplo, volviendo a subir ya los tipos de interés, tal vez se podría evitar, no sé.

Aún así, y basándome en mi interpretación de los hechos, ya no en teoría económica, voy a dar fechas. Creo que las tensiones inflacionistas comenzarán en el primer semestre, posiblemente con subidas de Bolsa. Y lo creo porque no creo que los Gobiernos aguanten más de tres meses sin tomar medidas excepcionales para que el nuevo dinero llegue a los mercados, porque es como ellos creen que se va a poder salir de la crisis. En el momento en que eso ocurra, la hiperinflación está servida.

Hala, ya me he mojado.

martes, 13 de enero de 2009

Irresponsables economistas keynesianos

La verdad es que en medio de este fragor que vivimos, en que la mayoría de la gente tiene claro que es bueno que el Gobierno aumente su gasto para sacarnos de la crisis, resulta difícil encontrar un huequecillo argumental que me permita escribir algo nuevo u original. Lo digo porque los argumentos contra esa política están ya puestos encima de la mesa, son contundentes, y son también ignorados por los políticos en la carrera a ninguna parte para salvar el culo.

Así poco me queda más que la pataleta argumental. Y recriminar a los economistas mainstream su irresponsabilidad y complicidad con las políticas que nos van a llevar a la ruina, por alentarlas y justificarlas. Por sumergir a la sociedad en el desconcierto académico, al proponer una visión falsa de la economia, pero gracias a la cual ellos pueden vivir del cuento.

Bueno, pues lo que viene ahora ya lo habréis oído o leído, pero yo también lo quiero decir. Todo lo que gaste el Gobierno para "revitalizar" la economia, absolutamente todo, provendrá del dinero que nos ha quitado a los ciudadanos, dinero que, obviamente, lo hubieramos gastado nosotros si no nos lo hubieran quitado.

Por tanto, es imposible que revitalice la economía con medidas de este tipo: todo lo que aumente su consumo será a costa de disminuir, exactamente en la misma medida, el nuestro. Es un juego suma cero, en el mejor caso. Pero hay una gran diferencia: si lo gastaramos nosotros se crearía estrictamente más riqueza que si lo gasta el Gobierno, por la sencilla razón de que nosotros lo gastaríamos en lo que nos conviene a nosotros, que somos sus legítimos dueños, mientras que el Gobierno lo malgastará. Esto es, lo gastará en lo que a él le convenga, no en lo que venga bien a la sociedad.

Hay quien dice que no nos lo tiene porque quitar de lo nuestro, porque puede endeudarse para realizar su gasto. Claro, en este caso se incrementará el consumo a corto plazo, pero a costa de restringirlo en el futuro. Con el agravante de que se restringirá aún más dicho gasto, al tenerse que pagar los intereses de la deuda adquirida.

Y aquí es donde está la mayor irresponsabilidad. Porque el Gobierno se estará gastando el dinero de gente que ni siquiera está aquí para decirle que no se lo gaste. Se está gastando el dinero que van a generar mis hijos y mis nietos, y lo está gastando en cosas que ni siquiera queremos nosotros, o sea que a ver que les parece a las futuras generaciones, cuando tengan que afrontar su pago.

Imagino que mandarán a salva sea la parte al acreedor. E imagino que los potenciales acreedores no son ajenos a esta circunstancia. Por lo que los tipos de interés para la deuda pública comenzarán a dispararse.

¿Os imaginais que cuando por fin encontrarais trabajo cogiera vuestra padre y os dijera: "toma, aquí tienes esta casa en la montaña; sí, ya sé que a ti te gusta la playa, pero cómo querías que lo supiera; por cierto, debes 360.000 Euros al banco"? ¿ Y si te dijera: "toma, tu abuelo te compró esta casa en la montaña; ni a ti ni a mí nos gusta, yo he hecho lo que he podido, te quedan por pagar 360.000 Euros"?

Pues tarde o temprano algún Gobierno de este y otros países se sentirá así. No por responsabilidad hacia sus acreedores, sino porque habrá perdido todo el crédito y no podrá endeudarse para sus virguerias.

domingo, 11 de enero de 2009

Vivir del crédito

Según la mayoría de los analistas y periodistas económicos, la dimensión financiera de la crisis que estamos viviendo se ha trasladado a la economía real al cortar las entidades financieras el crédito a las empresas, pequeñas, medianas y grandes. Es por ello que nuestros gobiernos insisten en que el dinero que están suministrando a los bancos lleguen a las empresas, llegando incluso al extremo de prestarlo los propios Gobiernos.

En todos los casos, se da por asumido que las empresas necesitan crédito para sobrevivir, que sin crédito ninguna empresa es viable. Sin embargo, esto no es, o, al menos, no debería ser así.

Los individuos ahorran aquella parte de sus ingresos que no consumen. Es solo a partir de este ahorro que se puede dar crédito. Los individuos darán crédito a partir de sus ahorros (prestarán sus ahorros) solo si obtienen algo a cambio. Como mínimo, habrán de obtener la tasa de preferencia temporal, puesto que el dinero prestado lo recobrarán pasado un tiempo. Por la ley de preferencia temporal, siendo todo lo demás igual, preferimos algo hoy que eso mismo en el futuro. Por tanto, si presto 1000 Euros para que me los devuelvan dentro de un mes, entonces me habrán de dar algo más; en otro caso, prefiero quedarme con los 1000 Euros.

Por supuesto, el mundo real está sometido a cambios constantes. Esto hace que ese dinero que presto pueda perderlo, y no me sea devuelto en todo o en parte. Por ello, si presto dinero a un colega, el interés que le pediré será mayor que el precio de mi preferencia temporal, en función del riesgo que perciba de perder la pasta. Si veo ese riesgo muy algo, no lo prestaré, o bien subiré mucho el interés pedido.

En el otro lado de la moneda esta la empresa que recibe mis ahorros. Ella preferirá recibir el crédito si le compensa el precio que ha de pagar por él; en caso contrario, optará por ahorrar ella los recursos. El coste del crédito puede alterar la viabilidad de su modelo de negocio. En todo caso, la decisión de vivir a crédito o de los ahorros es del empresario, no es automática una opción u otra, que dependerá de cada tipo de empresa. Como queda dicho, es fundamental en esa decisión el precio del crédito.

Entonces, ¿es normal que una empresa dependa de una línea de crédito para pagar las nominas de sus empleados o sus gastos corrientes? Hombre, pues normal no debería de ser, aunque puede haber momentos puntuales en que sí sea necesario(por ejemplo, retrasos en el pago de algún cliente).

¿Cómo es posible que tantas empresas dependan hasta ese punto del crédito? ¿Qué pasa, que no ingresan dinero por los productos que venden? ¿O que no ingresan suficiente para hacer frente a sus gastos normales? Evidentemente, aquí algo pasa. Y eso es que los Gobiernos han forzado tipos de interés tan bajos mediante la expansión de crédito, que los empresarios prefieren en general vivir del crédito, porque les sale más barato que ahorrar de sus ingresos.

Claro, en el momento en que se endurecieron las condiciones, esto cambió. Ahora todas estas empresas acostumbradas a vivir a crédito lo van a pasar mal. Pero no por la carencia de crédito, sino porque construyeron sobre su abundancia la viabilidad de un negocio que no era tal. Dicho de otra forma, muchas empresas no hubieran sido viables de otra forma.

Lo que, en esencia, es otra forma de describir la teoría del ciclo de Mises.

jueves, 8 de enero de 2009

Dios no existe, pero la Virgen sí

A estas alturas supongo que no quedará nadie en este proceloso mundo que no se haya enterado de que una asociación de ateos va a hacer una campaña (por llamarle de algún modo) publicitaria utilizando como soporte los autobuses de Londres, Madrid y Barcelona. El lema publicitado es algo así como "Dios probablemente no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida".

Bueno, pues estos señores no creerán en Dios, pero lo que es la Virgen se les ha aparecido. Y de qué forma. Veamos: el presupuesto publicitario para Madrid ascendía a la nada desdeñable cifra, en estos momentos, de 1.500 Eurazos!!!. Con ese presupuesto, planeaban contratar publicidad en 2 autobuses durante 15 días.

No hace falta mucha cavilación para hacerse una idea de a cuánta gente hubieran llegado con tanta intensidad de medios. 10.000 madrileños?. No creo que ninguno de los presentes nos hubieramos enterado de la iniciativa.

Pero en esas estábamos cuando se les apareció la Virgen en forma de los "mass media" españoles, sobre cuya capacidad para oler el escándalo no queda duda. Y gracias a nuestros comunicadores, por 1500 Euros, han conseguido espacios de varios minutos, en "prime time", en todos nuestros telediarios, radios y prensa. Guay del paraguay. Ya quisiera Coca Cola, o Ford.

Ahora sí que han conseguido impacto en toda España. Enhorabuena a aquellos cuyo negocio es la publicidad. Os habéis canibalizado el pastel. Seguro que ahora reciben pasta para hacer una campañita en condiciones. Ahora estaremos todos ojo avizor a ver si somos de los "afortunados" en encontrar, no digamos ya montar, uno de los dos autobuses portadores.

No es momento ahora para entrar en el contenido de la campaña, que, sinceramente, creo que es lamentable. ¿Qué pretende exactamente? ¿Creen los ateos que los creyentes están preocupados por creer en Dios? Pero si es lo contrario, hombre, es lo que da sentido y esperanza a nuestra vida. Por eso, es un mensaje simplemente destructivo y patético, qué penilla.

En realidad, lo único que preocuparía de esta movida es si nos enteraramos de que la pasta la están poniendo de nuestros impuestos (o sea, alguna de las Administraciones), sea directa o indirectamente (por ejemplo, mejores condiciones en la publicidad). Bueno, lo único, si tuvieramos unos medios de comunicación en condiciones.