jueves, 30 de diciembre de 2021

No hay apocalipsis ("Apocalypse Never"), de Michael Shellenberger

La lectura de este libro me ha parecido interesantísima, he aprendido mucho y de una fuente que me parece bastante fiable y creíble. Y eso que el comienzo me pareció bastante renqueante, y, en general, no me gusta cómo escribe el autor, un estilo tosco y poco fluido. Pero, como decía una nota de las cartas de S Pablo (otro que también escribe de pena), el poder de su convicción y, en este caso, datos, supera todas las barreras literarias.

Lo primero que hay que decir es que Shcllenberg es un ecologista y bien comprometido, de los que empezaron cuando eran pequeñitos y han pasado por múltiples etapas en el proceso, pero siempre con el objetivo vital claro. El amor que tiene por la naturaleza y por la gente se refleja en muchos pasajes del libro, y especialmente cuando habla de los habitantes del Congo, humanos o no. Y precisamente por su compromiso, ha hecho de la ciencia su principal herramienta, ya que es la única vía que ve para conseguir la conservación del medio ambiente.

Su conclusión vital es que desarrollo económico, energético y medioambiental van de la mano, que no se puede hacer uno contra el otro, que es imposible, y por eso su libro concluye de forma lapidaria: "Environmental humanism will eventually triumph over apocalyptic environmentalism, I believe, because the vast majority of people in the world want both prosperity and nature, not nature without prosperity." Esta conclusión vital de Shellenberg es coherente con las enseñanzas de la teoría económica: el mercado libre es la forma en que se satisfacen las necesidades humanas al menor coste posible, y eso tiene que tener repercusión en la naturaleza, pues una necesidad satisfecha a menor coste, necesariamente supone un menor consumo de recursos. Shellenberg aporta numerosos ejemplos de esto en su libro, aunque sin referirse en ningún momento a la teoría económica que lo sustenta.

Por ejemplo, de los plásticos nos dice que son una forma mucho más barata de satisfacer necesidades humanas que antes requerían mayor consumo de recursos naturales (peines de huesos de ballena o de márfil, por ejemplo). Así,  "The plastics parable teaches us that we save nature by not using it, and we avoid using it by switching to artificial substitutes."

En todo caso, el ejemplo por excelencia, y al que un tratamiento más completo va a dar, es, no podía ser de otra forma, el de la energía. Para empezar, "How wealthy we are is thus reflected in the amount of energy we consume. The average Congolese person consumes the energy equivalent of 1.1 kilograms of oil per day (kg/day). The average Indonesian consumes the energy equivalent of 2.5 kg/day. The average U.S. citizen consumes 19 kg/day." Siendo así, la clave para mejorar el bienestar es el abaratamiento de la energía. 

¿Y qué energía tiende a ser más barata? La solución es clara y coherente, una vez más, con lo recién dicho de teoría económica: aquella que tiene una mayor "densidad energética", esto es, que produce más watios por unidad de masa empleada. Lógica y necesariamente, la energía más barata será también la que tenga un menor impacto medioambiental, por la misma razón que es la más barata. Y así queda explicado algo que intuitivamente nos llama mucho la atención: ¿cómo puede ser que los enormes huertos solares, o los paisajes repletos de molinillos, sean más respetuosos con el medio ambiente que una central nuclear que solo echa humo blanco al aire, y ocupa muchísimo menos espacio por Watio producido (que además no depende del clima ni de la hora del día)? 

Efectivamente, nos explica Shellenberg apoyado en multitud de datos científicos y técnicos, no es así: las energías renovables dañan más el medio ambiente que la nuclear y las solares o eólicas, más que las hidroeléctricas. El criterio es siempre el mismo: densidad energética del combustible. "The fact that the energy density of fuels, and the power density of their extraction, determine their environmental impact should be taught in every environmental studies class."

Un dato curioso, soportando también la tesis anterior, ante por unos derroteros quizá inesperados: ¿qué contamina más, un automóvil o un carro de caballos? Siguiendo el criterio anterior, nos da el contraintuitivo resultado de que el automóvil. Y así efectivamente es, cuando comparamos caballos y coche para un mismo recorrido o uso. Nos cuenta Shellenberg: "Horse-drawn carriages made New York City unlivable in the years before the introduction of the automobile. The streets were dirty and dusty and stank of urine and feces, which brought flies and disease. Petroleum-powered vehicles allowed for much higher power densities with much less pollution."

Observa Shellenberg que con el tema energético la sociedad ha caído otra vez en el mito del naturalismo, de que las energías renovables son mejores porque son naturales "Just as people imagined “natural” products from tortoiseshell and ivory to wild salmon and pasture beef are better than “artificial” alternatives, people imagine that “natural” energy from renewables like solar, wood, and wind is better than fossil fuels and nuclear." Pero ya hemos visto que la ciencia desmonta el mito, y que desde todos los puntos de vista, incluido el medioambiental, son mejores las alternativas artificiales que las naturales.

Esta, por supuesto, es la explicación benevolente. Para una explicación menos ingenua, y seguramente más realista, Shellenberg nos habla de muchos ecologistas de pro, tanto individuales como organizaciones. Entre otros, Al Gore, o un tal Brown activista contra las nucleares. Entre las organizaciones, tenemos a Greenpeace y a otras americanas. Nos llevaremos la (relativa) sorpresa, que detrás de estos tipos y organizaciones suele haber empresas de combustibles fósiles, haciendo campaña para que las nucleares se cierren. Claro, la de pasta que puede ganar esta gente si toda la energía generada por nucleares o hidroeléctricas se tiene que generar con combustibles fósiles. Y, a su vez, tenemos a los fabricantes de molinilllos y solares (entre otros, ese personaje lleno de sombras llamado Elon Musk) haciendo lo propio con las fósiles. Mucho dinero en juego y mucha aparente corrupción política, sobre todo en las administraciones Demócratas de los EEUU.

Shellenberg no se conforma con documentar la situación a la que hemos llegado, Además, trata de buscar explicaciones sociológicas y psicológicas a las actitudes de la gente. Ya hemos visto cómo da una explicación basada en el mito del naturalismo. Me ha gustado especialmente esta reflexión que hace sobre el Neomalthusianismo, y cómo esta corriente de pensamiento se empeña en atacar las tecnologías que hacen inválidas sus profecías catastrofistas. Empezando por el propio Malthus, quien "had to attack birth control to predict overpopulation." y siguiendo con Holdren and Ehrlich, que predecían que todos moriríamos de hambre, y "had to claim fossil fuels were scarce to oppose the extension of fertilizers and industrial agriculture to poor nations and to raise the alarm over famine." En la actualidad, el testigo lo han recogido los activistas del cambio climático que  "have to attack natural gas and nuclear energy, the main drivers of lower carbon emissions, in order to warn of climate apocalypse."

Este es un libro escrito por un activista ecologista. Explica con base científica la magnitud real del cambio climático, y las formas prácticas de combatirlo. Y nos llevamos la sorpresa de siempre cuando hay políticos por medio: las soluciones impulsadas por esta gentuza van, como siempre, en contra de la sociedad y del medio ambiente al que dicen proteger. Como es "de siempre", no es una sorpresa, pero es interesante verlo constatado por alguien que sí parece creer (o haber creído) en la política para resolver esta clase de problemas.

Para los que ya sabíamos que la política nunca es solución, es refrescante ver los argumentos científicos y técnicos que se dan a favor de dejar que los mercados funcionen sin interferencia política, aunque en ningún momento Shellenberg lo diga así y quizá ni siquiera lo piense. Muy instructiva y muy recomendable lectura.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

El enigma de la habitación 622 ("L'énigme de la chambre 622"), de Joël Dicker

Con esta novela me pasó algo curioso, propio del nuevo mundo digital, y es que pensé que la estaba leyendo cuando realmente algunos listillos habían deslizado otro texto bajo el mismo título. La novela apócrifa era verdadera basura, y aquí dejé su reseña. En los párrafos iniciales revisados, me prometía leer la verdadera novela, y me reservaba posibles referencias deprecatorias hacia el autor, como las allí proferidas de forma injusta, hasta la lectura. Evidentemente, en mi fuero interno, no pensaba que la novela de Dicker pudiera ser tan mala como esta bazofia, o sea, que me iba a poder ahorrar los improperios.

Ay, qué equivocado estaba. Y esta vez espero haber leído de verdad la obra de Dicker. De hecho, me he asegurado buscando otras reseñas. Esta novela, sin ser tan mala como la apócrifa, es verdaderamente lamentable, una estafa del escritor a sus lectores, o quizá de la editorial, no lo tengo claro. Sí, ya sé que llueve sobre mojado, pero es lo que hay. Tengo la sensación que haber leído un libro escrito por un niño de 13 o 14 años (con todos los respectos hacia esa franja de edad, pero también es claro que normalmente no tienen la madurez para desarrollar la trama de una una novela para adultos). Y quizá no vaya desencaminado: quizá, presionado por la editorial, Dicker desempolvó estos escritos abandonados y se los endosó como literatura, y coló, porque lo que buscaba el editor era solo el nombre del escritor en la portada. Yo qué sé.

De que la novela va a ser mala uno se apercibe bastante pronto. Yo creo que en las primeras 50 páginas ya te das cuenta de que eso no es serio. Y, aún así, sin esperanza de que la cosa mejorara, me he zampado las 600 o 700 que debe de tener el tomo. Por lo menos he practicado francés.

Se trata de la investigación que el autor ( el propio Joël) aborda con una conocida de un crimen cometido hará unos cuantos años en la habitación 622 del hotel Verbier, Los principales protagonistas son dos banqueros, uno de familia, Macaire, y otro sobrevenido, Lev, y la mujer-amante de ambos, Anastasia, de la nobleza rusa. La trama se construye sobre el triángulo amoroso entre estos personajes, y sobre la rivalidad de los dos masculinos para hacerse con la presidencia de la empresa bancaria familiar.

En el momento en que Macaire argumenta ante el accionista principal, Tarnogol, que él tiene que ser el presidente por que Lev siempre llega tarde al trabajo y nunca está en su oficina cuando se le busca, ya tenemos un claro indicio de lo que cabe esperar de la narración. Y, efectivamente, no habrá sorpresas al respecto.

Es más, y ojo que voy con spoiler, el nudo decisivo de la trama consiste en que, espera, dejo pasar más palabras y hasta una línea para que nadie lea el spoiler sin querer. Bueno, ahora así: consiste en que Lev es realmente también otros personajes de la novela, de los que se disfraza y a los que da vida, entre ellos el propio Tarnogol. O sea, el plan es que Tarnogol nombre a Lev presidente de la banca y a continuaciòn se lo trague la tierra.

Otro de los aspectos absurdos de la trama: resulta que Macaire forma parte del P30, un servicio secreto suizo que se dedica a anticipar posibles denuncias de blanqueadores de dinero en las entidades suizas. Repito, a prevenir que los nombres de posibles delincuentes con dinero en Suiza sean denunciados. Como lo digo. Que esto sea a su vez una superchería de Lev para con Macaire no le quita intento de verosimilitud. Por cierto, que en una de sus misiones en Madrid, se encontrará con un informático, un tal Pérez, "au musée du Prado, devant le tableau de Goya Tres de Mayo"Sí, yo también me quedé sin palabras. 

Creo que esta novela no merece lectura ni muchas más líneas en esta entrada. Es más, la consecuencia de esta novela debería de ser la marginación de su autor, de quien me prometo no volver a leer nada. Y eso que me ha parecido uno de los autores francófonos contemporáneos más interesantes, y tampoco hay tantos (al menos, yo no conozco).

Curiosamente, y esto abona mi hipótesis de escritura adolescente, hay al comienzo de la obra unos pasajes interesantes sobre la naturaleza de la escritura y de la literatura, muy en la línea del caso Quebert, que reflejen mayor madurez del escritor, que habría redactado esta envoltura para una obra de otro modo inaceptable: 

"Les gens considèrent souvent que l’écriture d’un roman commence par une idée. Alors qu’un roman commence avant tout par une envie : celle d’écrire."

"Or, une intrigue, comme son nom l’indique, doit être constituée de questions. Commencez par poser votre trame de façon interrogative"

Por último, una frase en la que Dicker o, al menos su editor en esta ficción, Bernard, concluye que las series son el nuevo cine, algo con lo que cada vez más gente está de acuerdo: "Il avait pris conscience de la prépondérance des séries modernes sur le cinéma, puisqu’elles en avaient désormais les moyens, les réalisateurs, les acteurs, avec le bénéfice d’une durée étendue. En voyant les premières images de notre série, Bernard me dit : « La série, c’est le nouveau cinéma. »".
Evidentemente, nada de esto redime a Dicker ante mis ojos. Un escritor menos para mí.


 

martes, 14 de diciembre de 2021

El dinero, de Carl Menger

Por razones diversas, por fin llegó la hora de leer alguna de las obras del fundador de la escuela austriaca, el gran Carl Menger. No sé muy bien por qué aún no había leído nada de él, aunque supongo que será porque estaba esperando a poder leerlo en alemán, lo que a su vez influía en que me diera pereza leerlo. Otra razón, quizá más directa, es que no esperaba encontrar en su lectura nada que no hubiera aprendido ya en sus sucesores, Rothbard, Mises o Böhm-Bawerk a quienes sí he leído extensa e intensamente.

Bueno, en todo caso, por fin le llegó la hora. Me apresuro a afirmar que no lo he leído en alemán, como revela el nombre de la entrada, en que no aparece el título en la lengua original, hago que hago siempre con los libros que leo sin traducir. Y rápidamente añado que no me pesa haberle leído traducido, porque me da la impresión de que la traducción es bastante buena y precisa. Adicionalmente, la edición que he leído incorpora un prefacio con la mitad de la extensión del ensayo de Menger, escrito en español, y que es tan interesante como la propia obra del austriaco, en parte por incidir sobre los puntos diferenciales de la doctrina de Menger en el momento en que lo escribe.

Desde el punto de vista sustantivo, no me parece que haya aprendido nada relevante con esta lectura. La principal idea que nos trasmite Menger es que el carácter original, derivado de su evolución y constatable por la historia, del dinero es "su función de intermediario de uso general en el intercambio de bienes". A partir de esta idea, Menger se enreda en explicar errores comunes relacionados con el sistema monetario y la concepción más moderna del dinero, errores que siguen a la orden del día en el mainstream y en el imaginario popular. O sea, son errores que es muy importante desmontar y a lo que contribuye la lectura pausada de esta obra, pero que a mí personalmente no me aporta nada, porque (creo) ya había entendido esos errores a grandes rasgos. Ello me ocasiona que la lectura se me haga un poco tediosa para alcanzar unas conclusiones que ya tengo asimiladas.

Ojo, no digo que dichas reflexiones no me hayan aportado nuevas perspectivas. Lo digo más bien en el sentido incremental: el valor añadido que me da esa perspectiva adicional no me compensa el esfuerzo que me supone la lectura.

Sí hay en cambio una nota positiva en la lectura de Menger que quiero destacar, y es su perspectiva esencialmente dinámica del proceso económico, que además basa en unos enciclopédicos conocimientos históricos, si hemos de creer que conoce todas las referencias que cita. Es sin duda esta visión mengeriana lo que me ha sorprendido y más me ha resultado provechoso de esta lectura, insisto, aunque los resultados los conociera ya de leer a otros autores de la escuela austriaca.

Me encanta cómo cuenta la emergencia del dinero mediante un proceso espontáneo, hayekiano, de descubrimiento por parte de las sociedades, y cómo además lo documenta históricamente con montones de referencias. Insisto que no me lo esperaba. Y no es que Rothbard o Mises no incluyan la visión dinámica en sus tratados, pues dicha visión es precisamente el rasgo diferencial de la escuela austriaca. Por supuesto que lo incluyen, de ellos (y de Kirzner, y de Lachmann) lo he aprendido. Es, simplemente, que no lo cuentan de esa forma, sino de una más sistemática, más de tratado económico ortodoxo.

Y sin embargo, esta forma de explicar los fenómenos económicos que utiliza Menger me parece la más natural (de hecho, es la que utilizo yo también cuando me toca explicarlos, sin saber que así lo hacía Menger). Solo por ellos, quizá esté justificado que aborde, por fin, la lectura de las obras principales del autor, esos Grundsätze y esos Untersuchungen. Aunque no sea en alemán, como debiera. Bueno, ya veremos.

jueves, 2 de diciembre de 2021

A prueba de fuego, de Javier Moro

Como ya anticipé tras leer Senderos de Libertad, he aquí otra lectura de Javier Moro, que creo que es su última novela. Desafortunadamente, éste es bastante más flojito que los otros que he leído de él, aunque seguramente sea más por el tema que por el estilo del escritor, que no obstante sí se ve influido en esta ocasión por el tema.

La novela va de la vida de los dos arquitectos Rafael Guastavino, el padre y el hijo, que tuvieron un papel muy importante en la construcción de muchos edificios en distintas ciudades de los EEUU a finales del XIX y principios del XX. Como digo, construyeron muchos, pero pocos son conocidos por el público no especializado. Por ejemplo, la catedral de San Juan Divino en Nueva York, que es el edificio con el que escoge el autor comenzar la obra. Yo puede que estuviera, pero no la recuerdo, sinceramente. Y lo mismo me pasa con los edificios citados para Boston, otra ciudad que conozco.

Lo cual nos lleva al siguiente punto crítico: para valorar los méritos arquitectónicos de los Guastavino se requiere un cierto conocimiento técnico, que Javier Moro no acierta a transmitir. Sus explicaciones se quedan en un batiburrillo de tecnología (presillas, losetas, carga...) que, a mí al menos, no me dicen nada, una vez se superan las comparaciones más sencillas ("Este papel tan fino, según lo dobles, puede aguantar mucho más peso que el suyo propio"). Y como hay bastante de este tipo de pasajes, la cosa se me hace aburrida.

La vida personal de los Guastavino tiene mucha miga, sin duda, pero es que a mí tampoco me van las telenovelas. Sí, era un mujeriego, llegó a tener cuatro mujeres simultáneamente en distintos estatus de relación. Y sí, quizá esa se la causa de los problemas sentimentales del hijo, que, no obstante, se terminan resolviendo de forma bastante convencional. A ver, está bien contado y no te aburres, pero al final del día no es demasiado interesante.

Por ello, lo que más me ha gustado del libro es cómo refleja ese ambiente de finales de siglo XIX y principios del XX, uno de los momentos de la historia en que más riqueza se ha creado, porque quizá haya sido el momento de la historia en que más libertad ha habido. En la Nueva York de esos momentos "Por todas partes se levantaban edificios y estructuras de proporciones colosales. El tren elevado gozaba de tanto éxito que estaban construyendo una cuarta línea. Sus locomotoras de vapor echando nubarrones de humo blanco por encima de la calzada se convirtieron en una estampa típica de la ciudad.". Y nada de esto se hacía con impuestos o por la administración, porque apenes existía.

"—La confianza es la base de nuestro trabajo—dijo uno.—Los buenos negocios son los negocios en los que todo el mundo gana—dijo el otro." Aunque luego resulta que eran estafadores, lo que dicen revela el espíritu de la época: ilusión, ambición, ingenuidad. Y no solo en los EEUU: también hay referencias a Cuba, Argentina ("En aquella época, Argentina era el segundo país más rico del mundo y se levantaban opulentos edificios en Buenos Aires") y, cómo no, las Valencia y Cataluña de la juventud del padre. Por cierto, con especial referencia a la Lonja de Valencia que impresionó el espíritu de ambos protagonistas: "Así fue empapándose de ese «espacio magnífico», como fue descrita la Lonja, de esa «impecable maravilla» de la que mi padre decía que respiraba exactitud, proporción, elevación, grandeza."

Me ha sorprendido el relevante papel que jugaban los españoles en Nueva York, con personajes como José Francisco Navarro, socio de Edison y parte integral de la alta sociedad neoyorquina. En la misma línea, se constata la visión tan positiva que tenían de España, como lo demuestra la exposición universal de Chicago, llamada "colombina" y en que el personaje de más tirón fue una princesa española (quien, no obstante, parece que dejó un mal sabor de boca). Compárese con la situación actual en que de allí parecen llegar tan solo insultos y desprecios al papel jugado por España en la empresa del Nuevo Mundo.

En el lado negativo, podemos observar el papel que empiezan a desempeñar las patentes en los negocios. No se olvide que una patente es un privilegio de monopolista sobre algo que un funcionario dice que tú has inventado. Movidas con ellas ha habido unas cuantas (la invención del teléfono, sin ir más lejos), y aquí se están plantando las semillas del sistema, del que ya se benefician los más espabilados: "A la vista de cómo nos estaba yendo con las que había registrado, no había duda. El mundo pertenecía a los dueños de patentes. Edison andaba ya por el millar… Así que yo también me puse a ello, y entre 1891 y 1892 deposité tres patentes a mi nombre, dos para forjados de techos y una de arcos tabicados.". Y eso que en aquel entonces tan solo concedían privilegio por 5 años!

Otro germen que aparece es el de Disney, aunque este es claramente más anecdótico. Resulta que el padre de Walt trabajó como capataz en los trabajos de Guastavino para la Expo de Chicago. Así nos lo cuenta don Javier: "Contratamos a un oficial pelirrojo, un irlandés llamado Elías Disney que conocía bien su trabajo y que añoraba su vida de campesino. Era un buen hombre, muy serio. Años más tarde, su hijo pequeño, Walt, se inspiró en lo que su padre le contó de la exposición para su propio reino de la magia, el famoso Magic Kingdom."

A todo esto, el título del libro de refiere a la cualidad ignífuga de las obras de los Guastavino, muy demandada en los EEUU tras el impacto que había supuesto el incendio de Chicago: "le conmovió la descripción de la destrucción de Chicago, los trescientos muertos, los nueve kilómetros cuadrados de ciudad arrasada, los diecisiete mil edificios calcinados, todo lo que la prensa contaba sobre el caso.". Esta fue la gran oportunidad de futuro que vislumbró Guastavino padre y que le compelió a marcharse de España a esa tierra prometida, aunque en su decisión también obraron causas mucho más personales, como bien contará Moro. Pero ya he dicho que esta parte de telenovela me ha interesado poquito.

Cierro con dos pasajes. Primero una reflexión filosófica: "Cuánto cambiarían las relaciones entre la gente si tuviésemos clara y bien presente la inevitabilidad de la muerte."

Y segundo, una pequeña puntada al nacionalismo catalán, en la persona de ni más ni menos que el gran arquitecto modernista Puig i Cadalfach, uno de los tres grandes con Gaudi y Muntaner, y todos ellos sucesores e influidos por los Guastavino. Resulta que el amigo Puig i Cadalfach fue quien bautizó a las bóvedas de los Guastavino como "bóveda catalana", "una expresión que permaneció y que se suele asociar con nuestro trabajo. Debía responder a la necesidad catalana de fraguarse una identidad nacional a través de la arquitectura, porque nosotros nunca la utilizamos." ¿Pues no había nacido en Valencia Guastavino?

No es este el mejor libro de Moro, y me cuesta recomendarlo. Yo creo que el lector promedio no lo apreciará tanto como aquel que tenga un cierto interés y conocimientos en arquitectura. 

lunes, 22 de noviembre de 2021

El varón domado ("Der Dressierte Mann"), de Esther Vilar

Extraño libro este que acabo de leer. Resulta que fue un éxito de ventas en España en 1973, su año de publicación, y que su autora, pese al nombre y origen argentino, escribe en alemán. Y, con todo, eso no es lo más raro. Alguien podría pensar que se trataba de un ensayo filosófico, y así lo creía yo cuando me hice con él, y estaría equivocado, porque este libro no es un libro serio, si no una parodia. Y tampoco es esto lo más raro: a mi lo que me parece más extraño es que no sé de quién es la parodia.

Caben dos teorías: en la primera, este libro está escrito para burlarse de los ensayos feministas de la época. En la segunda teoría, en cambio, se estaría burlando de la visión masculina de la mujer, y entonces sería un libro realmente feminista y, hasta por momentos, socialista. Supongo que para despejar la incertidumbre me bastaría investigar un poco el perfil de la autora, pero tampoco me ha entusiasmado tanto el libro como para dedicarle más tiempo.

La idea que "defiende" el libro sería algo así como que las mujeres son las que realmente dominan el mundo, y lo consiguen haciéndose pasar por seres superficiales y tontos para conseguir que sean los hombres los que hagan el trabajo duro y asuman responsabilidades para mantenerlas. "Die Frauen lassen die Männer für sich arbeiten, für sich denken, für sich Verantwortung tragen. Die Frauen beuten die Männer aus. Aber die Männer sind stark, intelligent, phantasievoll, die Frauen schwach, dumm und phantasielos." Las mujeres explotan a los hombres pese a que estos son fuertes, inteligentes, imaginativos. Terminará llevando la idea al mismísimo concepto de lo que es el amor: "Für die Frau bedeutet Liebe Macht, für den Mann Unterwerfung. Für die Frau ist Liebe ein Vorwand für kommerzielle Ausbeutung, für den Mann ein emotions-getränktes Alibi für seine Sklavenexistenz."

Y la verdad es que poco más da de sí el libro, que tampoco es muy largo. La autora nos explicará las estrategias que siguen las mujeres para conseguir este objetivo de esclavización del varón, cómo utilizan la educación o sus encantos sexuales, o la progenie. Siempre proponiendo lecturas de este estilo para las situaciones y comportamientos cotidianos.

Por ejemplo, los hombres visten todos igual "Wäsche, Oberhemden und Socken des männlichen Mannes sind so genormt, daß sie sich von einem Mann zum anderen höchstens in der Größe unterscheiden." porque así lo quieren las mujeres, para que se tengan que distinguir solo por su capacidad de trabajo, que es lo único que interesa a la mujer, que la mantengan. "Der Mann aber ist wie ein Kind, das ewig das gleiche Spiel spielen muß (...) die Frau sei, im Gegensatz zum Mann, ein Mensch, der nicht arbeitet."

Las sospechas de que este libro se esté en realidad burlando de los hombres vienen de frases como ésta:
"Warum benützen die Frauen ihr Gehirn nicht? Sie benützen es nicht, weil sie, um am Leben zu bleiben, keine geistigen Fähigkeiten brauchen." o esta otra, brutal: "Schlägt sie im Lexikon den Namen eines griechischen Philosophen nach, bedeutet das nicht ein plötzliches Interesse an griechischer Philosophie, sondern daß er zur Lösung eines Kreuzworträtsels fehlt."

Esta otra, en cambio, apoya más la tesis de que se burla de los ensayos feministas, al hablar del uso de los juguetes en la educación: "Die Wege trennen sich, und je weiter die Erziehung fortschreitet, desto mehr wird das kleine Mädchen zur Ausbeuterin erzogen, der kleine Junge zum auszubeutenden Objekt. Ein wichtiges Mittel dazu ist das Kinderspielzeug." De la mujer estudiante o trabajadora nos dice que para ellas "Büros, Fabriken, Colleges und Universitäten sind für sie nichts weiter als gigantische Heiratsmärkte."

Más o menos esto es. El libro es entretenido, aunque no llegue a ser muy divertido ni suscite la carcajada. La mayor parte del tiempo me lo ha pasado tratando de adivinar si esto es pro-feminismo o burla del feminismo, o sea, cuál tesis de las de arriba es la correcta, pero no he llegado a ninguna conclusión. Eso sí, en algunas cosas, burla o no, parece tener razón: "Denn in der Welt der Frauen existieren nur die anderen Frauen".

martes, 16 de noviembre de 2021

No digas nada ("Say Nothing"), de Patrick Radden Keefe

Se trata de un libro histórico sobre los Troubles en Irlanda, esto es, del llamado IRA Provisional (o Provos, como los llama el autor), que la mayor parte de las personas identificamos con el IRA, porque es al que hemos visto actuar vía la TV. Para quienes les ocurra lo mismo que a mí, sabed que el IRA es una institución bastante más añosa, que se vincula a la lucha por la independencia de Irlanda contra Inglaterra, y que tuvo allí sus mejores páginas. Tras dicha independencia, lógicamente había pasado a la inactividad. Y solo resucitará en forma de los citados Provos tras el llamado Domingo Sangriento, ocurrido en Derry en 1972.

O sea, que el IRA que yo tenía por IRA en realidad es el IRA Provisional. En todo caso, lo que se nos cuenta es más o menos su historia, aunque no de forma directa, sino vinculada a la desaparición - asesinato de una madre con 10 vastagos, ni más ni menos, Jean McConville. El otro elemento en torno al que transcurre la narración es el llamado Proyecto Belfast, archivado en el Boston College, que recoge entrevistas con combatientes del IRA, con la idea de que se hicieran públicos para los investigadores conforme los entrevistados fueran muriendo, y de esta forma poder llegar a entender algún día lo que sucedió. Y esto tenía que ser así porque "If the paramilitaries feared the authorities, they were even more afraid of one another. Anyone who violated the credo of silence could be branded a “tout,” as informers were known. And touts got killed." Este de los chivatos es otro de los temas recurrentes en la historia del IRA, incluido el caso McConville.

Los protagonistas de la historia, a parte de la familia McConville, son las figuras más relevantes del IRA, empezando por Gerry Adams (el único que me sonaba), si bien este negó siempre su pertenencia al grupo, y siguiendo por Brendan Hughes y las hermanas Price, Marian y Dolours (esta última casada durante algún tiempo con el actor Stephen Rea, el poli de V de Vendetta).

Con estos mimbres, la narración no es especialmente emocionante o cautivadora. Es el típico relato de oficio que saben hacer bien los historiadores ingleses (aunque este escritor sea irlandés) y con su ristra final de notas al pie proporcionando la fuente de la que han sacado cada cosa que dicen. Hay que reconocer que Keefe trata de dar algo de suspense al relato, con ese inicio "in media res" propio de una serie, en que unos policías irrumpen en el archivo secreto del Boston College ( y cuya relación con el IRA no conoceremos hasta transcurridos 2/3 del libro), y con un final para el que se deja la identificación del posible asesino de Jean McConville, en opinión del autor.

Por el medio, uno tiene tiempo para reflexionar sobre las diferencias entre IRA y nuestro más cercano ETA, o entre el nacionalismo irlandés y el catalán, también más próximo. Y, así, sin más reflexión o análisis, aparecen claras diferencias que hacen ambas comparaciones inadmisibles desde el punto de vista histórico.

Empezando por el segundo, el nacionalismo irlandés tiene su origen en el colonialismo británico. Los nacionalistas irlandeses surgen como respuesta a los abusos que los ingleses cometían en la colonia, respecto de la cual se sentían señores. El ejemplo más relevante es la exportación de alimentos de Irlanda en plena hambruna a mediados del XIX. Como es evidente, Cataluña nunca ha tenido un status ni remotamente similar con el resto de España, nunca ha sido colonia (de hecho, ninguna parte del imperio español tuvo carácter de colonia, sino que se integraban en la Corona como cualquier otro territorio). Así pues, no cabe hablar de abusos de una imperialista Castilla.

Respecto a la comparación IRA-ETA (y aparte de lo ya argumentado para Cataluña, esto es, inexistencia del País Vasco como colonia de Castilla), lo que más llama la atención es que en Irlanda sí había una oposición civil por los protestantes, dispuestos a actuar con las mismas armas que los católicos, y encima con el apoyo implícito del gobierno inglés. Así se desprende, por ejemplo, de la narración que hace el autor del Domingo Sangriento, en que lo que parece ocurrir es que la policía británica está controlada por los protestantes, por lo que no tienen reparos en usar todo tipo de violencia contra la manifestación pacífica de católicos. Desde la perspectiva de unas adolescentes hermanas Price, como desde la del propio lector, es claro que hay un abuso gubernamental contra el que hay que defenderse de la forma que sea.

Claro, en el caso del País Vasco, no hay nada similar, no había ningún grupo civil atacando a los indefensos vascos y abusando de ellos. Más bien lo que hay es un grupo de niñatos aburridos, que poco a poco se montan una mitología de opresión para justificar su modo de vida.

Estas reflexiones aparte, lo cierto es que la historia del IRA, sea provisional o no, me interesa (y me ha interesado) de forma muy moderada. Así que poco más diré. Me detengo solo un poco más en la figura de Gerry Adams, quien tuvo la habilidad de capitalizar el conflicto armado para sacar de él réditos políticos, pero que devolvió, en mi opinión, con su decisiva participación en el proceso de paz. Lógicamente, sus compañeros de armas no le acaban de ver con tan buenos ojos, como tampoco cae en su embrujo el autor del libro. Esta evolución de Adams y de su partido, el Sinn Fein, es de las tramas más interesantes de la narración. Por cierto, me encanta el episodio en que Adams se niega a responder bajo tortura a los británicos, aduciendo y manteniendo que él no es Gerry Adams. Visto que puede mantener eso bajo tortura, mucho más fácil le habrá sido mantener durante todos estos años que no formó parte del IRA.

Este libro está bien, pero sinceramente creo que solo interesará a friquis de la historia de Irlanda o del terrorismo. Por mi parte, me han sobrado un montón de páginas, incluidas todas las referidas a los McConville: no es que no tenga empatía, es que leo para entretenerme o aprender.


lunes, 8 de noviembre de 2021

Senderos de libertad, de Javier Moro

Vuelvo a leer a Javier Moro después de unos cuantos años, en que agoté casi toda su producción, empezando por El imperio eres tú, y siguiendo con El sari rojo. Pasión India, El pie de Jaipur y A flor de Piel. Todos estupendos, como este también lo es, cuya lectura no hice en aquella ocasión. Ahora lo seguiré seguramente de otras obras recientes del autor, como A prueba de fuego o Mi pecado.

En esta obra, Moro nos lleva al Amazonas y a lo que casi seguro es el origen del movimiento ecologista moderno, que nos ha llevado a cosas tan terribles como la lucha contra el supuesto cambio climático liderada por políticos en jets y por una niña autista sueca. Si Chico Mendes levantara la cabeza...

Los protagonistas son los seringuieros y los garimpeiros. Los primeros son los recolectores de caucho, reclutados por el gobierno brasileño para la segunda guerra mundial, y abandonados en la selva tras el final de la misma, sin ver cumplida ninguna de las promesas que se les habían hecho. Los garimpeiros, por su parte, son los buscadores de oro en el Amazonia, dañinos en alguna medida para la Amazonia, pero que aquí aparecen como enfrentados a los indios amazónicos, tribus de las que Moro nos dice: "Para pasar del neolítico a la era espacial, el hombre moderno ha necesitado siete mil años. Los indios araras dieron el salto en menos de un año."

El drama se desata con los planes del gobierno de Brasil para colonizar la selva mediante la construcción de carreteras. Como siempre, nada bueno se puede esperar del Estado, y esta vez no fue excepción: "No hubo tiempo de evaluar el problema de las lluvias que, al transformar tierras desmatadas en fangales impracticables, se convertiría en una auténtica pesadilla para ingenieros, técnicos y obreros. A esto se añadiría el paulatino descubrimiento de que el terreno no era llano como se pensaba. La «planicie» amazónica es en realidad una región ondulada, con sierras y montañas, lo que dificultó y encareció enormemente los trabajos. Tampoco la tierra era fértil, y veinte años después del inicio de la «Conquista de la Amazonia» muchos brasileños siguen preguntándose cómo el gobierno pudo embarcarse en tamaña aventura sin haber realizado los más elementales estudios preliminares."

La respuesta a la pregunta de muchos brasileños es, como tampoco sorprenderá, la corrupción. El gobierno brasileño no iba solo, sino en compañía de terratenientes y la peor calaña de empresarios, dispuestos a hacer dinero fácil a costa de la ruina de la selva. Y también en compañía de organizaciones como las que ahora pretenden liderar la lucha contra el cambio climático, tipo el Banco Mundial o el BID, que alegremente proporcionaban fondos para estos proyectos demoledores. 

Esta carrera será obstaculizado por un grupo de idealistas, empezando por el ya citado Chico Mendes, que se empeñarán en la protección de la selva como reconocimiento a su modo de vida y derechos adquiridos. Lo que pasa es que esta defensa, en esos momentos, no consistía en reuniones de postín para acuerdos absurdos, si no en jugarse la vida contra un grupo de empresarios mafiosos con el apoyo del gobierno brasileño, como lo muestra una y otra vez Moro en su narración.

Vamos, que la amenaza a la Amazonia no venía del capitalismo y los emprendedores, sino de los gobiernos, en este caso el brasileño con el soporte del Banco Mundial ("El Banco Mundial estaba financiando proyectos de proporciones gigantescas que aceleraban la deforestación de manera alarmante."), y de sus socios empresarios, a los que si cabe calificar de "capitalistas salvajes". Pero que quede claro, que la faceta de salvaje solo aparece porque el gobierno lo tolera y hasta lo incentiva.

Para más INRI para los ecolojetas-izquierdistas, resulta que en los albores del movimiento, los primeros resultados tangibles se consiguieron gracias a un senador republicano, no demócrata, o sea, de derechas, Robert Kasten, quien amenazó con retirar los fondos de EEUU al Banco Mundial a menos que este exigiera estudios de impacto ecológico a sus proyectos. Y es efectivamente así como se detuvieron los terribles proyectos que amenazaban con acabar con la Amazonia en los años 80 y 90.

Este apropiamiento político por parte de la izquierda del movimiento ecologista no pasa desapercibido ni siquiera en época tan temprana, cuando uno de los activistas que atrajeron la atención de Kasten al problema confiesa: "Luego me advirtieron que estábamos haciéndole el juego al derechista de Kasten, que sólo buscaba un pretexto para recortarle fondos al Banco. Les contesté que habíamos trabajado con los demócratas, que habíamos tenido más de siete audiencias en el Congreso y que no habíamos conseguido nada con ellos."

La verdad es que leyendo este libro uno aprende a apreciar el mérito de un movimiento al que ahora mismo solo cabe observar con profunda sospecha. En aquel momento eran pioneros y héroes, en la actualidad son funcionarios viviendo de la mamandurria y jetas, que solo buscan problemas donde no los hay para poder seguir en el machito. O sea, un grupo más de los que denuncia Douglas Murray (ver aquí), lo que pasa es con un mayor predicamento al no utilizar criterios raciales o sexuales, y poder así apelar a toda la humanidad.

Muy interesante es también en una conclusión que recoge Moro en una declaración de la iglesia brasileña de la época: "Explicaba que la extrema desigualdad se debía a la naturaleza cerrada del sistema político, basado en una alianza entre la élite civil y las fuerzas armadas." Y es que este diagnóstico sí es coincidente con la explicación que daría la teoría económica buena, y no las que proporciona el reciente paladín de la desigualdad, el conocido Piquety, que, como buen socialista, las atribuye al capitalismo, aunque sin el epíteto de salvaje, por lo que parece.

Por último, una curiosidad para quien haya oído el gracioso término "poronga". Yo se lo oí en primer lugar a los argentinos, y para ellos es una parte del cuerpo masculino que no detallaré más. Sin embargo, resulta que en Brasil es "una especie de sombrero de latón con una vela que servía de linterna a los seringueiros al tiempo que les dejaba las manos libres," O sea, como el típico casco minero con su linternita.

En resumen, excelente libro y de sorprendente actualidad, que no recomiendo porque no hace falta. Javier Moro se recomienda solo.

jueves, 21 de octubre de 2021

La violación de Nanking ("The rape of Nanking"), de Iris Chang

Nanking era la capital de China con anterioridad a la segunda Guerra Mundial y fue testigo de una masacre con pocos precedentes en aquel momento. Estamos hablando de unos 400.000 chinos muertos a manos de japoneses, para empezar a hablar, más cientos de miles de violaciones y torturas. Sin embargo, es un acontecimiento relativamente poco conocido, si lo comparamos con otras fechorías de la época, especialmente las perpetradas por los Nazis. Precisamente si en la actualidad se conoce esta historia tiene mucho que ver con el esfuerzo realizado por esta autora, que conoció la calamidad gracias a sus padres, aunque no de primera mano.

De hecho, para valorar adecuadamente el libro hay que tener en cuenta esto último. La sensación al leerlo es de que está poco elaborado, que es sorprendentemente corto. Pero lo que pasa es que prácticamente cada frase que escribe Chang está documentada y tiene su fuente, algo a lo que dedica un tercio del libro. O sea, el mérito de Chang es pone juntas muchas cosas que debían de estar separadas y así uno se hace una verdadera idea de todo lo que sucedió.

Lo primero que trata de explicar la autora es cómo pudieron llegar los japoneses a cometer actos de tal brutalidad. Para ello, nos hace una somera historia de Japón, muy interesante, que tiene una inflexión fundamental en el siglo XIX, cuando se rompe su aislamiento con la humillación que ello supone, y cómo desde aquí rebota para convertirse en una gran potencia apoyándose en su papel de proveedor en la Primera Guerra Mundial.

En todo caso, las razones micro de tal brutalidad quedan resumidas así: "the modern Japanese army had great potential for brutality from the moment of its creation for two reasons: the arbitrary and cruel treatment that the military inflicted on its own officers and soldiers, and the hierarchical nature of Japanese society, in which status was dictated by proximity to the emperor."

Me gusta bastante el análisis que cita Chang sobre las causas que llevaron a Japón a convertirse en país invasor: "There are only three ways left to Japan to escape from the pressures of surplus population . . . emigration, advance into world markets, and expansion of territory. The first door, emigration, has been barred to us by the anti-Japanese immigration policies of other countries. The second door . . . is being pushed shut by tariff barriers and the abrogation of commercial treaties. What should Japan do when two of the three doors have been closed against her?" Es una nueva versión de Mises y de su "si no pasa el pan, pasarán los tanques".

El caso es que tenemos a un Japón convertido en superpotencia regional y un ejército entrenado a lo antigua usanza, que considera a los chinos como verdaderos cerdos. A ello se une la negligencia del mando chino, bien descrita por Chang, y, tras 4 días de asedio, tenemos a los japoneses haciendo lo que quieren con los pobres ciudadanos de Nanking. Y la verdad es que la descripción de las cosas que hicieron es sencillamente brutal. Pero como no soy morboso, no recogeré nada de esto. Recuérdese, eso sí, que cada cosa que dice Chang está perfectamente documentada, esto es, que de verdad ocurrieron las cosas.

El principal contrapeso resultó ser la zona neutra internacional, promovida por un grupo de extranjeros residentes en Nanking, principalmente alemanes y estadounidenses. Chang describe con cierto detalle el comportamiento heroico de estas personas, centrándose en tres de ellos. El más conspicuo es sin duda el Nazi bueno, Rabe, quien acudió al mismísimo Hitler para denunciar las fechorías japonesas y además consiguió, según parece, que los bombardeos japoneses no alcanzaran la zona neutral.

Otro contrapeso fueron los periodistas, que dieron a conocer al mundo lo que estaba ocurriendo, incluido a Japón. Y Chang denuncia cómo los esfuerzos del gobierno japonés se dedicaron más bien a tapar lo que estaba ocurriendo, que a tratar de disciplinar a sus ejército. En la línea, lo más llamativo es cómo las quejas de los administradores de la zona neutral eran atendidas educadamente por la embajada japonesa, al tiempo que reconocían su incapacidad para influir en lo que hacían los soldados. Y es que, opina Chang, "Japan’s behavior during World War II was less a product of dangerous people than of a dangerous government".

Sin embargo, la amargura alcanza su punto cenital en los capítulos finales, cuando Chang denuncia y constata que Japón se fue de rositas. Allí donde los alemanes tuvieron que hacer frente a graves responsabilidades por lo realizado, los japoneses casi ni reconocen la matanza, mucho menos han compensado a los numerosos perjudicados. Es muy ilustrativa la polémica sobre su inclusión en los libros de historia de texto que estudian los chavales japoneses. 

Lo que sí hay que reprocharle a Iris Chang, y la razón por la que no me ha caído nada simpática, es que no se haya documentado también (y tan bien) sobre las victimas de la Santa Inquisición. Parece mentira que una persona que, según su marido, ha investigado "the Armenian Genocide, the rise of the Nazis and their persecution of the Jews, multiple World War II atrocities, the Chinese Civil War, the Great Leap Forward, and the Cultural Revolution.", ponga en la misma categoría lo ocurrido en Nanking o las matanzas del Gran Tamerlán, con  lo que hicieron, cito textualmente, "the Christian armies during the Spanish Inquisition". Y no lo haga una vez, si no dos. No tuvo tiempo en su corta vida la señora Chang de documentarse sobre este episodio, y se quedó en el consumo de leyenda negra tan habitual en las universidades americanas. Pero es que estamos hablando de varios órdenes de magnitud de diferencia en víctimas, sin contar que la Inquisición no iba violando señoras ni haciendo prácticas de bayoneta con los no creyentes. Vamos, que me ha parecido una comparación vergonzosa e impropia.

Por lo demás, el estilo de la autora es extremadamente sobrio, como corresponde a un libro casi documental, aunque ello no dificulta su lectura. Destila un cierto tufo izquierdista (los grupos japoneses que tratan de ocultar o justificar la masacre son calificados sistemáticamente como de "right wing") que puede incomodar al lector, pero en todo caso los acontecimientos descritos no admiten partidismo y son contados con gran objetividad.

Yo creo que este libro conviene leerlo por varias razones. La principal es, por supuesto, conocer la magnitud de la masacre. Adicionalmente, se aprende un poco de la historia de Japón, Y, por último, permite conocer algunos grandes héroes a los que no se les ha hecho película, y confirmar que los estereotipos son muchas veces malos consejeros, y que se puede ser Nazi y buena gente. Por increible que parezca a los desalmados comunistas, que de estos no hubo ninguno salvando gente en Nanking.

lunes, 18 de octubre de 2021

Los vencejos, de Fernando Aramburu

Fue Patria la novela que puso a Aramburu en mi radar. Aunque me da algo de pereza que sea con efectos retroactivos (esto es, leer la obra previa de este autor), sí voy a estar atento a la producción nueva, empezando por "Los vencejos", la primera novela tras Patria. Y su lectura no ha hecho más que ratificarme en esta decisión.

"Los vencejos" no tiene nada que ver con Patria, salvo en ese estilo narrativo que utiliza, que yo llamaría desordenado. En vez de contarte los sucesos de una forma lineal, Aramburu opta por ir dando trazos de los mismos en espiral, por así decirlo. Te cuenta un poco aquí y un poco allá, pero con el suficiente talento como para que al final te quede un paisaje coherente de lo sucedido.

En esta ocasión, el planteamiento es el siguiente: el narrador ha decidido suicidarse justo un año después del comienzo del libro, y ésta consiste en las anotaciones diarias que el narrador se compromete a hacer hasta llegado ese momento. Así, todo comienza el 1 de agosto y terminará el 31 de julio del siguiente año. Las anotaciones consistirán típicamente en recuerdos de su vida familiar y conyugal, aunque poco a poco se irán deslizando hacia el presente y a lo que le ocurre cada día, que cobran peso conforme avanza el libro. Junto a ellas hay, de vez en cuando, alguna reflexión general o sobre acontecimientos del momento, muchas de ellas con bastante miga.

Y la verdad es que la narración es la de un tipo normal y corriente, quizá con peor suerte de lo normal en sus relaciones personales. Cree odiar y ser odiado por prácticamente todas las personas con las que ha tenido relación, quizá con la excepción de su madre: su padre, su hermano Raúl, su ex-mujer y su hijo ("De hecho, ya en mi infancia quería ser de mayor padre para pegarles a mis hijos."). Solo tiene un amigo, al que llama Patachula en la narración, además de un perro y de una muñeca hinchable, Tina. Por ello, la novela discurre mucho tiempo, sobre todo al principio, por territorios oscuros y pesimistas, recordando en cierta forma a otra que leí recientemente, The appointment, de Katharina Volckmer. Una frase que refleja el existencialismo a que me refiero: "En esto consiste la madurez, en resignarse a hacer un día y otro y otro, hasta la jubilación e incluso más allá, lo que a uno no le apetece. Por conveniencia, por necesidad, por diplomacia, pero sobre todo por una cobardía que se va convirtiendo en hábito."

Las reflexiones son, aunque bien escritas, las que cabe esperar de una persona normal y corriente, e imagino que muchos lectores se identificarán con algunas o incluso muchos de ellas. Y ello hace que surja el interrogante de hasta qué punto esta es una novela con mucha carga autobiográfica, con las implicaciones que se desprenden, por ejemplo, de la minuciosa descripción que hace de su relación con Tina.

El talento narrativo de Aramburu se puede apreciar muy bien en lo poco que necesita para introducir buenas dosis de suspense en su narración, aunque sea a base de acontecimientos domésticos. Así, tenemos las misteriosas notas anónimas recibidas por el protagonista, que ha atesorado durante años, y a las que va dando salida en los momentos adecuados. Aramburu consigue perfectamente que el lector comparta la incertidumbre del narrador, y desee también saber quién las escribe. Otro "misterio" tiene que ver con una mamá estupenda llamada Diana Martín.

De las reflexiones sobre política hay algunas que merecen la pena. Esta, por divertida: "Yo milito desde hace largos años en el PPES, en el Partido de los que Prefieren Estar Solos, donde no desempeño cargo alguno. Lo integra un solo militante, yo, y ni siquiera soy el jefe. Todo el programa de mi partido se reduce a un lema: Dejadme en paz." Y esta otra, por su rabiosa actualidad: "Ahora los gobernantes se meten a regular con propósito restrictivo nuestros sentimientos como quien dicta las normas del tráfico. Da un poco de asco esta época."; de hecho, se están metiendo ahora mismo a regular lo que tenemos que pensar sobre la Guerra Civil y la Segunda República.

Sobre las religiones, esta descarnada: "No hay mayor fraude ético que la negación de la muerte. Me reafirmo en el convencimiento de que la ilusión de inmortalidad está en la base de las peores tragedias colectivas. Vivir en función de una Idea, qué horror, aunque sea un horror susceptible de aportar consuelo. Sacrificar congéneres para que prospere una Idea y perpetuarse en ella, qué asco." También esta: "¿Y para qué me ha servido ser infeliz? Para nada. «No creo que exista superioridad mental alguna en el hecho de ser desgraciado.»" o esta: "No siento obligación ninguna de ser feliz. Le tengo alergia al concepto de utopía. Lo mismo digo de las tierras prometidas, los paraísos sociales y la paleta habitual de engañifas a menudo preconizadas por famosos intelectuales."

Hay mucho escrito sobre las relaciones entre hombres y mujeres, y no precisamente desde un punto de vista positivo, ya que la mayor parte de las reflexiones tienen su origen en la relación con su ex. Así: "Me figuro de pronto que esta escena es uno de tantos lances de la guerra inmemorial entre hombres y mujeres, librada en una sucesión infinita de batallas a dos en todo el mundo; guerra, con resultado incierto, que durará lo que dure la especie."

Con la siguiente imagino que se identificaran todos los varones que alguna vez hayan tenido que discutir con su señora, o sea, todos: "Son silencios de varón que calla para no empeorar las cosas, para no perder el dominio sobre sus impulsos, para no abrir nuevos cauces a la discusión, para no dejar residuos dialécticos que pudieran acarrearle complicaciones y desventajas en peleas futuras, para acabar cuanto antes con el espectáculo bochornoso que acaso se esté escuchando al otro lado de techos y paredes, para evitar que la discordia comporte restricciones sexuales y porque la parla veloz de ella no le permite meter baza en la conversación y porque él ya no recuerda bien cómo empezó la zaragata ni por qué."

Lógicamente, su visión del amor no es la más positiva: "Ese estimulante de las glándulas sudoríparas que en lenguaje popular se denomina amor y que sirve, entre otras cosas, para ensamblar individuos y a continuación amargarles la existencia, a mí hoy día me produce alergia. Más aún, pánico. Te sale de pronto un amor como te sale un carcinoma."

En suma, un libro entretenido, sin llegar a apasionante, agradable de leer, con muchas reflexiones que compartir o sobre las que discrepar. A mí me parece que se puede recomendar.



sábado, 16 de octubre de 2021

A nadie le interesan tus anuncios, de Iván Fanego

Pequeño ensayo relacionado con el futuro de la publicidad, cuya lectura se le exige en una de sus asignatura a mi hija y que, como pasaba por allí y el libro es corto, he aprovechado para leer, pensando que algo podría aprender.

Hombre, y algo siempre se aprende, pero hay muy poco que me haya sorprendido en estas páginas, lo que es algo de demérito en un tipo que lleva más de 15 años trabajando en el tema, frente a un servidor que le ha dedicado poco más que pensamientos y un trabajo en la suficiencia del doctorado.

Primera idea fuerte con la que me he quedado: la publicidad no va a desaparecer (claro, cómo íbamos si no a enterarnos de lo que venden las empresas). La que tiene sus días contados es la que el autor llama "publicidad de interrupción", o sea, la que se inmiscuye inmisericordemente en nuestro consumo de contenidos, o sea, los anuncios de toda la vida.

Y ello nos lo ilustra viajando a los orígenes de Internet y cómo se pensaba entonces ya que los días de la publicidad estaban contados, puesto que se acababa la época dorada en que el entorno tenía "dos características únicas: 1) la audiencia estaba concentrada y era relativamente cautiva, y 2) informarse seguía teniendo un coste que hacía que la persona media fuera más “inocente”." Ambas cosas se reventaron con Internet. Por cierto, permitidme ser malo. Confiesa el señor Fanego que "Cuando mi madre me compró a plazos el primer ordenador con conexión a Internet, a mediados de los 90, quedé fascinado: por primera vez podía leer lo que quería, sin interrupciones ni intermediaros." ¿Cabe deducir que no había cogido un libro en su vida? Bueno, eso explicaría la baja calidad de su escritura.

Pero, da igual, yo no estaba leyendo estas páginas para disfrutar de capacidad literaria, sino para informarme sobre el futuro de la publicidad, así que sigo.

En el nuevo entorno de Internet, "Interrumpir en medios masivos se había vuelto cada vez menos rentable. La única forma de destacar entre el ruido es… Hacer más ruido. Ocupar nuevos espacios y ser más llamativo." Pero eso haría que la interrupción fuera cada vez menos rentable para el anunciante. Se debería evolucionar a un esquema en que, de alguna forma, se cuenta con el permiso o la complicidad del cliente (marketing de permiso, como lo llamo uno de los autores referencia de Fanego), donde la interrupción "sólo tendría sentido como una primera llamada de atención, y sólo sería rentable con un plan de desarrollo detrás." En suma, se auguraba "un futuro dominado por la conversación, la autenticidad y las relaciones personales."

Sin embargo, constata Fanego, 20 años después de aquello, nada de eso ha tenido éxito, y lo que ha pasado es que Internet ha tendido a concentrarse en grandes empresas, y más en concreto, en el ámbito publicitario, en Google y Facebook. O sea, se mantiene el modelo de publicidad por interrupción, pero ahora en otros formatos. Lo que pasa es que lo hace en medio de una "crisis de atención" en que la inflación de contenidos es tan brutal que, por ejemplo "Según un estudio de Facebook, los usuarios dedican una media de 1,7 segundos a una pieza concreta de contenido cuando interactúan con el móvil." Y si esto es lo que dedican a contenidos que supuestamente les interesan, ¿qué atención pueden dedicar a la publicidad? 

No es de extrañar que se esté incrementando exponencialmente el uso de bloqueadores de anuncios y la migración de clientes a plataformas de pago, lo que junto al fraude de la publicidad on-line (los bots clicadores). hacen que la publicidad por interrupción en este mundo esté también disminuyendo su rentabilidad e incluso llamada a desaparecer. Como dice Fanego: "Sólo habrá dos tipos de personas viendo anuncios: Los que no sepan cómo librarse de ellos. Los que no puedan pagar plataformas premium." Y los bots, claro.

El problema de la crisis de la publicidad no es solo de las agencias publicitarias, claro. Si no hay dónde o cómo hacer publicidad, también se resentirá el negocio de los anunciantes, que encontrarán muy difícil hacer llegar su mensaje al público. Y de los medios de masas "obligados a ofrecer una experiencia cada vez peor a sus usuarios", que no podrán sobrevivir sin la financiación de los anunciantes, y de las grandes marcas de consumo.

Y es que "Puede que la mayor parte del mundo la odie, la intente bloquear, la ignore o pague por no verla, pero seguimos sin una alternativa." (a la publicidad)

La verdad es que el análisis que hace Fanego de la evolución del negocio y su problemática es bastante lúcido y para mí muy interesante, Identifica bien los principales factores que le afectan, y eso es algo que desde fuera siempre es difícil de determinar, 

La tercera parte del libro se dedica a proponer posibles salidas o alternativas, siempre en el contexto de que la publicidad es necesaria y no va a desaparecer, cosa que me parece innegable. En su opinión, "Cualquier respuesta que busquemos al dilema publicitario tiene que dar solución a al menos uno de estos 3 problemas: (1) tiene que ser una alternativa al duopolio hacia el que nos avecinamos (o bien, adaptarse al mismo y sacar partido de las plataformas líderes), (2) debe resolver la enorme opacidad en la compra de medios y el click-fraud o (3) debe ser capaz de despertar un interés genuino, real, en las personas.

Y se moja aún más: "Mi apuesta personal es que el futuro de la publicidad y el marketing pasa por la integración de estrategias pagadas, ganadas y propias (...) Apuesto por la creación de un contenido relevante que se apoye en publicidad para ganar escala y en prescriptores e influencers para conseguir más credibilidad y vinculación. No será la única vía, pero sí la más lógica para muchos." Sobre esto, un servidor no se atreve a opinar, porque la verdad es que ni idea, pero aquí lo dejo para el futuro.

Por último dejo aquí un párrafo super-interesante, y que seguramente analice desde el punto de vista de la teoría económica en otro foro:
"¿Dónde eran los precios más bajos, en los estados que permitían la publicidad o en los que no? Si nos dejamos llevar por el sentido común, podemos pensar que los estados donde la publicidad estaba permitida tendrían precios más altos. Al fin y al cabo, la publicidad es un coste para las empresas. No es descabellado suponer que si eliminamos un coste, el beneficio se puede trasladar al cliente final. Sin embargo, en los estados donde la publicidad era legal los precios eran un 20% más bajos."

A ver, creo que he sido demasiado crítico con el autor al principio de la entrada. Lo cierto es que el análisis coste-beneficio de leer este libro es bastante positivo: se extraen una nociones y reflexiones interesantes y completas del mundo de la publicidad y sus problemas, dedicando un poco de tiempo a su lectura. Así que no estará de más que cualquier interesado, aunque no sea mucho, en el mundillo, le eche un vistazo.

domingo, 10 de octubre de 2021

Lesabéndio, de Paul Scheerbart

Segunda novela que leo del autor en los últimos meses. Me gustó razonablemente la de Tarud  y ya me dije que leería más novelas suyas. Están bien escritas y en un alemán bastante accesible. Lo que falla en esta segunda que he leído es que es una chorrada, y habrá que plantearse si es útil leer chorradas, aunque sea en alemán.

Esta me parece una novela inclasificable por género. Por un lado, parece que es ciencia ficción, pero este género, como su nombre indica, tiene una cierta base de ciencia, algo a lo que renuncia Scheerbart cuando nos describe los alienígenas y Palas, el asteroide en que viven, pues son cosas imposibles. ¿Nos traslada por tanto al ámbito del cuento infantil? Tampoco lo creo, no es esta una novela sencilla y pasan algunas pequeñas barbaridades. ¿Entonces, será quizá una alegoría de algo, o una fábula? Si lo es, no lo he pillado. Así que calificaré esta novela como "ciencia ficción de época" y recalcaré su carácter de lectura obsoleta y sin interés, salvo para la práctica del alemán.

Resumen de la trama: Lesabendio en un Palasiano que se propone construir una torre muy alta en el asteroide en que habita; tan alta, que atraviese la nube que rodea el astro y le permita ver qué hay más allá. La novela nos cuenta las distintas peripecias y problemas que ha de resolver la comunidad palasiana para cumplir tal objetivo. Pero, claro, sobre unos supuestos tan alejados de la naturaleza humana en todos los sentidos, que se ha difícil ver en la práctica por qué lo son. Y los problemas de comprensión comienzan directamente con el cuerpo de los Palasianos y su forma de vida.

Por ejemplo, resulta que los Palasianos llevan toda su biblioteca colgando del cuello, porque escriben con letra muy pequeña dado que pueden adaptar sus ojos a microscopios (o telescopios) según sea necesario. O que se trasladan por todo el planeta usando cintas transportadores o enrollándose en cuerdas. Planeta, por cierto, formado por dos cráteres opuestos a modo de barril. 

Otras peculiaridades: cuando se aburren, deciden morir, y en la muerte otro Palasiano absorbe su cuerpo y así sus conocimientos no se pierden para la comunidad: "dieses große Sterben ist nur dazu da, damit die Überlebenden die großartigen Schauer der Ergebenheit kennen lernen. Man nennt das zuweilen auf andern Sternen auch Religion."

Durante su aventura, los Palasianos establecen contacto con otro planeta, Quikko, cuyos habitantes son pequeños y pueden cambiar de forma a voluntad, que  les ayudarán en el algunos momentos difíciles de la construcción de la torre. Esa polimorfía permite, por ejemplo, un diálogo como el siguiente, en que un palasiona contrasta su cabezonería con la habilidad de los Quikkones: "Wir verändern unsre Ideen nicht. Wir haben keinen veränderlichen Leib wie Ihr. Und wir haben auch keinen veränderlichen Kopf wie Ihr. Wir können nicht heute dieses und morgen jenes wollen. Wir bleiben immer in derselben Richtung, wenn auch die ganze Welt untergeht."

Creo que con esto ya se capta la idea.

Eventualmente, se termina la construcción de la torre, que resulta ser un faro, y nos encontramos una nueva visión de Palas: "In diesem Metallspiegel spiegelte sich der ganze Pallas– und da sah man erst, wie magisch und geheimnisvoll der große Lichtturm mit seiner hohen Laterne wirkte."

Más importante que esto es el viaje iniciático del protagonista, Lesabéndio, y su diálogo con el sol, que le explicará el sentido de la vida: "»Die Rätsel des Lebens«, sagte er mit harter Stimme und nach oben gerichtetem Gesicht, »kann man wohl sehr ernst nehmen." que resulta ser algo así: "wir sollen alle die größte Selbständigkeit erstreben und erlangen und gleichzeitig dabei stets darauf bedacht sein, uns dem Größeren unterzuordnen." O sea, que tienen que estar preparadoso para la autoaniquilación y alcanzar la inmortalidad como soporte del futuro, si no he entendido mal.

Cierro con una frase curiosa "Wenn das doch alle Wesen erkennen könnten– dieses Erkennen dessen, das nicht erkannt werden will und garnicht erkannt werden soll.«" y con la recomendación de no leer este libro salvo para la práctica del alemán. No por mal escrito o por aburrido, solo por absurdo.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Humillación en las redes ("So you've been publicly shamed"), de Jon Ronson

Este libro lo estaba leyendo la protagonista del capítulo "Extraños en un tren" de la serie Modern Love, capítulo que, por cierto, transcurre en los días inmediatamente anteriores al confinamiento por el COVID en Irlanda. Como era sugerente, decidí ver, primero, si existía realmente, y, segundo, hacerme con él si era el caso. Esta entrada prueba que tanto autor como libro existen realmente.

Jon Ronson es un periodista de cierta fama, y este libro es una crónica de la investigación que hace para comprender el fenómeno del "shaming público", algo resucitado en el ámbito de las redes sociales y que estuvo en vigor hasta el siglo XIX: "The common assumption is that public punishments died out in the new great metropolises because they’d been judged useless. Everyone was too busy being industrious to bother to trail a transgressor through the city crowds(...) They didn’t fizzle out because they were ineffective. They were stopped because they were far too brutal."

Para esta investigación, el primer paso es entrevistarse con personajes que han sufrido tal castigo, el primero de ellos uno bastante famoso, un psicólogo académico llamado Jonah Lehrer, al que pillaron con una cita apócrifa de Bob Dylan, a raíz de la cual se investigaron sus textos para descubrir que su ciencia era bastante imaginativa. Claro, en casos como este, el castigo del "shaming" por las redes sociales puede estar incluso justificado.

Sin embargo, no lo parecen tanto en los casos con los que Ronson continúa su investigación: Justine Sacco, apedreada por hacer una broma aparentemente racista justo antes de subirse a un vuelo a Sudáfrica, o Lindsey Stone, en su caso por circular una foto poco respetuosa en el cementerio de Arlington. Ninguna de estas chicas tenía relevancia en las redes, y sin embargo fueron lapidadas de forma inclemente. De hecho, son casos que dan que pensar para cualquiera que esté un poco activo (como yo con este blog), pues se pueden hacer virales cosas que nadie esperaría, y encima con interpretaciones completamente erróneas de lo dicho o escrito.

Entre ambos casos tenemos el de una tal Adria Richards, quien en una convención de informáticos sacó una foto de dos sentados detrás de ella que estaban haciendo chistes subiditos de tono (entre ellos, no en alto9, y la colgó en Internet quejándose de la actitud. Ello supuso un golpe a las carreras de ambos tipos, de la que se pudieron recuperar. Hay una sensación de justicia cuando Ronson nos cuenta que, una vez uno de los denunciados anunció que le habían despedido, la red reaccionó llevándose por delante a Richards, que no llegó a recuperarse del castigo.

Como se ve, la humillación pública es muy dañino para el que lo sufre (y eso que Ronson no había vivido en ese momento fenómenos como el MeToo, o BlackLivesMatter), y el problema es que las redes sociales se pasan casi siempre de frenada, haciendo daños desproporcionados en relación con el "delito" cometido.

La descripción de estos casos, y las entrevistas con sus protagonistas, son de lo más interesante del libro, junto con el análisis que hace al final del comportamiento de Google y cómo contrarrestarlo. Por en medio, tenemos reflexiones válidas en muchos casos, pero carentes de un método más o menos riguroso que permita su contraste. Básicamente, Ronson comparte con nosotros su camino de descubrimiento, mostrando sus dudas y sus posibles soluciones. Ello le lleva, por ejemplo, al juez Poe, conocido en EEUU por poner este tipo de condenas a los culpables en su tribunal, con resultados bastante contundentes: "‘I have put my share of folks in the penitentiary. 66 per cent of them go back to prison. 85 per cent of those people we publicly shamed we never saw again. It was too embarrassing for them the first time. It wasn’t the theatre of the absurd. It was the theatre of the effective. It worked.’" Ronson intenta comprender mejor por qué funcionan los castigos del juez Poe entrevistando a uno de sus sufridores/beneficiados, y se encuentra con que la cosa tiene que ver con la localidad de la condena vs la globalidad que conllevan las redes sociales: "This was especially true, he told me, because the onlookers had been so nice. He’d feared abuse and ridicule. But no. ‘90 per cent of the responses on the street were “God bless you,” and “Things will be OK,”’ En cambiom constata Ronson: "You don’t have any rights when you’re accused on the Internet. And the consequences are worse. It’s worldwide forever."

También pasa su investigación por Gustave Le Bon, del que era fans Mussolini y Goebbels. Le Bon explica el comportamiento del individuo como parte de una masa: "humans totally lose control of their behaviour in a crowd. Our free will evaporates. A contagious madness takes over, a complete lack of restraint. We can’t stop ourselves. So we riot, or we jubilantly tear down people" Pero la cuestión no es si la gente pierde su individualismo en la multitud si no cómo llega a constituirse esa multitud al principio: "the question we have to ask - which “contagion” can’t answer - is how come people can come together, often spontaneously, often without leadership, and act together in ideologically intelligible ways."

O le lleva a la industria pornográfica, para tratar de entender como las estrellas porno superan su vergüenza. Aquí lo que parece descubrir es que las causas de la vergüenza varían con el tiempo y con las personas. Lo que es vergonzoso para unos en un momento, no lo es para otros o en otro momento ("I think we all care deeply about things that seem totally inconsequential to other people. We all carry around with us the flotsam and jetsam of perceived humiliations that actually mean nothing. We are a mass of vulnerabilities, and who knows what will trigger them?") De esta forma, constata algunos casos de gente que supuestamente habían superado su escarnio público, en que lo que había pasado es que la gente no daba realmente importancia a eso que parecía vergonzoso (¿puede ser el caso de la corrupción en España?).

Y, como no podía ser de otra forma, tarde o temprano termina en el derecho al olvido reconocido en la UE, y, sobre todo, en cómo luchar contra el algoritmo de Google, para evitar que los hechos vergonzantes de una persona aparezcan una y otra vez los primeros cuando se haga una búsqueda sobre la misma. "‘What the first page looks like,’ Michael’s strategist Jered Higgins told me during my tour of their offices, ‘determines what people think of you.’" Los capítulos en que se describe cómo los consultores especializados tratan de contrarrestar este efecto son apasionantes. Como lo es también el momento en que se ponen a estimar si Google gana dinero, y cuánto, cada vez que hay un escarnio público (no se entiende porque no extienden el análisis a Twitter). Las estimaciones son muy burdas, pero aquí las dejo: "Every time we typed anything into Google: 38 cents to Google. Of those 12.2 billion searches that December, 1.2 million were people searching the name Justine Sacco. And so, if you average it out, Justine’s catastrophe instantaneously made Google $456,000." Por cierto, para aquellos ingenuos que puedan cree que el derecho al olvido funciona: "As it happened the judgment wasn’t working out well for a lot of its applicants. They were finding themselves less forgotten than ever, given that so many journalists and bloggers had dedicated themselves to outing them. But nobody was scrutinizing the client lists of the online reputation-management companies."

Como decía, Ronson nos deja acompañarle en su proceso de descubrimiento, pero las conclusiones que cada uno saque son bastante abiertas. Ronson, bastante activista en los escarnios públicos iniciales, sí saca algunas que pueden ser útiles: "We were creating a world where the smartest way to survive is to be bland. (...) I, personally, no longer take part in the ecstatic public condemnation of anybody, unless they’ve committed a transgression that has an actual victim,"

Más interesante aún, al identificar correctamente el fenómeno de la radicalización que producen las redes sociales como consecuencia del autosesgo psicológico: "feedback loops are leading to a world we only think we want. Maybe they’re turning social media into ‘a giant echo chamber where what we believe is constantly reinforced by people who believe the same thing’". Y termina con una frase demoledora, muy de periodista y de punchline: "We are defining the boundaries of normality by tearing apart the people outside of it."

En fin, interesantísimo ensayo periodístico, sin el rigor que cabría esperar de una obras más científica, pero ciertamente bien hilado y con mucho aprovechable. El único pero puede ser su obsolescencia, pues al ser de 2015 no recoge fenómenos más recientes y seguramente más importantes. Aún así, las bases para la reflexión seguirían siendo válidas.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Electrico W, de Hervé Le Tellier

Sigo con el monográfico de Hervé Le Tellier, que comencé tras leer su premio Goncourt "L'Anomalie". Aunque tras la lectura de éste, ha llegado el momento de darle un poquito de aire para que no asfixie, y desaparezca en mi el entusiasmo por el autor, que ha ido decreciendo ligeramente con cada lectura (como manda la ley de los rendimientos decrecientes).

Esta novela vuelve a centrarse en diversas historias de amor, y no tanto en temas cómicos o costumbristas. Asimismo, el brillante estilo de Le Tellier no parece haber alcanzando la madurez de obras posteriores, aunque sí lo haga en riqueza de vocabulario.

La acción transcurre en Lisboa, a donde Vincent Balmer, el protagonista y narrador, se ha trasladado como corresponsal de su periódico. Allí recupera su relación profesional con Antonio, fotógrafo a cuyas fotos del Okavango puso texto en un trabajo previo. En un momento de debilidad, Antonio cuenta a Balmer la historia de su primer amor con una chica llamada Canard, cuyo momento culminante ocurre en el túnel del Electrico W (más sobre esto ahora). Ello le llevará a ponerse como objetivo reencontrar a la tal Canard.

Por su parte, Balmer ha sufrido un desengaña a manos de la sensual Irene ("La plupart des femmes portent sur le corps des vêtements, Irène affichait sa nudité sous les étoffes."), con la que parece tener un affair el amigo Antonio. Otro par de señoritas aderezan el relato, Aurora y Manuela, y de fondo tenemos un juicio de un asesino en serie ("Devenir le mémorialiste de son silence me convenait.") y la aventura del Okavango, aunque lo más importante es la traducción que hace Balmer de los Contos Aquosos de un supuesto autor portugués, Montestrela, que dará bastante juego a Tellier para incluir sus párrafos en determinados momentos de la novela.

Con estos mimbres, se construye un relato que me ha parecido algo tedioso y carente de interés, a duras penas salvado por el talento literario del autor. Solo hay un momento que me ha parecido brillantísimo y posiblemente justifique la lectura de esta novela, que tampoco es muy largo. Me refiero al encuentro de Vicent con Manuela, a la que aquel aborda de improviso en una café en la plaza del Rossio, con la esperanza de hacer ver a Irene que realmente tiene una amante. La reacción de Manuela y la subsiguiente escena es divertida y original, y consigue engancharte a la lectura como no había sucedido hasta el momento, ni siquiera con la referencia a los cuentos líquidos esos.

Por cierto, resulta que la señor Le Tellier le dieron un premio por esos Contes Liquides que atribuye a Montestrela, de lo que se deduce que tanto autor como obra son una invención del escritor. El premio en cuestión es a la mejor obra de humor negro en 2013, y creo que la hace acreedora de lectura. Sería curioso que lo mejor de este libro fuera la referencia a esta obra apócrifa.

Y volviendo sobre el Electrico W, una de las cosas más interesantes de esta novela era descubrir qué quería decir el título. No se tarda mucho en averiguar: resulta ser el nombre de uno de los tranvías que trepan por las calles de Lisboa, tranvía en el que se conocen Antonio y Canard, y en cuyo túnel culmina su amor.

Por lo demás, rescato algunas de esas frases brillantes del Le Tellier, que se hacen rogar más de lo normal en esta obra:

"les talons cognaient sur les dalles et les conversations claquaient contre les murs."

Sobre los celos de Irene, tras el encuentro con Manuela: "Ce n’était pas une jalousie de maîtresse, qu’aurait colorée une douleur, c’était juste le dépit d’une femme qui détestait ne plus être le centre de gravité du monde."

Consejo de Manuela a Vincent si quiere alguna vez relacionarse exitosamente con mujeres: "Quand quelqu’un a l’air d’un chien battu, on a envie de lui faire mal. C’est la règle." Otro, más práctico: "avoir de la chance avec les femmes, ça n’existe pas. Ce qui existe, c’est deviner qu’une femme vous donne votre chance, et la saisir."

La siguiente creo que es cita de algún otro autor, pero es muy buena: "« Ayez raison un jour avant tout le monde, vous passerez pour un fou pendant une journée. »"

Cierro con mi reflexión preferida, que se refiere al Okavango: "Tous les fleuves coulent vers la mer et la mer n’est jamais remplie, dit l’Ecclésiaste. Ce n’est pas vrai : le Kalahari est immense, et toute l’eau de l’Okavango s’évapore peu à peu, disparaît dans la boue et les sables." Esto le valdrá más adelante para comparar su vida sin conseguir su propósito con el fin entre arenas del caudaloso Okavango.

Como dicen los adolescentes de ahora, esta novela es "sin más". Tiene algún momento muy bueno, pero en general se hace aburrida. A algunos les compensará, a otros no. A mí me sirve para aparcar momentáneamente al autor, al menos hasta que encuentre esos Cuentos Líquidos.


miércoles, 15 de septiembre de 2021

Heridas del Viento, de Virginia Mendoza

 Me enteré de la existencia de este libro visitando las cuevas que se hizo debajo de su casa un tipo armenio, en los alrededores de la capital del aquel país, Yerevan. Me lo enseñó, de hecho, su viuda. Asumí que dichas cuevas aparecían de una u otra forma en dicho libro, de una autora española, y me entró una irrefrenable curiosidad por su lectura, sin saber muy bien de qué iría.

Se trata de una colección de recuerdos del viaje de la autora a Armenia, viaje por cierto pagado con fondos de la Comisión Europea (de lo que presume la autora), aunque me supera el propósito de que se gaste dinero de mis impuestos (y de los alemanes) en que chavalillas medio estudiantes se pasen un año por el Cáucaso. Quizá eso me haya sesgado algo en contra del libro.

La primera parte del libro son propiamente estos recuerdos. En ellos la autora nos cuenta cosas más o menos curiosas que le ocurrieron en sus excursiones a distintas partes de Armenia, sin separarse mucho de la capital, todo hay que decirlo. Son los capítulos que más me han interesado. 

Las dos partes siguientes utilizan un estilo muy tributario de Svetlana Aleksievich, la periodista bielorrusa autora de Chernobyl y premio Nobel de literatura. Básicamente, el estilo consiste en recoger las voces de los distintos afectados por algún suceso, que lo cuenten sus protagonistas. Mendoza lo aplica al "genocidio" armenio en primer lugar, y posteriormente las consecuencias del terremoto de 1988, y los problemas fronterizos que parecen permanentes en el Cáucaso, y en particular en Armenia. ("Si en el norte las guerras caucásicas han estallado por intentos secesionistas, en el sur más bien responden a la necesidad de aclarar quién lleva aquí más tiempo, y son la respuesta tardía a una chapucera división de fronteras.").

Respecto al tema del genocidio, sin discutir que muchos turcos hicieron muchas borradas con los armenios, parece que en general hay dudas sobre el sistematismo y las causas del mismo, que siembran dudas razonables sobre si aquello fue un genocidio o no. "Turquía se aferró a su idea de que aquello no fue un genocidio, sino cosas que pasan en las guerras y los académicos se encargaron de reescribir la historia." De hecho, como bien dice la autora, solo 20 países lo han reconocido oficialmente. En mi tímida opinión, lo que hicieron los turcos con los armenios no está en el nivel de horror y sistematismo de lo que hizo Hitler con los judíos, o de lo que pasó en Ruanda. Y, en todo caso, no creo que la señora Mendoza debiera tomar partido sin haber analizado, y descrito en su caso, el fenómeno, Se ve claramente que su simpatía por Armenia le hace asumir que eso fue un genocidio.

Pero los propios testimonio que recoge nos hacen dudar sobre el carácter del fenómeno. Uno de sus entrevistados nos dice: "En realidad, los kurdos nos han derrotado más que los turcos." Otro: "No hay naciones en el mundo tan enemistadas como Armenia y Turquía. Pero es que Alemania aceptó su error y su responsabilidad por lo que hizo, mientras que Turquía no quiere aceptarlo. Somos enemigos por su culpa: ellos nos empujaron y nos echaron…" O sea, los turcos no querían el exterminio sistemático del pueblo armenio, simplemente que abandonaran el territorio que ellos consideraban turco. O eso parece.

Pero, bueno, hechas estas observaciones, lo cierto es que estas partes son un poco aburridas. Por un lado, la autora no cuida la traducción de lo que dicen sus entrevistados; por otro, normalmente no da con historias especialmente interesantes; finalmente, se hace algo repetitivo.

En la parte positiva del libro, me ha gustado cómo describe algunas costumbres del país, que he podido yo también observar en mi mucho más breve y autofinanciada estancia en el país. Por ejemplo, el fenómeno de los vaqueros motorizados: "Somos vaqueros en coche y suena una alegre canción yazidí." O la ubicuidad de los Lada, aunque en estos años creo que el parque automovilístico ha mejorado ("Un Lada puede parecer eterno, pero cada tramo de su vida es impredecible.").

También me ha servido para aprender algunos hechos curiosos sobre Armenia: que es "el único país actual grabado en el mapa más antiguo del mundo" o que "Hayk es el patriarca fundador de Armenia, el tataranieto de Noé que derrotó al gigante Bel y de quien Armenia tomó el nombre con el que los armenios llaman a su tierra: Hayastán."

Sigo con un par de frases ingeniosas, que muestran un atisbo de talento en la autora de entre un estilo generalmente mediocre: "En Armenia casi todo es posible, pero tener nietos sin haber tenido hijos antes es algo que todavía no ha ocurrido. Creo. Aunque existe un apellido que sugiere tal posibilidad: Papikian significa hijo del abuelo." o "Le gusta el rock y se declara fan de The Rolling Stones, como si su amor por las piedras fuese extensible a los sonidos.". También está: "Su rostro ajado, su mirada lánguida y su sonrisa hastiada, componen el dibujo de una mujer cansada que corre."

Y cierro con un pensamiento brillante: "El desterrado convierte el pasado en utopía; la infancia en ideal y el lugar añorado se eleva a la categoría de paraíso."

Este libro no pasa de mediocre, y no lo hubiera leído si no tratara de Armenia. Así las cosas, se salva la primera parte, las anécdotas del viaje, mientras que la lectura de la parte de "Voces" al estilo Aleksievich, tiene muy poco interés. Se lo tenía que haber currado un poquito más doña Virginia.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Señores del Olimpo, de Javier Negrete

Javier Negrete es un valor seguro, un escritor al que siempre puedes acudir si no se te ocurre otra cosa que leer, y que sabes que va a cumplir de forma solvente la tarea de entretenerte y hasta de informarte. Es el tercer libro que leo de él, y sique pareciéndome de interés. Y eso que en este caso es una apuesta más arriesgada, ya que se trata de una novela construida sobre la mitología griega, en lugar de la novela histórica que le he leído anteriormente.

La historia va del alzamiento de un titán, Tifón, contra el Olimpo liderado por Zeus y, por ende, contra el mundo humano frente al mundo mítico de nereidas, centauros y sátiros. Y Negrete borda la historia combinando de forma más o menos fiel multitud de mitos griegos más o menos conocidos, incluidos, por ejemplo, el de Jason y los Argonautas, aunque también hay otros muchos, que el autor desglosará en el apéndice para el lector que no los haya pillado. En el mismo apéndice confesará que "Hay que tener en cuenta que los mitos griegos tienen orígenes y procedencias muy variados, y que ponerlos todos de acuerdo es una tarea imposible.", pero, pese a ello, creo que hace un gran trabajo conciliándolos. Me llama la atención cómo consigue dar rasgos particulares a diosas como Gea, Rea y Hera, que para mí constituían un totum revolutum hasta la lectura de este libro.

La verdad es que hay poco más que pueda decir de este libro. El estilo de Negrete es bastante correcto, pero sin florituras ni brillantez. Cumple su misión de hacernos llegar la historia, pero, claro, no consigue la emotividad narrativa de un Posteguillo. Tampoco tiene demasiadas concesiones a la ironía o el humor, aunque alguna se le ha escapado ("- Deja eso en mis manos. (dice Zeus) Cécrope miró con desconfianza el muñón de Zeus y se mordió el labio.")

La historia es original, pese a carecer de elementos originales, entretenida, y permite poner a los mitos griegos en su sitio. Me gusta además como establece la relación Zeus-razón-orden contra titanes-descontrol-caos. O sea, Zeus es el amigo de los hombres que vino con sus leyes a poner orden en el reino caótico previamente dominado por los titanes. "¿Te he contado que en aquel tiempo, hasta que cargué a Atlas con la bóveda del cielo, ni siquiera los días y las estaciones tenían la misma duración? Los campesinos se habrían vuelto locos intentando seguir un calendario. Pero por entonces ni siquiera había campesinos, y los hombres malvivían recolectando y cazando lo que podían."

Por tanto, el enfrentamiento con Tifón no va solo del trono del Olimpo, sino que es la lucha por la civilización humana. Todo ello permite a Negrete un tratamiento épico de algunas escenas, como la gigantomaquia, pero, claro, sin alcanzar los extremos descriptivos con que Posteguillo o Tolkien consiguen hacer saltar las lágrimas al lector. Por cierto, hablando de Tolkien, ¿alguien puede imaginar cómo consigue Zeus la victoria? "- Éste es uno de los anillos de Urano -dijo Zeus, mirando a Prometeo a los ojos. El hijo de Jápeto sonrió, pero no dijo nada-. Sí, tú tienes uno de esos anillos." Obviamente, en el ya citado apéndice, Negrete reniega de cualquier influencia Tolkieniana, aunque me parece que más claro agua. Incluso esos anillos cambian de tamaño para adaptarse al portador.

He disfrutado con esta lectura, y he puesto orden en mi visión de la mitología griega. Pero que ningún lector se llame a engaño: esto no es novela histórica, es solo entretenimiento. Nada se aprenderá de la historia de Grecia o de la humanidad con esta lectura.

lunes, 6 de septiembre de 2021

The Appointment, de Katharina Volckmer

Pensaba que esta alemana escribía en su lengua materna y sería una buena oportunidad para conocer otro escritor contemporáneo de aquel país. Sin embargo, la señora está afincada en Londres y escribe en inglés, y esta novela solo se encuentra en tal idioma o en español. Así que la primera en la frente. La segunda en la frente viene de que parecía que se iba a tratar de unas reflexiones ácidas sobre el pasado de Alemania, al hilo de una consulta con el psicólogo, pues en realidad esta novela es un monólogo que la autora le cuenta a su doctor, no sabemos si real o imaginado. 

Pero, en realidad, no es más que los exabruptos de una señora que quería haber sido señor ("I was so busy, so desperate to hate my dead brother, Emil, not because I couldn’t share but because I hated myself and I wanted nothing more than to be him...because he was a boy, the boy I always wanted to be"), aunque no quede tan claro al principio. De hecho, es aquí donde se concentran las referencias a la historia reciente de Alemania y parece que la cosa va a tener más interés. ("What is fascism anyway but ideology for its own sake; it carries no message, and in the end the Italians beat us to it.", "It was never feasible for us to hold down an empire for a thousand years with our deplorable cuisine")

Dicho esto, la lectura es amena, aunque no especialmente agradable, pues el estilo de la autora es procaz. Hay algunas reflexiones de cierta originalidad, y también algunos trazos de humor. Pero lo que hace soportable al libro es que es breve, no sé si hubiera dado para mucho más lo que tenía que contar la autora y la paciencia del lector.

Y es que es un texto lleno de amargor, donde el tema predominante es la soledad, que la autora parece atribuir, en su caso, a la frustración sexual antes referida. Son frases duras, como estas:

"Just imagine being someone’s pet, Dr. Seligman; the kind of unconditional love you would inspire. They would do anything for you—they’d leave the radiator on for you"

"...and finally understood why people are sometimes admitted to hospital with half their living room up their ass. I think that’s what loneliness does to people, Dr."

"And of course, horses don’t talk, Dr. Seligman, it must be so much easier to love them."

"the worst kind of conversation there is on this planet, that between family members, and in particular between aunts. It’s like sticking a hoover into your brain and pressing reverse, except that there is no mercy: your head won’t simply explode, which would be a blessing."

Que podemos rematar con esta: "K always told me that we don’t have the ability to make each other happy and that we should just accept loneliness as part of the human condition. That there is no way out of our skin and that we are all born with a broken heart."

Extraigo reflexiones sobre otros temas, siempre con ese amargor de fondo que persigue todo el libro. Una primera sobre la existencia del alma: "All that rubbish about souls is simply not true, that you can love a soul independent of the shape it comes in. Our brains are made so that we can only love a cat as a cat and not as a bird or an elephant.".

Otra bastante bonita sobre el amor paternal, comparado con el maternal: "father’s love can’t be compared to that; there is an element of choice in it—it’s something you can win and, of course, something that you can lose."

Reflexión curiosa sobre la relación de cada sexo con su órganos reproductores: "I was forever confused by the fact that as a girl you actually have less to hide than a man, but that was before I understood that a cock is some sort of sword, an object of pride and comparison, whilst a vagina is something weak, something the owner can hardly be trusted with."

Una frase con algo de humor, pero siempre negro: "not that K wasn’t a good man—he wasn’t the kind of man you would imagine fingering a dead chicken or who would aggressively watch credits at the end of a film."

Y lo dejo ya, que si no me voy a deprimir yo también: "For even if you bury yourself alive in a room without windows and declare yourself allergic to the entire world, someone will find a way to put their heart under your foot."

Bueno, ahí lo dejo. Si alguien está teniendo un día feliz que no cree merecer, puede leer este libro para compensarlo, no porque el libro sea malo, si no porque es amargo y deprimente, Por suerte, la autora no inspira demasiado empatía, por lo menos no a mí que tengo alienados mente y cuerpo en el tema del género.


sábado, 21 de agosto de 2021

Anaconda, de Horacio Quiroga

Unas pocas líneas respecto a esta novelita, que es simplemente una introducción a la amplia obra del autor, de la que no me extrañaría haber leído algo en mi juventud. Pero que me aspen si me acuerdo.

Las protagonistas de la historieta son una serie de culebras y serpientes, entre ellas la anaconda que les da título, que verán amenazada su vida (obsérvese, no su entorno), o creerán verla amenazada, al instalarse en una casa de su entorno un grupo de humanos. Estos "Hombres" quieren fundar allí un instituto serológico para extraer veneno de las serpientes y comercializar la inmunización al respecto. Y, de hecho, tienen ya un perro completamente inmunizado, y caballos en tratamiento para que la alcancen.

Poco más hay que decir. Me ha llamado la atención la diferencia que hace el autor entre serpientes venenosas y serpientes cazadoras, entre las que traza una rivalidad que no sé si tendrá reflejo en la realidad. En todo caso, el autor toma partido "cuando se es torpe, pesado, poco inteligente e incapaz, por lo tanto, de luchar francamente por la vida, entonces se tiene un par de colmillos para asesinar a traición". Asimismo, me sorprende que el autor trace a las anacondas como amables para el ser humano, y hasta sus aliadas; no sé hasta qué punto será imaginación pura o tendrá base real.

El estilo de Quiroga es sobrio, sin demasiada floritura pese a su procedencia sudamericana (en concreto, es uruguayo). No demasiado que destacar por este lado, aunque, como siempre, algo se puede rescatar. Aquí dejo esta frase y cierro con el pensamiento de que debería leer algo más de este autor, pero no acabo de tener claro cuál puede ser la obra más relevante en su inmensa producción. Si algún lector tiene a bien hacer una recomendación, será bienvenida.

La frase: "la serpiente de cascabel quedaba arrollada e inmóvil fijando sus duros ojos de vidrio en un ensueño de mil perros paralizados".

viernes, 20 de agosto de 2021

Tinto de verano, de Elvira Lindo

Bah, no quiero escribir demasiado sobre este libro, completa y absurdamente veraniego. La Lindo es conocida por su serie de Manolito Gafotas, de los que no he leído ninguno. También es conocida, y por si acaso ella insiste en recordarlo, por ser la esposa de un escritor más respetable como es Antonio Muñoz Molina, que aparece en estos relatillos referido constantemente como el "santo" (entiéndase, " el santo de mi marido", no el ladrón de las películas). 

Creía que Tinto de Verano podría ser algo como su blockbuster más adaptado a adultos. Lo que es es una recopilación de relatos cortos (imaginados) sobre su verano, que publicó en El País es agosto de 2000. Creo que ha habido luego más volúmenes, que asumo recopilarían capítulos de sucesivos veranos, pero no me voy a molestar en constatarlo.

Me ha parecido una cosa vulgar, carente de interés y ni siquiera especialmente simpática. Son un montón de lugares comunes, literatura para marujas a las que no les guste leer (que las marujas son tan respetables como los marujos y los no marujos). Y añado que la vulgaridad no es solo sobre la temática si no también afecta al propio estilo literario. No hay que confundir espontaneidad con cutrerío. 

En este contexto, es especialmente llamativa la defensa que hace en el prólogo de  su trabajo: "Me gusta recalcar esto porque a las personas que escribimos humor con frecuencia se nos tacha de «ocurrentes», y la ocurrencia, para que sea buena, hay que trabajársela mucho, hay que pensársela, y cuando consigues una idea humorística que sea sólida, deja de ser ocurrencia, deja de ser un chispazo momentáneo de ingenio para convertirse en ironía.". Excusatio non petita... Vamos, que aquí solo parece haber escrito ocurrencias.

Bueno, como es imposible que incluso en este librucho no haya nada aprovechable, aquí dejo algunos rasgos de ingenio de la autora, antes de enterrar para siempre su obra (que, "según algunas personas que saben de literatura, es mejor que no se agrande.") en mi olvido. 

"Prefiero el fitness de mi gimnasio en pleno corazón de Madrid. Además, como he domiciliado el pago ya no tengo que pisarlo ni para ir a pagar."

"Porque la gente de campo es desconfiada y eso de acabar con los bichos con un veneno les parece una mariconada. Los quieren bien muertos."

"En mi casa tienen muy clarito que puedo escribir cosillas graciosas, pero a mí, tonterías, ninguna."

"Me paso la tarde leyendo los prospectos de mis cremas. Es lo que más me gusta de las cremas caras porque es el único sitio en el que ves los resultados."

Ah, y no olvidemos el viaje que le pega a un escritor nacionalista catalán que se queja de que su obra no acaba de interesar en Madrid por su centralismo: "¿por qué mis libros no acaban de despegar en Alemania, cariño? Porque vista de lejos parezco turca y contigo al lado, pues más."