martes, 31 de enero de 2017

Silas Marner, de George Eliot

Qué placer resulta siempre la lectura de los clásicos ingleses. Y mira que da pereza de entrada, pero en cuanto te metes, la experiencia suele ser magnífica. Personalmente, me encanta el estilo, el vocabulario y en general la forma que tienen contar las cosas, con esos retruécanos y esas expresiones.

De George Eliot ya había leído "The Mill on the Floss", con sensaciones parecidas a las obtenidas de la lectura de Silas Marner: deliciosa ironía, entrañables personajes, magníficos diálogos. En Silas Marner, Eliot nos cuenta una pequeña y sencilla historia, la del protagonista, lo que le da excusa para extenderse en lo que realmente es el objetivo de su relato: una descripción precisa e irónica de la sociedad rural de la época. Estamos ante a una novela costumbrista, como lo revelan los extensos capítulos dedicados al baile del pueblo (en el que Silas solo aparece al final), la velada en la posada (ídem) o los rezos comunitarios.

Tampoco soy capaz de identificar alguna moraleja en la historia, aunque si la hay tendrá que ver con las vueltas que da el destino, y de lo que te puede parecer que ha arruinado tu vida, visto en pespectiva de transforma en lo que te ha dado la felicidad. Así, el relato comienzo con dos episodios trágicos a los ojos del protagonista: la falsa acusación de un delito, consecuente expulsión de su comunidad religiosa y pérdida del matrimonio con su amada, en la que seguramente tiene un papel activo el que cree su mejor amigo; y, posteriormente y ya instalado en su destierro, la pérdida del oro atesorado y que, como para Gollum, iba haciéndose con el control de su vida.

Sin embargo, serán estas desgracias las que le permitan incardinarse en una nueva vida social, y proporcionarle en algún momento la felicidad con la aparición en escena de Eppie. Pero basta de spoilers. Que tampoco son tales, porque, insisto, no es lo importante la trama o su moraleja, sino la forma en que la cuenta. En este sentido, posiblemente el capítulo más memorable del libro es la conversación que los lugareños mantienen en la posada mientras se están produciendo los infaustos sucesos que conducen a Silas a perder su oro. Todos los temas se tocan, y todos en un constante toma-y-daca entre los protagonistas. No hay que perdérsela, aunque ciertamente es difícil de leer en inglés, pues Eliot lleva a grafía la dicción de cada protagonista.

Poco más que decir. Dejo aquí algunas de las frases que más me han gustado, para dar una muestra del estilo que puede esperar el lector.
- Después de discutir sobre fantasmas, y tras la inesperada aparición de Silas Marner, Eliot nos explica que los tertulianos quedaron "well pleased that the reality of ghosts remained still an open question"

- Sobre el juez: "Justice Malam was naturally regarded in Tarley and Raveloe as a man of capacious mind, seeing that he could draw much wider conclusions without evidence than could be expected of his neighbours who were not on the Commission of the Peace."
- Sobre los consejos de las madres para Marner y el cuidado del bebé: "the notable chiefly telling him what he had better do, and the lazy ones being emphatic in telling him what he would never be able to do."
- Y finalmente, sobre los consejos a Marner de que fumara:  "this advice was sanctioned by Dr. Kimble, on the ground that it was as well to try what could do no harm—a principle which was made to answer for a great deal of work in that gentleman's medical practice."

Como vemos, con gran elegancia, pero sin dejar títere con cabeza.

lunes, 30 de enero de 2017

Muerte de Reyes ("Death of Kings"), de Bernard Cornwell

Retomo la saga del Último Reino, pese a que creo recordar que había decidido no proseguir su lectura. Supongo que tras la agotadora lectura de Penrose necesitaba un descanso mental, y esta saga lo garantiza.

No obstante, sea por ello o por haber dejado descansar la saga, este libro lo he leído sin demasiado pesar y los fantamas que me hicieron abandonar la lectura en el quinto, aqui parecen bastante atenuados.

Death of Kings transcurre durante un periodo de relativa paz, por lo que en la novela no abundan las escenas de acción en que ver al protagonista triunfar una y otra vez contra todo lo imposible, lo que es de agradecer. La trama orbita en torno a la esperada muerte del rey Alfred the Great, que, como indica el título, sucede en algún momento. La cuestión es que pasará en el reino tras el fallecimiento de tan insignie monarca, y cómo se solventara el vacio de poder.

Pese a los malos augurios en que insiste Uhtred una y otra vez, lo cierto es que solo se producen dos acciones bélicas en la novela, una al principio, y la batalla final. En ambas tendrá tiempo nuestro héroe de brillar, pero al menos ya no es el continúo de escenas a que nos sometieron anteriores entregas.

Y es que nuestro héroe envejece, algo que le recuerdan sus enemigos al comienzo de la batalla final, 45 años le contemplan ( y aún quedan cuatro entregas, mínimo, de la saga). Así pues, coherentemente, parece que Cornwell empieza a dar más peso en su narración a las intrigas y estrategia militar, que a las propias batallas. Ya veremos si eso es así en las siguientes entregas.

¿Qué destaca en esta novela? Algunos apuntes.
En primer lugar, hay un par de diálogos muy brillantes, desde luego más que en las anteriores novelas. No hay que perderse el primer encuentro entre Uhtred y un monje llamado Cuthbert, que irá pasando por diversos atributos de santo conforme avance la novela. Lo que me recuerda que también vuelve el sentido del humor de Cornwell, muchas veces a costa de la religión.

En esta línea, muy interesante la maniobra que hace Uhtred para contrarrestar los efectos en la moral del pueblo de las sibilas que proclaman la caída de Wessex. Aunque no el autor no le dedica demasiada atención, es claramente irónica.

Por último, me ha llamado la atención la escena con los comerciantes de esclavos en Londres, que es algo atípico dentro de la narrativa de Cornwell. Me refiero a que el autor suele ser objetivo en la relación de sus personajes con el cumplimiento de las normas, dicho de otra forma, que no las pone en duda y alaba, quizá es el punto fuerte que ve en el rey Alfred, que se centre en hacerlas cumplir. La rule of law, sumarizada cuando en la reseña histórica dice que Alfred pretendía que los comerciantes defendieran libremente su Estado, precisamente porque era el más beneficio para ellos.

Volviendo sobre el tema de los tratantes de esclavos, en esta escena Uhtred y Finan asaltan y matan sin provocación al tratante con que están negociando para comprar esclavas. Simplemente porque se indignan al recordar su pasado como esclavos (¿en la tercera entrega?). Y, sin embargo, el autor es complaciente con esta acción, que no encuentra castigo de ninguna clase, pese a la asistencia de la "policia" londinense y la denuncia de los otros tratantes. Se trata de una violación clarísima de la propiedad privada y de la ley de Alfred por tanto, que requeriría un castigo ejemplar (mucho más de otras de las acciones por las que Alfred ha considerado oportuno castigas a Uhtred).

Y, sin embargo, Cornwell es cómplice de Uhtred en su narrativa, y acepta que que se pueda robar y asesinar impunemente a un comerciante, solo por serlo de esclavos, algo que entonces era normal y no ofrecía a la sociedad demasiadas dudas morales.

Bueno, descanso con otro libro, y vuelvo luego con la saga.

jueves, 26 de enero de 2017

El increíble caso de Barnaby Brocket ("The Terrible Thing That Happened to Barnaby Brocket"), de John Boyne

John Boyne saltó a la fama por su novelita "El niño del pijama a rayas". Un servidor pensaba que era flor de un día, pero resulta que el señor Boyne tiene bastantes libros, e incluso se ha vuelto a oír su nombre con la públicación del último, "El niño en la cima de la montaña". Boyne es irlandés, y no deja de ser curiosa la extraordinaria cuota de escritores irlandeses de éxito respecto a su población. De allí nos vienen Oscar Wilde, James Joyce o más recientemente Frank McCourt.

El caso es que como el primer libro citado me gustó bastante, al ver que tenía otras obras, decidí leer algo más de él. Y opté por este sobre Barnaby Brocket como podría haber escogido cualquier otro. Tras su lectura, entiendo mejor por qué el resto de libros de Boyne han pasado sin pena ni gloria.

Boyne escribe fácil y bien, el libro se lee en un soplo. Pero no por ello deja de ser menos prescindible. Es un libro sin nada interesante que aportar, ni siquiera algún requiebro final para sorprendernos. Supuestamente es una reflexión sobre lo que significa ser "normal". Pero tiene un punto de partida tan absurdo, que pierde la gracia toda posible reflexión sobre una base tan cenagosa.

Y es que el tal Barnaby Brockett resulta ser que es un niño flotante! Vamos, que si lo sueltas sube como un globo. Muy verosimil para tener empatía con él. Vive con sus padres y sus dos hermanos, y el problema es que los primeros, por sendos "traumas" infantiles que nos explica el autor, tienen horror a llamar la atención, esto es, a no ser considerados normales. Ello hará que en un momento de la novela tomen una decisión expeditiva sobre el paradero de su hijo "raro", y esa es la terrible cosa que le pasa en un sitio de Sidney llamado Mrs. Macquarie's Chair.

Ello le lleva de viaje a través del Pacífico hasta Brasil, de allí a Nueva York, luego Canadá, África y finalmente al espacio, sitios en los que irá conociendo a gente especial, algunos más normales (el par de lesbianas brasileñas) y otros menos (el tipo con patas de pato o el amigo con garfios en vez e manos).

No hay lógica alguna en los trayectos que se explique ex post, ni en los personajes que encuentra, ni realmente en nada de lo que le pasa. Así que termina siendo una narración bien hecha pero insulsa, que no invita a la reflexión porque se asienta en bases arbitrarias.

Alguien me podría acusar de estar pidiendo demasiado de un libro que parece infantil. Yo le diría que parece extraño meter lesbianas en la narración si el cuento es realmente infantil. Pero que, en todo caso, los niños se merecen un respeto, como bien nos muestran las novelas de Kästner, y este libro no se lo tiene: ¿de verdad los padres pueden ser tan unidimensionales en este caso? ¿Y eso de quedarse dormido en el viaje en tren Sao Paulo-Rio de Janeiro y despertar en Nueva York? Al menos se trata de un libro corto.
 

miércoles, 25 de enero de 2017

La nueva mente del emperador ("The Emperor's New Mind"), de Roger Penrose

En pedazo de líos me estoy metiendo últimamemte. ¿Quién me mandará a mí ponerme a leer libracos como el del título? Sin embargo, aquí estoy, y encima con el interés por la física espoleado. Quién me ha visto y quién me ve.

Empecemos por el principio: ¿por qué leer este libro? Tiene relación con mi interés por el desarrollo de la ciencia, sobre todo referido a la ciencia económica y en comparación con las ciencias naturales. Entonces se supone que este libro te ayuda a entender cómo funciona el cerebro humano y de dónde proceden los axiomas, que son el punto de partida de la teoría económica entendida a la austriaca, y también de las matemáticas, y, siguendo a Kuhn y sus paradigmas, incluso las ciencias naturales.

Pues allá que me voy. La verdad es que el prefacio invita mucho a la lectura: en este libro se va a tocar de todo, desde la máquina de Turing hasta la teoría de la relatividad, desde los números complejos hasta la física cuántica, y todo para tratar de explicar el cerebro.

Desgraciadamente, es mera venta de moto. Me voy explicando. La tesis principal de Penrose es sencilla: el cerebro humano no funciona según un algoritmo, y por tanto no se puede remedar su funcionamiento con otro tipo de hardware, en concreto, con ordenadores. No se trata de un tema de complejidad o de computabilidad (ie, que las operaciones sean tan complejas y costosas en tiempo que sea imposible replicar el funcionamiento en tiempo real), sino algo completamente estructural.

Es una tesis relativamente sencilla de explicar y exponer, ¿verdad? Entonces me pregunto para qué se embarca el señor Penrose en explicarnos todas las matemáticas que en el mundo han sido (hasta los números complejos) y a continuación hacer lo propio con la física, desde la física clásica a la cuántica pasando por las teorías especial y general de la relatividad. La única explicación que encuentro es que hay que llenar páginas para llegar al volumen mínimo digno de un académico.

El problema, además, es que Penrose no es especialmente didáctico, casi más bien al contrario, con lo cual estas secciones pretendidamente introductorias se vuelven un bolo bastante difícil de digerir. Y digo "pretendidamente" porque ocupan el 90% del libro. Por ejemplo, uno de los aspectos más relevantes para la tesis de Penrose es el teorema de Godel, por el que se demuestra que ningún sistema teórico para el desarrollo de las matemáticas es autocontenido, lo que significa que en él se han de incorporar axiomas o verdades no demostrables dentro del propio sistema. Muy bien. Lo que no entiendo es la necesidad que tiene de demostrarlo de forma rigurosa a base de vectores y matrices.

Entre las partes más interesantes (y que mejor explica, todo hay que decirlo) está la dedicada a la relación entre la entropía y el tiempo. Según Penrose, las leyes fisicas que conocemos son reversibles, en el sentido de que no presuponen que el tiempo avance únicamente. Penrose entonces razona que nuestra percepción del paso del tiempo se puede deber a la observación del paso de estados de menor a mayor entropia (por ejemplo, cuando se cae un vaso de una mesa y se rompe). Siguiendo por esta vía, el autor trata de explicar que el estado del Universo previo al Big Bang habría de ser el de menor entropía, mientras que los agujeros negros suponen la mayor entropía.

En cuanto al tema del cerebro y la inteligencia, Penrose dedica comparativamente muy poco espacio, y además de forma bastante decepcionante. Básicamente, explica las partes del cerebro y las reacciones químicas que se conocen en su funcionamiento. Luego procede a defender la imposibilidad de que funcione como algoritmo basándose en la existencia de axiomas y de ideas felices (por cierto, todos tenemos ideas felices, aunque no sean tan brillantes como las que Penrose elige como ilustración; en fin, que para ver cómo se gesta una idea feliz no hace falta utilizar como ejemplo no sé qué historias de los agujeros negros). Y finalmente concluye que quizá esas ideas felices surjan de la consecución de estados de mínima entropía entre los reactivos del cerebro (o del cerebelo), para lo que sería necesario desarrollar una teoría cuántica de la gravedad, en la que el presume que habrá elementos de irreversibilidad temporal.

Y francamente, no sé por qué ha necesitado contarnos la ley de Lorentz para llegar a esta conclusión.
En fin. Yo no me he perdido demasiado porque, quieras que no, estudié muchas de estas cosas cuando hice ingeniería, y algo se ha debido de quedar rondando entre mis neuronas. Por ejemplo, todo el tema de transformadas de Fourier para mí es relativamente directo, pero no creo que lo sea para el lector convencional. Pero aún así, he sufrido la lectura. Así que vienes de nuevas, prepárate a sufrir, innecesariamente.

Como aspecto positivo, para mí, es que me ha despertado inexplicablemente un interés por entender de una vez y bien la teoría de la relatividad y la física cuántica. No sé por qué, pero se ha suscitado. Así que es posible que haya nuevas reseñas sobre este tipo de libros en el futuro.



viernes, 20 de enero de 2017

Patria, de Fernando Aramburu

Patria es el libro que parece estar de moda en estos momentos. Las razones me parecen obvias: es la primera novela, hasta donde yo sé, sobre la vida en el País Vasco durante la época dura de ETA y el terrorismo. Y, claro, a ver quien se resiste a su lectura.

Todos hemos vivido, muchos de lejos, esa terrible época, que aún sigue en muchas memorías. Esta es la oportunidad de acercarse a lo que debían de vivir y sentir los protagonistas, desde el confort de la lectura, eso sí.

La novela de Aramburu se puede calificar en este sentido como de costumbrista. Para contarnos esa vida cotidiana, el autor utiliza como vehículo la vida de dos familias. Ambas familias son vascas de pura cepa y de pueblo, e íntimas amigas. Pero, como es perfectamente previsible, una de ellas es abertzale y tiene un etarra en su seno, y la otra es, por así decirlo, apolítica, y sufre un asesinato en sus carnes. Aparte de estas características especiales, las familias en cuestión "sufren" eventualidades como las de cualquier otra familia convencional: enfermedades, rupturas matrimoniales, incomprensión, soledad...

En cuanto a la narración, el estilo de Aramburo es arriesgado. Dos cosas llaman la atención. En primer lugar, se trata de una narración desordenada, que avanza por así decirlo en espiral. Los capítulos se suceden sin orden aparente, ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en los protagonistas. Todos, padres e hijos, reciben sus dosis de atención. El caso es que el esquema funciona: no sé si estamos ante un caso como Rayuela (en que según Cortázar el orden de lectura de los capítulos cambiaba el relato) o de verdad el autor se ha currado este orden por algún motivo especial. Pero, insisto, funciona.

Como también le funciona el recurso de las frases cortadas, algo que  nunca había visto en castellano. Al principio resulta chocante, pero luego te acostumbras, y también funciona. En estas frases está claro que al autor no le importa tanto lo concreto como el concepto. Por ejemplo "No vayas tan, un poco hacia", reflejando las cosas que se dicen cuando vas en coche con otra persona, pero sin concretar.

Como digo, ambas técnicas funcionan y el libro se lee bien. Pero lo que hace a este libro digno de lectura no es ese estilo, ni los avatares de la fortuna que suceden a la familia. Lo que merece la pena es la descripción del ambiente en un pueblo nacionalista, por un lado, y la visión cercana de un terrorista etarra.

En cuanto a lo primero, resulta terrible ver como, de la noche a la mañana, se altera completamente la convivencia en el pueblo en torno a uno de sus habitantes, hasta entonces perfectamente integrado, el Txato, querido por casi todos. Nadie le va a dar aire, ni siquiera sus mejores amigos de toda la vida. El aislamiento es absoluto y casi inexplicable para los sufridores. No puedo saber si esto esa así o no, pero parece verosimil. Sigue siendo sorprendente como unos pocos pueden imponerse por el terror a todo un pueblo.

En cuanto a lo segundo, entramos en terreno cenagoso. La imagen que da Aramburu del terrorista es muy humana, tratando de explicar/comprender que podía impulsar a muchos jóvenes a embarcarse en esa lucha armada que les privaba de su juventud, su vida y sus relaciones. Y encima todo el sacrificio para hacer el "mal", como es matar a inocentes, algo de lo que no parece que quepa duda, incluso para los terroristas. Se nos traza desde la perspectiva del etarra también lo que podía significar la captura y esas posibles torturas en el cuartel. Aramburu hace un gran esfuerzo para que podamos empatizar con el terrorista, y creo que lo consigue, aunque a muchos les pueda doler.

La novela termina con las partes quizá menos interesantes y previsibles de la historia, esa reconciliación entre ambas familias en la figura del abrazo de ambas madres. No obstante, es algo emocionante, y la vez amargo, porque queda constancia de la pérdida de tiempo y vidas que todo el episodio supuso, al menos desde la perspectiva actual.

Inevitablemente, se trata de un libro que invita a la reflexión. Es cierto e indiscutible que el asesinato es un delito, y el terrorista debe pagar por ello. A la vez, es cierto también que errar es humano, y que el propio terrorista puede llegar en algún momento a aceptar que se equivocó, aunque sea en su fuero interno. Sin embargo ¿no debería existir margen para que la víctima, o su familia, que es la que sigue en el mundo, pueda perdonar y reconciliarse? ¿Pues el Estado usurpar este papel a la víctima, sea en la condena o en el perdón (como parece estar haciendo en los últimos años)?

Lo que sí se echa de menos en el libro es un pozo de zoom en los políticos vascos y en los posibles culpables de que esto llegara a producirse. Sí, aceptemos que muchos jóvenes se veían impulsados a la lucha armada, pero, ¿quién creaba este caldo de cultivo? ¿Eran realmente algunos curas?¿Anónimos de las Arrico Tabernas? No sé, se echa de menos algo más concreto, porque me resulta difícil aceptar la tesis de que, una vez empiezan las acciones, tienen que mantenerse para que ETA sobreviva. Y, por otro lado, ¿no hubo unos cuantos mafiosos que se forraron con el tema? Sería interesante encontrar al cui bono de toda esta historia, porque Aramburu en su libro solo nos presenta victimas, y digo yo que alguien tiraría la primera piedra.

lunes, 2 de enero de 2017

El problema de los tres cuerpos ("The Three-Body Problem"), de Liu Cixin

Liu Cixin es el autor chino de ciencia ficción más leído y conocido, aunque creo que poco allende sus fronteras. Cuando me interesé por este libro, no lo sabía, y pensaba que Cixin era un autor chino pero que estaría afincando en los EEUU o Inglaterra, y escribiría en inglés. No es así: Liu Cixin escribe en chino, y el libro que he leído es su traducción al inglés.

Soy bastante reacio a leer libros de autores chinos, japoneses o indios. Como no sé su idioma, pero sé qué es complicado, siempre tengo muchas dudas sobre qué tendrá que ver la traducción  que estoy leyendo con lo que haya escrito el autor. El fenómeno es especialmente acusado con los Haikus, que tan de moda estuvieron hace unos años. Pero, bueno, qué se le va a hacer. Al menos este libro está traducido (al inglés) por un chino bilingüe que ademas ha escrito cuentos de ciencia ficción. La nota del traductor parece tranquilizadora sobre el grado de aproximación que pueda tener la versión traducida a la original. En todo caso, me temo que esto es lo más que me voy a poder aproximar a leer en chino.

Por otro lado, he de decir que opté por leer la traducción inglesa, aunque existe una española, por creer que ésta igual era una traducción de la versión inglesa, y no directamente del chino. Esto pasa con muchas obras asiáticas, cuyas traducciones al español son en realidad traducción de la versión (típicamente) francesa al español. Si no me gusta leer traducciones, ya las traducciones de segunda mano os podéis imaginar. En todo caso, conste que la española es también directa, y seguramente merezca la pena.

Ya entrando en el libro, estamos ante una novela de ciencia ficción pura, esto es, de las que no tienen demasiada aventura y sí mucha ciencia. Vamos, lo que es el género clásico. De hecho, todo el relato e incluso el estilo parecen supeditados a las ideas "científicas" sobre las que el autor construye la trama. Por ello, me ha resultado una novela demasiado ingenúa, y aparte de las ideas científicas que ahora comentaré, y alguna reflexión al hilo, no me ha resultado atractiva.

En cuanto a las ideas científicas, Cixin juega con la nanotecnología, el manejo las partículas atómicas y subatómicas, y la física clásica. Es un problema de esta última el que da título a la novela: el problema de los tres cuerpos, consistente en resolver cómo funciona un sistema gravitatorio formado por tres sólidos similares. Se demuestra que este sistema es impredecible y muy dependiente de las condiciones iniciales. Ello se utilizar para explicar la evolución de la civilización de un planeta sujeto a tres soles, inicialmente en un videojuego.

La historia transcurre en China, pero apenas hay referencias a la vida cotidiana, por lo que poco podemos aprender de las costumbres actuales en el gigante asiático. Más información se proporciona sobre los sucesos de la Revolución Cultural, que es cuando empieza el relato, y es quizá esta parte la más interesante del libro, por lo menos, hasta las partes finales.

En estas, el foco está en el "desdoble" de las partículas atomicas y en su proyección sobre nuestro mundo tridimensional. Es apasionante la descripción que hace Cixin de ambos fenómenos, proporcionando una intución de los mismos que no creo que se pueda adquirir simplemente estudiando física cuántica. Cixin describe el desdoblamiento como una multiplicación del tamaño al pasar de una dimensión superior a una inferior (algo parece a cómo se multiplica el tiempo al soñar que estás soñando, véase Inception de Chistopher Nolan).

Así, si se asume que un protón tiene 11 dimensiones, Cixin imagina como un plano colosal, capaz de cubrir un planeta, su desdoblamiento hasta la segunda dimensión; o como una línea infinita, su desdoblamiento hasta la primera dimensión. Si luego se pliega, va reduciendo su tamaño, aunque a partir de la cuarta dimensión ya no seríamos capaces de percibirlo, solo detectariamos su proyección en tres dimensiones.

Son estos pasajes sin duda lo mejor del libro, donde la imaginación y visión de Cixin luce en todo su esplendor. El resto es basurilla narrativa con más agujeros que un Gruyere, pero que sirve como disculpa a Cixin para estas pajas mentales.

Parece que este libro es el primero de una trilogía, pero me temo que mi entusiasmo por él no alcanza para que dé más cancha al autor. Eso sí, fue bonito mientras duró.

Cierro con un par de citas llamativas (traducción, del inglés, mía)
"El propio universo era transparente; conforme más aguda fuera tu visión, podías ver tan lejos como quisieras"
"La obtención del despertar moral requirió una fuerza externa a la raza humana".