martes, 31 de diciembre de 2019

Imposturas Intelectuales (Impostures Intellectuelles), de Alan Sokal y Jean Bricmont

En 1996, uno de los autores de este ensayo, el físico Alan Sokal, envió a una revista seria de estudios culturales un artículo de cachondeo, paradiando el estilo de los filósofos y científicos postmodernistas. En él básicamente se acumulaban chorradas sin sentido pero eso sí con gran número de citas sesudas y terminología científica. Ante su sorpresa (¿o no?) el artículo fue publicado. Unos años después, con la ayuda de Jean Bricmont, publicó este ensayo para profundizar en el tema y detallar y analizar a algunos de los autores postmodernos más conocidos.

Yo me tropecé con la referencia en un escrito de Revel, y me llamó la atención de inmediato, en parte por qué pense que el objetivo de la crítica sería también la teoría económica. En esto me equivoque: la crítica va contra la filosofia, la sociología y otras ciencias sociales, y sobre todo a la visión postmoderna que tienen de la ciencia.

El ensayo se construye a base de textos bastante largos de los autores criticados (ahora doy la lista), que inmediatamente son analizados, aportando explicaciones de los conceptos científicos que aquellos citan cuando es necesario. La lista de autores "deconstruidos" no tiene desperdicio, con nombres tan conocidos como Lacan, Bruno Latour, Baudrillard, Deleuze, Guattari o Bergson, y otros menos para mi, como Irigaray, Kristeva o Paul Virilio. En el fondo, lo que es lamentable es que estos verdaderos impostores intelectuales sigan gozando de fama y renombre, en muchos casos adquiridos precisamente mediante estos escritos cripticos, por no decir arcanos, a la par que irrelevantes.

Junto a este desenmascaramiento, los autores incorporan algunos capítulos de disgresión sobre aspectos relacionados con la epistemología de las ciencias, que son ciertamente interesantes de leer, pero tampoco aportan nada especial. El crux de su aportación es, necesariamente, la crítica a los autores arriba citados.

Yo pensaba que estas críticas serían divertidas, vamos, de partirse de risa. Pero no es así, no puede ser así. ¿Por qué? Porque los textos criticados son de por sí absurdos: uno los lee y se queda igual, pero no porque no los entienda, sino porque no hay nada que entender. Son como letanías budistas o coránicas. Es comprensible que alguien pueda quedar ofuscado por la terminología física y matemática utlizada; pero en cuanto uno tiene unos mínimos conocimientos de estas disciplinas, resulta obvio que están escribiendo cosas sin sentido. Por eso, Sokal y Bricmont no encuentran demasiado material que criticar: explican los conceptos físicos o matemáticos utilizados, y, a continuación, su crítica es siempre la misma: ¿qué relación hay entre tales conceptos y los filosóficos/sociológicos a los que se pretenden aplicar?

Es más, parece que muchas veces esa relación se basa puramente en la terminología. Un ejemplo fácil es las referencias de Lacan a los números irracionales relacionándolos con la posible irracional del ser humano!!! Hay que ser imbécil o sinvergüenza. El otro bastante manido es utlilizar la teoría de la relatividad para justificar todo tipo de relativismo. Claro, como los nombres se parecen...

Según Sokal y Bricmont, lo que pretendían estos autores postmodernistas era simplemente ocultar de la gente el vacío de sus ideas mediante referencias a conceptos complicados de las disciplinas científicas. Y la publicación del artículo de Sokal es la prueba palmaria que deja al emperador desnudo (palabras de los autores): "l'aspect comique de l'incident Sokal est qu'il suggère que même les postmodernes ne comprennent pas réellement ce qu'écrivent leurs col- lègues, et qu'ils se déplacent à travers les textes en passant d'un nom ou mot familier à un autre, comme une grenouille qui traverse un étang boueux en sautant sur les nénuphars".

Así las cosas, se trata de un ensayo difícil de leer, y poco divertido, pese a su origen inicialmente burlesco. De hecho, lo más divertido es realmente el artículo original del Sokal, titulado Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, que se incorpora al ensayo como apéndice. Y es que Sokal no puede ocultar su formación de físico y, claro, su artículo es bastante claro, en comparación con los textos de los autores que cita. Al ser más claro, es mucho más fácil entender lo que dice y, claro, descojonarse con él (que no de él). Algunos extractos (los doy directamente traducidos; total, yo he leído la traducción al francés del artículo, originalmente en inglés):
- "La constante de Euclides y la constante G de Newton, que antes se creían constantes y universales, se percibe ahora dentro de su inevitable historicidad"
- "El concepto mismo de geometría se vuelve relacional y contextual"
- "Un criterio simple para que una ciencia sea admitida como postmoderna es que sea liberada de toda dependencia del concepto de la verdad objetiva"
- "La teoría feminista debe ser desarrollada como teoría estratégica, no como teoría verdadera o como teoría falsa"
- "Finalmente, la ciencia postmoderna ofrece una poderosa refutación al autoritarismo y elitismo inherente a la ciencia tradiconal, así que una base empírica para una aproximación democrática al trabajo científico"

La verdad es que yo ni me planteo ni me planteaba leer a ninguno de los autores citados. Y seguramente tampoco hubiera leído este ensayo de saber que era una crítica al postmodernismo. No puedo perder el tiempo con cosas tan absurdas. Lo que no sé es si seguirá habiendo mucho departamento universitario e intelectualoide dedicado a esta basura, aunque me temo que pueda ser que sí.

Para no cerrar el año de una forma tan negativa, dejo esta divertida referencia a una tal Irigaray, quien parece sostener que "la mécanique des fluides est sous-développée par rapport à celle des solides parce que la solidité est identifiée (selon elle) aux hommes et la fluidité aux femmes." ("La mecánica de fluidos está infradesarrollada respecto a la de los sólidos porque la solidez se identifica con el varón y la fluidez con las mujeres", traducción propia). Disfruten del 2020.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Mi dieta cojea, de Aitor García Sánchez

Aquí me tenéis, leyendo un libro sobre nutrición antes de las Navidades. Quien lo hubiera dicho. No es que el tema no me interese, es más bien que nunca me he hecho con un libro sobre el tema. Lo que pasa ahora es que, con Kindle e Internet, te recomiendan un libro, sobre este u otro tema, e inmediatamente lo puedes tener a tu disposición, con lo que las probabilidad de leerlo sube exponencialmente.

Este libro viene recomendado por un par de amigos, uno de ellos experto en nutrición. Esa es la principal fuente de la confianza que me dan libro y autor. Y he de empezar diciendo que el libro es malo: quien espere encontrar literatura, que no lea el libro. El autor utiliza palabras inexistentes (como "palatable"), construye mal las frases (lo de sujeto y predicado se le ha olvidado), no coordina bien pronombres ("atribuimos al producto ... sin pararse a pensar...") y abusa de algunos adjetivos (los alimentos le parecen poco o muy "interesantes").

Pero, bueno, como el objetivo es más bien ilustrarnos un poco en el tema de la nutrición, ello no obstaculizará a nadie la lectura. Así que nos metemos de lleno en el fondo del asunto. Aquí hay otro punto crítico: García apenas justifica las aseveraciones que hace. Hombre, alguna razón sí da, pero nada especialmente convincente y más bien arbitrario. A su favor juegan, por un lado, la recomendación de mi amigo experto; y, por otro, las referencias de literatura científica que cita al final del libro en apoyo de cada capítulo. O sea que le daremos el beneficio de la duda y nos centraremos, ahora ya sí, en el fondo.

La obra es estructura en una serie de enunciados falsos que todos hemos oído alguna que otra vez, y que el autor pretende desmontar o al menos clarificar. Por ejemplo, "el desayuno es la comida más importante del día" o "hay que comer de todo", o "hay que evitar las grasas". Es a partir del análisis de estos mitos de donde surgen las enseñanzas, al menos para mí.

¿Cuáles son los enemigos de la buena nutrición? El autor no tiene duda: "Alimentos concentrados que nos den mucha energía, pero a la vez pocos nutrientes de interés fisiológico. Por poner cara a los culpables, hablamos de los dulces, de la bollería, de los refrescos, del alcohol, de los derivados refinados...;" (Obsérvese lo del "interés" fisiológico). Asimismo, hay que evitar los productos derivados y ultraprocesados, aunque no llega de definirlos. El alcohol es desaconsejable en todo caso: "El alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte."

Para García, lo ideal sería seguir las indicaciones del apetito. El problema es que esas señales puramente hormonales se ven confundidas en el ambiente "obesogénico" que vivimos, en parte porque la alimentación ha pasado a ser "un acto social más que biológico". Así pues, hay que seguir pautas externas, como las que dan muchos interesados.

Las del autor son claras, y las resume en sus conclusiones, que me permito copiar tal cual:
¿QUÉ DEBO COMER EN ABUNDANCIA? Verduras y hortalizas. Frutas. 
¿QUÉ ES GRASA DE CALIDAD? Frutos secos. Aceites saludables. 
¿QUÉ ES PROTEÍNA DE CALIDAD? Legumbres. Huevos. Carne sin procesar (limitar). Pescado sin procesar. Lácteos (limitar). 
¿QUÉ BEBO? Agua en abundancia. Acompañe con infusiones si lo desea. 
¿QUÉ DEBO EVITAR? Productos alimentarios que aunque sean comestibles no sean materias primas.


Tres temas me han llamado especialmente la atención, y espero que lo que nos dice el autor esté bien contrastado:
- La importancia de la saciedad y adherencia de los alimentos a la hora de definir nuestra dieta. De nada vale comer algo con pocas grasas pero sin efectos saciantes que nos forzarán a comer más; o algo con pocas grasas que no nos gusta.
- Las ventajas de comer cereales integrales y, en particular, pan integral: "Nos saciaría más. No se elevaría tanto el azúcar en sangre; se amortigua la glucemia. Reduciría el tiempo que otros compuestos indeseables están en contacto con el organismo."
- Relacionado con el anterior, las trampas en los etiquetados y declaraciones. De hecho, en el caso del pan integral el autor llega a dar unas pautas concretas para evitar la confusión. Y a fe que son útiles como puede comprobar yo mismo este fin de semana tratando de comprar pan verdaderamente integral.
 
En su análisis de los mitos, García no ahorra críticas a la industria alimentaria cuando investiga las razones por las que determinados mitos se han instalado en el imaginario colectivo. Los desmenuza bien y es muy interesante para mí, por las relaciones evidentes con el mundo de la regulación y del lobby. Es muy crítico con las ambigüedades que los gobiernos permiten a la hora de etiquetar los alimentos (por ejemplo, qué es un alimento natural).

Sin embargo, en el autor transluce un deje socialista en determinados momentos, como cuando afirma que en España, con la crisis económica, "2,2 millones de menores en España viven en la pobreza, lo que supone malnutrición.Casi un 5 % de la población española no puede afrontar la alimentación de su día a día". Y, claro, propone la solución al problema en el Estado, al que encarga también una verdadera revolución alimentaria ("¿Por qué invertimos dinero en tratar enfermedades evitables pero no en impedir que las personas lleguen a tener factores de riesgo cardiovascular?").
 
Resulta curioso que no se dé cuenta de la paradoja: ese ente que es incapaz siquiera de conseguir un buen etiquetado para los alimentos, ¿cómo va a resolver el supuesto problema de hambre en España? ¿Y qué revolución se puede esperar de ellos?

No me atrevo a recomendar este libro. A mí me ha parecido útil e interesante, aunque mal escrito. Pero confieso que su utilidad descansa en la autoridad de los terceros que me lo han recomendado. Yo no tengo criterio para ver si este señor dice cosas serias o tonterías, aunque suenen razonables.
 

jueves, 19 de diciembre de 2019

Identity Crisis, de Ben Elton

Como ya he dicho en otras entradas del autor, Ben Elton es mi autor inglés cómico contemporáneo preferido (jajaja, cuanto más categorizo, más posibilidades tengo de decir que un escritor es mi preferido). Así que en cuanto me entero de que ha sacado alguna novela, trato de hacerme con ella y leerla a la mayor brevedad. Ha sido el caso de esta Identity Crisis, recién publicada. Por medio veo que también ha sacado en libro los guiones de la magnífica serie Upstart Crow, gracias a los cuales me garantizaré que no me pierdo ninguno de los chistes que cada capítulo acumula, por no decir solapa.

Hay que reconocerle a Elton el don de la oportunidad. La temática del libro no puede ser más actual, como el título invita a pensar. Tenemos las redes sociales, la creciente fragmentación social en grupos identitarios por criterios diversos (raza, sexo, incluso nación) e incluso un referendum a la Brexit, en este caso, para decidir si Inglaterra se separa de Reino Unido. Vamos, que cuando uno empieza a leer el libro no puede evitar relamerse de gusto ante lo que un tipo como Ben Elton puede hacer con el tema.

Podría haber hecho con el tema. Pero no llega a hacer. Me temo que a Elton también le dé miedo el salirse de la corrección política, y no acaba de ser tan punzante como quisiera (?). Habría que ver si Tom Sharpe si hubiera cortado tanto, o se la hubiera jugado de verdad ridiculizando todas estas tendencias que nos tienen a la mayoría hasta el pelo, pero de la que nos cuesta abstraernos dada su preeminencia en las redes sociales y, en consecuencia, en los medios y en las conversaciones con nuestros prójimos.

Así que Elton nos ofrece la típica novela de detectives, en que el policía protagonista tiene que investigar un asesinato (que rápidamente se convierte en serie de asesinatos) con ayuda de sus subalternos (la chica, por supuesto, lesbiana casada). El suceso e investigación se enmarcan en una Inglaterra sujeta al debate sobre su pertenencia a UK, y en paralelo a un reality de gran éxito; la trama incluye también fake news y el manejo de las redes sociales para manipular a la opinión pública.

De hecho, es una constante en la novela tratar de anticipar como reaccionarán las redes (lo que llama sardónicamente Elton "conversación nacional") ante las cosas que ocurren y las cosas que se dicen. Lo que nos transmite Elton es que aquello es una lotería, y es imprevisible saber lo que le va a parecer bien y lo que va a parecer mal ("Sit on your arses until the collective lunacy of the internet decides which witch it wants to burn.". Y no deja de ser cierto, lo que me lleva a pensar que estamos en un movimiento pendular, y que a no mucho tardar estaremos en el otro punto, en que básicamente a la gente le importe una mierda lo que se diga en las redes sociales. De hecho, al protagonista, el detective Matlock, le llama la atención que la vida en Londres sea tan pacífica en paralelo a la guerra desatada en las redes sociales, lo que muestra el grado de desconexión entre una y otras. "The entire population appeared to be itching for a fight because everybody else afforded them insufficient respect. At least, they were once they got on the net."

Elton, como no puede ser de otra forma, tiene algunos hallazgos divertidos y ahora citaré algunos. En todo caso, la sensación que tengo es que en cierto momento la novela se le va de las manos (sobre todo con la progresión de asesinatos) y que termina pidiendo la hora y haciendo casi un Deux-ex-Machina para concluirla.

En cuanto a los hallazgos, se concentran en los primeros capítulos. Y algunos que me a mí me parecieron originales, al comentarlos en mi entorno, resulta que no lo eran tanto: por ejemplo, el caso de la feminista recalcitrante que se opone a que los hombres puedan elegir ser mujeres: "What I do deny is the idea that biological males can, must and should be defined legally as women simply because that is what they claim they are and that I, as a biological woman, have no right to offer a contradictory point of view.". O esta hiperbólica amenaza ("Grandmothers, it seemed, were terrified for the future of their grandsons. Mothers warned their boys never even to talk to girls for fear of being sent to prison.") que ya nos está pasando por la cabeza a muchos al ver recientes sentencias sobre supuestas violaciones.

Aquí dejo los que me parecieron mejores:
- "I wouldn’t for a moment wish to appear sexist by suggesting that women can’t be as mean and nasty as men."

- Battle Craft Britain Inc. had been forced by feminist academics to declare that King Alfred the Great was probably a woman.
- "What we need is a new term for survivors of assault who died." (en cuanto a que es políticamente incorrecto referirse a las enfermedades de las personas)
-  "Dave was in compliance, which meant he did law and shit.", una de mis preferidas, y repetida cada vez que salen los de compliance. Será porque conozco gente en este tipo de departamentos. 
- Un viaje a los periodistas:  "mainstream media, which now did the majority of its investigative journalism by looking at Twitter, Facebook and Instagram."
- Otro a los reality shows con celebrities.  "She decided to use entirely ordinary people and claim that they were celebrities in the hope that nobody would notice. Since nobody has ever heard of any of the celebrities that go on that type of celebrity show anyway, the ruse worked brilliantly."
- Y, por qué no, a los nacionalistas e independentistas: "Hamish was very much a ‘proud’ Scot, meaning he always travelled home from London, where he’d lived and worked since uni, for the regular Scottish independence referendums to vote YES and see his mum."

Y hay una cosa que no me gustó especialmente. Cuando Elton critica lo absurdo de dejarse llevar por los escándalos en la red para decidir el voto en el hipotético referendum, contrapone sistemáticamente los informes de los economistas avisando del daño que tal separación supondría. Digamos que dice, implícitamente, que esa es la información fiable y seria que habría que tener en cuenta para tomar decisiones como el Brexit (o el Eng-xit, en su caso). No sé, creo que debería haber sido un poco más crítico con estos economistas políticos, que al fin y al cabo también están defendiendo una posición interesada (¿quién financia estos estudios?).
 
 
 





martes, 3 de diciembre de 2019

El pintor de almas, de Ildefonso Falcones

Falcones es uno de los escritores grandes de nuestro tiempo en lengua castellana. Desde que leí La Catedral del Mar, cuando ya era una novela de éxito consolidado, o sea, mucho después de su publicación, he tratado de mantenerme al día con su obra. Disfruté enormemente con La mano de Fátima; algo menos con La reina descalza (no por mal escrita, sino por algunas escenas cuya lectura me agobió bastante), y bastante menos con Los Herederos de la Tierra, segunda parte de la magnífica opera prima. Por ello, tenía alguna duda sobre si leer esta última novela.

Las dudas quedaron borradas en cuanto la empecé. Falcones recupera la magia de sus grandes obras, las restantes, y  nos traslada, una vez más, a Barcelona. En esta ocasión, a la Barcelona de principios del siglo XX, donde todo el modernismo está en efusión, así como los movimientos anarquistas y republicanos característicos de la ciudad. Y es que da gusto leer una novela que es capaz de sumergirte en su historia y su periodo de tiempo nada más empezar, cosa que digo en contraste con Ken Follet, del que no hace mucho leí Fall of Giants, y que no consigue ni de lejos la magia de Falcones.

Los protagonistas son Dalmau, artista de talento, y Emma, muchacha de inclinación revolucionaria, trabajadora y algo buenorra. Y la historia que nos cuenta Falcones es básicamente los avatares de su relación. De hecho, la estructura narrativa va alternando la vida de uno y otro, aunque sin hacerlo explícito.

Se puede observar como el perfil de ambos personajes le permiten al autor introducir con mucha facilidad el contexto histórico de la época. Dalmau es el vehículo para contarnos las obras modernistas, sus contactos con los principales arquitectos de la época (Puig y Cadalfach, Muntaner y Gaudi, ahí es nada) y la vida de los burgueses e industriales, aunque también de los fondos más bajos con los trinxeraires, esos niños mendigos en la Barcelona de la época, y con claras reminiscencias de Los Miserables (pero con los que empezará y casi acaba su carrera como pintor de almas)
Por su parte, Emma nos dará entrada en los movimientos revolucionarios, en el anarquismo y en el partido republicano, orbitando en torno a un personaje como Lerroux. Ambos, además, se relacionarán con grupos de católicos a distintos niveles y por distintos motivos.

Todo ello pinta un panorama bastante realista (creo) y en todo caso apasionante, de la Barcelona de la época. Falcones no es completamente neutro en su narrativa, y opta por un estilo de lucha de clases, en que los ricos y los católicos se llevan los palos, mientras que los pobres y los obreros son generalmente explotados por la otra clase. A mí me hubiera gustado que no tomara partido, pero tampoco creo dicho partidismo sea obstáculo para disfrutar la novela.

Más apabullante resulta el machismo rampante de la época, incluido entre anarquistas y republicanos. Utilizando a Emma como disculpa, Falcones nos lleva de nuevo a episodios tan desesperantes como los que sufre la "reina gitana" en su novela homónima. En este caso, los abusos a que se ve sometida Emma para poder mantener su puesto de trabajo, y que cobran especial virulencia con uno de los líderes republicano y, sobre todo, con uno de los cocineros. Creo que Falcones es un maestro en tratar de la discriminación de las mujeres y mostrarla en toda su crudeza. Y, precisamente por eso, se puede permitir un estilo neutro en la narración de estas barbaridades. Quizá la relación burguesía-clase obrera o anarquismo-catolicismo no sea de ese nivel de barbarismo y Falcones lo haya querido compensar perdiendo la neutralidad.

Porque, por ejemplo, en enfrentamiento anarquismo-catolicismo, para mí está claro que los animales eran los republicanos-anarquistas-lo que sea. Puede que los obreros se vieran marginados y hasta explotados por los burgueses y vieran en la iglesia un cómplice necesario, pero de ello a justificar la quema de iglesias o el robo y desecración de relicarios hay una gran distancia. O a pintar cuadros murales invitando a la quema de templos y violación de monjas. Sin embargo, Falcones no tiene problemas en calificar como día aciago para la libertad aquel en que es condenado a muerte el principal instigador de la quema de iglesias en la Semana Trágica. No lo hace uno de sus personajes, lo hace él. O insistir en que la industria catalana "tanto enriquecía a la burguesía como empobrecía a sus empleados" (algo contradictorio con la teoría económica salvo si hay regulación).

Como he dicho, Falcones es un excelente narrador de novela histórica. Pero en lo que es realmente magistral y sobresale sobre otros novelistas de su  nivel es en como incardina y narra acontecimientos históricos en su relatos. Gracias a Falcones, estos momentos se levantan en los ojos de lector y cobran una dimensión épica que seguramente tuvieron, pero que hoy nos cuesta apreciar desde la distancia.
Lo hace en La mano de Fátima con la expulsión de los moriscos y esas escenas en los campos de Sevilla; lo hace en La reina descalza con la partida de la flota de las Américas. Y lo vuelve a hacer en esta ocasión, con la guerra del Rif y la Semana Trágica, con la huelga de 1902 y con la creación de la Unión Repúblicana y la comida en el Coll. Aquí podremos disfrutar del mejor Falcones, como también en esos momentos realmente agobiantes de las vidas de los protagonistas, en las que parece que ya no hay marcha atrás ni salida posible.

A mí este libro me ha encantado. Además, sé que su autor ha sufrido literalmente para terminarlo, por una grave enfermedad, lo que me hace pensar que quizá no nos quede mucho más que leer de él. Eso me hace re-recomendarlo.

Como curiosidad final, dejo aquí la descripción de adulteraciones de alimentos que se hacían en la época y en cuya detección Emma era experta (y que demuestra que Falcones se curra el contexto histórico de sus novelas):
"El pan, pese a ser más caro que en la mayoría de las grandes ciudades europeas, se blanqueaba con sulfato de barita; el azúcar molido se mezclaba con polvo de carbonato de cal; los dulces y los pasteles se elaboraban con sacarina y se cargaban de yeso; el café en grano se fabricaba artificialmente"-

lunes, 2 de diciembre de 2019

La conquista social de la Tierra ("The Social Conquest of Earth"), de Edward O. Wilson

E.O. Wilson es un biólogo/antropólogo/filósoso bastante conocido en el ámbito y de bastante producción. Parece que su principal aportación científica tiene que ver con el estudio del comportamiento social de los seres vivos, especialmente en lo referente a insectos. En este libro, desarrolla los paralelismos entre estas "sociedades" y la sociedad humana, tanto de sus orígenes como de sus consecuencias, para explicar porque los seres humanos dominan el ámbito macro de la Tierra, de la misma forma que son los insectos los que dominan el ámbito micro.

El libro es muy interesante, aunque tengo la sensación de que es sobre todo porque no conocía nada de la obra de Wilson, al menos nada directamente. Hay capítulos que parecen recauchutados de sus obras previas, retocados para una nueva finalidad; y también, en general, la sensación de que se repiten ideas, como si los capítulos de la obra hubieran sido escritos por separado y luego los hubiera juntado en el orden correcto. Por último, a veces se le va la pinza en algunas explicaciones, lo que hace que determinados párrafos sean un tremendo tostón.

Puestas de manifiesto estas críticas, lo cierto es que el libro es muy completo y riguroso. Trata cantidad de temas, pero de una forma bastante concisa, que te deja bastante claras las cosas (lo que no implica que el señor no pueda equivocarse).

Uno de los temas fundamentales en este libro es explicar cómo la teoría de la evolución puede explicar la aparición de seres vivos eusociales (o hipersociales). Para ello, Wilson aplicará su base de conocimientos procedente del estudio de insectos, y propone una tesis que parece generalmente aceptada. Se ha demostrado que todas las especies eusociales construyen nidos, y que la cohesión del grupo comienza con el reparto del trabajo para la defensa de ese nido (básicamente, que unos lo defiendan mientras otros van a por provisiones). Por tanto, la variación genética fundamental es aquella en los individuos de la nueva generación deciden quedarse en el nido, respecto a lo que hacen las especies no eusociales de buscar otro sitio para fundar el suyo.

Una vez tenemos en marcha estos grupos o tribus, se añade otro posible nivel evolutivo: la evolución por grupos, que convive con la evolución individual, dando lugar a una evolución multinivel. Wilson define de forma muy brillante esta tensión para el caso de los seres humanos:
"Individual selection is responsible for much of what we call sin, while group selection is responsible for the greater part of virtue.", pero sin olvidar que existe una regla de hierro de la evolución genética social: "Selfish individuals beat altruistic individuals, while groups of altruists beat groups of selfish individuals."
 
Wilson distingue la evolución grupal de los insectos y de los seres humanos. Así, en los grupos de insectos, todos los miembros del grupo tienen el mismo genotipo que la reina, o sea, son extensiones de la misma, sin variación genética. Aunque la lucha por la supervivencia se hace en grupo, la variación genética se produce solo en la reina. Por ello Wilson considera que en estos casos no hay evolución multinivel: digamos que el grupo es como un miembro más de la reina. La especialización del trabajo la explica Wilson mediante rasgos genéticos "plásticos", esto es, que admiten grados de variación en función del entorno. Así, según dichas condiciones, cada uno de los individuos del grupo de insectos pasa a especializarse en una u otra tarea. 

El tema de la plasticidad de determinados rasgos genéticos es también fundamental para explicar el comportamiento de los seres humanos (por ejemplo, los circuitos morales de que habla Haidt en The Righteous Mind). Wilson observa que el grado de plasticidad de un rasgo está también sujeto a las fuerzas evolutivas.

Explicado cómo los humanos llegaron a agruparse y a entrar en el filtro de la selección multinivel, el terreno que pisamos es más conocido, tras las recientes lecturas de Hansen-Simler y el otro Wilson. O.J. Wilson vuelve a explicar la causa del desarrollo de nuestro cerebro como competencia individual en la interpretación de las intenciones de nuestros congéneres. Y de aquí el salto a culturas, religiones y arte ya es bastante trillado, por lo que no me paro a recogerlo (aunque es cierto que OJ Wilson difiere en algunos detalles de lo tratado por los otros autores).
 
El autor dedica un espacio inesperado a atacar y desmontar la hipótesis de la "kin selection", que al parecer defendió él mismo en los años 70. Esta hipótesis explica el altruismo de los seres humanos en función de la distancia genética entre altruista y beneficiario. Los problemas empiezan por la propia definición de distancia genética. En todo caso, la explicación actual (selección multinivel) parece más convincente y es generalmente más aceptada.

Por supuesto que debería traer más cosas a esta entrada, porque la sabiduría del autor aflora por múltiples puntos y no solo por la trama principal. A mí el libro me parece muy recomendable, y lo es seguro si no has leído antes nada del autor. Me surgen dudas sobre si resultará tan atractivo a quien esté familiarizado con su trabajo.



lunes, 25 de noviembre de 2019

The Elephant in the Brain, de Robin Hanson y Kevin Simler

Otro ensayo relacionado con la psicología, el cuarto en el último mes. Es como si me quisiera terminar la serie a toda velocidad; sin embargo, me temo que aún me queden muuuuchas temporadas.
Esta referencia no recuerdo muy bien de dónde la saqué, pero no viene de mis lecturas recientes, aunque por tema esté cercana y de hecho cite bastante a Haidt.

Su planteamiento es atrayente: las personas tenemos mecanismos de autoengaño que se han desarrollado evolutivamente, puesto que en algún momento de nuestra historia evolutiva, han ayudado a la supervivencia de aquellos que los poseían frente a los que carecían de ellos. El objetivo de libro es analizar hasta qué punto estos mecanismos psicológicos están influyendo en el funcionamiento de nuestras instituciones sociales y si podría explicar algunos de sus defectos, con la consecuencia lógica de poder subsanarlos al identificar la raíz del problema. Este lo ilustran en el capítulo introductorio con el ejemplo del coste de la sanidad, que según los autores es muy superior (a nivel individual) al que racionalmente tiene sentido. Esto lo comparan con el tiempo que los chimpancés dedican a limpiar su piel, en relación con el tiempo que dedican a limpiar la de otro chimpancé superior en la jerarquía, asumiendo que es eficiente el tiempo que dedican a sí mismos.

El libro se estructura en dos partes: la primera se dedica a describir los mecanismos psicológicos y evolutivos que pueden explicar el autoengaño; la segunda, se supone que trata de aplicar tales teorías para explicar el funcionamiento de una serie de instituciones (como la religión, la política, la educación, arte, caridad, consumo y, por supuesto, medicina).

Pues bien, tenemos una primera parte bastante buena, y, por el contrario, una segunda que es lamentable y poco digna de mención; su nivel rara vez supera el de charla de café. Así que como tampoco es plan de hacer sangre, me limitaré a recomendar no leer desde el capítulo 10 en adelante. En los nueve primeros, tres de los cuales se han incluido en la segunda parte no sé por qué (risa, conversación, lenguaje corporal), sí hay muchas cosas interesantes y el libro tiene un excelente nivel. Vamos con ello.

El primer objetivo es tratar de entender porque el autoengaño puede resultar en una ventaja para los individuos, respecto a los que no los "disfrutan". El razonamiento seguido por los autores para explicarlo me parece impecable. El punto de partida es distinguir retos del ecosistema (tener que cazar para comer) de retos sociales (ser el más prestigioso dentro del grupo). Nuestro cerebro ha evolucionado de la forma en que lo ha hecho, dejando atrás el de todas las demás especies, en una competencia entre los individuos de la misma especie. Como dicen los autores, a menudo el principal competidor de una especie es ella misma; estupendo el ejemplo de los Redwood como explicación ilustrativa del fenómeno: los Redwood son tan altos, mucho más que otras especies de árboles, precisamente porque han tenido que crecer unos contra otros.

Así pues, el cerebro habría crecido hasta nuestro nivel actual debido al juego social, que los autores estructuran en tres ramas: sexo, prestigio y política-coaliciones. La posibilidad de triunfar en cualquiera de ellas habría exigido una afinada capacidad para detectar la mentira, más en general, para valorar la personalidad de las otras gentes con qué tratamos, tratando de responder a la pregunta de si nos podemos fiar de él.

En este ámbito, los autores introducen el concepto de señal, indicios que tenemos que dar sobre nuestro carácter o actitud a terceros, y que suponen un cierto consumo de recursos. A mayor consumo, más importancia tiene la señal. Las señales pueden ser honestas o engañosas, según reflejen fiablemente o no al emisor. Las señales son un aspecto muy importante de nuestra relación social (ver por ejemplo el principio del handicap) y los autores llegan a afirmar que "the deeper logic of many of our strangest and most unique behaviors may lie in their value as signals."

A partir de aquí, los autores se refieren a las normas que se dan los grupos humanos para su convivencia, y el gran beneficio que se puede obtener de hacer trampas. La disyuntiva filantropía-free rider, con la que siempre se tropieza a uno a la hora de explicar comportamientos de grupo. La cuestión es que hacer trampas entre seres humanos, recuérdese, con un cerebro que se ha desarrollado para la detección de mentiras, es extremadamente complicado. Uno de los conceptos manejados en este capítulo es el de "common knowledge", conocimiento común, que nosotros tenemos, que sabemos que los otros tienen, y los otros saben que tú sabes que ellos lo saben.

Llegados a este punto, ya parece fácil el paso final. Dados los beneficios de hacer trampas sobre las normas sociales, y la gran dificultad de engañar, parece que el cerebro evolucionó para darnos mecanimos de autoengaño, precisamente para facilitar ese engaño: "We hide reality from our conscious minds, the better to hide it from onlookers.” o "the more fervently we believe something, the easier it is to convince others that it’s true."

Como es evidente que el autoengaño puede tener también algunas desventajas para sobrevivir, los autores nos muestran la evidencia empírica que demuestra que es perfectamente para el cerebro mantener representaciones cercanas a la realidad (en algunos módulos) a la vez que otras partes del mismo están engañadas. Aportan algunos experimentos ciertamente interesantes al respecto. Por fin, en el último capítulo de la primera parte, nos muestran algo que ya nos contaba Haidt en The Righteous Mind, y es que somos muy buenos para inventar razones que justifiquen nuestras acciones (jinete y elefante, aunque no el mismo del título de este libro).

A continuación, los autores tienen fuelle para hacer tres capítulos interesantes, a medio camino entre análisis de psicología y el institucional que tienen por objetivo. Uno lo dedican al lenguaje corporal, pero son bastante mejores el que dedican a la risa y el siguiente a la conversación. En el primero encontraremos una explicación psicológico-evolutiva de la risa (señal para indicar que estamos en modo de juego o de simulación; no olvidemos que en los mamíferos el juego es necesario para completar la madurez), de la que luego se derivará otra para el humor.

El capítulo dedicado a la conversación es más arduo, pero igualmente interesante. En el análisis diferencia el papel del oyente del del hablador, y sus estructuras de costes en este ámbito. Tras el análisis, los autores concluyen que el objetivo de la conversación no es tanto el intercambio de información (si fuera así, tenderíamos a preferir escuchar que hablar), como la obtención de prestigio para el juego social. Discutible, pero al menos bien argumentado.

A partir de este punto, el libro entra en barrena a toda velocidad. Al principio de te coge de sorpresa: en el capítulo dedicado al consumismo ya me empezaban sonar extrañas algunas afirmación, para aún tenía un contexto de credibilidad para los autores. Sin embargo, en el de Arte ya se me cayeron las escamas de los ojos, y decidí que lo que estaban diciendo ahí no pasaba de conversaciones de café. Se nota además mucho porque pasan a ser sus opiniones y desaparecen referencias externas soportando tales aseveraciones.

A partir de aquí, los capítulos me los leí con desgana y por completitud, ya derrochada la credibilidad que los autores habían conseguido en la primera parte. No voy a entrar al detalle ni fino ni grueso, porque no merece la pena y ya llevo mucha entrada, con cosas que además sí me han parecido interesantes. Dejo solo un botón ilustrativo: el capítulo 13, de Educación, se dedica a argumentar que el sistema educativo no busca tanto la educación de los niños, como su certificación (obtención de un título), la propaganda del Estado y la domesticación. Vaya descubrimiento. Más grave aún es que apenas relacionen tan "escandoloso" descubrimiento con la teoría psicológica que nos han contado anteriormente.

En conclusión, no me ha parecido un mal libro, pero hubiera sido mucho mejor si sus autores lo hubieran acabado en el capítulo 9.

jueves, 21 de noviembre de 2019

House of Lies, de Martin Kihn

Llego a este libro obviamente a partir de la serie homónima, que vi hace unos años. Me ha costado dar con el libro y por eso he tardado tanto en leerlo, pero me interesaba enormemente, como prueba que haya estado tantos años a su caza y captura.

¿Por qué? Pues porque la serie es una sátira-parodia-crítica del mundo de los consultores estratégicos. Y como uno ha trabajado en el tema y lo conoce de primera mano, me parecía muy buena idea esta sátira. Además, si el libro había conseguido el salto a serie, entonces, deducía yo, tenía que merecer la pena. O sea, risas aseguradas a costa de la consultoría estratégica.

Por supuesto, el hecho de que me costara tanto hacerme con el libro por cauces informales es un buen indicio de lo que cabía esperar del libro, como el de que no haya sido traducido. En efecto, la serie, sin gustarme demasiado, lo único que parece haber hecho es coger el título del libro y el concepto, y a partir de ahí inventarse personajes e historia. Apenas hay coincidencias, si alguno, entre lo que cuentan una y otro. Y donde más conspicua es la diferencia es en el tema del sexo, una constate en la serie desde la primera escena, y sin aparición apreciable en el libro.

Dicho lo cual, ello no tiene por qué suponer demérito del libro. Yo esperaba una narración costumbrista de la vida del consultor estratégico abordada desde la burla. Y algo de eso hay, por supuesto, pero relativamente poco y relativamente poco gracioso. Quizá mi problema sea que no me hace gracia por conocerlo desde dentro. Me explico, quizá a alguien que no lo conozca le puedan hacer gracia determinadas cosas por no conocer las razones por las que eso ocurre. Pero si las conoces, pues lo único que te llega es una descripción de la vida corriente del consultor. Sin más. Nos cuenta su entrevista de trabajo (con su empresa y también la que tuvo con McKinsey, generalmente reconocida como consultora líder en el mercado), su primer proyecto, algún curso de formación, y también algún conflicto con el cliente.

Aunque trata de poner "punch lines", la cosa no le funciona. La narración es amena, pero no especialmente graciosa. Quizá el momento mejor sea en el que te cuenta la rutina de todos los lunes para llegar al cliente: el madrugón, el viaje en avión, el coche alquilado (impagable ese momento en que el equipo de consultores tiene que distinguir cuál de todos los coches del mismo modelo es el de cada uno) y la llegada al sitio del cliente sin tener ni idea de cuál es el objetivo del proyecto. Eso sí, ya van retrasados cuando empieza el proyecto.

Junto a estos episodios convencionales, esperables, tenemos otros conformando una especie de totum revolotum sobre el oficio. Tenemos un capítulo dedicado a burlarse de los principios de consultoría; otra, a meterse con McKinsey (como digo, la empresa líder con diferencia); más adelante tenemos un diccionario explicando términos de la jerga de los consultores (primero extractado y luego completo en un apéndice). Pasado un determinado momento del libro, empiezas a pensar que te está tomando el pelo: ¡llega a incorporar un autosumario de MS Word de su propio texto! (a mi entender es un desprecio al lector, como los niños que metían en su examen el Padrenuestro para ver si el profesor lo leía de verdad). También tiene sitio para hablar de las principales referencias bibliográficas de la consultoría estratégica, encabezadas por el genial (esto lo digo yo, Kihn se burla también de él) Michael Porter y su modelo de las cinco fuerzas, y completada con otros tres libros cuyos títulos dejo aquí para el interesado: In Search of Excellence, Reengineering the Corporation, and Built to Last.

No descarto leerlos, pese a que para Kihn: "Business books are boring. They are bloated compendiums of half-baked ideas committed in fourth grade prose. Their purpose is to transform a common sense concept or two into a consulting career through the catalyst of hollow jargon." Afirmación que seguramente sea cierta para la mayoría de estos libros, pero no para todos.

Uno de los principales problemas que tiene la lectura de House of Lies es que es un libro tramposo. El autor utilizar muchas veces falacias para sus críticas, algunas veces las reconoce y otras no. Por ejemplo, hace una diatriba sobre que los salarios de estos consultores (120.000 USD para empezar a hablar), no son tan altos, justificándolo con lo que te queda después de impuestos. Pero, claro, señor Martin, los impuestos los sufre todo el mundo, y a todos les atenúan los salarios en mayor o menor medida. Vamos, que ese sueldo inicial suena bastante bien con independencias de que el neto sea menos. O también despotrica sobre el poco valor de los puntos de fidelización de hoteles, compañías aéreas o de alquiler de coches: pero, digo yo, será mejo tenerlos que no tenerlos. No sé por qué le parecen mal. El punto más falaz, aunque este si lo reconoce, es cuando calcula la probabilidad de que alguien llegue a entrar en McKinsey.

En cuanto al estilo, se refiere a sí mismo como "tú" (you), lo cual le permite cobrar distancia de los hechos y quizá ser más caustico en sus ironías. Aunque no sea especialmente gracioso, lo cierto es que le funciona. Por ejemplo, en frases como ésta: "You are no expert in the art of leadership; most of your life has prepared you simply to be an expert in followership."

Hombre, y sí tiene alguna frasea graciosa, que ha escrito unas cuantas. Por ejemplo, esta metiéndose con las matemáticas supuestamente complicadas que utilizan los consultores: "As business prose is prose for drool-bucket doofoids, so everyday business math is math for blistering bozos.", cuya traducción, de ser posible, le restaría impacto sonoro.

Me cuesta pensar que este libro pueda resultar interesante o siquiera gracioso a gente que no esté relacionada con el mundo de la consultoría. No es un mal libro, pero es poco ocurrente, y además desordenado, hasta llegar quizá a la falta de respeto. Yo, por mi parte, me quito así un peso de encima.

Dejo una cita de Peter Drucker, recogida por Kihn, que comparto (aunque poco tenga que vez con el resto del libro). Imagino que a Drucker sí le tendrá respeto:
"Whenever anything is being accomplished, it is being done, I have learned, by a monomaniac with a mission." Lo que explica porque hay que ser un poco psicópata para triunfar en la vida.



lunes, 18 de noviembre de 2019

L'Abécédaire de Jean-François Revel, de Astier H. y otros

A Jean-François Revel le debo alguna lectura. Lo único que he leído de él, hace muchos años, antes de conocer nada de economía austriaca y liberalismo, es la recopilación de sus artículos llamada "Fin du siècle des ombres". Me encantó su forma de razonar y las cosas que decía, y eso que, como digo, aún no sabía qué ere un liberal.

Me encantaría leer de él "La connaissance inutile", pero no está en electrónico, y me da pereza andar comprando libro físico, cuando además hay suficiente material para leer esperando a que lo pongan en tal formato, lo que ocurrirá tarde o temprano. Y el problema es que le pasa lo mismo a todas sus obras. Apenas hay nada en electrónico, con la excepción del que estoy comentando.

Y este que comento no es más que una antología de sus textos. Ni siquiera de sus textos, de extractos de los mismos, rara vez de más de un párrafo. Es una antología realizada por tres autores y prologada por Mario Vargas Llosa. No es que me gusten las antologías, y menos de frases o extractos, pero es lo que hay. Así que le eché una lectura rápida.

Por supuesto que hay muchos hallazgos y pensamientos útiles (estamos hablando de un tipo grande, como Revel), y algunos de ellos los pondré a continuación. No obstante, se me ha quedado una sensación agridulce. Más que motivarme a anticipar sus lecturas, me ha pasado lo contrario. Si esto es lo más destacado de Revel, quizá tampoco sea una lectura tan urgente. En fin.

Como es una antalogía, los extractos no se limitan a pensamientos liberales. También hay mucho sobre escritores, cine, filósofos, e incluso comida y carreras de caballos, a las que al parecer era muy aficionado. Entre escritores, destaca su admiración por Proust (uffff, qué pereza revisitarlo) y la leche que le mete a Saint-Exuspèry (joer, con lo que me gustó Le Petit Prince)

Bueno, vamos con algunos de los pensamientos


- "Un individu de la plus farouche probité, qui se suiciderait plutôt que de voler dix francs dans le sac d’une vieille dame, se transforme en pique-assiette vulgaire quand la même vieille dame n’est plus pour lui qu’une goutte d’eau anonyme dans l’océan des contribuables."
- Burlándose de un crítico de cine: "Le passage de la réalité pelliculaire à la réalité écranique par l’intermédiaire de la réalité lenticulaire constitue une authentique promotion anaphorique." (Intraducible)
- Gastronómico: "La bonne cuisine est souvent une lutte contre le gaspillage et contre la monotonie d’une alimentation à base de produits peu nombreux et peu coûteux."
- Definición de democracia: "le système du quelque chose ou même du tout petit peu, ce peu qui est toujours mieux que rien."
- Sobre la forma de avanzar en ciencia y filosofía: "La capacité de l’homme de construire dans sa tête à peu près n’importe quelle théorie, de se la « prouver » et d’y croire, est illimitée." (Coherente desde un punto de vista psicológico, según mis lectura reciente de Haidt)
- Sobre filosofía:  "Une philosophie est remplacée, elle n’est jamais réfutée."
- Una definición para ideología: "C’est une triple dispense : dispense intellectuelle, dispense pratique et dispense morale." Y su diferencia con las convicciones: "Les convictions peuvent se modifier au contact des réalités non l’idéologie, qui sert de barrage contre leurs enseignements."
- De Lacan me encanta que se refiera a él como "Mallarméista" de barrio. Conste que traté de leer algo de Mallarmé y fracasé en todos mis intentos de entender su poesía.
- Se hace eco de la fómulta genial de Octavio Paz para calificar al Estado: « l’ogre philanthropique ».
 
Y unos cuantos viajes a la izquierda, no por sabidos, menos ingeniosamente escritos:
"Les négationnistes pronazis ne sont qu’une poignée. Les négationnistes procommunistes sont légion."
"L’intellectuel de gauche, dans ce cas, ne souscrit pas à une thèse parce qu’elle est révolutionnaire, elle devient révolutionnaire parce qu’il y souscrit."
"Un courant d’opinion dominant condamne le capitalisme, en ne le jugeant que sur ses défauts et pas sur ses réussites, et absout le marxisme en ne le jugeant que sur ses promesses et par sur ses actes.
 
Termino recogiendo la definición de sistema totalitario según Youri Orlov, que creo que ya se le ha leído a Losantos. A ver si así no se me olvida: 
"Les trois conditions constitutives du système totalitaire: monopolisation globale de l’initiative économique ; monopolisation globale de l’initiative politique ; monopolisation globale de l’initiative culturelle – avec création corrélative d’un appareil de répression dans les trois domaines."

jueves, 14 de noviembre de 2019

Bis alle Schuld beglichen, de Alexander Hartung

Esta es una novela de esas que periódicamente regala Amazon.de a sus suscriptores. El autor supongo que será poco conocido incluso allí, y no cabe esperar traducción allende las fronteras teutónicas. Pero a mí me sirve para mantener vivo el alemán, que es algo que conviene para poder abordar en algún momento lecturas de más enjundia (como quizá en breve, Hans Fallada).

La verdad es que poco voy a poder decir de la novela, pues se trata de lo que los alemanes llaman un Krimi, esto es, una novela policíaca, con su asesinato, su detective, y su resolución, previsiblemente inesperada. Eso hace que poco pueda decir de ella.

Sí anticipo que tiene algunos elementos originales, que la hacen menos prescindible que otros especímenes del género. Por ejemplo, que el principal sospechoso del crimen es a su vez un policía de investigación de homicidios, y, de hecho, es éste el protagonista de la historia, tocándole buscar al verdadero criminal en defensa propia. Esto abre una dinámica muy interesante de cómo se puede enfrentar un policía a una investigación contra él, pues conoce medios y procedimientos que se utilizarán por participar de los mismos. Dinámica que, me temo, no llega a aprovechar el autor.

Otro punto original es que el protagonista, Jan, no está solo ante el peligro, sino que se hará con un grupo de amigos que le ayudarán en su empresa. No se olvide que, mientras él trata de esclarecer lo ocurrido, la policía le persigue a él, y en particular, lo hace uno de sus antiguos colegas, Patrick, con gran celo. Es por ello que su libertad de movimientos queda muy constreñida, y necesita de sus colegas. El grupo lo conformarán Chandu, un ruandés portero de discoteca de complexión imaginable; Zoe, una médico forense de buen ver y mejor hablar, y el inevitable, en el siglo XXI, hacker, que en este caso se llama Max. La verdad es que tanto Chandu como Zoe tienen buenos mimbres para desarrollarse en personajes interesantes, algo para lo que lógicamente limitará el talento del escritor. Reconozcamosle de momento la originalidad de la creación.

Poco más que decir. El estilo es fácil y el vocabulario adecuado a mi nivel, por lo que he podido disfrutar más de la lectura que con otros títulos en alemán. De la trama no diré nada, pero sí destacaré el último capítulo, en el que nos sorprende Hartung con un par de salidas humorísticas, estas sí completamente imprevisibles según había ido el resto de la novela. Dicho final también hace anticipar posibles futuras entregas de la serie, ya con el equipo consolidado y bendecido por la policía (cuyo capitán también tiene buenos mimbres para ser un personaje interesante).

No desdeño posibles nuevas lecturas de Hartung. Creo que podría llegar a ser un escritor muy interesante.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Smarra o los Demonios de la Noche ("Smarra ou les Démons de la Nuit"), de Charles Nodier

Unas breves líneas para dejar constancia de la lectura de este opúsculo, al que no me atrevo a calificar ni de libro, dada su brevedad y escasa enjundia. Lo tenía en mi lista de libros a leer en francés, y como llevo algún tiempo sin leer la lengua gala, le ha tocado el turno a este.

El caso es que el prólogo y la breve biografía de Nodier apuntan a una lectura mucho más interesante de lo que después resulta, o a mí me ha parecido. En la biogragía se nos cuenta algo de la figura del escritor, quien al parecer fue bibliotecario del Arsenal, escribió y editó mucho, y tuvo gran influencia en algunos de los grandes nombres de la literatura francesa, como Victor Hugo o Nerval. Y en el prólogo, el autor, en respuesta al éxito cosechado en su momento,  nos cuenta la dinámica con la que escribió la obra, confesando que "todo pertenece a Homero, Teócrito, Catulo, Estacio, Luciano, Dante, Shakespeare, Milton", a los que se ha limitado a añadir unas frases de transición. Lo irónico del caso, nos dice Nodier, es que la obra ha sido clasificada como romántica. (¿Y cómo podía ser de otra forma, tratándose de una pesadilla?).

El caso es que eso es lo que nos cuenta Nodier, una breve pesadilla. De hecho, Smarra es pesadilla en eslavo. La obra cuenta con cinco capítulos: Prólogo, Relato, Episodio, "Épode" y Epílogo. Pero la pesadilla solo ocupa propiamente el Episodio y el Épode, Si a eso unimos prefacios, notas e incluso un léxico, se nos queda que la "chicha" del libro no llega a un 20% del volumen ya de por sí muy corto.

Y ya entrando en la pesadilla... pues, qué decir, una pesadillita de nada, con motivos clásicos y algo de imaginación. Pero poco que pueda llamar la atención tras leer los horrores de "Naked Lunch" o alguno de los episodios de Salambo, de Flaubert.

Así que el único valor es el descubrimiento de este autor, Nodier, que imagino habrá quedado obsoleto, y un poco de práctica de francés.

martes, 12 de noviembre de 2019

Darwin's Cathedral, de David S. Wilson

Sigo con mi racha de lecturas de psicología evolutiva relacionada con la moral. Le toca el turno a a David S. Wilson, una de las principales referencias citadas por Haidt en The Righteous Mind. Lo que pasa es que con Wilson entramos en otro nivel de complejidad: por un lado, es un libro de contenidos más complejos, algunos de ellos en vuelo (Wilson dice que es un libro de "science in the making"); y, por otro, Wilson no tiene el don de facilidad de escritura de que disfruta Haidt.

El objetivo del libro es, y cito textualmente, tratar la concepción orgánica de los grupos religiosos como una hipótesis. Así formulado, parece poco interesante, y seguramente lo sea. Pero, una vez más, lo importante de este libro es el repaso del estado del arte que hace antes de ponerse a discutir la aplicación concreta. El estado del arte en este libro se refiere a la selección de grupos como motor evolutivo. Digamos que Wilson nos tiene que convencer, por orden, de lo siguiente:
1) Existe la selección de grupos (frente a la de individuos) como fuerza evolutiva.
2) Los mecanismos psicólogicos en relación con la moral están sujetos a presión evolutiva, como lo están los rasgos físicos.
3) Los mecanismos psicológicos morales son abiertos ("open-ended") en el sentido de que no están predeterminados en todos sus detalles por la genética. Son, más bien circuitos con una determinada forma que se han de rellenar de acuerdos a factores externos (como la cultura).
4) La religión sería una de las formas de alinear comportamientos grupales usando dichos circuitos psicológicos para facilitar la supervivencia del grupo.

Al respecto del primer punto, Wilson introduce el concepto de "trait-group". O sea, que a nivel evolutivo el grupo debe definirse rigurosamente, en torno al rasgo objeto de estudio. Definido correctamente, el procedimiento pasa por calcular la adecuación-fitness de los individuos del grupo, posteriormente la adecuación-fitness del grupo a nivel global, y, finalmente, combinar ambos efectos y ver cuál domina para determinar si el rasgo evoluciona por grupo o por individuo.

En cuanto a los mecanismos psicológicos de convivencia , me parece muy sugestiva la demostración de como la estrategia TFT domina en teoría de juegos, y es fácilmente implementable incluso en cerebros pequeños. Esta estrategia consiste en actuar benevolamente en la primera interacción, y replicar el comportamiento que haya tenido el otro en las sucesivas. Esto es, ser rápido en venganza, pero también en el perdón.

También analiza la solución social para el problema del free-rider (el problema que tienes los rasgos altruistas para el que los tiene es que sus posibilidades de reproducirse son inferiores al que no está dispuesto a sacrificarse por el grupo, por lo que estos rasgos, si no hubiera evolución grupal, deberían desaparecer). La solución es muy elegante: en vez de exigir que todos los individuos tengan el rasgo altruista para que éste se mantenga, tener mecanismos sociales-culturales de control que castiguen al free-rider con bajos costes. Así se compensa el alto coste que puede tener el acto altruista, con el aún mayor que le puede suponer al free-rider el castigo.

El caso es que disponemos de los mecanismos psicológicos para incluirnos en grupos (véase, por ejemplo, la teoría de la identidad social) y para cooperar dentro de ellos, y a su vez enfrentarnos a otros grupos. Estos mecanismos son efectivos por si solos para conseguir la cooperación de grupos pequeños, cara-a-cara (los antiguos hunters-gatherers) pero no bastan para conseguir que ocurra lo mismo en grupos mayores. Es este es el papel que puede jugar la religión o, más en general, la cultura. De hecho, Wilson cierra el libro refiriéndose a la necesidad de desarrollar una teoría general de sistemas de unificación, que iría más allá de las religiones en la búsqueda de adaptaciones culturales que nos han permitido trabajar y sobrevivir como grupos.

Una vez desarrollada la hipótesis, Wilson pretende su contraste empírico. Para ello, recogerá sucesivamente descripciones más o menos detalladas del Calvinismo, el cristianismo temprano, el judaísmo, los templos del agua en Bali o la iglesia coreana en América. Según él, estas religones cumplen lo que predice su hipótesis que debería pasar, tanto en relaciones intragrupo como en relaciones inter-grupo. El problema que tiene este contraste es que hay una inevitable sensación de "cherry picking", de que el autor no te cuenta todo sino solo aquello que ratifica su teoría porque, reconozcámoslo, tampoco se puede contar todo de una religión en un volumen.

Esa parte es ilustrativa, sobre todo la descripción del sistema de aguas en Bali, pero no me ha parecido de provecho. Me hubiera parecido más interesante mantener el discurso a nivel teórico.
De hecho, algunas de las consecuencias teóricas que deduce Wilson son de lo que más interesante me ha parecido. Así, la crítica a las religiones por no ser sistemas racionales, por tener creencias sobrenaturales, la contesta de una forma muy elegante: La racionalidad no es el estándar contra el que se han de juzgar otras formas de pensamiento. Es adaptación el estándar contra el que la racionalidad ha de ser juzgada, junto con otras formas de pensamiento. Ello implica que las creencias que nos impone la religión han demostrado ser más adaptativas en determinadas circunstancias que el pensamiento racional. Y concluye diciendo que la construcción de un sistema simbólico para motivar la acción (coordinada) es una tarea cognitiva muy distinta de conocer la realidad.

Una vez más, esta lectura inundará al lector con una plétora de ideas, muchas de ellas nuevas. Y es difícil quedarse con todo, aprovechar todo lo que nos dice. Solo añadiré la constatación de algo que sospechaba, y es que Wilson afirma (supongo que con buena base empírica) que "The first social institutions to appear when human societies increase in scale above hunter-gatherer groups are conflict resolution devices". Y por eso, en el Antiguo Testamento, el libro de los Jueces precede al de los Reyes.

Aquí lo dejo. Otra buena lectura, pero que exigirá más de vosotros que Haidt, para llevaros quizá a un resultado más magro.




jueves, 31 de octubre de 2019

La transformación de la mente moderna ("The Coddling of the American Mind"), de Jonathan Haidt y Greg Lukianoff

Me quejaba de la traducción del título de The Righteous Mind, el libro de Haidt que leí antes de eso. Pues, toma, si no quieres caldo, dos tazas. Pedazo de traducción se han inventado para el título de este ensayo, que es directamente una tomadura de pelo cuando no un engaño, pues el libro no va de ninguna transformación de la mente. y además trata de una problemática muy local de EEUU (o sea, el American no es de toda America, es solo del país en medio de México y Canadá).

Pero dejemos esto aparte (si así han traducido el título, vaya usted a saber qué habrán hecho en el texto), y centrémonos en el contenido, que merece la pena pese a la localidad del problema. ¿En qué consiste éste? Pues en lo que está sucediendo en las universidades estadounidenses desde hace unos poco años, cuya manifestación más visible son algaradas violentas y los bloqueos a determinados ponentes según la posición que defiendan. Digo las más visibles, porque parecen ser la punta del iceberg de unos problemas muy graves aunque menos vendibles con imágenes.

Lógicamente, aún siendo preocupante, yo no me hubiera leído un libro entero sobre lo que pasa en las universidades americanas en los últimos años (a menos que lo escriba Tom Wolfe y sea de risa, véase I am Charlotte Simmons). Lo que me interesa es la teoría psicológica que utilizan los autores para justificar los sucesos y en general la tendencia. Y esta es válida allende las fronteras de EEUU. Así que esta es la parte que más me ha gustado y a la que voy a dedicar más espacio en esta entrada.

El libro tiene 4 partes: en la primera, la más interesante, describe los resortes psicológicos que, en opinión de los autores, explican sucesos y situación. En la segunda, hace una descripción bastante minuciosa de las algaradas más llamativas de entre las ocurridas en las universidades de EEUU, en concreto, las de febrero 2017 en la universidad de Berkeley, y o en Evergreen, cerca de Seatle. En la tercera, se identifican seis tendencias sociales como las explicativas del fenómeno y, sobre todo, se incide en como interactúan con los resortes psicológicos descritos anteriormente. La cuarta parte la dedica a recomendaciones, tanto a padres en la educación de los niños, futuros estudiantes universitarios, como a las universidades, para que rehuyan determinados comportamientos y estructuras que ha conducido a la situación actual. Lo cierto es que la índole de los consejos que da es ya suficientemente reveladora de los problemas que se deben estar observando: me han parecido consejos obvios hasta la ridiculez. Pero están soportados es múltiples recursos: vamos, que han montado una web para asesorar a los padres en cómo dejar jugar a sus hijos. Como lo cuento.

¿Cuáles son los resortes psicológicos detrás de todo el tinglado? Los autores identifican tres, a partir del mensaje equivocado:
1) Lo que no te mata, te hace más débil. El cerebro de los mamíferos está sin desarrollar cuando nacen, y este desarrollo se hace asumiendo riesgos (por ejemplo, jugando). Así que nuestra mente no es frágil, sino antifrágil. Necesita ponerse a prueba para robustecerse, y si no se la pone a prueba se la debilita. Por supuesto, experiencias traumáticas sí debilitan al que las sufre (pone el ejemplo de llevar a los niños sin cinturón de seguridad en el coche), pero eso no significa que todo el riesgo deba evitarse.
2) Si siento que es correcto, entonces es correcto. Aquí enlazan con la metáfora del elefante y el jinete de The Righteous Mind. Y por ello sabemos que nuestra mente siempre nos va a hacer creer que son correctas nuestra intuiciones. Pero eso es mentira: para ver si algo es correcto hay que contrastarlo, con la realidad o con lo que opinen otras personas.
3) La vida es una batalla entre gente buena (nosotros) y gente mala (ellos). En este caso, se debe al tribalismo, la tendencia del ser humano de formar grupos incluso con bases diferenciadores absurdas.
Como autos, los honores de esta parte se los lleva Marcuse, uno de los grandes promotores (desde la izquierda, por supuesto) de la polarización política en la Universidad americana. Llega a justificar que hay que negar la libertad de expresión al grupo opresor (que es, por supuesto, el contrario).

Estos tres resortes psicológicos causan y se ven reforzados con las seis tendencias que los autores identifican como explicativas de la situación actual en las universidades estadounidenses, a saber:
- Mayor polarización de la vida política. Claro que desde la perspectiva de España, la preocupación de los autores parece un poco exagerada. Por ejemplo, les preocupa que desde hace poco la gente parece votar, en vez de a favor de una opción, en CONTRA de la otra. Me hace gracia, porque es algo que llevamos oyendo toda la vida en España.

- Crecientes niveles de depresión y ansiedad en los estudiantes, lo que los hace más propensos a exigir entornos seguros (safetyism) para su desarrollo. Y aquí tenemos la pescadilla que se muerde la cola, con el primero de los resortes psicológicos dicho antes.
-  Cambios en las conductas de los padres, muy enfocados a la hiperprotección de sus hijos, incluso habiéndose incrementado la seguridad física muchísimo desde los años 60. Eso hace que los niños se sientan más inseguros.
- Desaparición del juego y la asunción de riesgos sin supervisión (aunque esto parece afectar solo a las clases altas, las más enfocadas en que sus hijos entren en una buena universidad). Las actividades extracurriculares alcanzan niveles de ocupación histriónicos, y además lo hacen casi desde la guardería. Una barbaridad para cualquier padre con dos dedos de frente, sin necesidad de que se lo diga un psicólogo.
- Crecimiento de la burocracia universitarias y de la regulación: con la corporativización, las universidades pasan a tratar al alumno como puro cliente, al que satisfacer en todo. Y, claro, si demandan entornos seguros de debate, los administradores prefieren darlos a incurrir en riesgos que puedan suponer costes adicionales (la técnica que los autores llaman CYA-Cover Your Ass).
- Creciente interés por la justicia social, aunque no necesariamente de un concepto benigno de la misma.

El libro es apasionante, y aquí no he hecho más que dejar unas pocas ideas, las que dan la estructura al ensayo. Hay otras muchas, algunas preocupantes, de las que solo dejaré uno por lo que a mí me toca: el ratio de profesores que dicen ser de izquierda frente a los que dicen ser de derecha, en las ciencias sociales de los campus estadounidenses, llega a ser de 16 a 1, siendo mínimo en ciencias económicas, donde el ratio se queda en 4 a 1. Por cada profesor de ideología de derechas, el universitario americano confronta 4 de izquierdas. ¿Alguien ha hecho estas cuentas para España?

Y ese ratio da igual, o casi igual, en disciplinas que tienen un método establecido y aceptado por la izquierda y la derecha (el método científico). Pero eso no ocurre, ni ocurrirá, en las ciencias sociales. Ausente un estándar externo de validación, en la medida en que una ideología domine la universidad, ya sabemos qué futuro nos espera. Y es que quizá todo este fenómeno universitario, para el que tanto esfuerzo explicativo han llevado a cabo Haidt y Lukianoff, se puede explicar tan sencillamente como diciendo que es que la universidad americana está en manos de la ideología izquierdista. Sí, la de Marcuse.





lunes, 28 de octubre de 2019

The Business of Platforms, de Cusumano, Gawer y Yoffie

Interesante tratado describiendo el negocio de las plataformas (como el nombre indica) desde una perspectiva muy de MBA. El objetivo del libro es analizar las características de este tipo de negocio (no tan moderno como pensamos, con independencias de que ahora sea generalizado), para ayudar a los ejecutivos interesados a definir la estrategia más adecuada, evitar errores típicos y gestionar los nuevos retos que estos negocios supones, sobre todo cuando tienen éxitos.

Así las cosas, el contenido del libro se podría resumir en la tabla que dan en el último capítulo. Se recogen en la citada tabla 7-1 las características diferenciales del negocio de plataformas, las preguntas a que ha de dar respuesta la estrategia, los errores más comunes cometidos, las posibles estrategias para tratar con plataformas, y aspectos sociales problemáticos a que se enfrentan las plataformas exitosas. Aquí dejo la tabla para futura referencia (ver el capítulo 7 del libro comentado).







Y es cierto que conceptualmente poco da más de sí el libro. Lo que lo hace más atractivo es la plétora de historias con que ilustran los autores sus ideas. Y es que pasan por el libro, en uno u otro momento, todas las grandes plataformas a cuyo uso cotidiano nos hemos acostumbrado en los últimos años. Podremos conocer así partes de la historia de Google, de Microsoft, de Facebook y de Apple, pero también de las chinas Tencent y Alibaba, o de otras más verticales, como pueden ser Airbnb o Uber. Estas historias las cuentan de forma magistral, casi como si de casos de MBA se tratara.

A nadie sorprenderá que sea el capítulo 6 el que más me ha interesado, pues es que trata de entender la amenaza que puede suponer el Gobierno al modelo de negocio de estas empresas en caso de que hagan "tonterias". Denoto que la visión de los autores dista de ser idealista (por ejemplo, no se meten a si es bueno o no que el Gobierno intervenga, como haría yo) y es más bien pragmática: sabiendo que hay un riesgo de intervención gubernamental, minimicemos que ocurra o su impacto. Escribiré en breve en el Instituto Juan de Mariana con más detalle sobre el tema "Don't be a bully", que se refiere a la aplicación de antitrust a las plataformas.

En suma, se trata de un libro muy interesante para los que estén en el mundillo y quieran enterarse de cotilleos históricos sobre estas grandes empresas que tan malas nos empiezan a parecer. No creo que nadie encuentre algo especialmente novedoso, sin embargo.