martes, 12 de noviembre de 2019

Darwin's Cathedral, de David S. Wilson

Sigo con mi racha de lecturas de psicología evolutiva relacionada con la moral. Le toca el turno a a David S. Wilson, una de las principales referencias citadas por Haidt en The Righteous Mind. Lo que pasa es que con Wilson entramos en otro nivel de complejidad: por un lado, es un libro de contenidos más complejos, algunos de ellos en vuelo (Wilson dice que es un libro de "science in the making"); y, por otro, Wilson no tiene el don de facilidad de escritura de que disfruta Haidt.

El objetivo del libro es, y cito textualmente, tratar la concepción orgánica de los grupos religiosos como una hipótesis. Así formulado, parece poco interesante, y seguramente lo sea. Pero, una vez más, lo importante de este libro es el repaso del estado del arte que hace antes de ponerse a discutir la aplicación concreta. El estado del arte en este libro se refiere a la selección de grupos como motor evolutivo. Digamos que Wilson nos tiene que convencer, por orden, de lo siguiente:
1) Existe la selección de grupos (frente a la de individuos) como fuerza evolutiva.
2) Los mecanismos psicólogicos en relación con la moral están sujetos a presión evolutiva, como lo están los rasgos físicos.
3) Los mecanismos psicológicos morales son abiertos ("open-ended") en el sentido de que no están predeterminados en todos sus detalles por la genética. Son, más bien circuitos con una determinada forma que se han de rellenar de acuerdos a factores externos (como la cultura).
4) La religión sería una de las formas de alinear comportamientos grupales usando dichos circuitos psicológicos para facilitar la supervivencia del grupo.

Al respecto del primer punto, Wilson introduce el concepto de "trait-group". O sea, que a nivel evolutivo el grupo debe definirse rigurosamente, en torno al rasgo objeto de estudio. Definido correctamente, el procedimiento pasa por calcular la adecuación-fitness de los individuos del grupo, posteriormente la adecuación-fitness del grupo a nivel global, y, finalmente, combinar ambos efectos y ver cuál domina para determinar si el rasgo evoluciona por grupo o por individuo.

En cuanto a los mecanismos psicológicos de convivencia , me parece muy sugestiva la demostración de como la estrategia TFT domina en teoría de juegos, y es fácilmente implementable incluso en cerebros pequeños. Esta estrategia consiste en actuar benevolamente en la primera interacción, y replicar el comportamiento que haya tenido el otro en las sucesivas. Esto es, ser rápido en venganza, pero también en el perdón.

También analiza la solución social para el problema del free-rider (el problema que tienes los rasgos altruistas para el que los tiene es que sus posibilidades de reproducirse son inferiores al que no está dispuesto a sacrificarse por el grupo, por lo que estos rasgos, si no hubiera evolución grupal, deberían desaparecer). La solución es muy elegante: en vez de exigir que todos los individuos tengan el rasgo altruista para que éste se mantenga, tener mecanismos sociales-culturales de control que castiguen al free-rider con bajos costes. Así se compensa el alto coste que puede tener el acto altruista, con el aún mayor que le puede suponer al free-rider el castigo.

El caso es que disponemos de los mecanismos psicológicos para incluirnos en grupos (véase, por ejemplo, la teoría de la identidad social) y para cooperar dentro de ellos, y a su vez enfrentarnos a otros grupos. Estos mecanismos son efectivos por si solos para conseguir la cooperación de grupos pequeños, cara-a-cara (los antiguos hunters-gatherers) pero no bastan para conseguir que ocurra lo mismo en grupos mayores. Es este es el papel que puede jugar la religión o, más en general, la cultura. De hecho, Wilson cierra el libro refiriéndose a la necesidad de desarrollar una teoría general de sistemas de unificación, que iría más allá de las religiones en la búsqueda de adaptaciones culturales que nos han permitido trabajar y sobrevivir como grupos.

Una vez desarrollada la hipótesis, Wilson pretende su contraste empírico. Para ello, recogerá sucesivamente descripciones más o menos detalladas del Calvinismo, el cristianismo temprano, el judaísmo, los templos del agua en Bali o la iglesia coreana en América. Según él, estas religones cumplen lo que predice su hipótesis que debería pasar, tanto en relaciones intragrupo como en relaciones inter-grupo. El problema que tiene este contraste es que hay una inevitable sensación de "cherry picking", de que el autor no te cuenta todo sino solo aquello que ratifica su teoría porque, reconozcámoslo, tampoco se puede contar todo de una religión en un volumen.

Esa parte es ilustrativa, sobre todo la descripción del sistema de aguas en Bali, pero no me ha parecido de provecho. Me hubiera parecido más interesante mantener el discurso a nivel teórico.
De hecho, algunas de las consecuencias teóricas que deduce Wilson son de lo que más interesante me ha parecido. Así, la crítica a las religiones por no ser sistemas racionales, por tener creencias sobrenaturales, la contesta de una forma muy elegante: La racionalidad no es el estándar contra el que se han de juzgar otras formas de pensamiento. Es adaptación el estándar contra el que la racionalidad ha de ser juzgada, junto con otras formas de pensamiento. Ello implica que las creencias que nos impone la religión han demostrado ser más adaptativas en determinadas circunstancias que el pensamiento racional. Y concluye diciendo que la construcción de un sistema simbólico para motivar la acción (coordinada) es una tarea cognitiva muy distinta de conocer la realidad.

Una vez más, esta lectura inundará al lector con una plétora de ideas, muchas de ellas nuevas. Y es difícil quedarse con todo, aprovechar todo lo que nos dice. Solo añadiré la constatación de algo que sospechaba, y es que Wilson afirma (supongo que con buena base empírica) que "The first social institutions to appear when human societies increase in scale above hunter-gatherer groups are conflict resolution devices". Y por eso, en el Antiguo Testamento, el libro de los Jueces precede al de los Reyes.

Aquí lo dejo. Otra buena lectura, pero que exigirá más de vosotros que Haidt, para llevaros quizá a un resultado más magro.




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