sábado, 30 de diciembre de 2017

La chica del tren ("The girl on the train"), de Paula Hawkins

Esta novela saltó a la fama a consecuencia de la película homónima. He de decir que no he visto la peli, ni tengo especial interés por hacerlo. No obstante, una de mis hijas sí la vió y se interesó en el libro. Como tantas veces, el interés fue pasajero, ella no se lo leyó y yo me lo encontré cargado en el kindle, y sí procedí con él.

La verdad es que mis expectativas eran bajas, y más descendieron en los primeros capítulos. ¿A quién le interesan las fobias de una tipa depresiva y medio borracha a la que ha dejado su marido y que se entretiene haciendo cábalas sobre la gente que ve desde su vagón de tren? A eso hay que añadir la confusión inicial procedente de dos fuentes. La primera es que esta novela entrelaza los diarios de tres mujeres, algo que no es habitual, y que al principio te coge desprevenido, si no te das cuenta que ha cambiado la narradora de un capítulo a otro. La segunda fuente de confusión es que, si bien dos de los diarios (el de Rachel, la que parece más protagonista, y el de Anna) van a la par, el de Megan está relatando sucesos del pasado, no está sincronizado con las otras dos. Ambas cosas me resultaron desconcertantes al inicio, pero en cuanto te empiezas a fijar en ello, deja de ser un problema.

Y al mismo tiempo que te das cuenta de esos detalles, la trama empieza a desarrollarse, a partir de las primeras reflexiones paranoícas. Y lo cierto es que esta técnica del triple diario le funciona a la autora, aunque tampoco parece sacarle provecho especial en relación con la trama. En otras palabras, podría haber contado lo mismo sin utilizar el subterfugio. ¿Por qué se habrá complicado la vida?

De la trama poco puedo decir sin spoilear el libro, por lo que tendré que pasar de hacerlo. A ver, tampoco es la trama de mi vida, pero es digna. El libro está razonablemente bien escrito, y su lectura no se hace pesada una vez superados los problemas arriba apuntados. Pero tampoco tiene mucho más que aportar que una trama de relativo suspense involucrando a las tres narradoras y a los maridos de las dos casadas, junto con un psicólogo. Entretenimiento vacúo sin más.


martes, 26 de diciembre de 2017

Con el agua al cuello, de Petros Markaris

De Markaris y de su detective estrella Kostas Jaritos leí mi primera novela hace unos meses. Me entretuvo, pero no me resulta digna de mayor comentario. La única razón por la que he vuelto a leer una novela de esta serie es porque el libro estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno: el único libro sin leer que tenía en el dispositivo.

Poco hay que sea diferente del otro, salvo obviamente la trama. El mismo estilo seco y ejecutivo, los mismos atascos por Atenas, el mismo constante ir y venir entre Ministros, comisarios y periodistas, y de nuevo un asesino en serie.

¿Qué alicientes ofrece esta lectura? Pues básicamente los mismos que la anterior, y alguna más. Los primeros se refieren a la posibilidad de sumergirse en la Grecia de la crisis económica, con sus constantes manifestaciones y recortes. El extra se refiere a la posibilidad de revivir la final del mundial del 2008 (sí, la que ganó España) a través de los ojos de la sociedad griega y del autor. Sorprendente e inesperado bonus.

En cuanto a la crisis económica, el lector se podrá enterar de alguno datos indignantes (si son ciertos), como que los griegos se jubilaban a los 55 años antes de la crisis. De hecho, en el libro todos se quejan de que les van a explotar de por vida cuando se aprueba el decreto por el que pasan a jubilarse a los 60. Qué morro! Por otro lado, se insinua en otra parte que las mujeres se jubilaban a los, tachán, 40 años. Toma ya.

Cobra valor la pasión que tiene Jaritos por consultas el diccionario Dimitrakis en determinados momentos. Aquí lo hará para ver el significado de banco, préstamo y expropiación. Lo mejor son, por supuesto, las reflexiones del detective tras conocer las diferentes acepciones. Por ejemplo, la de que los conceptos de banquero y usurero han evolucionado en paralelo a las apariciones de las crisis. Estas reflexiones se acompañan, en otra parte de la novela, por un fino análisis sobre el fin de la sociedad del bienestar en paralelo a la asunción de deuda pública por parte de los Estados, que realiza un holandés empleado por una agencia de riesgo.

Lo más sorprendente de estas novelas, ya me ocurrió con la primera, es la escasez de momentos divertidos o meramente irónicos. Como ya he dicho, Markaris tiene un estilo muy seco. No obstante, aquí incorpora una escena en que Jaritos activa el GPS de su flamante coche nuevo (por cierto, un SEAT) simplemente para darse el gusto de desobedecer a alguien (y, evidentemente, no sigue las instrucciones del aparato).

Y dejo aquí también una frase digna de rescate: "El rompeolas siempre se moja".

Y ahora ya voy a empezar con el libro que realmente quería leer.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Entender la música ("Understanding Music"), de Roger Scruton (SIN TERMINAR)

Es muy raro que me dejé un libro sin terminar una vez empezado. Y más raro aún que lo confiese públicamente y lo deje para los restos en este blog. Pero, bueno, es lo que me ha pasado con este libro.

Me apresuro a aclarar que el libro no está mal, tiene pinta de ser interesante, y a su autor, Scruton, ya le voy conociendo y valorando, esta es la tercera lectura que le hago es los últimos seis meses. El problema viene de que, pese a gustarme la música clásica, mis conocimientos técnicos al respecto son muy limitados cuando no completamente nulos. Y este libro suele se puede enteder, a partir de determinado capítulo, si tienes un mínimo de conocimientos. De hecho, aparecen frecuentemente en sus páginas pentagramas con fragmentos de las obras que está comentando el autor, que para mí son tan ilegibles como el sánscrito, pero que sirven a Scruton para ilustrar su análisis. Ante este obstáculo evidente, he llegado a la conclusión de que proseguir la lectura sería para mí una pérdida de tiempo.

No obstante, algunas de las ideas que he recogido me parecen útiles y no querría que se perdieran en el limbo, por lo que prefiero dejarlas reflejadas en este espacio.

El libro consiste en una colección de artículos hasta cierto punto independedientes. La mayor parte de ellos son artículo de crítica musical, sobre obras concretas. Los seis primeros son más genéricos, a modo de introducción filosófica sobre el tema, y, obvio es decirlo, son los que me leído. Cuando alcancé el primer capítulo de crítica musical, sobre Mozart, me vine abajo de forma definitiva, aunque ya en el capítulo sobre el Ritmo había estado navegando sin demasiado rumbo.

Scruton caracteriza el sonido como un evento y al mismo tiempo como un objeto secundario, en el sentido de que deriva de un evento, pero una vez originado, tiene una existencia propia e independiente de tal origen.

La música consiste, sí, en una acumulación de sonidos, pero su percepción se produce por la integración subjetiva que cada individuo hace de los mismos. Estamos de nuevo en el Lebenswelt, en el mundo intencional por oposición al mundo físico, que tanto juego da a Scruton en sus análisis filosóficos. O, en otras palabras, las música no se puede entender por sus propiedades físicas, sino por nuestra comprensión. Por ello, Scruton, siguiendo a Wittgenstein, compara la comprensión de la música con la comprensión de una expresión facial.

Es mediante esta interpretación intencional que, según Scruton, podemos hablar de los "movimientos" de la música, no porque realmente se produzcan desplazamientos físicos en el sonido. Al hilo, Scruton se refiere a fenomenos con doble intencionalidad, algo que tendré que explorar con más detalle en alguna otra lectura.

Bueno, creo que ya he escrito demasiado para tratar de un libro que ni siquiera he terminado de leer. Si alguien entendido en música lo lee, me gustará conocer su opinión. A mí me parece que estaba bien, pero, claro, no me enteraba de mucho.

martes, 19 de diciembre de 2017

El árbol de la ciencia, de Pio Baroja

De Pio Baroja he leído bastante en tiempos, La Busca, Zalacaín el Aventurero, Shanti Andia...
Es uno de nuestros autores más clásicos, por lo que tampoco sorprendería a nadie que las recomendara. Magníficas novelas, excelentemente escritas, clásicos en nuestra lengua.
 
Por eso, no me daba miedo ni pereza abordar ésta que ahora comento, pese a llevar años sin leer nada de don Pío, ni de autores de la época. Y el caso es que es una novela bastante atípica, más bien parece una narración-disculpa para que don Pío nos transmita sus ideas y pensamientos filosóficos sobre un sinfin de temas. También parece tener algún rasgo autobiográfico, aunque no he investigado.
 
Se nos cuenta la vida del protagonista, Andrés Hurtado, desde que comienza sus estudios de Medicina. Sus andanzas no son demasiado variadas, pero nos llevarán a Valencia y a Alcolea del Campo, así como a conocer a su tío Iturrioz y a la estupenda Lulú, entre otros. La narración se construye a base de párrafos muy cortos y capítulos breves, chocante estilo para este tipo de novelas, pero revelador una vez más de las que creo eran las verdades pretensiones de Baroja, antes dichas.

Desde el punto de vista puramente narrativo, es interesante la descripción costumbrista que se hace de la vida en Alcolea, pese a decir que "Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo.". También la del ambiente pre- y post-guerra de Cuba queda bien reflejado. Pero, como digo, es la excepción. 
 
Luego tenemos un montón de pensamientos y reflexiones de interés, sobre evolución, ciencia, sociedad, religión... Me han sorprendido, por ejemplo, las relacionadas con el egoísmo, que enlazan directamente con Ayn Rand e incluso con el anarcocapitalismo. Por ejemplo:
"¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la Humanidad."
"Debemos más al egoísmo que a todas las religiones y utopías filantrópicas. El egoísmo ha hecho el sendero, el camino, la calle, el ferrocarril, el barco, todo."
"Ella decía que no; que defraudar a la comunidad, no podía ser tanto como robar a una persona. En Alcolea casi todos los ricos defraudaban a la Hacienda, y no se les tenía por ladrones."
 
Otras, referidas a España y los españoles, parecen escritas ahora mismo:
"En España en general no se paga el trabajo, sino la sumisión."
"...pero cojo un periódico español y me da asco; no habla más que de políticos y de toreros." 
 
Respecto a las ciencias:
"El acuerdo de todas las inteligencias en una misma cosa es lo que llamamos verdad. Fuera de los axiomas lógicos y matemáticos, en los cuales no se puede suponer que no haya unanimidad, en lo demás todas las verdades tienen como condición el ser unánimes."
Y referido a las ciencias sociales: "Tú reconoces que fuera del dominio de las matemáticas y de las ciencias empíricas existe, hoy por hoy, un campo enorme a donde todavía no llegan las indicaciones de la ciencia." (Coincidente con una reflexión de Ortega y Gasset en Meditación de la Técnica, a la que dediqué hace poco una entrada).
 "La ley es siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el miserable por instinto odie la ley."
 
Cierro con otra serie de frases que no clasifico:
"Se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general, es absurdo."
"En Alcolea, al achicarse la vida sexual, se agrandaba la pornografía."
Y la pesimista, pero magnífica: "Para mí sí; yo pienso en el hijo; yo no creo como Calderón, que el delito mayor del hombre sea el haber nacido. Esto me parece una tontería poética. El delito mayor del hombre es hacer nacer."
 
No es mala lectura para alguien que busque reflexionar alguna tarde. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

El sonido y la furia ("The sound and the fury"), de William Faulkner

De Faulkner había leído in illo tempore una novela llamada Santuario. Conste que no me acordaba de esta lectura hasta que empecé con ésta y repasa la obra del autor. Y ahora que la recordé, también recordé que me pareció horrible e infumable, siendo esto lo único que recuerdo de la misma. Aviso de que la leí en español, aunque, visto lo visto, no creo que el idioma hubiera incrementado mi placer en su lectura.
 
Esta segunda oportunidad a Faulkner, que difícilmente le hubiera llegado de haberme acordado de lo antes dicho, se la debe el escritor a un buen amigo, para quien "El sonido y la furia" es el mejor libro que ha leído.
 
Así que aquí me zambullí, y a duras penas fui capaz de volver a subir a la superficie. Dos cosas positivas: es una novela corta, y tras ella ya puedo enterrar definitivamente a Faulkner, ya que ésta es generalmente considerada su mejor obra. 

La obra se estructura en cuatro partes, en cada una de las cuales se nos cuenta parte de una historia, desde la perspectiva de uno de sus protagonistas. Estos consisten en tres hermanos y una criada negra, y la historia orbita en torno a determinados eventos ocurridos a la hermana, Caddy.

A partir de aquí empieza el lío. Benjamín, el primero de los hermanos/narradores resulta que es deficiente mental, por lo que no tiene claro el orden temporal de los sucesos, y se refiere a las escenas y personajes según le da el aíre. Así que es imposible dar sentido a lo que cuenta, aunque al parecer es el que cuenta todo.

Una vez superada esta primera parte uno piensa que ya solo queda coser y cantar. Pero no es así. Turno para Quentin, quien nos traslada su obsesión por el tiempo y los relojes. Con Quentin se multiplican las frases sin terminar y sin puntuar, y para más confusión, mezcla sin avisar dos horizontes temporales, lo que le está pasando en la Universidad con sus recuerdos sobre el evento de Caddy. En el momento en que uno es capaz de discernir entre ambas narraciones entreveradas, la cosas se hace más digerible.

En la tercera parte, la lectura se vuelve a facilitar, aunque Jason, el narrador y tercer hermano, habla de distintas mujeres sin detenerse a distinguir entre ellas cara al lector. Así, la confusión se produce entre Caddy, la madre de la familia, y la hija de Caddy. Le toca al lector adivinar de quién está hablando en cada ocasión.

En la cuarta parte, la historia se cuenta en tercera persona y centrada en Dilsey, la criada de color de la familia. En esta parte la narrativa es convencional y supuestamente enlazaría los fragmentos incomprendidos en las tres anteriores. En la práctica, para mí nada tiene sentido y no soy capaz de enlazar con nada, sobre todo porque no me enteré de lo que contaba Benjamín, y si me enteré de algo, ya no lo recordaba,
 
Y esto es lo que da de sí el tema. La edición que he leído venía acompañada de un apéndice de Faulkner,  que el escritor recomendaba que se pusiera como prólogo de la obra. La verdad es que lo único que he podido entender de la novela ha sido gracias a dicho apéndice, en el que el estilo es bastante convencional e incluso asoma el humor de Faulkner. Si alguno se anima a leer este bodrio (perdona, Jorge) que lea el apéndice antes de empezarlo. Yo lo leí tras incomprender la primera parte, y por lo menos me sirvió de orientación para el resto. Si lo hubiera leído antes, quizá hubiera disfrutado algo más el libro al entender la parte de Benjy.

Por último, una referencia al título, extraido de Macbeth. Aquí va el verso:
"And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing."
En suma: es una historia contada por un idiota, llena de sonido y furia, que no significa nada.
Toda una declaración de intenciones del autor. 


jueves, 14 de diciembre de 2017

Meditación de la Técnica, de José Ortega y Gasset

Este es un conocido ensayito del gran pensador español. Poco he leído de Ortega y Gasset, aunque selecto: La rebelión de las masas, que no recuerdo con gran entusiasmo. Sin embargo, este reciente lectura me hace pensar que quizá leí el clásico en un mal momento. Porque esta meditación me ha resultado amena, me ha gustado y hasta me ha sorprendido por lo avanzado de alguna de las ideas de Ortega y Gasset en relación con temas económicos.

Este ensayo recoge en sus sucesivos capítulos una serie de lecciones magistrales que el filosofo dio a una clase de ingenieros, como no podía ser de otra forma, sobre el concepto de la técnica. Y parece mentira lo que da de sí el tema.

El punto de partida es la capacidad diferencial propia del ser humano de no resignarse: cuando el animal no puede satisfacer sus necesidades con sus capacidades elementales, su única opción es dejarse morir; por contra, el hombre es capaz de redefinir sus capacidades con el objetivo de sobrevivir. Y es para ello para lo que se vale de la técnica, "para reformar la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades".

Claro que la cosa no termina aqui: la técnica no le vale solo para satisfacer las necesidades elementales. Lo que es vivir para el resto de seres vivos, no es más que mera molestia para el ser humano. Calentarse y comer constituyen la vida de los animales, pero no es lo propio del ser humano; para éste son inconvenientes de los que, gracias a la técnica, se libera para poder vivir de verdad. O en otras palabras de Ortega: "El bienestar y no el estar es la necesidad fundamental para el hombre". Avanzando aún más en la idea: El ser humano es "Un ente cuyo ser consiste, no en lo que ya es, sino en lo que aún no es, un ser que consiste en aún no ser. Todo lo demás del universo consiste en lo que ya es".

Y con más reflexiones en torno a estas ideas centrales, nos va guiando el autor hacia las profundidades de la problemática del hombre en su relación con la técnica. Me ha parecido especialmente valiosa la propuesta de estados evolutivos con que Ortega clasifica la técnica: el azar, el artesano, el técnico.

Pero quizá lo más interesante es el planteamiento que se hace Ortega respecto al estado de las ciencias sociales en comparación con las naturales. Así, se queja de que la historia no ha conseguido llegar al nivel de la ciencia (de lo que culpabiliza a los historiadores alemanes del siglo XIX), por lo que carecemos de técnica para actuar respecto a los grandes fenómenos sociales y colectivos, "respecto a los cuales el actual hombre se encuentra como el del paleolítico ante el rayo".

Ortega escribe esto en 1933, aún le queda por vivir los grandes totalitarismos del siglo XX, con el ruso solo en albores e imagino aún con ilusión. Me pregunto si su diagnóstico en la actualidad sería el mismo, o aún más pesimista.

martes, 28 de noviembre de 2017

La séptima función del lenguaje ("La septième fonction du langage"), de Laurent Binet

Estaba deseoso de leer esta novela tras haber disfrutado lo indecible con la obra más conocida del mismo autor, HHhH, recién comentada. De hecho, era la que ahora comento la que realmente quería leer, cuando descubrí que HHhH era del mismo autor, y empecé por la famosa dejando para más adelante la reciente.

Ahora que ya la he leído, me he encontrado una narración que no me parece a la altura de la obra previa. Además, el hecho de que HHhH fuera su primera novela, premiada con el Goncourt, me hace sospechar que Monsieur Binet sea tan solo flor de una novela, como tantos otros escritores que en el mundo han sido.

La historia que se nos cuenta entrelaza hechos reales en una investigación policial para esclarecer sus causas. Los hechos a que me refiero son la muerte del semiólogo Roland Barthes y la explosión en la estación de Bolonia de poco después (al menos, estos son los que yo he identificado como históricos). Ello da pie al autor para incorporar a su narración infinidad de personajes célebres, muchos de los cuales me suenan "tristemente" por haber leído el Fools, Frauds and Firebrands de Scruton. Así, aparecen Sartre, Foucault, Lacan, Althusser, Chomsky, BH Levi, Sollers o Roman Jakobson, algunos con papeles destacados, como Foucault. También aparecen Mitterrand y Giscard d'Estaing, en los debates previos a la victoria electoral del primero. Y también, en un importante papel que no quiero desvelar, Umberto Eco, a quien Binet homenajea descaradamente.

La trama promete ser interesante, pues orbita en torno a lo que sería la séptima función del lenguaje (adicional a las seis que todos hemos estudiado en el cole) y que al parecer habría también intuido el creador de aquellas (Roman Jakobson). Dicha función sería la función performativa, con la que conseguimos convencer a las personas de lo que queramos. Lógicamente, quien tenga el secreto de esta función se hace con un gran poder, de ahí las intrigas en su torno que desembocarán en los acontecimientos arriba apuntos, entre otros.

Los protagonistas son un policia y un semiólogo (Simon Herzog), que es reclutado por el primer para la causa, tras ver cómo es capaz de analizar los símbolos para deducir el pasado de las personas. Herzog parece (aunque luego no ejerce) que va a ser un Sherlock Holmes en versión semiólogo, ayudando al policía. En el discurso que precede al reclutamiento, Herzog "interpreta" ni más ni menos que a las películas de James Bond, en una escena que sería hilarante sino fuera por qué parece que el propio Barthes hizo tal interpretación en serio.

Sin embargo, pasada esta escena, nos zambullimos en una especie de maremagnum en que pululan los famosos arriba citados, y en el que el lector tiene la sensación de estar perdiéndose algo o mucho. Ello, hasta el punto que un servidor aún no es capaz de establecer si la novela va en serio o en broma. Desde luego, la mayor parte de la ironía que pueda haber respecto a los Sartre, Lacan, Althusser,... yo no la he pillado. Hombre, alguna sí, como cuando hace burla de una frase de Lacan ("Le nom est le temps de l'object", "El nombre es el tiempo del objeto") y uno de los personajes se pone a hacer variaciones con la frase ("El tiempo es el objeto del nombre", "EL objeto es el nombre del tiempo"...) y se ve que todas tienen el mismo, o ningún, sentido.

Lo más interesante de la novela transcurre en las sesiones del llamado Logos Club, organización con la que tendrán mucho roce los protagonistas. Se trata de un club de debate estrictamente jerarquizado, en el que se puede avanzar retando a los niveles superiores y venciéndoles en la discusión, aunque la derrota tiene un severo castigo que no desvelaré. Pues bien, lo mejor de la novela sean quizá un par de estos debates, que se nos transcriben casi íntegros. El debate culminante es sobre clasicismo vs barroco, aunque los hay más peregrinos.

Rescato también la escena en que el telediario anuncia la muerte de Barthes, de gran originalidad y que recuerda al gran Binet del final de HHhH. Aqui, sobre el hilo de la narración de las sucesivas noticias, se nos va contando lo que está haciendo diversos de los personajes de la trama, hasta que el locutor comunica el luctuoso evento y entonces todos se paran y atienden a la pantalla. Magistral.

Con todo, me temo que no es una novela de lectura fácil. Tal vez alguien que conozca mejor a los filósofos antes citados y que pululan por sus páginas, la encuentre más provechosa. Yo la he encontrado prescíndible.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Creación y evolución, de Guido Pagliarino

Llego a este ensayo de la mano de su traductor, Mariano Bas, compañero de tertulias. Como reciente descubridor de la teoría de la evolución (hasta sus últimas consecuencias) y antiguo creyente, sigue vivo mi interés por tratar de conciliar el cristianismo-catolicismo con las consecuencias de asumir la teoría de la evolución como explicación para la aparición del ser humano. Si tal conciliación es posible, mi catolicismo sería recuperable. Esta lectura es un primer paso en esta indagación, aunque no sé si habrá más.

Este ensayo es magnífico, muy claro, breve y al punto, sin entretenerse en zarandajas. Propone breves resúmenes, que a mí parecen acertados, de la teoría de la evolución así como de la posición de los creacionistas, hace su análisis (muy sencillo, como se verá) y se cierra con las posiciones de los Papas recientes según recogen sus Encíclicas, así como el resumen de la obra de un par de evolucionistas cristianos.

También hace un estudio de la relación de las distintas ramas del cristianismo y de otras religiones con respecto a la teoría de la evolución. Aquí ya se revela cuál es, desde mi punto de vista, el objetivo del ensayo. Digamos que su público objetivo no son tanto los evolucionistas-ateos, como los cristianos-creacionistas, que el autor identifica estadísticamente con los protestantes.

Pero vamos con lo que a mí me interesaba. ¿Por qué es compatible el evolucionismo con la existencia del Dios cristiano? Me temo que el argumento es endeble, aunque sí es cierto que proporciona un resquicio para quien quiera o necesite tener fe. Básicamente, el argumento de Pagliarino es que no se ha podido demostrar con evidencia empírica que el curso de la evolución no sea dirigido, esto es, que sea aleatorio, como teoriza Darwin. Por tanto, pudiera ser que el proceso estuviera dirigido por una voluntad superior, divina.

Poco puedo discutir sobre esto. Hasta dónde yo he leído de momento, no he encontrado la evidencia directa que pide Pagliarino, sea en uno u otro sentido. Es cierto que los tiempos manejados por Darwin, coherentes con los tiempos geológicos, son compatibles con el proceso evolutivo aleatorio, pero esta no prueba que lo sea.

Lo que sí sabemos es que la ciencia avanza, continuamente. Y conforme avanza, los creyentes se ven confinados en requicios cada vez más estrechos. Antaño nos bastaba creer que Dios había hecho al hombre, a nadie se le había ocurrido otra explicación; y con anterioridad se creía que los rayos los lanzaba Júpiter. Ahora hay explicaciones verificables alternativas para ambos fenómenos. Digamos que ahora los creyentes creen que Dios ha guiado el proceso evolutivo para hacerlo llegar al ser humano, ya no creen que Dios haya creado al hombre directamente.

¿Se acabarán alguna vez estos resquicios para la fe? No creo. Deutsch nos explica en "The beginning of Infinity" que siempre existirán problemas que resolver, cosas que investigar. Y que cada problema solucionado, abre un sinfin de nuevos problemas cada vez más estrechos y lejos de la experiencia cotidiana.

En otras palabras, tarde o temprano se encontrará la evidencia incontestable de que el proceso es aleatorio (o no); pero ello dará lugar a otra serie de incógnitas aguas arriba, para las que no habrá evidencia científica en ese momento. Será el nuevo refugio de los creyentes, que encontrarán su creencia más compleja y más estrecha, pero en todo caso posible.

Además de esta idea principal, el ensayo también se refiere a un par de ideas teológicas adicionales: por un lado, la posibilidad de considerar a Jesucristo, al Dios hijo, como el hombre completo, esto es, la evolución del homo sapiens. Por otro, la idea de la discontinuidad evolutiva según la cual Dios habría puesto el alma en los homínidos previos para dar lugar al homo sapiens. No merece la pena su discusión científica, por lo ya dicho: si se acepta que la evolución ha podido ser guiada por una voluntad superior, es claro que la misma podría haber hecho estas cosas, así como tenernos como un paso más hacia el hombre perfecto.

Como dije, me ha gustado este ensayito, aunque no haya alterado, desafortunadamente, mis convicciones. Se lee bien y rápido, y se entiende estupendamente. Además, la traducción es excelente, o sea que queden aquí mis felicitaciones para el causante de la misma: Mariano, enhorabuena.

viernes, 24 de noviembre de 2017

La caja de Annie: Darwin y Familia ("Annie’s Box: Charles Darwin, his Daughter and Human Evolution"), de Randal Keynes

No acabo de tener claro por qué me resultaba atractiva la lectura de este libro. Quizá era porque pensaba que me iba a dar una idea de cómo se modificó el pensamiento de Darwin en sus relaciones con Dios tras la muerta de su segunda hija (Annie, la que da título al libro), de qué forma había progresado desde una visión puramente biológica de la evolución a sus aspectos más morales.

Pero no es eso lo que me encontrado. Este libro, escrito por un descendiente de Darwin y también sobrino-nieto de Keynes, es una especie de biografia del matrimonio Darwin, con especial foco en los 10 años que vivió su hija Annie. Está construida a base de numeroso fragmentos de las cartas que se cruzaban los protagonistas y personajes cercano, así como de los diarios de los mismos. Al menos un 50% del libro está ocupado por este tipo de citas textuales.

Una vez leído, la verdad es que no entiendo su función ni el hueco que cubre. Imagino que habrá biografías de Darwin más completas que ésta y que por tanto expliquen mejor de dónde surgieron sus ideas. Tampoco se detiene demasiado sobre la reflexiones de Darwin tras la muerte de Annie, que era lo que yo esperaba iba a ser la parte importante del libro. Así que ni chicha ni limoná. No sé para que lo he leído.

No obstante, he encontrado cosas interesantes. Quizá lo mejor es cómo describe la vida en la época en que Darwin desarrolló su teoría: el ambiente religioso (general y particular en su familia), el ambiente científico (los orígenes teológicos de la biología), cómo se afrontaba la muerte de los niños (bastante común en la época), los primeros atisbos del turismo (ciudades balnerario, primeras guias de viajes, primeros ferrocarriles). Especialmente interesante, dentro de este punto, el capítulo que dedica a la tuberculosis.

Otras cosas que me han parecido interesantes serán más conocidas para la gente familiarizada con la teoría y obra de Darwin: las observaciones en las islas Galapagos, la constatación de que los periodos de tiempo deducidos de las investigaciones geológicas eran compatibles con su teoría de la evolución, los "barnacles" como primera clasificación de especies con base evolutiva, el sustrato físico de la moral. No obstante, todas ellas apenas se apuntan. El lector interesado, comom yo, deberá profundizar con otras lecturas, como "The Descent of Man".

De la lectura de este libro también parecen deducirse otras cosas:
1) Darwin comprendió casi de forma inmediata el alcance de su teoría en lo referente a su compatibilidad con la existencia de Dios. No es algo sobre lo parecía tener demasiadas dudas una vez se convenció de ella. Otra cosa es que tratara de moderar el mensaje para no causar un rechazo frontal a su teoría.
2) En general, la gente aceptaba la teoría de la evolución sin demasiado problema. El obstáculo primordial no era como tal la posibilidad de la evolución, sino aceptar que el hombre podía estar relacionado con especies inferiores por esta vía.
3) En sus últimos años, Darwin se arrepiente de haber estado demasiado concentrado en sus investigaciones y no haber dedicado tiempo a otras actividades (como la poesía), lo que según él le hubiera valido para obtener una visión más amplia de los sucesos que investigaba, No he podido evitar recordar un comentario similar de Umberto Eco en "Número Cero", diciendo justo lo contrario, que los únicos que podían triunfar en la vida eran los que tenían un foco muy claro y no picoteaban por todos los lados. Como yo me identifico con los últimos, agradezco el pensamiento de Darwin, al tiempo que se me plantean dudas sobre si tendríamos teoría de la evolución si Darwin hubiera dedicado mucho tiempo a actividades diversas.

En suma, se trata de un libro instructivo y estimulante, pero que no puede sustituir otras lecturas que, en cambio, creo que sí sustituirían a este. Por eso, y por el tremendo coñazo que constituye el capítulo dedicado a la muerte de Annie, que se hace casi ilegible a base de las constantes notas que se cruzaban los padres de la criatura y de las que apenas nos priva el autor, no puedo recomendar su lectura.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Blind Faith, de Ben Elton

Sigo poniéndome al día con Ben Elton, quien otrora fue mi autor inglés contemporáneo preferido. Tras las recientes lecturas de Time and Time Again y Past Mortem, le toca el turno ahora a esta "Fe ciega". Y aquí tenemos un libro al estilo original de Elton, al de los primeros libros que le leí, en que lleva al extremo facetas de la realidad que le parecen dignas de burla. Con mayor o menor éxito, lo dejo a juicio del lector.

De entrada, resulta difícil meterse en el libro, pues nos presenta una extraña y ciertamente inverosimil distopia como marco de la novela. En efecto, nos sumergimos en un Londres en que la gente va mayormente desnuda por la calle; en que viven como piojos en costura por carecer de espacio vital (todo son colas y muchedumbres); donde la dieta está dominada por dulces y fast-food, y donde todo el mundo está perennemente conunicado con miles de dispositivos. Este mundo está dominado por El Templo, los prebostes de la religión dominante, que venera al Niño Jesús y a Diana (imagino que se refiere a Lady Di, pero no se llega a explicitar).

Esta distopia absurda echará para atrás al lector que pretanda tomarse este libro en serio, como casi hizo conmigo. Pero hay que recordar que aquí Elton nos está proponinendo una novela satírica, cuyo objetivo es criticar determinadas modas o conductas del momento (2007).

De hecho, el principal foco de su ataque tiene que ver con la privacidad. Pero no con la privacidad como la entendemos ahora (al menos un servidor), que dimana de la preocupación por la explotación del Big Data por empresas y gobiernos. No, el objeto de su burla es la gente que expone su vida en las redes sociales (fenómeno relativamente nuevo en 2007). De hecho, lo lleva al extremo de que la privacidad es un pecado para El Templo. Lo socialmente aceptado en esta distopia es estar constantemente compartiendo con el resto del mundo lo que a uno le ocurre, hasta los más intimos detalles (una razón por la que todos tienden a ir desnudos).

Otras dos pinceladas sobre la distopia de Elton: 1) la única lectura socialmente admitida (por supuesto, nada se prohibe) es la de libros de auto-mejora. 2) Todo el mundo es exquisitamente respetuoso con todo, el "Disrespect" es intolerable.

En este contexto, la razón ha sido abandonada, y todo funciona por consenso. Y, por ejemplo, como todo el mundo cree que no se puede ir contra la voluntad del Amor (el dios de la época), no se vacuna a los niños, que han recuperado mortandades del 50%.

Mi escena preferida es de claro fondo anarcocapitalista, aunque no sé si Elton será consciente de ello. Es el momento en que se reune una muchedumbre en el nuevo estado de Wembley ("the New New Wembley" (sic)). De acuerdo a las leyes democráticas de esta nueva sociedad, allí donde 200.000 personas se reunan se puede promulgar una nueva norma. Pues bien, en el momento al que aludo, el máximo pontífice del Templo propone y hace aprobar una ley por la que todo el mundo es famoso.
Hala, por ley, todo el mundo es famoso. Vamos, de la misma forma que nuestros políticos dicen que resuelven los problemas: con una ley.

Blind Faith no es de las mejores novelas de Ben Elton, pero al menos nos permite unos destellos del Elton de la primera época. Una vez aceptas que la sociedad que te propone no va en serio, el libro se puede disfrutar bastante, sobre todo determinadas escenas concretas en que está demoliendo aspectos generalmente aceptados de nuestra sociedad, sobre todo el tema del respecto a las minorías como religión.

Por cierto, reflexión mía, este problema del respeto a las minorías solo se plantea en presencia de mayorías supuestamente irrespetuosas. ¿Y cuál es el mecanismo que consolida y legitima el poder de las mayorías sobre las minorías? Adivinen, empieza por demo y termina por cracia.

lunes, 20 de noviembre de 2017

El puente de los asesinos, de Arturo Pérez Reverte

No tardé demasiado en arrepentirme de haber comenzado este libro una vez hecho. Afortunadamente, no es largo, ya que soy de las personas que tienen que terminar los libros que empiezan. Pero ha sido un sufrimiento por aburrimiento.

Lejos están esos tiempos en que disfruté con la lectura de las primeras obras de Pérez Reverte: La tabla de Flandes, El maestro de esgrima, El club Dumas. Disfruté mucho con su lectura, aunque todas tenían en común que la apasionante trama se esfumaba al final, y el autor no conseguía darles un desenlace satisfactoria, a la altura de la magnífica historia.

Tras estos tres, no volví a leer nada, hasta que sacó El capitán Alatriste, con su hija Carlota como co-autora, en un claro intento de promocionar a la moza para la profesión paterna. El truco no le dió resultado, pero tampoco la novela era una gran cosas. Entretenida y poco más, desde luego nada suficiente para hacerme proseguir con la saga.

Y posiblemente así hubiera sido de no haber oído a gente generalmente fiable, recomendar este "El puente de los asesinos" como una excelente novela. Me dije, por qué no, Pérez Reverte me gustó en su momento, quizá ahora Alatriste haya madurado lo suficiente como para intesarme.

No fue así. Desde el principio se me atragantó el estilillo castellano clásico que utiliza Reverte en estas novelas. En su momento me parecía llamativo, ahora me parece cutre y poco verosimil. Obsérvese por ejemplo esta frase: "con buenas zancada hizo peñas y buen tiempo, tomando las de Villadiego". ¿Por qué tiene que decir con dos circunloquios que el tipo salió huyendo? ¿Quién escribía así? Lo único que parece es que el autor quiere hacer muestra de su erudición y conocimiento de la "parla" (como dice él) de la época.

A esto hay que unir que se combinan dos tipos de narración: una en primera persona, por el acompañante habitual de Alatriste, un tal Iñigo, y otra de narrador objetivo. No se entiende esta mixtura, salvo para justificar el uso de la parla de época. A mí me han resultado desconcertantes los cambios de narrador, y tampoco se justifica por la trama o como recurso narrativo para esta historia.

Pérez Reverte fracasa completamente en su empeño por trasladarnos a la época en que ocurren los sucesos. Sus intentos son patético, propios de un niño empollón que se sabe la lección sin entenderla. Las descripciones de Milán y Roma, por ejemplo, no dejan de ser una retahila de los monumentos y edificios del momento, pero completamente frías, no transmiten un mínimo atisbo de la vida del momento. Parecido ocurre con los personajes: no profundiza en ninguno de ellos. De los compañeros de aventura, poco conoceremos más que su región de procedencias; y de los notables que aparecen, tipo Quevedo, Saavedra Fajardo y Gonzalo Fernández de Córdoba, tampoco se nos llega a transmitir un mínimo sobre su personalidad. Qué diferencia con Posteguillo.

Se podría argumentar que se trata de una novela infantil. Pero, francamente, no me parece que lo sea, aunque la saga empezara como tal. Ni determinadas escenas ni el lenguaje utilizado hacen esta novela recomendable para niños.

Todo esto quizá se pudiera perdonar si la novela fuera entretenida. Pero tampoco es el caso. Es aburrida, prácticamente no ocurre nada. Solo hay diálogos más o menos relevantes, y muy poquita acción. Nada de aventura ocurre hasta pasado más de la mitad del libro, y lo que ocurre entonces tampoco es relevante para la trama. Solo se anima un poco al final (aunque quizá sea únicamente el lector el que se esté animando ante la perspectiva de terminar el libro), cuando cuenta en paralelo la actividad de dos grupos en la conjura que se nos cuenta. El otro momento que se puede salvar de este libro es la visita "turística" del Arsenal de Venecia que hace un grupo de protagonistas.

Sintiéndolo mucho, no puedo recomendar esta novela. Me hubiera gustado poder hacerlo, y seguramente de ser así ahora estaría planteándome recuperar las novelas no leídas del autor. Como no ha sido el caso, el señor Pérez-Reverte y yo partimos peras, y esta vez me temo que de forma definitiva.





viernes, 17 de noviembre de 2017

Limonov, de Emmanuel Carrère

No conocía ni al escritor ni al protagonista de esta obra, pero decidí leerla tras ver que la habían empezado a leer en un grupo de francés que conozco, y que además tenía el Premio Reanudot de la Lengua Francesa. Y siempre tengo curiosidad por leer éxitos contemporáneos tanto en alemán como en francés, que, al contrario que los que están en inglés, rara vez llegan a nuestro país.

Me he encontrado con una biografía, o sea, un libro histórico, de un estilo muy similar al recientemente leído HHhH. Esto es, una narración histórica aderezada por las "aventuras" del escritor para la construcción de la misma. Se trata de un género que me parecía nuevo con HHhH, pero que quizá no sea tan original. O que quizá esté poniéndose de moda. A priori resulta interesante, pues permite meter anecdotas o críticas que en una narración meramente histórica no tendrína cabida.

El tal Limonov es un personaje curioso, aunque quizá un poco marginal, aunque lo digo desde el desconocimiento casi absoluto de la realidad actual en Rusia. Su atractivo le viene, y en esto coincido con el autor, de su variedad de experiencias vitales, difícilmente alcanzables para los individuos convencionales, y coste que no estoy hablando de irse a vivir a la selva, sino de cosas mucho más convencionales.

Limonov fue integrante de un movimiento underground en el Moscú soviético, mayordomo de un rico-hombre de Manhattan, combatiente en las guerras de los balcanes. presidiario en la Rusia de Putin, lider de un partido político nacional-bolchevique y, principalmente, escritor y poeta. Vamos, que ha estado en posiciones de un rango difícilmente imitable, aunque la fama se la han dado sus obras literarias.

Pues bien, es esta la historia que nos cuenta Carrère, utilizando para ello los libros del propio protagonista, que sigue vivo en la actualidad. El resultado no es tan satisfactorio como el que obtuvo HHhH. Por un lado, cuenta una historia bastante menos interesante que la del complot contra Heydrich; por otro, el estilo narrativo de Carrère es peor, más imbricado y menos elegante; y, por último, los "apartes" que nos hace el autor son de escaso interés, y parecen a mayor gloria suya (¿para qué nos cuenta su estancia de dos años en Bali?), con el defecto de romper el hilo narrativo principal.

En cuanto a la vida de Limonov propiamente, me ha resultado especialmente interesante la parte referente a sus años iniciales en la URSS. Hay pocas oportunidades de conocer cómo era con un mínimo de objetividad, y lo sorprendente es que, incluso en las lamentables condiciones que todos conocemos, la gente llevaba una vida mínimamente normal: se cambiaban de casa, tenían sus amigos, sus novias, sus sueños...

El resto de la narración es más convencional, sobre cosas más conocidas: la vida en Nueva York en los 60 o su paso por Paris como escritor de relativo éxito. De allí nos trasladamos de vuelta a Moscú y luego como soldado a Serbia. Reflota algo el interés, pero ya no como al principio, y eso que a priori parece más interesante, pero es que para entonces Carrère ya nos ha roto el ritmo con sus aventurillas y con una interminable lista de nombres rusos a los que conocen ellos y su madre. Todo ello hace que al final del libro estemos pidiendo la hora, y eso que nos están contando sus años en prisión, la creación del partido NAZBOL y, en definitiva, su oposición a Putin, que parecía ser la principal razón para conocer a Limonov.

Por el libro desfilan algunos personajes notables (de verdad). Entre ellos destaca especialmente Solzhenitsyn, del impacto de cuyo libro "Archipiélago Gulag", tanto en la URSS como allende fronteras, nos podremos hacer una buena idea gracias a esta obra. Es curioso como su figura preside todo el preceso, precisamente hasta el momento en que se derrumba la URSS, y con ella su posición, hasta el punto de que su última novela pasó completamente desapercibida. Otros personajes interesantes son Brodsky, Tatiana Liberman,Gorbarchov, Yeltsin y Egor Gaidar, el tipo detrás de la reforma económica en Rusia, y que, atezado por algunos de los comentarios de Carrère, más ha atraído mi curiosidad.

Resulta que el tal Gaidar era un tipo bastante liberal (en sentido de libre mercado) y su reforma económica consistió básicamente en liberalizar toda la economía por vía directa, incluyendo servicios como la propia defensa. Así que podría ser que el mercado ruso fuera un ejemplo de este tipo, aunque no seré yo quien me ponga a estudiarlo. El caso es que esta liberalización es la que parece llevar mal el señor Carrère. Ya al principio nos endilga que "Rusia es un país que se preocupa poco por las libertades formales siempre que cada uno tenga derecho a enriquecerse". Claro, si no sabes teoría económica, no eres consciente de que es este último "derecho" (precisamente, sería una libertad) la única forma de garantizar las otras.

Cierro con observaciones cortas, para reflexión o lectura
- La obra más destacada de Limonov, según el autor, es el "Journal d'un raté", no traducido a español
- Limonov considera que para ser respetado tiene que dar la impresión a sus conocidos de ser capaz de matar. En el libro no que da claro si llegó a matar en alguna ocasión.
- Carrère llama la atención sobre el hecho de que Limonov toca fondo muchas veces, al contrario de lo que ocurre en las narrativas convencionales, donde el héroe remonta tras tocar fondo. Limonov se ve obligado a empezar de cero muchas veces.

Y una frase, la pongo traducida. "El hombre que se considera superior, inferior o igual a otro, no comprende la realidad". No es original de Carrère, la recoge de otro autor al que no recuerdo.

lunes, 13 de noviembre de 2017

La piedad peligrosa ("Ungeduld des Herzens"), de Stefan Zweig

¿Es Stefan Zweig el mejor escritor en lengua alemana? La verdad es que cada vez que leo alguna obra suya me lo pregunto. Y eso que de entrada me dan un poco de pereza, como esta "Ungeduld des Herzens", de título mal traducido (qué guay, ya sé suficiente alemán como para detectar problemas en las traducciones).

Pero es comenzar a leer algo suyo, y ahí salta el espectacular narrador Zweig para llevarte y traerte por las peripecias físicas y psicológicas de sus héroes. A quien no haya leído al señor Zweig, dos recomendaciones imprescindibles: El mundo de ayer (que yo leí en español en la que me pareció una magnífica traducción) y Los momentos estelares de la humanidad (esta ya sí en alemán, aunque con bastantes pérdidas). Y, entre estos últimos, el mejor sin duda el dedicado a la composición del Mesias por Haendel.

La novela que nos ocupa es eminentemente psicológica, un género en Zweig destaca por encima de ningún escritor por mí conocido (quizá Marias se le acerca; ¿Sandor Marai?). La sutileza con disecciona los sentimientos de los personajes es magistral, sin paragón. Una muestra es el ya citado capítulo dedicado a la composición del Mesias, que te hace saltar y vibrar con Haendel en su lecho.

Lo que se nos cuenta en esta novela es realmente sencillo: un militar de clase media acude a un baile organizado por el noble del lugar donde está su cuartel. Se lo pasa fenomenal, pero en un momento dado se acuerda de que sus deberes de educación le reclaman sacar a bailar a la hija del señor Kefelskava, que así se llama el noble.

No ha reparado en que la chica sufre invalidez en las piernas. Ello da lugar a un incómodo episodio, que a su vez trairá consigo nuevas visitas al palacio y una creciente relación de amistad/amor/compañía entre ambos. Eso da pie a Zweig para explorar y llevar a sus extremos el sentimiento de lástima o compasión (yo no diría piedad como se ha traducido), y su relación con el amor y la amistad.

La frase clave la proporciona el doctor que atiende a la recuperación de la dama, quien, por cierto, está casado con una señora ciega a la que no fue capaz de curar, y básicamente consiste en la diferenciación en dos tipos de compasión: aquella real, que está dispuesta al compromiso con la persona que sufre, y aquella otra a corto plazo que lo que trata es de apagar un fuego y huir, la "Impaciencia del corazón" que da título alemán a la novela. Obsérvese la fineza del análisis.

Por supuesto, estos son los momentos principales de la novela, especialmente cuando el protagonista lee determinado cuento de las Mil y unas Noches, y se identifica con el héroe del mismo que se ve atrapado y confinado a llevar a sus espaldas a un pobre pordiosero por el que tuvo lástima en un momento dado. En otro momento, hace introspección sobre la naturaleza de su compasión por la joven heredera, en comparación con la que "tiene" por su chofer al que inmisericordemente hace levantar de la cama para que le acerque al cuartel en una noche de invierno.

Hay otros momentos psicológicos dignos de mención, aunque no relacionados directamente con la compasión, como cuando hace una "lucha de sombras" con el doctor en el paseo a la estación de tren; las reflexiones de éste sobre lo que significa que una enfermedad sea incurable; la evolución de la visión que tiene Kefelskava del dinero en el momento en que muere su mujer; o el análisis introspectivo ya terminando la novela sobre la naturaleza del amor, la compasión y el desprecio de los colegas,

Como no solo de psicología vive el lector, Zweig también nos deleita con una escena digna del mejor cuento de hadas, que es el desfile con la antigua carroza por los dominios que fueron de la nobleza del pueblo. Aquí tendremos contacto con la vida rural de la época, eso sí, solo con su parte más festiva, ya que el paseo se hace un domingo.

Y para rematar y dejar claro el talento narrativo de Zweig, el mejor exponente es la filigrana que traza para contarnos el pasado de Kefelskava y cómo consiguió su riqueza, y en concreto el palacio en que transcurren los principales eventos de la obra. En efecto, para tal fin utiliza al doctor, que le está contando al protagonista (quien a su vez se lo cuenta a Zweig, que nos lo cuenta a nosotros) lo que en su moemento le contón Kefelskava, a quien a su vez se lo habían contado terceros que aparecen en su historia. Obsérvese que por momentos apacecen cinco narraciones "anidadas": Zweig nos cuenta lo que le cuenta el protagonista que le contó el doctor que le contó Kefelskava que le contó un tipo en el tren. Lo alucinante es que no te pierdes. Ese es el talento inigualable de Zweig.

Lo bueno es que tras esta novela he eliminado la pereza pre-Zweig, y ya tengo un par de libros del autor enfilados para próximas lecturas, uno de ellos la biografía de Fouché.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Sexual Desire: A philosophical Investigation, de Roger Scruton

Hace no mucho leí "Fools, Frauds and Firebrands", de Roger Scruton. Cuando indagaba sobre él, me encontré con que Scruton también tenía ensayos filosóficos sobre temas interesantes, como la música, la belleza o, por qué no, el sexo. Lógicamente, me apunté la posibilidad de leerlos una vez acabara con su libro-insignia. Y, como se puede ver, ya ha he empezado. Y lo he hecho por el relacionado con el sexo, que posiblemente sea el que menos me interesa, pero al mismo tiempo me parecía el más original: análisis filosófico del deseo sexual.

Y ya lo anticipo antes del rollo que viene (porque me temo que esta va a ser una entrada de las largas), que el libro me ha parecido magnífico, bastante mejor que el de los "Fools...", bastante más claro y bastante más constructivo. Creo que es en libros como éste donde Scruton demuestra que es un verdadero genio, un monstruo de la filosofía. Y, por supuesto, no tardaré en comenzar con los otros dos arriba referidos, empezando por "Understanding Music".

Breve referencia al estilo antes de empezar con el contenido. Scruton escribe de una forma muy didáctica y fácil de entender, aunque transmita conceptos complicados. El problema que puede tener esta lectura es el rigor con que Scruton se aplica a su tarea, llevándole a preguntarse y contestarse demasiadas cosas, quizás más de las que a uno le parecen necesarias o le gustarían. Quizá eso haga que el libro gane en entretenimiento, pero hace más difícil seguir la línea argumental básica. Por otro lado, a cualquier lector le llamará la atención la gran cantidad y variedad de citas literales que Scruton utiliza, lo que además hace en diversos idiomas, incluyendo alemán y griego, sin molestarse muchas veces en traducir. Es estas citas las que Scruton usa a modo de evidencia "científica" sobre lo que analiza.

Pero entremos ya en madera, que hay mucho que contar. El primer punto fundamental es la distinción entre la visión científica y la visión intencional del mundo (el Lebenswelt): este último es un mundo superficial, pero no por ello con menos causalidad que el científico (natural). Scruton considera que el deseo sexual es una manifestación del mundo intencional, y que por tanto no se puede explicar con las ciencias naturales, como trata de hacer Wilson a partir de su Sociobiología.
El otro punto básico de partida consiste en la aceptación de la existencia de un punto de vista privado, privativo, no compartible, sobre el que cada uno es la autoridad indiscutible (rule of authority). Scruton dedica a clarificar estos conceptos sendos anexos, que, por cierto, son lo más difícil de digerir de su ensayo.

Así pues, es en el Lebenswelt donde el "ser humano" animal, el analizable mediante la biología, pasa a ser "persona", y las personas constituyen el objeto de interpersonalidad en el Lebenswelt. De la misma forma, por ejemplo, se distingue entre sexo (visión científica, macho vs hembra en función de atributos físicos) y género (hombre y mujer, obviamente influido por los aspectos físico-biológicos, pero no coincidente con el sexo). O, y también es otro ejemplo con repercusiones en el ensayo, la visión de uno mismo como realidad presente (por tanto, guiado por los deseos existentes en cada momento) o como realidad vital (esto es, responsable no solo de lo presente, sino del pasado, de toda la vida de uno mismo). Como dice Scruton, esta visión "duradera" de las personas es un constructo que una vez más procede del Lebenswelt, y no se puede explicar científicamente por la biología.

Con estos mimbres, Scruton establece unua clasificación de los actitudes interpersonales en torno a 6 atributos, en los que luego tratará de encajar los tres conceptos que trata de explicar: arousal (excitación?), deseo y amor.

Las clasificaciones son: universal vs particular, transferible vs no transferible; con o sin propósito; mediata o inmediata; attentive o inattentive; basada en la razón, sin razón o "razonada" ex post. Aquí encaja Scruton el deseo sexual, caracterizándolo como una interacción particular, no transferible, sin propósito, inmediata, attentive, y razonada ex post (si no recuerdo mal). Esta caracterización serviría para diferenciar deseo de amistad o de amor erótico, por ejemplo.
 
Para Scruton el deseo sexual consiste en desear la unión con la persona concreta (del Lebenswelt), lo que se traduce en desear la unión física con su "embodiment", como única posibilidad real de conseguir tal unión. El autor llama repetidas veces la atención sobre la contradicción que supone el deseo sexual, al desear un sujeto pero donde la única posibilidad que existe de satisfacer tal deseo es transformarlo en objeto (deseo espiritual que solo se puede hacer en lo carnal). Es esta contradicción la que tratará de resolver posteriormente con su propuesta de moralidad sexual.
 
Armado con esta visión, es capaz de refutar (con éxito, a mi entender), tanto la teoría biológica del sexo (representada por Wilson y su Sociobiología) como la psicológica (aquí el rival es Freud). Respecto a la primera, es claro que la biología no puede explicar el sexo, por ser este un fenómeno del Lebenswelt y no puramente biológico. Más duro es el ataque contra Freud y el psicoanálisis en general. Me quedo aquí con que realmente Freud no explica nada sobre el sexo, sino que simplemente lo confina a una realidad intesteable, cual es el subconsciente. Para Freud el sexo no deja de ser un mito procedente del líbido y las zonas erotógenas, pero para él que no tiene explicación que ofrecer.

Y también con esta visión del deseo como relación interpersonal, y a modo de chequeo de sus hipótesis, Scruton dedica un capítulo a explicar, de nuevo satisfactoriamente a mi entender, aspectos de nuestra vida como la obscenidad, la vergüenza, la modestia, los órganos sexuales, los celos, o conductas como el donjuanismo, el tristanismo (querer morir por el ser amado) o el sadomasoquismo.
  
Una vez explicada la excitación y el deseo sexual, llega el momento de centrarse en el amor erótico (en oposición al amor a los hijos o a los padres), y en su relación con el deseo. La visión que tiene de esta relación me resulta muy atractiva. Para Scruton el amor supone una "integración" del deseo en el tiempo, el paso de una visión a corto plazo (satisfacción del deseo) a una a largo plazo (proyecto vital). Donde el arousal carece de razón y el deseo es se razona ex-post, la relación de amor es ya una decisión razonada, y quizá sea esta característica la que mejor permita distinguir entre estas tres relaciones interpersonales de una forma sistemática.

Lógicamente, esta visión del amor erótico es la que le lleva a proponer una moralidad sexual aristotélica, como veremos un poco más abajo. Pero previamente, Scruton analiza el concepto de perversión, para tratar de dar una visión más acorde de la misma con sus hipótesis filosóficas. Y eso le lleva a considerar como perversiones aquellas actitudes que pretenden al otro no como "persona" (del Lebenswelt) sino únicamente como objeto, como medio para su satisfacción personal. Con este criterio, analiza una serie de prácticas sexuales para ver si son perversas o no: bestialismo, necrofilia, pederastia, sadomasoquismo, incesto, homosexualidad, fetichismo, masturbación y castidad

Es este uno de los capítulos más apasionantes del libro. Y aunque predecible, no por ello merece menos la pena su lectura. Por supuesto, Scruton considera las tres primeras perversiones, pues se está tratando de satisfacer el deseo con versiones disminuidas de "personas" para poder dominarlas o evitar sus complejidades. Ni el sadomasoquismo ni la homosexualidad son, según Scruton, perversiones per se, aunque ambas (como el "amor" convencional) puedan tener versiones perversas, si alguna de las partes utiliza al otro no como persona.
 
Ya está Scruton en condiciones de proponer una moral sexual, que, por supuesto, partirá de la visión del ser humano como ente vital (el constructo de que somos todo lo que hacemos en nuestra vida). Por tanto la moral sexual, la educación sexual, ha de ser tal que permita al individuo conseguir el "amor erótico", esto es, que le posibilite trascender del mero deseo sexual (corto plazo) a un amor erótico pleno (largo plazo). Y con este criterio, una vez más Scruton se lanza a explicar aspectos tradicionales, empíricos, de la moral sexual tradicional, como puedan ser la castidad, el evitar la promiscuidad, el uso de la fantasia...

Por último, Scruton da el salto a la política, al afirmar que la implantación de una moralidad sexual como la propuesta (o cualquier otras) requiere de instituciones, pues no todo el mundo está en condiciones de leer o entender a los filósofos (la otra manera de adquirir moralidad). Aquí desliza un pequeño error respecto a Hayek, al considerar que las instituciones no pueden ser "espontáneas" y han de ser firmes, como el Estado. Parece que Scruton habría leído demasiado deprisa a Hayek, ya que cuando este autor se refiere a que las instituciones sean espontáneas, no lo está diciendo en el sentido de aleatorias , sino en su forma de aparición independiente de la voluntad de un individuo concreto.

Bueno, aquí dejo este pequeño resumen con lo que he entendido del magnífico ensayo de Scruton, que espero que os anime a su lectura. Yo, al menos, he aprendido un montón.
 
 

lunes, 6 de noviembre de 2017

El poker del mentiroso ("Liar's Poker"), de Michael Lewis

Sorpresa agradable esta lectura. Me tropiezo con él com recomendación para aquellos a los que les ha gustado "House of Lies". Esta novela, inspiradora de la serie homónima, es supuestamente una de burla de la consultoría estratégica. Y, claro, me atrae porque uno tiene un pasado tal.
 
Por su parte, el autor de "Liar's Poker" es Michael Lewis, que descubro es también el autor de "The big short" en que se basa la magnífica película homónima, con el título español "La gran apuesta". La conjunción de ambas circunstancias hace que inmediatamente me decante por la lectura, con la idea de que es una obra burla, en este caso, de los bancos de inversión.

No es así. Pero no por eso el libro desmerece, ni mucho menos. Aunque empieza como si fuera a ser paródica, tras un par de capítulos nos damos cuenta de que Lewis nos va a contar su experiencia en Solomon Brothers cuando trabajó allí en los años 80. A veces será con comentarios irónicos, a veces no, pero siempre será interesante y bien documentado.

¿Qué conclusiones de pueden extraer? Muchas y muy jugosas. La primera es que el oficio del trader no tiene nada que ver con ser inteligente o saber teoría económica o matemáticas. Es un oficio de matones, de gente que no tiene miedo a jugar con cosas muy importantes, que sigue sus instintos a morir. Esto no se adquiere estudiando, y casi el único factor relevante parece ser la juventud: esto es, no dar demasiadas vueltas a las cosas y lanzarse, las mismas razones por las que los soldados han de ser jóvenes también, si no no habría quien les arrastrara a a la guerra. Lo del master en Harvard es irrelevante, como lo prueba el background que nos explica Lewis para algunos de los principales triunfadores en la profesión, como Rainieri, o el comportamiento de muchos de estos tipos en los cursos de formación al entrar en a firma, cual si fueran niños de secundaria. Pero, vamos, se puede resumir en esta frase que dice alguno a sus compañeros:
"If you guys weren't trading bonds, you'd be driving a truck. Don't try to get intellectual in the marketplace. Just trade.'

El autor es muy crítico con métodos para invertir, como el chartismo, al parecer mucho más utilizado en Europa que los USA, y hace referencias al mismísimo pater del Value Investing, Benjamín Graham. Esto, junto a una de las frases de su epílogo "One of those beliefs is that the amount of money one earns is a rough guide to one's contribution to the welfare and prosperity of our society.", hace pensar que alguna simpatía por la economía austriaca debe de tener. 
 
Y para quien le dude, que chequee esta frase, clara crítica al mainstream estudiado por él y sus compañeros traders: 
"Studying economics was more a ritual sacrifice. I can't prove this, of course. It is bald assertion, based on what economists call casual empiricism. I watched. I saw friends steadily drained of life. I often asked otherwise intelligent members of the prebanking set why they studied economics, and they explained that it was the most practical course of study, even while they spent their time drawing funny little graphs. They were right, of course, and that was even more maddening. Economics was practical. It got people jobs." (obsérvese la ironía final)

Porque, como se ha dicho más arriba, Lewis tiene claro que lo que hacen los traders no tiene nada que ver con la economía, sino más bien con, bueno, los huevos. Dos citas al respecto:
"economic theory (which is, after all, what economics students were supposed to know) served almost no function in an investment bank" y más divertida aún, sobre la forma de reestructuras Solomon Brothers tras las primeras crisis: "The men who made the decision were practicing their favorite anatomical trick of thinking with their balls. In other words, they weren't thinking at all but trading." (subrayado mío)
 
Me llama la atención cómo Lewis describe la creación del mercado de cédulas hipotecarias, y sus famosas franjas (trenchs), detonante de la crisis de 2007, y que haga referencias a la Ginie Mae y Freddie Mac, que saltaron a la palestras en ese año. Y me llama la atención porque este libro es de 1989, pero ya ilumina con claridad las distorsiones que se estaban creando en esa parte del mercado, guiadas por las preclaras mentes de traders como los de Solomon.
 
Lewis es también crítico y se burla de aquellos pundits, periodistas, analistas, que pretenden ser capaces de explicar los movimientos de los mercados con un par de eventos ingeniosamente unidos. Y nos dice: "I spent much of my working life inventing logical lies like this. Most of the time when markets move, no one has any idea why. A man who can tell a good story can make a good living as a broker." (otro subrayado mío).
 
Lo que me lleva a otra de las frases estrella, con la que no puede estar más de acuerdo y que también  le he dicho a todo el que me ha querido oir cada vez que algún banco "alerta" de una crisis:
"(Note to members of all governments: Be wary of Wall Streeters threatening crashes. They are tempted to do this whenever you encroach on their turf. But they can't cause a crash any more than they can prevent one.)".
 
Lo cierto es que este libro, pese a su edad avanzada (en mercados bursátiles 1987 es un pasado muy lejano, se han sufrido al menos dos crisis gordas desde entonces), tiene muchas enseñanzas de actualidad, y señala errores y comportamientos que seguramente se estén repitiendo. Por eso, y porque es muy entretenido (en general, los capítulos más históricos, en que no está contando su experiencia personal, son más rollo), merece la pena leerlo.
 
Dejo algunas frases más de las que he ido rescatando de la lectura: 
"There are those who would have you think that a great deal of thought and wisdom is invested in each take-over. Not so." (en fin, mejor no pensarlo)
"A successful undergraduate investment banking interview sounded like a monastic chant." (Todos sabían lo que había que responder a cada pregunta que te hacían)
"At that time I hadn't had the education required to feel poor on forty-eight thousand dollars"
"But the traders did not become correspondingly more refined in their behavior. For each step forward in market technology they took a step backward in human evolution." (O sea que imaginemos como estarán ahora de involucionados con lo que ha cambiado la tecnología de los traders desde 1987, pensemos tan solo en Internet y los móviles)

viernes, 27 de octubre de 2017

El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín

Turno para los clásicos españoles. Esta obra, y su autor, comparten mi imaginario con don Benito (Pérez Galdós) y "La Regenta", de Leopoldo Alas Clarín, revelando con claridad que proceden de cuando estudiaba literatura en el instituto.

Tengo la sospecha de que ya la había leído. Pero, por si acaso, me la he vuelto a leer. Se trata de una obra de teatro, o sea que mal empezamos, que además está en prosa, lo que reduce aún más su interés como lectura. Y desgraciadamente, al ser un drama, tampoco hya momentos cómicos.

Por si fuera poco, su temática está completamente obsoleta: la imposición a las hijas por parte de los padres (en este caso, la madre) de un modo de vida, que aquéllas aceptaban sin rechistar, pues para ello se las había educado. No creo que en la actualidad haya muchas niñas/chicas/jóvenes que se puedan identificar con esta situación, por lo que la obra les resultara extraña. Quizá se pudiera a extrapolar a aquellos hijos que se ven frustrados en la vida por querer alcanzar el ideal que (piensan) esperan de ellos sus padres, pero me parece mucha disquisición psicológico para esta obrilla.

La historia es típica del teatro clásico: una chica (doña Paquita) se enamora de un chico (don Carlos, aunque para ella don Félix), pero su madre (doña Irene) la quiere casar con un señor (don Diego). La casualidad, siempre presente, hace que por supuesto don Diego sea el tio rico de don Carlos, lo que sienta las bases para un buen final de la obra. Por cierto, no os perdáis el momento en que, con toda naturalidad, doña Irene nos cuenta que ha tenido 20(!) hijos, de los que solo ha sobrevivido Francisca. Y no estamos hablando de hace tanto.

Pero lo importante en ella es la insistencia de don Diego por querer conocer los verdaderos sentimeintos que inspiran a doña Paquita, más allá de la educación recibida. Esto permite una cierta crítica a la educación que entonces se daba a las damas, lo que ocurre en el tercer acto, que es en el único que la obra se acerca a la dimensión de clásico que tiene. Aquí encontraremos, aparte del previsible desenlance, las frases clásicas de esta obra: "Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación", "Todo se les permite, menos la sinceridad".

Y poco más. Como ya he dicho, me parece que es una obra que ha perdido vigencia y carece de interés. Quien quiera leer teatro clásico, que se vaya a la imprescindible "La vida es sueño" (de Calderón de la Barca, en honor de quien se bautiza don Carlos como don Felix, lo que revela que también Fernández de Moratín le tiene por uno de los grandes).

miércoles, 25 de octubre de 2017

Die Rezeptur des Bösen, de Birgit Jasmund

Una brevísima entrada para comentar este corto relato, que tenía en mi kindle a consecuencia de algún regalo de Amazon.de a sus suscriptores. Y es que a libro regalado...

Se trata de una precuela de un libro de la misma autora que quizá sea más conocido, "Der Duft des Teufels" (El aroma del demonio). Tiene pinta de ser un libro juvenil, y así espero que lo sea, porque para adultos resulta muy pobre. Se trata de cómo fuerza el demonio a un alquimista para la ejecución de unos planes que le permitan aparecer en Colonia (supongo que en la novela principal), para lo que nombra a la hija del alquimista algo así como su reina. Para tal empeño, el alquimista obligará a un chaval que se encuentra por el bosque a que le ayude.

No hay casi diálogos, no hay razonamientos, ni sutileza psicológica. El alquimista ordena a su aprendiz que el siga, y si no lo hace, le tortura. Poco más. Lo único interesante es la breve descripción que hace de Trier cuando llegan a esa ciudad en pos de materiales para su alquimia.

Evidentemente, la única razón para leer este relato es practicar el alemán. O, si te ha gustado la novela principal, que asumo no traducida, poder leer algo más de sus personajes antes de que llegue la inevitable siguiente entrega.

martes, 24 de octubre de 2017

Evangeline, de Henry Wadsworth Longfellow

No creo que este poema, calificado por algunos como epopeya, sea muy conocido fuera de Canadá, y eso que el autor es un clásico inglés. En cualquier caso, para mí era lectura obligada desde que conocí de él en visita a Grand Pré en Novas Scotia, Canadá.

Evangeline es una presencia constante entre los acadios, movimiento que ha conocido un resurgir reciente de la mano del padre Lefebvre, sí, el mismo del rito cristiano homónimo. En todo caso, los acadios eran colonos franceses que se instalaron en torno a la bahía de Fundy, entre Nova Scotia y New Brusnwick. Como tales, eran independientes de su Francia de origen. Pero cuando los ingleses vencieron a los franceses y les echaron de esas tierras, esta independencia no fue suficiente para borrar su ascendencia, y la desconfianza hizo que los ingleses los expulsaran de sus tierras (algunas ganadas al mar, como la de Grand Pré), en una deportación de escala épica.

Es esta precisamente la historia y el contexto de la obra que comento.

Como dije, se trata de un poema, aunque yo no diría que es épico. Y casi ni poema. Me desconcierta mucho el verso inglés éste que no rima al final, y supuestamente lo hace en el ritmo. Alguna vez leí sobre cómo se construía la poesía en inglés, pero no lo entendí demasiado, así que esta parte se escapa a mi disfrute. También he leído poesía en inglés que rima de verdad (por ejemplo, Lost Paradise, de Milton), por lo que no vale el truco de rimar por medio.

Por otro lado, la historia que narra tampoco es propiamente una epopeya en sentido clásico. De hecho, es muy simple: Evangeline acaba de comprometerse con su futuro marido, cuando se produce la deportación ordenada por los ingleses. Como consecuencia, los acadios son expulsados fuera de sus tierras sin orden ni concierto, terminando ambos amantes en barcos y destinos distintos. A partir de aqui se  nos cuenta la búsqueda de Evangeline por toda Norteamérica en pos de su amado, hasta que se vuelven a encontrar, ya a punto de morir, en Filadelfia.

Pero no nse entra al detalle de ninguna de las peripecias, prácticamente lo único que se hace es enumerar los lugares por los que pasa, por lo que no estamos ante algo similar a la Odisea. Y como no hay batalla con los ingleses, sólo orden de deportación, pues tampoco nos aproximamos a la Iliada.

¿Qué es lo más interesante que he encontrado? Las referencias a los lugares canadienses en que estuve y las descripciones que hace de los mismos en lo época de los acadios. Realmente, esto constituye la primera parte del libro, en que tenemos oportunidad también de asistir a algunas escenas costumbristas. Luego, ambos son deportados, y entramos en una segunda parte que básicamente en una descripción de los lugares a los que le lleva su búsqueda a Evangeline, empezando por Lousiana, y terminando con Filadelfia, pero pasando incluso por ciudades entonces españolas (y calificadas como tal propio Longfellow), como Adayes. Es en la descripción de estos sitios, en la riqueza de comparaciones y metáforas, donde más destaca esta obra.

En resumen, entiendo que esta obra sea un clásico para los Acadios, pero a mí me ha resultado mediocre. Cosa que ya me ha pasado, por cierto, con algunas otras obras clásicas en determinados países, como el Popol Vuh o "La hija del adelantado", en Guatemala, o "Bajo el Yugo", de Ivan Basov, en Bulgaria. Se trata de enternecedores clásicos locales que raramente alcanzan un nivel global, pero posiblemente porque no merecen tal atención, no porque sean locales.

lunes, 23 de octubre de 2017

Past Mortem, de Ben Elton

Segundo libro que leo del autor en este mes, en esta fase de recuperación que le estoy haciendo tras tenerlo años abandonado y acumulando sus obras. Esta lectura ha sido en libro físico, no en kindle, como son prácticamente todas las que hago.

Curiosamente, este libro lo compré nada más verlo publicado, y lo mantuve en bodega como a los buenos vino, para degustar su lectura en el momento más apropiado, pues Ben Elton es (era?) mi autor inglés contemporáneo preferido. Pero por el camino llegó el Kindle y el libro se quedó varado. Me ha costado Dios y ayuda dejar el kindle de lado, pero era justicia que tarte o temprano tenía que hacer a esta adquisición.

Y me he encontrado con posiblemente el peor libro de Ben Elton de los que he leído hasta el momento, y solo me quedan dos más, que preveo leer el próximo mes. Se trata de una novela policíaca al más puro estilo clásico, con asesino en serie e intriga hasta el final para saber quién es el asesino. El puro relato policíaco se adereza con los complejos sexuales del detective protagonista, tanto respecto a sus antiguas compañeras de cole como a la actual colega del trabajo.

El problema del libro es que no hay más. Por supuesto, se mantiene el estilo brillante y absorbente tan propio de Ben Elton, pero, esta vez no hay críticas sociales ni las disgresiones cómicas que aprendí a apreciar en sus libros. Apenas hay un chiste o dos en toda la novela. Pero lo peor es que es completamente predecible: el asesino se adivina prácticamente la segunda vez que aparece, y a partir de ahí la narración es bastante aburrida: lo único que quieres es que avance la secuencia de asesinatos para que se confirme la teoría que manejas. Como ocurre esto, también te esperas hasta las sorpresas y giros narrativos. Muy flojo y muy inverosimil por momentos. El tema principal es el bullying en los colegios, lo que tampoco ayuda a que se pueda bromear mucho con el tema.

Quizá lo mejor de la novela es la escena erótica dura en que el protagonista se relaciona con una de sus ex compañeras de cole, en que hacen mil guarrerías de esas que hemos oído hablar y cuya gracia, al menos un servidor, no entiende. Y Elton ratifica mi sospecha, al describir como se siente el protagonista al hacerlas: sucio, asqueroso, aunque su excitación le impide oponerse frontalmente a su desarrollo ante el entusiasmo de su compañera. Contrasta mucho esta escena con otro que habrá posteriormente con otra de las protagonistas. Como digo, tal vez lo más interesante de la novela, estas escenas y sobre todo su contraste.

En cuanto al momento más divertido, ocurre cuando inspeccionan el diario de una joven política conservadora, y está compuesto de la actividad habitual de un político: peluquería, maquillaje, TV, gimnasio, radio... La crítica a la actividad política es manifiesta aunque sutil. Por otro lado, los de mi generación disfrutarán de las constantes referencias a los 80, tanto a su música, como al cine ("Superdetective en Hollywood") o a las series.

Termino con un sintagma que me ha encantado:"untended unloved communitary garden". La tragedía de los Comunes en las palabras de Ben Elton.

lunes, 16 de octubre de 2017

La amante de Bolzano, de Sandor Marai

Vuelvo a leer a Sandor Marai después de más de 10 años. Entonces leí la que posiblemente sea su obra más conocida, "El último encuentro", y me gustó bastante (aunque por mi vida no recuerdo nada de ella).

Presumo que con ésta me pasará lo mismo (o me pasaría, si no fuera por esta entrada en el blog). Se disfruta mientras se lee, porque es una novela magníficamente escrita (o, al menos, traducida), muy al estilo Javier Marías. Pero en una obra en la que realmente no ocurre nada, y todo se queda en los diálogos, casi monólogos, de los tres personajes principales. Por eso, parece que lo importante será las reflexiones sobre la vida que estos te trasladan, pero tampoco uno tiene humor en una novela para meterse en reflexiones demasiado profundas. Para eso, leo a Scruton o a algún otro filósofo, no a Marai.

La historia, o más bien, la escena, transcurre en Bolzano, algo fácil de adivinar a tenor del título. Allí ha llegado Giacomo Casanova tras escaparse de Venecia con un compañero, el monje Balbi. Y es en Bolzano donde hace, por así decirlo, parada y fonda, para planificar su futuro.

Al principio, parece que el tema va a tener que ver con la libertad y la rebeldía contra el tirano. Hay en general excitación allá por donde circula Casanova, despertando emociones en la gente con la que tiene contacto más o menos indirecto. Por eso le dicen que "parece que en tu equipaje llevas emociones humanas". Pero el tema no se desarrolla más. Luego tenemos un magnífico diálogo (este sí), entre Casanova y el banquero que le va a prestar dinero, donde uno habla de crédito y otro de garantías.

Pero todo ello no es más que la preparación para los encuentros decisivos con el Conde de Parma y la esposa de éste, que fuera amante de Casanova hasta que éste perdió un duelo con el primero. Estos encuentros se solventan con otros tantos monólogos: primero el del conde, luego uno interno de Casanova mientras se disfraza para la fiesta, y uno final de Francesca, la amante de Bolzano.

En el primero, el conde entrega una misiva que ha interceptado de Francesca a Casanova, que únicamente tiene tres palabras "Te debo ver". La magistral disección de tan escueto mensaje le lleva al conde un montón de páginas, hasta llegar a su conclusión y encargo al protagonista. Eso sí, no queda claro si el conde está siendo simplemente sarcástico con lo magistral del mensaje. En cualquier caso, tendremos frases como ésta: "Sí, hijo, es más difícil escapar de un sentimiento que no ha llegado a su término que de los Plomos durante la noche", en referencia a la fuga de Casanova.

En el segundo, Casanova comparte sus reflexiones internas mientra se disfraza de dama para la fiesta en que ha de re-conquistar a la dama, acto que piensa consumar en su habitación. Sin embargo, estas reflexiones quedarán interrumpidas por la aparición de Francesca, disfrazada precisamente de caballero. Así que se produce la paradoja de la conquista al revés. Y ello en otro monólogo magnífico que esta vez realiza Francesca, puntuado por las emocionantes respuestas de Casanova. Ese "Es poco" con que responde a la primera tirada de su amanta es literalmente "breathtaking". También de éste quiero rescatar una frase: "Es un arma (la razón) sin fuerza ni posibilidad de victoria en el duelo de los sentimientos". Dedicado a los que quieren razonar con pensadores de izquierdas.

La obra se cierra con la rendición de cuentas de Casanova a su contratista, lo que permite a Maria otra de esas frases por las que merece la pena leerle: "La aventura ha sido nivea, excelencia, y no obstante ha encerrado en sí misma todos los colores que expresan y significan algo para las personas que vivimos en este mundo.". Se va y no hay más que la frase con que cierra la novela: "Solo a ti para siempre", muy de Javier Marias.

Ahora quedarían mis reflexiones al respecto, pero no las tengo nada claras. El conde está ofreciendo a Casanova una vida resuelta; Francesca, el amor indeleble, incluso algo agobiante. Entre ambos, Casanova opta por huir: ¿representa el miedo a madurar? ¿el miedo a sacrificar la libertad por el compromiso? Yo ni idea.

Marai es siempre una buena lectura, aunque no tengo tan claro ya que sea tan buena como me pareció en el pasado. Me resultan más interesantes novelas con acontecimientos históricos o ritmos más trepidantes, que éstas llenas de reflexiones.

sábado, 14 de octubre de 2017

Retrato del Colonizado ("Portrait du Colonisé"), de Albert Memmi

Cuando comenté Las 100 claves de África, ya dije que de las cosas más aprovechables de su lectura había sido la obtención de nuevas referencias de literatura africana. Este es el primer libro que leo de los que allí me resultaron atractivos.

Y comienzo con un ensayo, no propiamente literatura, pero que me ha resultado a la par ameno e informativo. Y eso que los comienzos no podían ser más desalentadores, con un prólogo de Jean Paul Sartre, a quien he tomado cierto miedo tras leer a Scruton, y un claro sesgo izquierdista del autor que se percibe nada más empezar a leer el ensayo. Y, no obstante, creo que se trata de una visión muy completa del tema y, paradójicamente, muy fácil de aplicar a situaciones actuales. El propio Memmi se plantea si su ensayo no debería de ser más bien un "retrato" del oprimido, en vez de solo del colonizado, pero no se atreve con la generalización, porque no quiere apartarse de su propia experiencia.

El ensayo propiamente tiene dos partes, o dos retratos: el del "Colonizado" le da el título, pero también hay un retrato del "Colonizador", que es con el que empieza el ensayo. Si bien Memmi circunscribe su experiencia a la de colonizado (en concreto, en Túnez), también se apresura a confesar que, dada la jerarquía impuesta en las sociedades colonizadas, él se puede ver como "colonizador" de otros grupos inferiores.

En cuanto al colonizador, Memmi explica su comportamiento en torno a tres parámetros: beneficio, usurpación, privilegio. Ello explica porque los "colonialistas" se corrompen en colonizadores por muy buenas intenciones que tuvieran al principio. Y también explica la incompatibilidad entre ser de izquierdas y ser colonizador, en uno de los pasajes más incómodos del libro: Memmi tiene una visión de los pensadores de izquierdas bastante distinta de la que tenemos en la actualidad, sobre todo cuando los pone como defensores de la libertad. En todo caso, su razonamiento le lleva a que un colonizador solo puede ser fascista. Y no está mal razonado, lo que falla es realmente la visión idealizada que tiene de la izquierda.

Porque Memmi sí parece tener claro que gran parte del problema del colonialismo es el Estado, aunque a veces lo agrupe con la economía. Es especialmente revelador el apartado dedicado a analizar cómo los ciudadanos de la metropoli son también explotador por el colonizador vía el Estado. O sea que los privilegios de los colonizadores los garantiza el Estado (no el mercado) mediante los impuestos de los ciudadanos, lo de siempre. Este se completa con un análisis hayekiano (Why worst get on top) explicando porque los colonizadores son normalmente gente muy mediocre.

Después de este primer retrato, el segundo, el del Colonizado, resulta un contrapunto, tanto en contenido como, sobre todo, en riqueza de ideas. Parece que Memmi se vacia en el primero, y se queda sin nada para el que da título al libro. Quizá la causa sea que Memmi no nos da tanto una visión del Colonizado, como la visión que el Colonizador tiene del Colonizado. Porque no me creo que los colonizados se ven a sí mismos como vagos o negligentes, como empieza describiendo Memmi.

No obstante, sigue habiendo ideas muy aprovechables. Por ejemplo, cómo el colonizado se ve constreñido a actuar como tal, tanto por las instituciones externas, impuestas por el Colonizador precisamente para subyugarle, como por la propia presión interna, que vienen de su grupo e incluso de su propia percepción psicológica.

Memmi a continuación analiza cómo puede el Colonizado alcanzar un statu quo similar al del hombre "normal", no necesariamente privilegiado, y concluye que la única posibilidad es la revolución. En efecto, la asimilación no es el camino, porque si el colonizador la acepta, destruira la propia relación colonial y se acabarán sus privilegios. Por tanto, es un imposible fáctico: la asimilación del colonizado supondría el fin de la colonia. Ello deja como único camino la revolución, y ello conlleva la vuelta a los valores tradicionales del colonizado (religión típicamente) pero de una forma radical, ya que para afirmarse a sí mismo necesita negar todos los valores del colonizador, incluso los que serían positivos. Se rechaza a todos los colonizadores y a todos sus valores.

La verdad es que este ensayo me ha sorprendido muy gratamente, pese a los inicios aparentemente izquierdistas. Y también me ha sorprendido, aún más, por su vigencia y actualidad. Me explico. Aunque es evidente que ya no existen colonias, el análisis que se realiza puede valer para cualquier grupo opresor en relación con sus oprimidos, con independencia del grado de opresión. Por ejemplo, puede valer para entender los comportamientos de los políticos en países como el nuestro, donde se han puesto por encima de la ley, y se les puede considerar como casta opresora, y sus votantes como oprimidos.

O también puede valer para analizar el caso que estamos viviendo en tiempo real en la cercana Cataluña. ¿De verdad son "colonizados"/oprimidos los catalanes? La verdad es que de la lectura de este ensayo, parece más bien que los "colonizados" seríamos el resto de españoles, y especialmente los que viven en Cataluña. Resulta estremecedor la coincidencia de la descripción.

Por último, y más interesante aún, creo que este ensayo proporciona claves para comenzar a entender lo que ocurre en países como Irak, Afganistán y otros países asiáticos y africanos. Sería muy interesante conocer qué hubiera dicho Memmi con la perspectiva actual. Pero yo diría que lo clavó, y nos ha aportado una explicación sobre las causas de ese fanatismo.

Ya sé que acabo de recomendar HHhH como lectura, pero me temo que me toca hacer otro tanto con este ensayo de Memmi. Además, este me parece imprescíndible.