sábado, 25 de noviembre de 2017

Creación y evolución, de Guido Pagliarino

Llego a este ensayo de la mano de su traductor, Mariano Bas, compañero de tertulias. Como reciente descubridor de la teoría de la evolución (hasta sus últimas consecuencias) y antiguo creyente, sigue vivo mi interés por tratar de conciliar el cristianismo-catolicismo con las consecuencias de asumir la teoría de la evolución como explicación para la aparición del ser humano. Si tal conciliación es posible, mi catolicismo sería recuperable. Esta lectura es un primer paso en esta indagación, aunque no sé si habrá más.

Este ensayo es magnífico, muy claro, breve y al punto, sin entretenerse en zarandajas. Propone breves resúmenes, que a mí parecen acertados, de la teoría de la evolución así como de la posición de los creacionistas, hace su análisis (muy sencillo, como se verá) y se cierra con las posiciones de los Papas recientes según recogen sus Encíclicas, así como el resumen de la obra de un par de evolucionistas cristianos.

También hace un estudio de la relación de las distintas ramas del cristianismo y de otras religiones con respecto a la teoría de la evolución. Aquí ya se revela cuál es, desde mi punto de vista, el objetivo del ensayo. Digamos que su público objetivo no son tanto los evolucionistas-ateos, como los cristianos-creacionistas, que el autor identifica estadísticamente con los protestantes.

Pero vamos con lo que a mí me interesaba. ¿Por qué es compatible el evolucionismo con la existencia del Dios cristiano? Me temo que el argumento es endeble, aunque sí es cierto que proporciona un resquicio para quien quiera o necesite tener fe. Básicamente, el argumento de Pagliarino es que no se ha podido demostrar con evidencia empírica que el curso de la evolución no sea dirigido, esto es, que sea aleatorio, como teoriza Darwin. Por tanto, pudiera ser que el proceso estuviera dirigido por una voluntad superior, divina.

Poco puedo discutir sobre esto. Hasta dónde yo he leído de momento, no he encontrado la evidencia directa que pide Pagliarino, sea en uno u otro sentido. Es cierto que los tiempos manejados por Darwin, coherentes con los tiempos geológicos, son compatibles con el proceso evolutivo aleatorio, pero esta no prueba que lo sea.

Lo que sí sabemos es que la ciencia avanza, continuamente. Y conforme avanza, los creyentes se ven confinados en requicios cada vez más estrechos. Antaño nos bastaba creer que Dios había hecho al hombre, a nadie se le había ocurrido otra explicación; y con anterioridad se creía que los rayos los lanzaba Júpiter. Ahora hay explicaciones verificables alternativas para ambos fenómenos. Digamos que ahora los creyentes creen que Dios ha guiado el proceso evolutivo para hacerlo llegar al ser humano, ya no creen que Dios haya creado al hombre directamente.

¿Se acabarán alguna vez estos resquicios para la fe? No creo. Deutsch nos explica en "The beginning of Infinity" que siempre existirán problemas que resolver, cosas que investigar. Y que cada problema solucionado, abre un sinfin de nuevos problemas cada vez más estrechos y lejos de la experiencia cotidiana.

En otras palabras, tarde o temprano se encontrará la evidencia incontestable de que el proceso es aleatorio (o no); pero ello dará lugar a otra serie de incógnitas aguas arriba, para las que no habrá evidencia científica en ese momento. Será el nuevo refugio de los creyentes, que encontrarán su creencia más compleja y más estrecha, pero en todo caso posible.

Además de esta idea principal, el ensayo también se refiere a un par de ideas teológicas adicionales: por un lado, la posibilidad de considerar a Jesucristo, al Dios hijo, como el hombre completo, esto es, la evolución del homo sapiens. Por otro, la idea de la discontinuidad evolutiva según la cual Dios habría puesto el alma en los homínidos previos para dar lugar al homo sapiens. No merece la pena su discusión científica, por lo ya dicho: si se acepta que la evolución ha podido ser guiada por una voluntad superior, es claro que la misma podría haber hecho estas cosas, así como tenernos como un paso más hacia el hombre perfecto.

Como dije, me ha gustado este ensayito, aunque no haya alterado, desafortunadamente, mis convicciones. Se lee bien y rápido, y se entiende estupendamente. Además, la traducción es excelente, o sea que queden aquí mis felicitaciones para el causante de la misma: Mariano, enhorabuena.

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