viernes, 10 de noviembre de 2017

Sexual Desire: A philosophical Investigation, de Roger Scruton

Hace no mucho leí "Fools, Frauds and Firebrands", de Roger Scruton. Cuando indagaba sobre él, me encontré con que Scruton también tenía ensayos filosóficos sobre temas interesantes, como la música, la belleza o, por qué no, el sexo. Lógicamente, me apunté la posibilidad de leerlos una vez acabara con su libro-insignia. Y, como se puede ver, ya ha he empezado. Y lo he hecho por el relacionado con el sexo, que posiblemente sea el que menos me interesa, pero al mismo tiempo me parecía el más original: análisis filosófico del deseo sexual.

Y ya lo anticipo antes del rollo que viene (porque me temo que esta va a ser una entrada de las largas), que el libro me ha parecido magnífico, bastante mejor que el de los "Fools...", bastante más claro y bastante más constructivo. Creo que es en libros como éste donde Scruton demuestra que es un verdadero genio, un monstruo de la filosofía. Y, por supuesto, no tardaré en comenzar con los otros dos arriba referidos, empezando por "Understanding Music".

Breve referencia al estilo antes de empezar con el contenido. Scruton escribe de una forma muy didáctica y fácil de entender, aunque transmita conceptos complicados. El problema que puede tener esta lectura es el rigor con que Scruton se aplica a su tarea, llevándole a preguntarse y contestarse demasiadas cosas, quizás más de las que a uno le parecen necesarias o le gustarían. Quizá eso haga que el libro gane en entretenimiento, pero hace más difícil seguir la línea argumental básica. Por otro lado, a cualquier lector le llamará la atención la gran cantidad y variedad de citas literales que Scruton utiliza, lo que además hace en diversos idiomas, incluyendo alemán y griego, sin molestarse muchas veces en traducir. Es estas citas las que Scruton usa a modo de evidencia "científica" sobre lo que analiza.

Pero entremos ya en madera, que hay mucho que contar. El primer punto fundamental es la distinción entre la visión científica y la visión intencional del mundo (el Lebenswelt): este último es un mundo superficial, pero no por ello con menos causalidad que el científico (natural). Scruton considera que el deseo sexual es una manifestación del mundo intencional, y que por tanto no se puede explicar con las ciencias naturales, como trata de hacer Wilson a partir de su Sociobiología.
El otro punto básico de partida consiste en la aceptación de la existencia de un punto de vista privado, privativo, no compartible, sobre el que cada uno es la autoridad indiscutible (rule of authority). Scruton dedica a clarificar estos conceptos sendos anexos, que, por cierto, son lo más difícil de digerir de su ensayo.

Así pues, es en el Lebenswelt donde el "ser humano" animal, el analizable mediante la biología, pasa a ser "persona", y las personas constituyen el objeto de interpersonalidad en el Lebenswelt. De la misma forma, por ejemplo, se distingue entre sexo (visión científica, macho vs hembra en función de atributos físicos) y género (hombre y mujer, obviamente influido por los aspectos físico-biológicos, pero no coincidente con el sexo). O, y también es otro ejemplo con repercusiones en el ensayo, la visión de uno mismo como realidad presente (por tanto, guiado por los deseos existentes en cada momento) o como realidad vital (esto es, responsable no solo de lo presente, sino del pasado, de toda la vida de uno mismo). Como dice Scruton, esta visión "duradera" de las personas es un constructo que una vez más procede del Lebenswelt, y no se puede explicar científicamente por la biología.

Con estos mimbres, Scruton establece unua clasificación de los actitudes interpersonales en torno a 6 atributos, en los que luego tratará de encajar los tres conceptos que trata de explicar: arousal (excitación?), deseo y amor.

Las clasificaciones son: universal vs particular, transferible vs no transferible; con o sin propósito; mediata o inmediata; attentive o inattentive; basada en la razón, sin razón o "razonada" ex post. Aquí encaja Scruton el deseo sexual, caracterizándolo como una interacción particular, no transferible, sin propósito, inmediata, attentive, y razonada ex post (si no recuerdo mal). Esta caracterización serviría para diferenciar deseo de amistad o de amor erótico, por ejemplo.
 
Para Scruton el deseo sexual consiste en desear la unión con la persona concreta (del Lebenswelt), lo que se traduce en desear la unión física con su "embodiment", como única posibilidad real de conseguir tal unión. El autor llama repetidas veces la atención sobre la contradicción que supone el deseo sexual, al desear un sujeto pero donde la única posibilidad que existe de satisfacer tal deseo es transformarlo en objeto (deseo espiritual que solo se puede hacer en lo carnal). Es esta contradicción la que tratará de resolver posteriormente con su propuesta de moralidad sexual.
 
Armado con esta visión, es capaz de refutar (con éxito, a mi entender), tanto la teoría biológica del sexo (representada por Wilson y su Sociobiología) como la psicológica (aquí el rival es Freud). Respecto a la primera, es claro que la biología no puede explicar el sexo, por ser este un fenómeno del Lebenswelt y no puramente biológico. Más duro es el ataque contra Freud y el psicoanálisis en general. Me quedo aquí con que realmente Freud no explica nada sobre el sexo, sino que simplemente lo confina a una realidad intesteable, cual es el subconsciente. Para Freud el sexo no deja de ser un mito procedente del líbido y las zonas erotógenas, pero para él que no tiene explicación que ofrecer.

Y también con esta visión del deseo como relación interpersonal, y a modo de chequeo de sus hipótesis, Scruton dedica un capítulo a explicar, de nuevo satisfactoriamente a mi entender, aspectos de nuestra vida como la obscenidad, la vergüenza, la modestia, los órganos sexuales, los celos, o conductas como el donjuanismo, el tristanismo (querer morir por el ser amado) o el sadomasoquismo.
  
Una vez explicada la excitación y el deseo sexual, llega el momento de centrarse en el amor erótico (en oposición al amor a los hijos o a los padres), y en su relación con el deseo. La visión que tiene de esta relación me resulta muy atractiva. Para Scruton el amor supone una "integración" del deseo en el tiempo, el paso de una visión a corto plazo (satisfacción del deseo) a una a largo plazo (proyecto vital). Donde el arousal carece de razón y el deseo es se razona ex-post, la relación de amor es ya una decisión razonada, y quizá sea esta característica la que mejor permita distinguir entre estas tres relaciones interpersonales de una forma sistemática.

Lógicamente, esta visión del amor erótico es la que le lleva a proponer una moralidad sexual aristotélica, como veremos un poco más abajo. Pero previamente, Scruton analiza el concepto de perversión, para tratar de dar una visión más acorde de la misma con sus hipótesis filosóficas. Y eso le lleva a considerar como perversiones aquellas actitudes que pretenden al otro no como "persona" (del Lebenswelt) sino únicamente como objeto, como medio para su satisfacción personal. Con este criterio, analiza una serie de prácticas sexuales para ver si son perversas o no: bestialismo, necrofilia, pederastia, sadomasoquismo, incesto, homosexualidad, fetichismo, masturbación y castidad

Es este uno de los capítulos más apasionantes del libro. Y aunque predecible, no por ello merece menos la pena su lectura. Por supuesto, Scruton considera las tres primeras perversiones, pues se está tratando de satisfacer el deseo con versiones disminuidas de "personas" para poder dominarlas o evitar sus complejidades. Ni el sadomasoquismo ni la homosexualidad son, según Scruton, perversiones per se, aunque ambas (como el "amor" convencional) puedan tener versiones perversas, si alguna de las partes utiliza al otro no como persona.
 
Ya está Scruton en condiciones de proponer una moral sexual, que, por supuesto, partirá de la visión del ser humano como ente vital (el constructo de que somos todo lo que hacemos en nuestra vida). Por tanto la moral sexual, la educación sexual, ha de ser tal que permita al individuo conseguir el "amor erótico", esto es, que le posibilite trascender del mero deseo sexual (corto plazo) a un amor erótico pleno (largo plazo). Y con este criterio, una vez más Scruton se lanza a explicar aspectos tradicionales, empíricos, de la moral sexual tradicional, como puedan ser la castidad, el evitar la promiscuidad, el uso de la fantasia...

Por último, Scruton da el salto a la política, al afirmar que la implantación de una moralidad sexual como la propuesta (o cualquier otras) requiere de instituciones, pues no todo el mundo está en condiciones de leer o entender a los filósofos (la otra manera de adquirir moralidad). Aquí desliza un pequeño error respecto a Hayek, al considerar que las instituciones no pueden ser "espontáneas" y han de ser firmes, como el Estado. Parece que Scruton habría leído demasiado deprisa a Hayek, ya que cuando este autor se refiere a que las instituciones sean espontáneas, no lo está diciendo en el sentido de aleatorias , sino en su forma de aparición independiente de la voluntad de un individuo concreto.

Bueno, aquí dejo este pequeño resumen con lo que he entendido del magnífico ensayo de Scruton, que espero que os anime a su lectura. Yo, al menos, he aprendido un montón.
 
 

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