martes, 4 de agosto de 2020

Los hambrientos y los saciados ("Die Hungrigen und die Satten"), de Timur Vermes

Timur Vermes es posiblemente el escritor alemán contemporáneo más interesante, y del que habré de estar pendiente en adelante, tras ratificar en esta novela su calidad. Lo descubrí con el best-seller, al menos en Alemania, "Er ist wieder da", del que se hizo incluso la película. El planteamiento de aquella novela era muy original (¿qué pasaría si Hitler volviera al Berlin moderno?), conmo también lo es el de ésta, que parece mentira que dé tanto juego.

La acción comienza en uno de esos enormes campos de refugiados que existen en África, esas tiendas y tiendas de campaña que cobijan gente durante muchos años, demasiados para que mantengan la esperanza de llegar alguna vez a su tierra soñada. "Und auf der anderen Seite sieht man Zelte und zeltartige Hütten und hüttenartige Zelte und geflickte Zelte und löchrige Zelte und verlassene Zelte und überfüllte Zelte". En ellos, hay ya una forma de vivir, se vive con cierta seguridad, pero sin posibilidad de desarrollarse: la supervivencia está asegurada, pero nadie puede o quiere invertir para mejorar en calidad de vida, y digo invertir porque lo podrían hacer los propios refugiados, como bien se plantea en la novela.

Así las cosas, se presenta allí una presentadora, Nadeche Hackenbush, con la intención de rodas unos cuantos episodios para un reality-show llamado "Engel im Elend" (juego de palabras que se pierde en la traducción, "Ángel en la Misería"). Allí conocerá a Lionel, africano lleno de espíritu emprendedor, y juntos se embarcarán en una reedición de la huída de Egipto, elevada a 150.000 personas a través del norte del África, y bien pertrechados y financiados por el reality de Hackenbush, que anticipa un gran éxito de audiencia y publicidad. Es una huída hacia adelante en toda regla, de gente a la que sólo esta marcha desesperada parece una salida realista: "Noch vor Sekunden war sie der Engel, sein Engel, dessen Schwingen ihn in ein besseres Leben tragen würden. Jetzt kettet sie ihn an diesen verfluchten Boden."

Como buen alemán, Vermes presta gran atención a la logística de esta marcha. La solución se establece con un convoy de camiones que proveen agua, alimentos e incluso cobertura móvil, a los refugiados. Estos camiones están numerados, y al llegar la noche se colocan en lugares predeterminados. Todo ello, obra de un personaje mafiosillo llamado Mojo, que nos da excelentes momentos en la novela, pues habrá más problemas logísticos que resolver, entre ellos la recogida de la cacarruta que deja la marcha, no os perdáis los cálculos que nos propone Vermes.

Resuelto los problemas logísticos y con la multitud en marcha hacia Alemania, Vermes se puede concentrar en la actitud del productor del programa y, sobre todo, en la acción de los políticos, en los dilemas que plantea una situación cómo la descrita. ¿Qué harían los alemanes si esto pasara? ¿Dejarían entrar en su país una procesión de 250.000 refugiados?¿O cerrarían sus fronteras? ¿Y cómo harían esto sin acudir a la violencia (algo con lo que cuenta Sensenbrick, el productor del programa?

Las reflexiones son muy interesantes. Por ejemplo, el ministro del ramo tiene claro que, para que otros países cierren sus fronteras, tiene que ser creíble que Alemania las va a cerrar. En otro caso, los otros paísese dejarán pasar a los refugiados y hasta las facilitarán la travesía, dado que NO se van a quedar en su país. Esto se escenifica perfectamente cuando la marcha llega a las fronteras de Turquía. Las gestiones alemanas no dan resultado porque los turcos no están dispuestos a usar la violencia bajo la vigilancia de las cámaras de las distintas TVs alemanas, y optan por una solución inesperada: montar a los refugiados en autobuses para acelerar su tránsito por Turquía.

Y es que los alemanes no reaccionan con mucha apertura ante la llegada masiva de refugiados: "Statt Spendengeld und Sojamehl: Mauerbau und Schießbefehl!" ("En lugar de ayudas y harina, construcción de muro y orden de disparo"), gritan en las manifestaciones que se producen, y que fuerzan a los políticos a buscar soluciones como la expuesta arriba. De hecho, una solución revolucionaria propuesta por un experimentado ministro es recibida de la forma que verá quien lea la novela, en un capítulo digno del mejor Gunter Grass. Este mismo ministro también protagoniza un capítulo en que maneja de forma magistral al presentador hostil de un programa de TV. Ambos capítulos catapultan a Vermes en su calidad literaria.

Es difícil contar mucho más sin revelar los contenidos de la novela, por lo que voy cerrando la entrada. Dejo aquí algunas frases, empezando con esta que sintetiza perfectamente la desesperación de los refugiados y su actitud en este marcha, cuando los distintos países advierten a Lionel de que no podrá atravesar su frontera y que posiblemente mueran en el intenro: "Wir erwarten auch vom Meer nicht, dass es uns die Durchreise erlaubt. Wir gehen einfach weiter und sehen, ob wir sterben." ("Tampoco esperamos nada del mar que este viaje por tierra nos permita. Simplemente seguiremos y veremos si morimos").

Frase sarcástica sobre el reciclado de botellas (hablando los refugiados): "Kann doch sein: Die Deutschen haben so viel Bier, dass sie nicht genug Flaschen haben." ("Puede ser: los alemanes tienen tanta cerveza que no tienen suficientes botellas").
Otra, ésta para describir la actividad de un político, por él mismo: "Ich verschiebe Scheiße von hier nach dort und von heute auf morgen." ("Empujo mierda de aquí hacia allá, y de hoy a mañana").

Y cierro con una metáfora que revela la capacidad literaria de Vermes: "Ein richtig gutes, wirkungsvolles betretenes Schweigen ist wie Pfannkuchenteig: Es landet mit einem lauten Zischen in der Mitte, und dann sieht man geduldig zu, wie es sich langsam ausbreitet." ("Un silencio verdaderamente bueno y efectivo es como la masa de las tortitas: aterriza con un siseo alto en el medio, y entonces se va viendo pacientemente como se ensancha poco a poco").

 Recomiendo la lectura de esta novela, que observo ha sido traducida a nuestra lengua. No tiene pinta de que una buena traducción vaya a desmerecer mucho el libro, pese al buen oficio de Vermes. Por mi parte, seguiré atento y leyendo su producción.