miércoles, 26 de octubre de 2016

Invirtiendo a largo plazo, de Francisco García Paramés

Desde que me enteré de que Paramés iba a sacar un libro, puse en la máxima prioridad su lectura. No todos los días tiene uno la oportunidad de leer sobre la experiencia de uno de los mejores gestores de fondos de inversión del mundo, y seguramente el mejor de España y Europa. Vamos, un tipo del que estar orgulloso, y que además es miembro del Instituto Juan de Mariana y firme convencido de la Escuela Austriaca de Economía.

Dicho y hecho: casi según salió me hice con él y ya lo he leído, interrumpiendo lecturas previas en lugar de terminarlas como suelo hacer. La curiosidad me podía más que la disciplina lectora.

Lo primero que hay que hacer es agradecer al autor el esfuerzo que ha hecho para hacernos llegar su experiencia. No tenía por qué hacerlo, pero lo ha hecho. Y es que desde el principio, casi lo confiesa el propio autor, se nota que eso de escribir no es algo que se le dé bien a Paramés. Tiene pinta de que le ha costado dios y ayuda terminar este libro hasta dejarlo en algo publicable. Buena muestra de ello son la cantidad de páginas que dedica a tablas con los valores de sus carteras, gráficos confusos, reproducción de material previo (como sus cartas a los inversores o una entrevista) y, el record absoluto, las páginas dedicadas a fotos sobre activos reales, como si uno no supiera lo que es una casa. Y eso en un libro de 368 páginas, en las que se incluyen notas al pie y bibliografía. En fin, lo importante es que existe.

El libro se estructura en dos partes: en la primera Paramés dice que nos va a contar su vida personal para contextualizar su desempeño como inversor; en la segunda, nos cuenta los fundamentos teóricos y en general sus consejos para la inversión.

Respecto a la primera parte, observad que digo que "dice que nos va a contar". En la práctica, solo nos cuenta un poco de su adolescencia y hasta sus comienzos como inversor. Luego ya prácticamente no nos cuenta nada de él, centrándose en los valores en los que invierte, su evolución profesional y la evolución de Bestinver. Esto lo adereza con los vaivenes de su cartera en los distintos momentos económicos desde que empieza como gestor de inversiones. Paramés confiesa ser tímido y esta parte biográfica es prueba evidente de dicha timidez. Por cierto, lee mucho, aunque no literatura (prefiere el ensayo), y dentro de la literatura parece que le gusta mucho el señor Proust, para mí insoportable.

Paradójicamente, lo más interesante de esta primera parte son esos atisbos en el verdadero Paramés, como cuando nos cuenta las razones por las que estudió Económicas, su paso por el IESE, su encuentro con las acciones a través de Business Week o cómo entró en Acciona. A partir de este momento, la lectura pierde mucho interés (para mí), por lo expuesto más arriba: Paramés se oculta en sus carteras, en las crisis económicas y en su sufrimiento como inversor, y no nos deja ver mucho más de él. Pero el problema es que tampoco explica mucho de por qué hace lo que hace.

En la segunda parte, comienza con el capítulo que más curiosidad me despertaba, el dedicado a la Economía Austriaca. Me ha resultado algo decepcionante: la mayor parte es bastante repetitivo y conocido, y solo cobra vuelo cuando nos cuenta sus conclusiones prácticas de cara a la inversión a partir de las enseñanzas de dicha Escuela. A continuación, dedica algunos capítulos a los distintos tipos de inversión, con diversas recomendaciones todas ellas muy razonables, aunque no inesperadas. Lo más importante es que nos recomienda tener nuestros ahorros en acciones, pues las ve como la inversión más segura. Ello no implica que tengamos que elegir nosotros las acciones, podemos optar por fondos de inversión de todo tipo, aunque él nos recomienda los semi-pasivos, a menos que conozcamos bien al gestor y nos fiemos.

Una vez hecho esto, por fin Paramés se adentra en la inversión directa en acciones- Aquí es donde comienza a despegar el libro, que alcanza una espectacular altura en el capítulo dedicado a identificar el momento idóneo para invertir en una acción. Digamos que para el autor lo importante no es tanto conocer el valor de la empresa, sino detectar el momento en que está barata en el mercado. Por supuesto, Paramés dedica muchas páginas a ver cómo identificar las buenas compañías para invertir y alguna a cómo valorarlas (básicamente, elegir un multiplicador adecuado para el flujo de caja anual), porque para él lo primero es lo realmente importante y donde se debe de concentrar el esfuerzo. No merece la pena hacer complejos modelos matemáticos para el valor, lo importante es conocer bien la empresa y sus fortalezas.

Pero una vez tenemos el valor y miramos al mercado, solo conviene comprar si el precio no está reflejando dicho valor. Y es aquí donde realmente es original la aportación de Paramés (al menos para mí) pues nos hace un listado de las condiciones en que, de acuerdo a su experiencia, el mercado infravalora una acción. El inversor astuto debe estar al acecho de estas oportunidades para las empresas que ya ha seleccionado. Magnífico y absorbente capítulo, y que por si solo justifica la lectura del libro.

Desde aquí al final, ya vamos aterrizando, con otro interesante capítulo dedicado a explicar la psicología del inversor y las explicaciones (proporcionadas sobre todo por Kahneman, a quien también he reseñado en este blog) para estos comportamientos irracionales en los que creo que todos nos veremos reflejados. Pero, digamos que a estas alturas lo mejor ya ha pasado.

He comenzado diciendo que a Paramés le cuesta escribir, y creo que es así. Pero lo importante de este libro no es tanto el estilo literario como la fuerza de las ideas que Paramés nos quiere transmitir, algo que consigue porque lo hace desde la sinceridad y la razón. Es como estar hablando con un colega en el bar, un colega excepcional eso sí, muy convencido de lo que te está contando y con fuertes razones para soportar lo que te dice. Y tan fuertes, el mejor gestor de fondos de España! Gracias de nuevo por esta oportunidad.

miércoles, 19 de octubre de 2016

2084: El fin del mundo ("2084: La fin du monde"), de Boualem Sansal

Este libro es raro de narices. Llego a él a través de una recomendación de Houellebeq, del que acababa de leer "Soumission", y pensando que será algo similar, no sé por qué.

Y me encuentro con un libro inclasificable. Por momento, parece que va a ser una novela en que se nos cuenten las tribulaciones del protagonista Ati en el nuevo mundo surgido en 2084. De hecho, uno acepta la primera parte del libro como la contextualización de ese mundo en que se va a desarrollar la trama.

Pero no es así: lo que se pasa a Ati es relativamente poco e irrelevante, y lo único que posibilita es dar disculpas al autor para ir describiendo las características relevantes del mundo surgido tras 2084.

Pero tampoco es así, porque realmente no hay una descripción más o menos objetiva del modo de vida o las condiciones institucionales, sino un totum revolutum de pensamientos relacionados con el poder, la religión o las naciones, con lo cual parece que nos adentramos en una especie de ensayo filosófico.

Pero, y es la última que vez que empiezo así el párrafo, tampoco es así, porque realmente soy incapaz de determinar si el autor se está o no tomando a sí mismo en serio o en broma, por lo que no sé si se trata de una sátira de las religiones. En fin, que ni siquiera me he enterado de qué va el libro. Lo que sí es claro es que se trata de un homenaje a Orwell y a su 1984, tal como apunta el título.

El mundo que se nos describe está dominado por el fundamentalismo religioso, de una religión monoteista cuyo dios es Yölah y su delegado en la Tierra un tal Abi. En ese mundo, existen una especie de milicias que vigilan el adecuado cumplimiento de todos los preceptos, incluyendo revisiones (exámenes) periódicos de cada uno de los ciudadanos para ver cómo se mantiene su fe.

Las peripecias de Ati y sus colegas nos permitirán conocer los ghettos de este mundo, en los que rebeldes, eso sí, permitidos por el poder hegemónico. Porque, según nos dice el autor, "ser tu propio enemigo es la mejor garantía para ganar todos los golpes". También podrán visitar el centro burocrático de poder, una especie de pirámide gigante.

Como ya he confesado, poco más puedo contar de la trama, porque apenas me he enterado de adónde iba o de dónde venía, entre toda la disgresión filosófica seria o satírica. Entre las cosas que me han llamado la atención está la "hipótesis" de que la nueva religión debía vehícularse sobre su propio lenguaje para tener éxito: así el tal Abi dio al pueblo el Abilang, lengua "sagrada que era de naturaleza electroquímica, con alguna componente nuclear sin duda" (así os hacéis una idea del grado de frikismo del autor).

Y cierro con otra muestra de sus afirmaciones, en este caso sobre la religión: "la religión se puede construir sobre lo contrario de la verdad y volverse por este hecho la guardiana encarnizada de la mentira original". Hala, ahí queda eso.

Por supuesto, no puedo recomendar la lectura de este extraño libro, aunque soy consciente de que quizá ganara mucho si le diera un segunda lectura y me enterara de algo más.

jueves, 6 de octubre de 2016

Svein, el del caballo blanco ("The Pale Horseman"), de Bernard Cornwell

Segunda entrega de las nueve (!) que al parecer tiene esta saga sobre la formación de Inglaterra a finales del siglo IX. La primera es la conocida "El último reino", cuyo título es el que se está usando para bautizar la serie televisiva basada en las novelas. Fue gracias a dicha serie de la BBC que llegué a estas novelas y a este autor.

La verdad es que poco voy a poder añadir a la entrada sobre "El último reino" en cuanto a estilo del autor y a sus reflexiones. Se mantiene la narración tosca en primera persona del protagonista Uhtred, y se mantienen las reflexiones especialmente en relación con la religión, bastante menos en esta ocasión en relación con costumbres civiles.

Predominan en esta ocasión más las ideas sobre la reputación del guerrero y la importancia que ésta tiene a la hora de establecerse como señor creíble antes sus congéneres y posibles seguidores. Es por el mantenimiento de dicha reputación que Uhtred se embarca en algunos combates en los que la razón diría que no se debe meter.

No obstante, sí que hay un cambio digno de mención. Decía en El último reino que las batallas se narraban desde una perspectiva más individual que estratégica, en primer lugar porque quizá no había demasiado de esta. Ello cambia en la última batalla de esta novela, en que se comienza con el estilo narrativo individual, pero luego se progresa a dar un visión más completa de la batalla y la disposición de las fuerzas de los contendientes, tanto por las observaciones directas del protagonista como por lo que luego le cuentan. También es cierto que en esta batalla se habla por primera vez de estrategia, más allá del mero muro de escudos. Son, sin duda, buenas noticias, porque el relato de esta batalla se acerca más al esquema Posteguillo que tanto me gusta.

Por otro lado, aparece el síntoma denunciado por uno los comentarios en la entrada sobre "El último reino". Empieza a haber cierta repetición, al principio amparada en los recuerdos de Uhtred tratando de sincronizar al lector de la segunda entrega con las que cosas que pasaron en la primera. Este recurso es permisible y perdonable al comienzo de la nueva entrega. El problema aparece cuando, ya en las partes finales de la novela, sigue compartiendo recuerdos de la primera parte que uno tiene la sensación de que ya se han "recordado".

Y es un problema porque el lector empieza a pensar que el escritor está alargando innecesariamente la novela. A ello colabora también los relativamente pocos acontecimientos que ocurren en esta segunda entrada, si los comparamos con la primera (ahora sigo con esto). Da la sensación de que Cornwell tras el éxito de la primera novela decidió desde el principio que esto podía ser un filón, y que por tanto le convenía estirar la serie tanto como pudiera (repito, 10 entregas). Dado que los hechos históricos son los que son y por aquí poco uno puede extenderse, está claro que optó por detenerse en recuerdos.


En cuanto a lo que ocurre en esta segunda parte, y aviso que llega spoiler, me voy a permitir anotarlo aquí para que me sirva de referencia cara al resto de la serie, a mí o a otros lectores.

Entonces, tenemos la invasión de Exeter por los daneses rompiendo el tratado de paz que tenían con el rey Richard. Eso fuerza a éste a buscar refugio en unas marismas a las que los vikingos no tienen acceso terrestre y difícil marítimo. Aquí transcurre la mayor parte de la novela, con alguna brujería que otra para salvar al príncipe heredero. La novela se cierra con una gran batalla, en la que Richard trata de aplicar la única estrategia que cree viable para recuperar su reino de Wessex: derrotar de una sola vez a los daneses. Por otro lado, aparecen incipientemente los bretones de Gales, y también poco los irlandeses, que asumo que tendrán más que decir en futuras entregas.

lunes, 3 de octubre de 2016

Jim Botón y los 13 Salvajes ("Jim Knopf und die Wilde 13"), de Michael Ende

Segunda parte e inevitable lectura de quien haya leído la magnífica primera parte, Jim Botón y Lucas el Maquinista., algo que acaba de ser mi caso.

¿Qué nos ofrece Ende en esta segunda parte? Pues un poco más de lo mismo que la primera: su fantasía desbordante y su capacidad para trasladarnos a mundos inventados incluso aunque tengan aspecto infantil. Claro que, como es una segunda parte, el mundo fantástico que nos presenta está un poco más "sobado", por lo que el atractivo de la novela disminuye levemente.

Para compensar, lo que tenemos es un final concluyente en toda regla, en que todos los cabos sueltos que habían quedado en la primera entrega, junto con los que se abren en esta segunda, quedan cerrados. Y cada uno de los personajes/héroes/monstruos ubicados en su sitio.

La novela tiene dos partes claramente diferenciadas. Si bien el objetivo del nuevo viaje de Lucas y Jim es descubrir el origen de éste a partir de la única pista disponible, ie, su relación desconocida con los llamados "Trece Salvajes", lo cierto es que Ende dedica la primera mitad del libro a otras tareas.
Así, Jim y Lukas se encuentran con una sirena y han de dedicarse a ayudar a la gente del mar a arreglar un imán del polo norte que posibilite la iluminación del fondo del mar. Esta parte está un poco desangelada (por ejemplo, solo transcurre en un mundo) y tampoco está claro que tenga mucho que ver con la trama principal. De hecho, nada de lo que sucede en ella tiene influencia relevante sobre la segunda parte.

Es en esta, cuando por fin los protagonistas se embarcan en la busca de los piratas que dan nombre al libro, cuando resurge con toda su fuerza la capacidad inventiva de Ende. En primer lugar, Ende nos cuenta la típica profecía incomprensible, tanto para lector (y no solo por estar en alemán) como para personajes, y a continuación empiezan a suceder los hechos que dan encaje a la misma. Desgraciadamente, no puedo decir mucho más sin sembrar el comentario de spoilers, o sea que no lo haré,

Hago fast-forward y me voy directamente al final del libro, donde tenemos la ceremonia de la boda de Jim con la princesa china (espero que nadie considere esto un spoiler, porque es obvio que el libro va a terminar bien). Esta ceremonia es espectacular en todos los sentidos y es cuando Ende lleva a lo más alto su visión fantástica y colorida. Todos los personajes participarán en ella con su granito de arena, en un marco incomparable, que dejar a  finales de Star Wars a la altura del betún. Cuando la léais tratad de imaginar el conjunto de lo que está pasando y en su escenario. Magnífico colofón para este par de libros.

Solo me queda un comentario: ¿es el Dragón de la Sabiduría un precedente de Fujur, el inolvidable dragón de La Historia Interminable? Ah, y no perderse tampoco el momento en que Lukas inventa la "perpetua mobile".