viernes, 26 de abril de 2024

Elección social y valores individuales ("Social Choice and Individual Values"), de Kenneth J. Arrow

Tenía curiosidad por leer algo a este señor, al que se atribuye la identificación del mercado en competencia perfecta con el óptimo del bienestar social, algo que ha tenido terribles efectos sobre el verdadero bienestar individual, empezando por todas las burradas que deciden las agencias antitrust.

Este es el libro que he leído del señor, y confieso que ha sido una verdadera tortura, no tanto por lo que dice, como por cómo lo dice. El objetivo del ensayo es analizar la viabilidad de construir una función de bienestar social a partir de las preferencias individuales, algo que hacemos hoy, de alguna manera, mediante las elecciones.

Su punto de partida es correcto (me temía lo peor ya desde aquí): se tiene cada individuo con su vector de preferencias, y además es imposible la comparación interpersonal de las utilidades. Sobre ese vector de preferencias ya podríamos discutir algo, ya que presupone información perfecta, esto es, que cada individuo tiene, de alguna forma, preferencias sobre todo y que todos opinan sobre lo mismo. Yo creo que esto solo se podría modelar con vectores infinitos, para lo que no sé si el álgebra de Arrow está preparada.

Al respecto de la comparación interpersonal y la cardinalidad de las preferencias, me quedo con este argumento que me parece muy bueno (contra la posibilidad de dar valores absolutos a las preferencias, como hacen los economistas neoclásicos): "if any course of behavior can be explained by a given utility function, it has been amply demonstrated that such a course of behavior can be equally well explained by any other utility function which is a strictly increasing function of the first."

A este punto de partida corresponden dos axiomas, que se cumplen tanto a nivel individual como social: conexión (de cada pareja de estados puedo decir cuál prefiero o si me son indiferentes) y transitividad (racionalidad, por tanto). Con esto ya empieza el ensayo a apuntar maneras, pues la consecuencia de ambos axiomas es que se puede definir una relación de cuasiorden entre los estados, y a partir de aquí el señor Arrow puede entrar con toda la fuerza del álgebra a un análisis social. Pero sigamos. 

A la función del bienestar social le exige una serie de condiciones que parecen razonables, aunque al lector le cueste entender su descripción, y más aún su formalización algrebaica. Las cinco condiciones son:

1) Los individuos pueden tener cualquier orden de preferencias (si no la entiendo mal)

2) Si una estado concreto aumenta en las preferencias de un inviduo y todas las demás preferencias permanecen constantes, ese estado también mejora a nivel social

3) Independencia de las alternativas irrelevantes: el estado óptimo no depende de aquellas alternativas carentes de sentido

4) Soberanía del individuo (ciudadano en la terminología Arrow): no hay ninguna relación de orden social que sea independiente de los individuos

5) Inexistencia de dictador: las preferencias sociales no se basan en las de un individuo.

Bueno, pues una vez discutidas y formalizadas estas condiciones, Arrow se lanza a un proceso de demostraciones algebraícas que pretenden demostrar, y según él lo hacen, que no existe ninguna función social que las cumpla. En otras palabras, que es imposible determinar el estado óptimo del bienestar social a partir de las preferencias individuales. Algo que todos sabíamos sin necesidad de dedicar 50 o 100 páginas a embrollo algebraíco. En mis good old times, hubiera tratado de seguirlo, como hacía cuando estudiaba Álgebra en teleco, asignatura que me encantaba. Pero entonces el esfuerzo tenía cierta motivación, porque las conclusiones eran válidas y además había un examen que aprobar. Pero, claro, razonar algebráicamente para el bienestar social me parece tan absurdo (y con resultados tan previsibles) que me resisto a hacer el esfuerzo.

Para Arrow, ni siquiera el mercado (entiendo que libre) puede cumplir esta función, aunque es porque el mercado no cumple la condición de racionalidad (la transitividad de su axioma): "Similarly, the market mechanism does not create a rational social choice."

Una vez constatado lo obvio a lo largo de cuatro capítulos, llega lo más interesante en el último de ellos. Pero, eso sí, por el camino ha demostrados grandes trivialidades, como que si hay solución cuando solo hay un bien en la sociedad. O que "the only methods of passing from individual tastes to social preferences which will be satisfactory and which will be defined for a wide range of sets of individual orderings are either imposed or dictatorial." lo que prepara el terreno para el sueño de todo estatista.

Como decía al último capítulo llega constatando lo obvio:"The results of this section suggest strongly that the difficulties in forming a social welfare function arise from the differing social attitudes which follow from the individualistic hypothesis, especially in the case of similar tastes for individual consumption. It follows that the possibility of social welfare judgments rests upon a similarity of attitudes toward social alternatives.". Lo que inevitablemente conduce a una discusión moral, filosófica e incluso psicológica sobre si existe un estado óptimo más allá de nuestras necesidades básicas y superficiales.

Como es lógico, Arrow va a argumentar que sí, apoyándose en grandes estatistas como Rousseau, y en filósofos más fiables como Kant. Esta frase es ilustrativa y traiciona la visión de Arrow y su implícita superioridad moral al resto de los mortales. Habla sobre longevidad: "This desire is essentially
individualistic, extending to only a few individuals at most; but, since the means for achieving increased longevity are in such large part social, there is a strong factor making for like attitudes on special issues. Differences may still arise owing to imperfect knowledge.
". O sea, para todos los individuos lo más importante es la vida, y divergencias de este postulado solo se deben a la ignorancia. Lo que me recuerda a las medidas que se tomaron durante el COVID básicamente con esa asunción.

Arrow parece sostener que el individuo tiene dos órdenes de preferencias: uno por el que se guía en el día a día, sujeto a emociones e irracionalidad, y luego otro que "would be relevant under some ideal conditions and which is in some sense truer than the first ordering". Por supuesto, este del que no somos conscientes, es que se considera relevante para la elección social, y además es que "there is complete unanimity with regard to the truer individual ordering."

Sigue añadiendo ya consideraciones casi metafísicas, como que es durante las elecciones y en nuestro voto que aflora ese verdadero orden individual, lo que me recuerda a los cónclaves para elegir al nuevo Papa, en que el Espíritu Santo habla por la boca de los reunidos. Y, claro, es que ambas cosas son cuestión de fe, por mucho que se empeñe Arrow en ponerle álgebra.

Eso sí, la existencia de este orden superior se carga la posibilidad de que el mercado sea óptimo para la sociedad:

"Any view which depends on consensus as the basis for social action certainly implies that the market mechanism cannot be taken as the social welfare function since that mechanism cannot take account of
the altruistic motives which must be present to secure that consensus."
"If, in particular, the consensus in question is that of moral imperatives, the case is even worse since the market can certainly only express pragmatic imperatives."

No hay demostraciones ni teoremas algebraícos para esta proposición, por cierto, esta se la ha sacado del coleto. Pero sí tenemos esta prueba anecdótica, con la que cierro el descojone, y en la que aflora de nuevo la omniscencia y sabiduría de Arrow en comparación con la plebe. Para que explicarle la teoría del valor a este señor, si no es una relación de cuasi-orden,
"The reality of the first type of ignorance in economic life is well evidenced by the fact that the price
ratio between two chemically indistinguishable brands of aspirin has exceeded ten to one; here the hierarchy of instrumental values leads to different preferences for different brands of aspirin, though they are in fact equally efficacious in achieving the ultimate end of mitigating headaches."

En suma, se trata de un libro obsoleto, muy duro de leer, y que no recomendaría a nadie. Es una forma de hacer economía que ya no entienden ni los maisntream actuales, que han optado por el cálculo diferencial para sus modelos del ser humano. Y pensar que este señor se llevó un premio Nobel de Economía.