lunes, 31 de julio de 2017

Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos

En un momento de aburrimiento, encuentro este libro en el kindle. Está aquí posiblemente tras su lectura escolar por alguno de mis hijos. El caso es que como no es largo y guardo buen recuerdo de la película homónima, me arranco a leerlo.

Tres días después y en tres ratos muertos lo he terminado. Ni fu ni fa, no entiendo cómo esta obra de teatro captó la atención de alguien con posibles para llevarla al cine. No es que sea mala, es simplemente que es anodina, no tiene nada.

La historia se centra en cuatro jóvenes: dos, Chusa (interpretada en la pelí por Verónica Forqué, magnífica) y Jaimito, son un poco tarambanas y viven en el desorden y cerca del delito. Bueno, para ser sincero, el "delito" es el tráfico de drogas, o sea, que estamos hablando de "delito" político, no moral. Los otros dos, Elena y Alberto, son jóvenes supuestamente más formales, que solo transitoriamente se ven en compañía de los dos primeros, en los que se apoyarán de forma inmisericorde para volver a flote.

Y poco más da de sí el tema. Poca reflexión, poca trama, ninguna sorpresa. Hay monólogos en lengua cañí del tal Jaimito que harán llorar de pena al que haya leído recientemente La vida es sueño y medite sobre la evolución del teatro en nuestro país. Hay alguna broma graciosilla, referencias a desfalcos y políticos, y a los grupos neocatecumenales. Lo más chocante, leer a la Chusa decirle a Alberto que "no sea facha". Hacía siglos que no oía ese insulto.

En fin, dejo de escribir, que como me descuide haré esta reseña tan larga como una de las siete escenas de la obra.

jueves, 27 de julio de 2017

El guardián invisible, de Dolores Redondo

Este libro entró en mi radar a raiz de la película homónima. Se trata del primero de una trilogia de la autora, centrada en el valle del río Baztan y en su capital, Elizondo. Imagino que si ha llegado a película será porque la novela resultó en best-seller, pero tampoco he indagado sobre el tema.

Se trata de una novela policíaca en la línea actual de esas series en que se entrelazan los casos con las vidas personales de los detectives, hasta el punto de formarse un totum revolotum. Estoy pensando en series como Happy Valley, River o True Detective. Pues bien, esta es la versión española, más bien vasco-navarra, de esas series.

La protagonista, Amaia, es natural de Elizondo, aunque ahora trabaja como policía en Pamplona. Sin embargo, el crimen que tiene que investigar en esta ocasión le lleva de vuelta al citado pueblo, donde le esperan sus dos hermanas y su tía, para recuperar viejos traumas infantiles.

Poco más puedo decir sin desvelar la trama, algo que no voy a hacer, porque tampoco merece la pena. El libro se lee bien, aunque no está especialmente bien escrito. La trama no te atrapa ni te absorbe, la lectura puede detenerse, pero es razonablemente atractiva. Se trata, pues, de una novela del montón.

¿Cuál es su atractivo para mí? La mezcla que hace con la mitologia vasco-navarra, cuyos personajes pululan a lo largo de las páginas de la novela, empezando por el llamado basajaun, cuya personalidad da título a la novela. Para quien no la conozca, resulta ciertamente llamativa. Por cierto, a quien haya visto esa serie clásica Twin Peaks no se le debería escapar el paralelismo. En el mismo sentido, también me resultan atractivas las escenas en que se utiliza el tarot y se describe su funcionamiento.

Otros puntos de interés son, por un lado, las descripciones que hace determinados procedimientos polícíacos (por ejemplo, las autopsias), siempre desmitificando los conocimientos adquiridos en series televisivas. Y, por otro, las explicaciones psicológicas que proporciona, tanto en el ámbito policial como en otros.

Me ha extrañado, en otro orden de cosas, la referencia que hace a Euskalherria (textualmente) en el siglo XVII, diciendo que el juego de laxoa era dominante en aquella época. Tengo para mí que Euskalherria no existía en aquella época ni tal conciencia, y que Euskalherria es un concepto moderno creado por el nacionalismo vasco (pero puedo estar equivocado). Es más, estoy seguro de que Navarra nunca ha sido parte de Euskalherria, porque algo de historia de España sé. Dicho esto, bien podría ser que el valle del Baztán no hay sido parte de Navarra históricamente, y sí de lo que llaman ahora Euskalherria.

En todo caso, le traiciona en esta referencia el nacionalismo (¿o solo la ignorancia?) a la autora. Por suerte, es el único ramalazo que se le ha escapado, y no desmerece la lectura.

Resumiendo, entretenida lectura para el verano con puntos formativos, y que deja abierta la trama para la segunda novela de la trilogía, cuya lectura ya he empezado.

viernes, 14 de julio de 2017

Las 100 claves de África ("Les 100 clés de l'Afrique"), de Philippe Leymarie y Thierry Perret

África es una gran desconocida, y quizá le quede todavía mucho tiempo de serlo. En nuestras lecturas, viajes, películas y series, nos tropezamos constantemente con los otros continentes, pero rara vez con África. Tenemos una vaga idea de la historia de muchos países de todos los continentes, pero escasísima de lo que pasó y pasa en África (con la excepción los países mediterráneos, claro, con los que compartimos legado romano).

Es por ello que de vez en cuando me fuerzo a leer cosas sobre África, para no dejarla descolgada en el conocimiento que voy adquiriendo de otros continentes. Hubo un libro que me encantó, "Ébano", de Ryszard Kapuściński, y confieso que tenía alguna esperanza de redescubrir éste en el que ahora comento. Evidentemente, no iba a ser el caso, como el título revela fácilmente al lector más atento que yo.

Y es que este libro es en realidad una colección de breves monografías sobre distintos aspectos del continente africano, obviamente hasta alcanzar las 100 que le dan título. La mayor parte de las monografías corresponden a los países africanos, habiendo un artículo por cada país. También hay unas cuantas dedicadas a personajes, perdón, políticos relevantes en el devenir del continente africano. Por último, hay una tercera categoría de "Varios" en que se habla de aspectos generales, como pueda ser el cine, el petróleo, los diamantes o el SIDA.

Estas monografías se complementan con unas cuantas tablas cronológicas de sucesos recientes (bueno, del siglo XX hasta 2005) en el continente, y con una selección de discursos de, sí, políticos en determinados momentos relevantes, como por ejemplo el de Mandela al ser nombrado presidente de Sudáfrica.

El libro es interesante, sobre todo para el amateur que sabe poco de África, como es mi caso. Las monografías de cada país incluyen un breve esbozo de su historia, lo que me ha resultado lo más interesante del libro. Y eso que esa historia está necesariamente obsoleta, ya que solo llega hasta 2005, momento de publicación de la obra. En todo caso, es en estos párrafos donde más potencial de aprendizaje hay. Por ejemplo, así he sabido que Etiopía es el único país de África que no ha sufrido nunca colonización por países europeos, pese al intento de Italia antes de la 2ª Guerra Mundial, y es al único país al que se reconoce una victoria sobre los colonizadores.

Por su parte, las biografías de personajes relevantes, siempre politicos, resultan un tanto redundantes con las historias de los países en que ejercieron, por lo que son bastante menos interesantes. Por último, la sección de varios adolece de una visión socialista y estatista de la vida (ya apuntada al seleccionar únicamente políticos como "claves" de África), que hace su lectura en muchos casos insufrible cuando no directamente irrelevante. Los autores son periodistas, no tienen por qué saber de economía, claro. Pero resulta estresante que habiendo los problemas que hay en África, denuncien cosas como que el cine está poco desarrollado, o que los medios de comunicación no reciben ayudas. La capacidad de disociación de la gente no parece tener límites: a ver, si África es un continente pobre, ¿cómo esperas que se puedan gastar recursos en colegios u otras de las infraestructuras que tienen los países ricos?

Por ejemplo, me resulta insoportable la continúa confusión entre deuda de país y gobierno. Los países no se endeudan, África no se endeuda, no tiene capacidad para hacerlo. Los que se endeudan son los gobiernos de cada país, los políticos, contra el crédito de los individuos de sus países, pero sin contar con ellos. Habida cuenta del grado de corrupción que tienen muchos de estos gobiernos, la condonación de estas deudas o su renegociación, o lo que sea, solo puede ocurrir a consta de los ciudadanos y a favor de los políticos. Por ello, resulta un poco cansino leer a los señores Perret y Leymarie una y otra vez sobre el tema, al mismo tiempo que denuncian casi en cada país los elevados índices de pobreza.

Otro tema para la reflexión es el de los impulsores de las distintas instituciones políticas africanas. Pensar que gente como Gadaffi o los distintos dictadores estaban interesados en impulsar este tipo de organizaciones da mucho que pensar. Por ejemplo, sobre la ONU y la declaración de derechos humanos en que estuvo involucrada esa gran garante de los mismos que era la URSS.

Este libro es ciertamente interesante para quienes quieran conocer un poquillo sobre la historia de los países de África y sobre algunos fenómenos que afectan al continente. Está razonablemente bien escrito, y llega a ser hasta emotivo en algunos momentos. En su contra tiene su excesivo foco estatista-socialista, así como el foco francés (perfectamente explicable por la nacionalidad de los autores), y por otro lado su redundancia y obsolescencia. Si alguien está intersado en su lectura, quizá deba mirar primero si hay alguna versión más reciente.

Con todo, lo más interesante que van a encontrar los lectores empedernidos como un servidor es la lista de posibles nuevas lecturas de autores puramente africanos que se nos concede en el capítulo dedicado a la literatura. Yo me he apuntado Wole Soyinka y Albert Memmi, del que leeré sin duda "Portrait du Colonisé".

martes, 4 de julio de 2017

El quinto en discordia ("Fifth Business"), de Robertson Davies

Los derroteros literarios me llevan en esta ocasión hasta Canadá, país del que pocas recuerdos de lectura, si alguno, tengo. Y lo hacen de forma inesperada, porque desconocía que el autor fuera canadiense, y ni siquiera que Deptford, el pueblo que da nombre a la trilogía que se inicia con esta novela, fuera de tal país. Es más, ni siquiera cuando empiezan las primeras referencias a Toronto, caí en la cuenta de que no solo el entorno, sino que también el escritor podía ser del país de la hoja de roble.

Pero una vez superado este punto, se acaban las diferencias con otras obras literarias inglesas o americanas. Estamos ante una novela bien escrita, estilo alta novela inglesa, con buen vocabulario y la perenne ironía británica que contribuye una y otra vez al lector a esbozar sonrisas cómplices. El libro está narrado en primera persona, y forma un triángulo con dos conocidos de la infancia del narrador/autor. El evento traumático que condiciona el desarrollo de la historia es el que establece la relación entre los tres: el mejor amigo del protagonista le lanza un bola de nieve, que impacta en la que será madre del tercer vértice del triángulo, provocando su parto anticipado.

A partir de aquí, el protagonista, Dunstan Ramsey, nos cuenta su vida, puntuándola con los momentos en común con cada uno de los otros dos caracteres. En el caso del primero, una relación frecuente y constante, en la que se contempla la exitosa carrera empresarial y politica. En el caso del segundo, una relación mucho más esporádica, pues el niño prematuro se hace mago y viaja por todo el mundo. Por cierto, no os perdáis la descripción del magnífico espectáculo de magia que se nos cuenta en un determinado momento de la historia.

De hecho, la magia es uno de los temas que mantiene el hilo en la novela. El otro tema es aún más sorprendente, si cabe: la hagiografía o vida de santos. Nuestro héroe cree ver una imagen de la Virgen durante su participación en la primera Guerra Mundial, y dedica el resto de sus días a buscarla. Ello le fuerza a visitar iglesias en pos de imágenes, y lógicamente se convierte en un experto en los iconos cristianos y sus santos. De las partes más interesantes del libro resulta su relación con la sociedad de bolandistas, los jesuitas que se dedican a investigar a los santos para ver si son dignos de canonización.

Se presta también atención a la política en Canadá y a sus relaciones con la monarquía británica, con base en la figura del amigo. Personalmente, no he podido evitar fijarme en la referencia que hace al London School of Economics y su papel en la diseminación del socialismo, algo imposible de hacer a todos los que hemos leído el Camino de Servidumbre de Hayek.

Y, para tener de todo, la novela tiene también un giro inesperado en que todo queda relacionado/explicado y que desemboca en un suceso trágico, pero que libera, aparentemente, el trauma del protagonista.

En cuanto a la parte más irónica, me quedo con la respuesta que da la madre del parto anticipado, y esposa del reverendo de una de las iglesias de Deptford, y de mente un poco transrtornada, cuando a poco de empezar la novela la encuentran acostada con un vagabundo, y le preguntan que por qué lo ha hecho. La respuesta es antológica: "He was very civil. And he wanted it so badly" (Fue muy educado. Y tenía tantas ganas").

No sé si leeré algún libro más de esta trilogía o de este autor, pero esta lectura ha estado lo suficientemente bien como para considerarla provechosa y hasta recomendable.