jueves, 27 de julio de 2017

El guardián invisible, de Dolores Redondo

Este libro entró en mi radar a raiz de la película homónima. Se trata del primero de una trilogia de la autora, centrada en el valle del río Baztan y en su capital, Elizondo. Imagino que si ha llegado a película será porque la novela resultó en best-seller, pero tampoco he indagado sobre el tema.

Se trata de una novela policíaca en la línea actual de esas series en que se entrelazan los casos con las vidas personales de los detectives, hasta el punto de formarse un totum revolotum. Estoy pensando en series como Happy Valley, River o True Detective. Pues bien, esta es la versión española, más bien vasco-navarra, de esas series.

La protagonista, Amaia, es natural de Elizondo, aunque ahora trabaja como policía en Pamplona. Sin embargo, el crimen que tiene que investigar en esta ocasión le lleva de vuelta al citado pueblo, donde le esperan sus dos hermanas y su tía, para recuperar viejos traumas infantiles.

Poco más puedo decir sin desvelar la trama, algo que no voy a hacer, porque tampoco merece la pena. El libro se lee bien, aunque no está especialmente bien escrito. La trama no te atrapa ni te absorbe, la lectura puede detenerse, pero es razonablemente atractiva. Se trata, pues, de una novela del montón.

¿Cuál es su atractivo para mí? La mezcla que hace con la mitologia vasco-navarra, cuyos personajes pululan a lo largo de las páginas de la novela, empezando por el llamado basajaun, cuya personalidad da título a la novela. Para quien no la conozca, resulta ciertamente llamativa. Por cierto, a quien haya visto esa serie clásica Twin Peaks no se le debería escapar el paralelismo. En el mismo sentido, también me resultan atractivas las escenas en que se utiliza el tarot y se describe su funcionamiento.

Otros puntos de interés son, por un lado, las descripciones que hace determinados procedimientos polícíacos (por ejemplo, las autopsias), siempre desmitificando los conocimientos adquiridos en series televisivas. Y, por otro, las explicaciones psicológicas que proporciona, tanto en el ámbito policial como en otros.

Me ha extrañado, en otro orden de cosas, la referencia que hace a Euskalherria (textualmente) en el siglo XVII, diciendo que el juego de laxoa era dominante en aquella época. Tengo para mí que Euskalherria no existía en aquella época ni tal conciencia, y que Euskalherria es un concepto moderno creado por el nacionalismo vasco (pero puedo estar equivocado). Es más, estoy seguro de que Navarra nunca ha sido parte de Euskalherria, porque algo de historia de España sé. Dicho esto, bien podría ser que el valle del Baztán no hay sido parte de Navarra históricamente, y sí de lo que llaman ahora Euskalherria.

En todo caso, le traiciona en esta referencia el nacionalismo (¿o solo la ignorancia?) a la autora. Por suerte, es el único ramalazo que se le ha escapado, y no desmerece la lectura.

Resumiendo, entretenida lectura para el verano con puntos formativos, y que deja abierta la trama para la segunda novela de la trilogía, cuya lectura ya he empezado.

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