martes, 26 de diciembre de 2017

Con el agua al cuello, de Petros Markaris

De Markaris y de su detective estrella Kostas Jaritos leí mi primera novela hace unos meses. Me entretuvo, pero no me resulta digna de mayor comentario. La única razón por la que he vuelto a leer una novela de esta serie es porque el libro estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno: el único libro sin leer que tenía en el dispositivo.

Poco hay que sea diferente del otro, salvo obviamente la trama. El mismo estilo seco y ejecutivo, los mismos atascos por Atenas, el mismo constante ir y venir entre Ministros, comisarios y periodistas, y de nuevo un asesino en serie.

¿Qué alicientes ofrece esta lectura? Pues básicamente los mismos que la anterior, y alguna más. Los primeros se refieren a la posibilidad de sumergirse en la Grecia de la crisis económica, con sus constantes manifestaciones y recortes. El extra se refiere a la posibilidad de revivir la final del mundial del 2008 (sí, la que ganó España) a través de los ojos de la sociedad griega y del autor. Sorprendente e inesperado bonus.

En cuanto a la crisis económica, el lector se podrá enterar de alguno datos indignantes (si son ciertos), como que los griegos se jubilaban a los 55 años antes de la crisis. De hecho, en el libro todos se quejan de que les van a explotar de por vida cuando se aprueba el decreto por el que pasan a jubilarse a los 60. Qué morro! Por otro lado, se insinua en otra parte que las mujeres se jubilaban a los, tachán, 40 años. Toma ya.

Cobra valor la pasión que tiene Jaritos por consultas el diccionario Dimitrakis en determinados momentos. Aquí lo hará para ver el significado de banco, préstamo y expropiación. Lo mejor son, por supuesto, las reflexiones del detective tras conocer las diferentes acepciones. Por ejemplo, la de que los conceptos de banquero y usurero han evolucionado en paralelo a las apariciones de las crisis. Estas reflexiones se acompañan, en otra parte de la novela, por un fino análisis sobre el fin de la sociedad del bienestar en paralelo a la asunción de deuda pública por parte de los Estados, que realiza un holandés empleado por una agencia de riesgo.

Lo más sorprendente de estas novelas, ya me ocurrió con la primera, es la escasez de momentos divertidos o meramente irónicos. Como ya he dicho, Markaris tiene un estilo muy seco. No obstante, aquí incorpora una escena en que Jaritos activa el GPS de su flamante coche nuevo (por cierto, un SEAT) simplemente para darse el gusto de desobedecer a alguien (y, evidentemente, no sigue las instrucciones del aparato).

Y dejo aquí también una frase digna de rescate: "El rompeolas siempre se moja".

Y ahora ya voy a empezar con el libro que realmente quería leer.

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