martes, 19 de diciembre de 2017

El árbol de la ciencia, de Pio Baroja

De Pio Baroja he leído bastante en tiempos, La Busca, Zalacaín el Aventurero, Shanti Andia...
Es uno de nuestros autores más clásicos, por lo que tampoco sorprendería a nadie que las recomendara. Magníficas novelas, excelentemente escritas, clásicos en nuestra lengua.
 
Por eso, no me daba miedo ni pereza abordar ésta que ahora comento, pese a llevar años sin leer nada de don Pío, ni de autores de la época. Y el caso es que es una novela bastante atípica, más bien parece una narración-disculpa para que don Pío nos transmita sus ideas y pensamientos filosóficos sobre un sinfin de temas. También parece tener algún rasgo autobiográfico, aunque no he investigado.
 
Se nos cuenta la vida del protagonista, Andrés Hurtado, desde que comienza sus estudios de Medicina. Sus andanzas no son demasiado variadas, pero nos llevarán a Valencia y a Alcolea del Campo, así como a conocer a su tío Iturrioz y a la estupenda Lulú, entre otros. La narración se construye a base de párrafos muy cortos y capítulos breves, chocante estilo para este tipo de novelas, pero revelador una vez más de las que creo eran las verdades pretensiones de Baroja, antes dichas.

Desde el punto de vista puramente narrativo, es interesante la descripción costumbrista que se hace de la vida en Alcolea, pese a decir que "Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo.". También la del ambiente pre- y post-guerra de Cuba queda bien reflejado. Pero, como digo, es la excepción. 
 
Luego tenemos un montón de pensamientos y reflexiones de interés, sobre evolución, ciencia, sociedad, religión... Me han sorprendido, por ejemplo, las relacionadas con el egoísmo, que enlazan directamente con Ayn Rand e incluso con el anarcocapitalismo. Por ejemplo:
"¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la Humanidad."
"Debemos más al egoísmo que a todas las religiones y utopías filantrópicas. El egoísmo ha hecho el sendero, el camino, la calle, el ferrocarril, el barco, todo."
"Ella decía que no; que defraudar a la comunidad, no podía ser tanto como robar a una persona. En Alcolea casi todos los ricos defraudaban a la Hacienda, y no se les tenía por ladrones."
 
Otras, referidas a España y los españoles, parecen escritas ahora mismo:
"En España en general no se paga el trabajo, sino la sumisión."
"...pero cojo un periódico español y me da asco; no habla más que de políticos y de toreros." 
 
Respecto a las ciencias:
"El acuerdo de todas las inteligencias en una misma cosa es lo que llamamos verdad. Fuera de los axiomas lógicos y matemáticos, en los cuales no se puede suponer que no haya unanimidad, en lo demás todas las verdades tienen como condición el ser unánimes."
Y referido a las ciencias sociales: "Tú reconoces que fuera del dominio de las matemáticas y de las ciencias empíricas existe, hoy por hoy, un campo enorme a donde todavía no llegan las indicaciones de la ciencia." (Coincidente con una reflexión de Ortega y Gasset en Meditación de la Técnica, a la que dediqué hace poco una entrada).
 "La ley es siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el miserable por instinto odie la ley."
 
Cierro con otra serie de frases que no clasifico:
"Se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general, es absurdo."
"En Alcolea, al achicarse la vida sexual, se agrandaba la pornografía."
Y la pesimista, pero magnífica: "Para mí sí; yo pienso en el hijo; yo no creo como Calderón, que el delito mayor del hombre sea el haber nacido. Esto me parece una tontería poética. El delito mayor del hombre es hacer nacer."
 
No es mala lectura para alguien que busque reflexionar alguna tarde. 

No hay comentarios: