martes, 16 de noviembre de 2021

No digas nada ("Say Nothing"), de Patrick Radden Keefe

Se trata de un libro histórico sobre los Troubles en Irlanda, esto es, del llamado IRA Provisional (o Provos, como los llama el autor), que la mayor parte de las personas identificamos con el IRA, porque es al que hemos visto actuar vía la TV. Para quienes les ocurra lo mismo que a mí, sabed que el IRA es una institución bastante más añosa, que se vincula a la lucha por la independencia de Irlanda contra Inglaterra, y que tuvo allí sus mejores páginas. Tras dicha independencia, lógicamente había pasado a la inactividad. Y solo resucitará en forma de los citados Provos tras el llamado Domingo Sangriento, ocurrido en Derry en 1972.

O sea, que el IRA que yo tenía por IRA en realidad es el IRA Provisional. En todo caso, lo que se nos cuenta es más o menos su historia, aunque no de forma directa, sino vinculada a la desaparición - asesinato de una madre con 10 vastagos, ni más ni menos, Jean McConville. El otro elemento en torno al que transcurre la narración es el llamado Proyecto Belfast, archivado en el Boston College, que recoge entrevistas con combatientes del IRA, con la idea de que se hicieran públicos para los investigadores conforme los entrevistados fueran muriendo, y de esta forma poder llegar a entender algún día lo que sucedió. Y esto tenía que ser así porque "If the paramilitaries feared the authorities, they were even more afraid of one another. Anyone who violated the credo of silence could be branded a “tout,” as informers were known. And touts got killed." Este de los chivatos es otro de los temas recurrentes en la historia del IRA, incluido el caso McConville.

Los protagonistas de la historia, a parte de la familia McConville, son las figuras más relevantes del IRA, empezando por Gerry Adams (el único que me sonaba), si bien este negó siempre su pertenencia al grupo, y siguiendo por Brendan Hughes y las hermanas Price, Marian y Dolours (esta última casada durante algún tiempo con el actor Stephen Rea, el poli de V de Vendetta).

Con estos mimbres, la narración no es especialmente emocionante o cautivadora. Es el típico relato de oficio que saben hacer bien los historiadores ingleses (aunque este escritor sea irlandés) y con su ristra final de notas al pie proporcionando la fuente de la que han sacado cada cosa que dicen. Hay que reconocer que Keefe trata de dar algo de suspense al relato, con ese inicio "in media res" propio de una serie, en que unos policías irrumpen en el archivo secreto del Boston College ( y cuya relación con el IRA no conoceremos hasta transcurridos 2/3 del libro), y con un final para el que se deja la identificación del posible asesino de Jean McConville, en opinión del autor.

Por el medio, uno tiene tiempo para reflexionar sobre las diferencias entre IRA y nuestro más cercano ETA, o entre el nacionalismo irlandés y el catalán, también más próximo. Y, así, sin más reflexión o análisis, aparecen claras diferencias que hacen ambas comparaciones inadmisibles desde el punto de vista histórico.

Empezando por el segundo, el nacionalismo irlandés tiene su origen en el colonialismo británico. Los nacionalistas irlandeses surgen como respuesta a los abusos que los ingleses cometían en la colonia, respecto de la cual se sentían señores. El ejemplo más relevante es la exportación de alimentos de Irlanda en plena hambruna a mediados del XIX. Como es evidente, Cataluña nunca ha tenido un status ni remotamente similar con el resto de España, nunca ha sido colonia (de hecho, ninguna parte del imperio español tuvo carácter de colonia, sino que se integraban en la Corona como cualquier otro territorio). Así pues, no cabe hablar de abusos de una imperialista Castilla.

Respecto a la comparación IRA-ETA (y aparte de lo ya argumentado para Cataluña, esto es, inexistencia del País Vasco como colonia de Castilla), lo que más llama la atención es que en Irlanda sí había una oposición civil por los protestantes, dispuestos a actuar con las mismas armas que los católicos, y encima con el apoyo implícito del gobierno inglés. Así se desprende, por ejemplo, de la narración que hace el autor del Domingo Sangriento, en que lo que parece ocurrir es que la policía británica está controlada por los protestantes, por lo que no tienen reparos en usar todo tipo de violencia contra la manifestación pacífica de católicos. Desde la perspectiva de unas adolescentes hermanas Price, como desde la del propio lector, es claro que hay un abuso gubernamental contra el que hay que defenderse de la forma que sea.

Claro, en el caso del País Vasco, no hay nada similar, no había ningún grupo civil atacando a los indefensos vascos y abusando de ellos. Más bien lo que hay es un grupo de niñatos aburridos, que poco a poco se montan una mitología de opresión para justificar su modo de vida.

Estas reflexiones aparte, lo cierto es que la historia del IRA, sea provisional o no, me interesa (y me ha interesado) de forma muy moderada. Así que poco más diré. Me detengo solo un poco más en la figura de Gerry Adams, quien tuvo la habilidad de capitalizar el conflicto armado para sacar de él réditos políticos, pero que devolvió, en mi opinión, con su decisiva participación en el proceso de paz. Lógicamente, sus compañeros de armas no le acaban de ver con tan buenos ojos, como tampoco cae en su embrujo el autor del libro. Esta evolución de Adams y de su partido, el Sinn Fein, es de las tramas más interesantes de la narración. Por cierto, me encanta el episodio en que Adams se niega a responder bajo tortura a los británicos, aduciendo y manteniendo que él no es Gerry Adams. Visto que puede mantener eso bajo tortura, mucho más fácil le habrá sido mantener durante todos estos años que no formó parte del IRA.

Este libro está bien, pero sinceramente creo que solo interesará a friquis de la historia de Irlanda o del terrorismo. Por mi parte, me han sobrado un montón de páginas, incluidas todas las referidas a los McConville: no es que no tenga empatía, es que leo para entretenerme o aprender.


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