jueves, 11 de junio de 2020

Farewell the Trumpets (Pax Britannica III), de Jan Morris

Como indica la primera palabra del título, este volumen es el que despide la trilogía Pax Britannica, de la periodista Jan Morris. Me entusiasmó el primero de ellos, me dejó frío el segundo, y este, aunque mejora, sigue sin llegar al nivel del primero. La causa la tengo identificada: cuando Morris narra acontecimientos, te absorbe y te los hace vivir como si estuvieras allí; pero cuando se pone a contar costumbres o estructuras, su estilo parece superficial y anecdótico, no llega a calar. Como este tercer volumen aporta capítulos de ambos tipos, mejora al segundo, muy enfocado en costumbres, pero no alcanza al primero, que es casi todo de historia.

El volumen se inicia tras el Diamond Jubilee que sirve de eje de la segunda entrega. Asistimos aquí a los últimos episodios de expansión del Imperio, como por ejemplo la carrera a Fashoda contra un batallón francés para hacerse con el dominio del bajo Nilo, o a la segunda guerra Boer para incorporar las dos repúblicas de estos, Transval y Orange Free Country, a la corona. Este último episodio, que aparentemente se veía como una marcha triunfal para los ingleses y cuyo comienzo celebrarían como posteriormente lo harían otras naciones con la Primera Guerra Mundial, termina siendo un verdadero desastre humanitario y bélico, que, aunque saldado con el triunfo inglés (el desequilibrio de fuerzas era brutal), hace ver a los ingleses las miserias del militarismo. De hecho, ello explicaría la falta de entusiasmo del ciudadano inglés por la Guerra Mundial citada.

También es muy interesante el episodio de la marcha o guerra del Tibet, liderada por Younghusband bajo el auspicio del vicerrey de la India Curzon. Tiene tintes épicos, y culmina con la llegada del primer occidental al Lhasa, siempre para frenar una hipotética amenaza rusa.

Y con ello se planta el imperio en la Primera Guerra Mundial. He de decir que, tras la lectura de este libro, concluyo que esa dimensión global de tanto esta como de la Segunda, se la dio en gran parte el imperio británico, pues la lucha contra Inglaterra exigió frentes en todas las partes del mundo. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial "Hong Kong, Burma, Malaya, Singapore, many islands of the Pacific, were taken by the King’s enemies. Egypt was invaded, Australia was bombed, Malta was almost obliterated, enemy submarines penetrated the harbours of Sydney, Muscat and St Lucia. Even the frontiers of India...".

De esta Primera Guerra Mundial saldría Inglaterra con el imperio en su cénit, tras brillantes maniobras en Oriente Próximo, más en concreto, la victoria sobre el imperio Otomano en Tel Megido. Ello, junto a las maniobras de Lawrence de Arabia y algún otro alto funcionario inglés (Ingram), dejaron en manos de Inglaterra todo el Oriente Medio y Próximo, la conexión entre Europa e India asegurada. También nos cuenta Morris el episodio menos complaciente de Gallipoli y los fracasos de la flota británica, hasta ese momento invencible, en la toma del estrecho de Dardanelos.

En el periodo entreguerras empieza la toma de conciencia de las distintas colonias y su camino a la independencia. Morris nos narra de forma detallada los problemas en Irlanda, con el armamento de los protestantes del Ulster y de los católicos, y el "Easter Rising" durante la Primera Guerra Mundial, saludado por los ingleses como verdadera traición en tiempos de guerra. Pero donde se deposita toda su atención es, como no podía ser de otra forma, en India, verdadera base y justificación de todo el imperio, como ha insistido en toda la obra.

La narración empieza con la masacre de Amritsar, y terminará con las decisiones de Mountbatten partiendo el subcontinente en India, Pakistán y Bangladesh, y las matanzas consiguientes, muy superiores cuantitativamente a la primera. Por medio, claro, tenemos la figura de Gandhi, con quien Morris no es completamente acrítica: "Though Gandhi came to command a universal audience, he was specifically a man of his time, place and opportunity."Mi episodio preferido, que desconocía, es el de la marcha de la sal, en que Gandhi usa su técnica de Satygraha (resistencia pacífica) para denunciar y oponerse al monopolio inglés de la sal. La verdad es que la idea es sencilla y brillante, y tuvo mucho rédito. Y es que el monopolio de la sal, como todos los monopolios legales, era fragantemente injusto y, gracias a Gandhi, todo el mundo pudo observar lo que significaba.

En esta fase final del imperio, Morris nos cuenta algunos fracasos, como el intento trágicamente fallido de montar una red de dirigibles; algunos éxitos sin consecuencia, como la llegada a la cima del Everest (nombre que le viene de un General Surveyor de la India, sir George Everest), y el papel de algunas mujeres notables, como la exploradora Mary Kingsley o la poderosísima Gertrude Bell, a la que se dedicó este cuarteto:
"From Trebizon to Tripolis 
She rolls the Pashas flat, 
And tells them what to think of this,
 And what to think of that."
 
Con esto nos plantamos en la Segunda Guerra Mundial. Sabremos que El Caíro pasó a ser la verdadera capital del imperio, pues toda la estrategia inglesa pasaba por asegurar las comunicaciones con India, y asistiremos a episodios bélicos heroicos, como la batalla de Malta, o menos edificantes, como la rendición de Singapur. En todo caso, así como la Primera Guerra Mundial puso fin a los imperios otomano y austrohungaro, la Segunda pone fin al británico. Las nuevas relaciones mundiales de poder quedan en manos de EEUU y la URSS, dos imperios con perspectivas completamente diferentes: el de EEUU basado en la autodeterminación de los pueblos, el de la URSS en el comunismo y la revolución proletaria.

El imperio se disuelve en la Commonwealth, sobre todo tras la independencia de India, compuesta por naciones independientes iguales, que solo tienen en común al rey o reina. No obstante, los últimos reductos del imperio permitirán al gobierno laborista de los 50 hacer lo que hacen todos los gobiernos socialistas: expandir burocratización y crear "riqueza" a base de arruinar al país. Así, nos dice Morris, se amplió el "Colonial Service" a unos 6500 funcionarios, seis veces más de los que se habían necesitado para gestionar India.

Más grave aún, la universidad inglesa conoce episodios de amplificación del comunismo en sus propias colonias. Nos dice Morris: "In England a West Indian Communist agent, George Padmore, instructed generations of young Africans, who went to England to study medicine or the principles of Common Law in the Mother Country, and went home politically indoctrinated from Moscow.
 
Así que los últimos estertores del Imperio llegan a la indignidad ("With what good grace Her Royal Highness went in to dinner on the arm of a tribal politician of Marxist leanings until recently imprisoned with hard labour in a desert penal camp for subversive activities against the Crown!"), destacando el fracaso en la pacificación de Palestina y la retirada del canal de Suez tras la nacionalización por Nasser. Por cierto, sobre ambos episodios coge el relevo narrativo Amin Maalouf en su reciente "El naufragio de las civilizaciones".
 
Y colorín colorado, la historia del imperio Británico se ha acabado. Esta trilogía me ha gustado bastante, aunque no tanto como hacía presagiar el primer volumen. Recomiendo su lectura a todos los amantes de la historia, de Inglaterra y de India, aunque quizá convenga no hacerla del tirón como ha hecho un servidor.
 

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