Stfiter es un escritor alemán clásico, de principios del XIX. Es curioso la de autores clásicos ingleses y franceses que tendemos a conocer, y lo poco que sabemos de los alemanes, que también han tenido una producción comparable. A mí, se me preguntas hace unos años, poco más que Goethe y Schiller me hubieras sacado. Y, sin embargo, hay mucha literatura por descubrir también en el ámbito teutónico.
Esta novela es una novela rara, de las que rara vez se estilan en nuestra literatura, o en las otras que conozco, pero que en Alemania parecen ser más habituales. Los alemanes siempre tan especiales. Ya identifique como género típicamente alemán el surrealismo literario (Grass, Ende), ya que no conozco otras obras similares en otras lenguas. También me parecen características las descripciones de obras musicales (inolvidable El Mesias de Zweig en sus Momentos Estelares). Y al grupo se unen este tipo de novelas que podríamos llamar de desarrollo vital, en la que también caben Wilhelm Meisters Lehrjahre o las de Werther del propio Goethe (Die leiden des jungen Wethers).
A mí me resultan insulsas en cuanto a trama, pero son interesantes y entretenidas de leer, y esta me la he zampado pese tener unas 800 páginas. Eso sí, me ha llevado mi tiempo.
Básicamente, es que no ocurre nada. Son novelas super-descriptivas, en que el protagonista te cuanta constantes detalles de sus observaciones, en los ámbitos de su interés. Afortunadamente, al protagonista y narrador de la historia le interesan muchas cosas: arte, naturaleza, carpintería, ciencia, tecnología, viajes, jardinería... por lo que hay mucha variedad en la que cuenta. También eso hace que haya unos pasajes más difíciles de leer que otros.
Una cosa que me hace gracia es que parece que te van a contar los viajes del amigo, y así empieza la novela. Pero para frustración del que esperara tal tipo de narración, muy pronto llegará a un palacio en él que será recibido con magnificiencia, y del que apenas será arrancado en el transcurso de la historia. De hecho, la mayor parte de sus viajes serán entre este palacio y otros aledaños, y el palacio y la ciudad en que vive con sus padres, donde pasa los inviernos. Y, sí, hay un viaje de dos años por Europa occidental cuando está terminando la novela, pero queda resumido en un párrafo.
El resto del tiempo, o al menos los dos primeros volúmenes de la novela, se lo pasará aprendiendo cosas en el Sternenhof (que así se llama el palacio) bajo la supervisión de su dueño, que se convierte en una especie de tutor iniciático. Las lecciones empezarán con la predicción de una tormenta, y seguirán por todo tipo de ramas del saber, como dije antes. Por supuesto, en tanto texto hay muchas frases dignas de mención, y alguna pondré al final de la entrada.
Pero, hacia el final del segundo volumen, ocurre una inflexión en la historia, y es que el protagonista de se enamora de Natalie, hija de Mathilde, que vive en un palacio cercano al de su tutor (a quien, por cierto, se refiere así toda la novela hasta casi el final, en que por fin nos desvela su nombre e historia, aunque en ningún momento se ha generado suspense alguno al respecto). Eso da pie a que el tercer volumen ya no sea tan iniciático: se va a centrar en todos los preparativos de la boda en sentido muy amplio, desde la formalización del consentimiento de los novios, las visitas a la familia, decisiones sobre la ceremonia... Y, sobre todo, una completa narrativa de la vida del tutor, en que se nos cuenta el único contratiempo que tiene toda la novela, y es que dicho tutor NO se casa con su amada (sorpresa, la antes citada Mathilde) por problemas familiares.
Lo que nos lleva a la conclusión final del libro, que me parece muy en la línea de Beethoven y su Novena Sinfonía, que tuve la fortuna de escuchar hace una semana en el Auditorio. Y es que ni las ciencias, ni el arte, ni la jardínería, nada de lo que ha aprendido el protagonista durante esta historia, da la felicidad: lo que da la felicidad es el matrimonio y la familia, lo que le faltó al tutor durante la mayor parte de su vida. ("Wie viel hatte ich in der Welt gesehen, wie viel hatte mich erfreut, an wie vielem hatte ich Wohlgefallen gehabt: und wie ist jetzt alles nichts, und wie ist es das höchste Glück, eine reine, tiefe, schöne menschliche Seele ganz sein eigen nennen zu können, ganz sein eigen.")
Como digo, libro largo de leer, extraño, pero sorprendentemente entretenido. Es cierto que me ha llevado tiempo leerlo, pero también que en ningún momento me ha dado pereza seguir con él. Cierro la entrada, como prometí, con algunas reflexiones del autor:
- Individualismo: "Gegen diesen Einwurf sagte mein Vater, der Mensch sei nicht zuerst der menschlichen Gesellschaft wegen da, sondern seiner selbst willen. Und wenn jeder seiner selbst willen auf die beste Art da sei, so sei er es auch für die menschliche Gesellschaft."
- Frase lírica:"Wenn das Wasser in unendlich kleinen Tröpfchen, die kaum durch ein Vergrößerungsglas ersichtlich sind, aus dem Dunste der Luft sich auf die Tafeln unserer Fenster absetzt, und die Kälte dazu kömmt, die nötig ist, so entsteht die Decke von Fäden, Sternen, Wedeln, Palmen und Blumen, die wir gefrorene Fenster heißen."
- Pacifismo y conservación del patrimonio artístico: "Den besten Schutz für Kunstwerke der Vorzeit würde freilich eine fortschreitende und nicht mehr erlahmende Kunstempfindung gewähren."
-¿Qué es importante?:"Leider heißen wir sie wichtig, wenn sie Gegenstände unserer Leidenschaften sind, und unwichtig, wenn sie zu diesen in keinen Beziehungen stehen, während es doch oft umgekehrt sein kann.«"
- Una sorpresa, su poeta preferido: "Von den Dichtern nahm ich jetzt Calderon vor. Ich konnte ihn bereits in dem Spanischen lesen, und vertiefte mich mit großem Eifer in seinen Geist."
- Original metáfora: "Ein Schmuck in seinem Fache«, sagte eine Stimme, »ist doch wie ein Bild ohne Rahmen, oder noch mehr wie ein Rahmen ohne Bild.«"
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