lunes, 22 de agosto de 2022

Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra ("Chronicles from the Land of the Happiest People on Earth"), de Wole Soyinka

Ya decía tras la lectura de You must set forth at dawn, que tendría que leer alguna novela del autor para poder valorarle. El estilo narrativo es bueno aunque intrincado, pero la temática de aquella obra no me había enganchado. Por aquellas casualidades del destino, vi que acababa de sacar la novela con que encabezo este post, tras muchos años de sequía, y decidí aventurarme en su lectura.

La sensación que he sacado es agridulce. Está escrita casi como la otra, y de hecho hay momentos en que te preguntas si no te estará contando lo mismo, pero ahora de forma novelada y con personajes más o menos ficticios. La acción transcurre casi al 100% en su patria nigeriana, aunque parte de le trama se traslada a Austria y más en concreto a Salzburgo.

Tras algunos meandros y alambiqueos, la historia se centra en un grupo de cuatro amigos de la Universidad, los cuatro nigerianos, el grupo llamado "Gong o' Four" (no Gang). Más específicamente, en dos de ellos, los que más prominencia pública han conseguido: el ingeniero Duyole Otunba y el cirujano Menka. De fondo tenemos a Papa Lavinia, el fundador del Ecumenismo o religión de religiones, fuertemente anclado en Nigeria, y al presidente de momento de Nigeria Sir Goddie o algo así. Ambos son la perfecta excusa para que Soyinka pueda atacar a Estado (mejor dicho, al estado nigeriano) y a las instituciones religiosas.

La matización sobre el Estado es importante porque Soyinka, que es un activista contra las dictaduras que ha sufrido su tierra, y lo ha pagado en ocasiones con su libertad, es el típico activista estatista, que ve problemas en los Estados cuando no gobiernan los suyos (muy revelador el dato biográfico de que presume de haber roto su carta verde de los EEUU tras la victoria de Trump) y que considera como epítome del triunfo el ser elegido representante para la ONU. Pues este es precisamente el mérito que destaca del ingeniero Otumba, y no su gran capacidad de emprendimiento que le ha llevado donde esta: todo eso da igual, según Soyinka, si la ONU no te elige para alguna mierda.

El otro protagonista, Menka, es un cirujano premiado por sus servicios, y en este caso su relevancia viene de las veces que se ha afanado de forma altruista para minimizar los daños de atentados y accidentes. En este reconocimiento público, sí podemos estar más de acuerdo. Esa preminencia, más verosímil en este caso que en el primero, es lo que hace relevante la trama.

Como decía, la narrativa es alambicada y a mí me ha tenido despistado durante gran parte de la lectura. Por ejemplo, a poco de empezar, dedica el capítulo 3, apropiadamente llamado "The Pilgrim Progress" a la fundación del Ecumenismo y la biografía de su fundador, el tal Papa Lavinia. Y son capítulos densos, a la Tom Wolfe, metiéndose a fondo en detalles. Parece que este Ecumenismo va a ser el centro de la novela, lo que explique por qué Nigeria es "el país de la gente más feliz de la Tierra", pero qué va: "That the nation known as the Giant of Africa was credited with harbouring the Happiest People in the World was no longer news. What remained confusing was how such recognition came to be earned and, by universal consent, deserved.". Pasado ese capítulo la narración se va por otros derroteros, y no volverá a coger relevancia hasta el final del libro. Algo parecido ocurre con el Gobierno.

Lo que nos deja al final con una trama relativamente sencilla, aunque con sus incógnitas por descubrir al estilo de novela de detectives. En un momento dado al ingeniero le ponen una bomba que casi se le lleva por delante. Su posible curación pasará por Austria, y allá se encaminará el herido con su familia, aunque sin demasiado éxito, pues fallece a los pocos días. Y aquí, cuando ya llevas como el 60% del libro, comienza la historia principal, que tiene que ver con la repatriación del cadáver. La importancia de estas cosas, pese a los esfuerzos de Soyinka por explicarla, a mí se me escapa, por lo que no le acabo de ver el interés, aunque, eso sí, me ha parecido narrada de una forma apasionante. 

Al principio se le entierra en Salzburgo, "The ancient Teutonic stones reverberated with the howls of primordial anguish from the heartland of a distant continent". Pero tras mil discusiones, preparativos, debates y suspense, Menka le conseguirá llevar de vuelta a casa, aunque sin conseguir la recepción que esperaba: "Duyole had crossed half the world in a casket, only to lie abandoned in a world where wake-keeping was a way of life and of death. Where on earth was this land of happiness, even in death?"

El cierre del libro está bien, pues engarza casi todas las piezas que ha ido dejando esparcidas el autor, incluyendo alguna sorpresa digna de telenovela relacionada con los otros dos miembros del Gong o' Four, Badetona (contable) y Farodion (paradero desconocido). Pero, vamos, al final ganan los corruptos, como no podía ser de otra forma, en este caso el corrupto eterno. No deja Soyinka hueco a la esperanza en su tierra.

Pese a ello, no es un libro que me haya enganchado. Me ha costado bastante su lectura. Al principio mola encontrarse con el estilo irónico de Soyinka, que me recuerda mucho al ya citado Tom Wolfe. Aquí algunos ejemplos:

Sobre el tráfico en Nigeria, que debe ofrecer sus buenos atascos: "Culture itself profited, as there were new entries into the register of Nigerian names, a nation that had justly earned fame for inventiveness—Tonade, Bisona, Bolekaja, Toyota, Aderupoko,* etc., the nomenclatural celebration of infants born in public or private transport when traffic stood completely still and motorists were turned into instant midwives."

Esta frase se podría aplicar también a nuestro querido Pedrito: "Sir Goddie shook his head and smiled in a rare gesture of admiration for any object outside his mirror."

Sobre la afición al alcohol de un amigo de Menka: "Travel by road was the caller’s choice—a wish to “drink in the environment.” He did, staggering drunk—to all appearances—from the vehicle at each rest stop all the way to Benin."

Y aquí una para referirse al lugar en que se va a construir el templo del fuego que permitirá incorporar el Zoroastrismo al Ecumenismo. Es genial: "The rockery of that time-bypassed village remained in blissful ignorance of its future service as a nation’s futurist historic site.".

Cierro la selección con tres de verdadero humor negro, relacionadas las tres con un supermercado de órganos humanos en el que ofrecen participar al cirujano (las razones son fáciles de imaginar). Así describen los empresarios su negocio: "Our mission goes beyond waste management—you could even call it waste prevention. Right now it might seem that we are moving too fast for our time, but believe me, we have assessed the way society is tending, and we know this to be the business of the future. We have placed ourselves at the forefront of that future.”"

Una idea para complementar las fuentes de recursos: "merchandizing the rewards of punitive extraction, such as amputations"

Y finalmente las razones por las que las cabezas tienen más valor: "For some reason the head always flew off, and not just Nigerian heads, befittingly known as coconut heads from sheer bounce-around retrievable credentials—it appeared to be simply the law of Nature or, more strictly, the law of dynamite or whatever was packed into the suicide belt."

Sin embargo, una vez agotada la sorpresa de la ironía, lo que uno se encuentra es una narración compleja, con mucho circunloquio para decir cosas simples, y con mucha línea argumental de difícil seguimiento. Hasta que no llega el bombazo, del que tampoco nos enteraremos directamente, si se descuida no lo dice, no era capaz de seguir lo que estaba pasando. Incluso llegué a plantearme si no serían historias distintas. Pero tras la bomba la narración se centra completamente, y poco a poco entran en su cuerpo la mayor parte de las cosas que se nos han contado, terminando, como decía, de una forma satisfactoria.

Pero no tan satisfactoriamente como para que me plantee seguir con lecturas de este autor. Y me temo que siempre me cabrá la duda de si el premio Nobel se lo dieron por escritor o por activista. Tiene pinta de que, héroe o no, ha sabido vivir bien de las instituciones internacionales este señor.

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