A Dalmacio Negro le dimos el premio Juan de Mariana este año. Como siempre, los encomios que se le hacen al premiado impulsan e invitan a conocer su obra, y en este caso no fue una excepción, Aunque después de oír el discurso del premiado se me habían pasado bastante las ganas, investigué in situ para saber qué leer de él, y me lleve apuntada esta obra que ahora comento.
No me atraía este señor ni su obra, y la lectura de esta no ha hecho más que ratificar mis expectativas: una lectura rayana en la pérdida de tiempo. Para empezar, se trata de un libro de filosofía, y ya se sabe como escriben los filósofos, al menos los mediocres, con una constante auto-referencia (lo Social, lo Político y expresiones por el estilo, como aquí: "Y lo Político y la Política, que proceden de lo Sagrado, la localización de lo Divino, sólo pueden legitimarse a partir de una instancia religiosa, pues la religión se refiere a lo Divino, que como la última realidad, la realidad de realidades, es por tanto la fuente decisiva de las legitimaciones.") complementado con referencias a tipos nisu, pero que deben de decir las cosas que a él le gustan. Lo típico de completar un razonamiento diciendo "Tenía mucha razón Pepito de los Palotes cuando decía....".
Además, es que el señor Negro escribe muy mal. No ya solo por esas auto-referencias que fuerzan su estilo. Es muy común que deje frases sin verbo, o con el verbo en infinitivo. Y tiene la manía de incorporar palabros en distintos idiomas, desde el latín al alemán, pasando por el francés o el inglés, para a continuación ponerlos en español, sin que se sepa muy bien por qué no se limita a lo segundo.
Por último, en cuanto al fondo, pues tampoco me ha aportado grandes cosas. Me parece un libro asistemático, desordenado, difícil de seguir, con repeticiones y circunloquios. Si está haciendo una historia, ¿por qué no sigue una cronología? ¿Por qué no da pruebas un poco más verificables de las conexiones sucesivas?¿Por qué dice infinitas veces que el Estado es una cosa europea y nunca explica qué es lo que hay en otras geografías y por qué no es Estado? ¿Por qué dice que no hay Estado en Inglaterra o los EEUU?
O desde otro punto de vista, cuando dice "Los principales órdenes naturales en que se estructura lo prepolítico son: en sentido horizontal y jerárquico, el orden religioso (directamente relacionado con el orden de lo sobrenatural o divino), el moral, el jurídico, el económico y el cultural. En sentido vertical y transversal, los órdenes principales son el estético, el intelectual, el técnico y el científico." Esto es, ¿por qué sí? ¿por qué lo dice él? ¿No hay más? ¿Son excluyentes o superpuestos? No sé, es que hay mucha de esta categorización sin justificar, y eso a mí me resulta incómodo, porque siempre me cabe la sospecha de que se ha dejado algo fuera.
En suma, me ha parecido un libro muy decepcionante en todos los sentidos. Ni siquiera recuerdo que haya dado una definición explícita de Estado, por increíble que parezca. No obstante, alguna cosa interesante hay. Por ejemplo, el origen histórico que da al Estado. Lo radica en Italia y justifica su creación en la necesidad de poner fin a las luchas intestinas que se producían en las ciudades. Nos dice: "A fin de acabar con las luchas intestinas que corroían a las comunas republicanas haciéndolas inseguras, idearon contratar un podestá (juez) o un capitano del popolo (jefe de guerra, condottiero), según los casos, cuyo prestigio redundaría en el de la ciudad. El contrato era temporal (generalmente por un año) para que gobernase como un poder neutral. A cambio, le juraban lealtad las partes en discordia. Sin embargo, los dictadores comisarios, aprovechando su poder, se acostumbraron a quedarse como señores de las ciudades al expirar el contrato."
Ese monopolio temporal que se da a estas personas sobre distintos poderes (armas, dinero, conflicto y derecho) tiende a hacerse permanente, y sienta las bases para que el Estado extienda dichos poderes a otros ámbitos sociales (los órdenes arriba citado). El proceso es bien conocido. A él añade Negro la asociación del capitalismo al Estado: al ser siempre el problema de este último uno de recursos, y ser capaz con sus monopolios de priorizar los distintos órdenes, tiende a priorizar el económico sobre los demás.
Con estos orígenes, el autor establece tres etapas en el desarrollo del Estado: las monarquías-Estado, el Estado Moderno, Estado Nación, producto de la Revolución Francesa, y el Estado totalitario, que es el que tenemos ahora, a las que dedicará la mayor parte del ensayo. Como curiosidad, y yo jamás lo hubiera pensado, la monarquía española la considera como sui generis. ya que se mantuvo en el primer estadio hasta la llegada de los Borbones y más allá. En España, según Negro, hubo muy poco espacio de Estado Moderno "al no aceptarse el paganizante derecho divino de los reyes ni la ratio status centralizadora e igualadora, se conservó la concepción del orden natural por creación, aunque por las necesidades del Imperio entrasen en franca decadencia las Cortes y el autogobierno municipal.". Sin embargo, pese a eso, hemos caído en picado tras la Dictadura franquista a la fase del estado Totalitario. Esta es la críptica descripción que otorga el autor a nuestro Estado: "al que el consenso parece decidido a darle finalmente a la socialdemocracia una forma totalitaria de tendencia eurocomunista del tipo Minotauro, es hostil a la religión tradicional y a la Iglesia, que unifican el éthos peninsular desde los tiempos visigodos". El consenso es el de los partidos políticos y no, yo tampoco sé qué es el éthos de un pueblo, aunque lo haya usado cientos de veces el señor Negro en su obra,
En la parte final describe las distintas formas del estado Totalitario en que, por supuesto y para sorpresa de algunos, está el Estado del Bienestar. Comparte fase con el Estado Soviético, el Estado Nacionalsocialista, el Estado Fascista. el Estado Social y de Derecho, y el efímero Estado Total. Y nos lleva al Estado Minotauro, siempre según el autor.
"
El Estado Providencia o de Bienestar ha evolucionado siguiendo su lógica eudemonista hacia el Estado Minotauro, no sólo señor de las haciendas y dictador de la conducta, sino de la vida y la muerte de una manera distinta a la de los Estados Totalitarios paternalistas que le prepararon el camino."
Claro, leyendo estas cosas, uno se piensa si el señor Negro vive en la realidad o en una especie de mundo alternativo. Por mucho que yo esté de acuerdo en la amenaza que supone el Estado, y que puede llegar a extremos difícilmente imaginables (una vez más, el confinamiento COVIDiano resulta el paradigma para quienes se fíen de esta maquinaría), tampoco me atrevería a describir la situación actual en los términos que acabo de transcribir. Se puede aceptar como tendencia, no como realidad.
Por último, dejo anotadas dos ideas que me han parecido interesantes. La primera se refiera a como, por mucho que nos digan que el gobierno, o el Estado, es democrático, la Ley de Hierro de la Oligarquía se cumple, y al final el Gobierno no es ni puede ser democrático, sino que corre a cargo de un número reducido de personas, en cualquier ámbito de la actividad humana, no solo en lo político. Para Negro, "Ésta es la causa principal de los ingentes problemas de la democracia europea, empeñada en identificar el estado democrático de la sociedad con la democracia como forma del gobierno, lo que excluye por definición la posibilidad de jerarquizar el mando;" Yo añado, siguiendo a Hayek, que además el sistema estatal tiende a que dicha oligarquía no sea la de los mejores, y solo hay que ver la oligarquía que gobierna ahora mismo España como prueba.
La otra idea es la sustitución de la religión por ideologías, propuestas por los partidos para hacerse con el Estado que permita conducir a la sociedad al paraíso pintado por las mismas. Negro habla de una ideocracia. que "aspira fundamentalmente a liberar el EstadoNación, titular de la summa potestas, de las creencias intangibles que limitaban la Monarquía: las del Altar, la conciencia, el Derecho Natural y consuetudinario, la propiedad". Muy interesante la identificación de la propiedad como limitadora del poder del Estado.
Me cuesta recomendar este libro. Yo no lo he disfrutado, y si me he enterado de algo es porque llevo ya unas cuantas lecturas buenas sobre el tema a mis espaldas. Leoni, Hayek, Buchanan han explicado de forma mucho más sencilla los conceptos que aquí maneja el autor de forma abstrusa. Aunque hay algún descubrimiento interesante, normalmente tampoco está bien justificado (por ejemplo, las ideas en torno a la monarquía hispana). Así que devuelvo al señor Dalmacio Negro al archivo, de donde quizá fuera mejor que no hubiera salido.
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