martes, 27 de diciembre de 2022

C'était le XX siècle (III: La guerre absolue), de Alain Decaux

Tercera entrega y penúltima de la serie. El lector interesado encontrará los comentarios sobre las dos primeras aquí y aquí.

El esquema es el mismo: el autor selecciona un grupo de episodios, en este caso relacionados con la Segunda Guerra Mundial, y nos los narra en cierta profundidad. El criterio de elección es completamente subjetivo, los que a él le han gustado más o le parecieron más interesante. Ello tiene como consecuencia que tiendan a aparecer episodios locales franceses, que no tienen el mismo interés, al menos para mí, que los restantes. Ello contribuye a que, una vez más, haya una gran heterogeneidad en la calidad de la lectura. En este caso, son de dimensión claramente francesa los dedicados a la Gestapo francesa, a Jean Moulin y la Resistencia, y al doctor Petiot. Los dos últimos son especialmente soporíferos. En concreto. en el último solo se me quitó el sueño cuando Decaux describe la cobertura que dio el Partido Comunista francés al asesino en serie: "plusieurs des officiers responsables d’une caserne aient pu se placer sous l’autorité du parti communiste," "Des pouvoirs locaux se sont institués au sein desquels les communistes jouent presque toujours le rôle principal." Como vemos, la izquierda no decepciona nunca: aquí les tenemos soltando violadores, en la Francia liberada protegiendo a delincuentes psicópatas.

Dos cosas son diferentes respecto a las entregas anteriores, En primer lugar, los episodios son más largos y detallados (como digo, hasta el sopor en el caso de los franceses). En segundo lugar. Decaux se muestra más activo como historiador científico, hablando más de las fuentes y de sus fuentes, y haciendo crítica de ellas cuando es necesario.

En cuanto al contenido, me han resultado especialmente interesantes los capítulos dedicados a la bomba atómica y a la rendición de Japón, los dos últimos del libro. 

En el primero comienza "in media res", con el avión meteorológico que precedía el Enola Gay, pero lo remonta a los orígenes de la investigación cuántica ("Dans les années 1920 et 1930, de jeunes savants cherchent éperdument – et passionnément – le secret de la matière : Ernest Rutherford à Cambridge, Niels Bohr à Copenhague, Max Born et Jacob Franck à Göttingen, Frédéric Joliot-Curie à Paris, Enrico Fermi en Italie."). Como dato curioso, resulta que la fabricación de la bomba atómica involucró a 539.000 personas. Otro dato interesante es que "L’enquête postérieure des services américains montrera que les études préliminaires à la fabrication d’une bombe atomique n’étaient même pas engagées en 1945." O sea, como en Irak, estos americanos siempre con el mismo truco. Habrá que ver que nos han ocultado en el caso de Ucrania. Último detalle, la visión mainstream de Roosevelt y su New Deal:"l’homme qui, à peine élu, a dû faire face à la dépression qui accablait les Américains et, en leur proposant un audacieux programme économique – le New Deal –, les a sauvés.

La descripción del estallido de esa primera bomba atómica es magistral, por su expresividad y concisión. "Ce fut d’abord l’éclatante lumière. Ensuite, l’effroyable chaleur qui brûla tout. Puis la rafale qui détruisit tout."

En el caso de la rendición de Japón, lo más relevante para mí es que documenta bien cómo NO es cierta la visión mítica de que Japón se rindió como consecuencia de la devastación que produjeron las dos bombas atómicas. De hecho, había una importante facción en el gobierno que quería seguir la guerra a toda costa (calculaban con con "tan solo" 20 millones de bajas se podría conseguir la victoria ante los aliados) y en las discusiones que nos cuenta Decaux no aparece el efecto de la bomba atómica como argumento.

Los restantes capítulos son también interesantes, aunque los conocía algo mejor. Está el montaje de los soviéticos en relación con la matanza de Katyn, que trataron de imputar por todos los medios posibles, algunos completamente ridículos, a los Nazis. Tenemos el hundimiento de la flota francesa en Mers-El-Kebir. Tenemos otro sobre el agente SS que trató de denunciar el genocidio nazi de los judíos ante la iglesia, con poco éxito. Y está también otro dedicado al hundimiento del Laconia al sur de África, un pequeño canto a la paz y la esperanza entre tanto desastre, al que los americanos se encargaron de poner fin (o al menos así lo cuenta Decaux, que como buen francés tiene su ramalazo anti-estadounidense).

Mención aparte merece el rescate de Mussolini, no tanto por la operación de tal rescate por Hitler, sino por el previo a tal rescate: Mussolini renuncia pacíficamente al poder tras votación del alto Consejo Fascista, pero es traicionado y llevado a prisión una vez presentada su dimisión. ¿Cuántos dictadores socialistas han hecho algo parecido? Sí, lo siento, en la lectura de este libro se recrudece la manía y temos que cualquier persona bien informada debería tener a los partidos de izquierdas.

En fin, otra tomo de lecturas interesantes e incluso apasionantes, Ya solo me queda el cuarto tomo, De Stalin a Kennedy. En breve, aquí lo tendré comentado.



domingo, 18 de diciembre de 2022

Roma soy yo, de Santiago Posteguillo

Confieso que me daba pereza ponerme con esta nueva novela de Posteguillo, que además tiene pinta de ser la primera de algo más largo de una trilogía. Me gusta mucho el autor, pero el tema estriba en que hace un tiempo me leí los siete tomos de Colleen McCoullough sobre el mismo periodo histórico. Estos empiezan con "First man in Rome", con Mario de protagonista, y tres de los mismos tienen como principal protagonista a Julio César.

Vamos, que no me apetecía leer otra vez lo ya leído, por mucho que fuera Posteguillo el autor. Afortunadamente, recordé lo que echaba de menos en aquella obra y que es la principal característica en las novelas de Posteguillo: la narración de las batallas. En efecto, McCoullough no les da especial importancia, y deja a su novela más social que épica. En cambio, Posteguillo las va buscando para poder contarlas como parte de su narrativa. llegando en ocasiones a forzar el relato para poder incluirlas (recuerdo las batallas de Craso en la trilogia de Trajano, por ejemplo).

Aquí lo vuelve a hacer, aunque tenga que recurrir a contar la historia de Mario en forma de narración de este a su sobrino César, y por aquí nos mete la batalla de Aquae Vitae, que luego acompañará de la de Mitilene, en que César juega un papel lo suficientemente importante como para que le den la corona cívica. Ninguna de ambas batallas tiene la riqueza estratégica que tenían las de Escipión con Aníbal, que fueron las que lanzaron a la fama al autor, pero revelan el gusto de Posteguillo por este valor diferencial. En todo caso, es evidente que la saga de Julio César le va a dar montones de oportunidades de lucir palmito: le quedan todas las Guerras de las Galias y su conflicto con Pompeyo por delante. Por eso digo que esto va a ser bastante más largo que una trilogía.

La apuesta de Posteguillo en este comienzo de la vida de Julio César consiste en centrarse en un juicio en que, a los 23 años, actúo de fiscal contra el senador corrupto Dolabella. Este juicio y su preparación, sabiamente interrumpidos por los recuerdos en que contarnos la relación de Mario y de Sila con el protagonista, constituye el contenido de la novela. El marco histórico nos lo traza Posteguillo como un enfrentamiento entre dos facciones: la de los senadores optimates y la de los populares. Los primeros, liderados inicialmente por Sila, quieren mantener los privilegios de los senados a ultranza, aunque para ello tengan que corromper todas sus instituciones; los segundos, consideran que se tienen que igualar los derechos de todos los ciudadanos romanos e incluso incorporar a tal categoría a los socii, pueblos conquistados por los romanos y que son fieles a ellos y sus instituciones. El líder de estos es Mario apooyado por Sertorius (quien trasladará la acción a Hispania, aunque no en esta entrega de la saga).

Lo curioso es que el autor, supongo que aposta, ha conseguido traer el conflicto a la actualidad de lo que ocurre en España con el gobierno actual y su asalto institucional. Nos pone sobre aviso una frase como la siguiente: "Políticos egoístas, corruptos y con frecuencia imbéciles, que se aprovechan de una grave crisis bélica o generada por una gran enfermedad, que buscan aprovecharse de esas terribles circunstancias para, o bien llegar al poder, o bien mantenerse en él sin importarles lo más mínimo las consecuencias que su ambición personal" Y digo que nos pone sobre aviso, porque sinceramente no me esperaba este activismo, aunque sea de grado bajo, en un escritor como Posteguillo.

Otra frase interesante: "Cuantas más leyes, más corrupción. No se trata de legislar sin fin, sino de asegurarse de que se cumplen las leyes que ya tenemos". Y esta última muy a cuento con lo que está sucediendo estas semanas con el Tribunal Constitucional y que dejan claro lo que hay que pensar de quién está tratando de llevar a cabo estas reformas: "un dictador que podía promulgar leyes al tiempo que podía reorganizar el Estado a su conveniencia. Poder absoluto."

Me complace ver que Posteguillo revela algo que yo ya había deducido en las novelas de McCoullough: la profesionalización del ejército que lleva a cabo Mario, básicamente haciendo que los soldados cobre un salario del Estado por guerrear, es la semilla del mal que llevará primero la dictadura de Sila ("en esa profesionalización, el dinero era cada vez más importante y Sila se había dado cuenta de eso. Antes que ningún otro líder romano. Antes, incluso, que el propio Mario."), y posteriormente al Imperio y los abusos de los emperadores.

En este párrafo, Posteguillo explica sucintamente la reforma de Mario y sus causas: 

"Para ello tuvo que torcer todas las normas y regulaciones de reclutamiento: un soldado romano debía ser propietario, en mayor o menor medida, y reunir él, con sus propios fondos, el material necesario para el combate; desde armas y escudo hasta corazas y menaje para la vida diaria en campamento. Pero Mario sabía que no había suficientes hombres en Roma que, después de siete años de guerra en África, estuvieran en condiciones de aportar todo ese material, mientras que desarrapados y gente de la plebe de Roma sin dinero había mucha. Miles de personas que no tenían nada y, en consecuencia, nada tenían que perder y sí, en cambio, mucho que ganar combatiendo si se les ofrecían los medios para ello y algo revolucionario: un sueldo que se denominó salarium,"

Y aquí tenemos a César, posiblemente algo que no ocurrió, recomendando a Lúculo la estrategia de Ciro para su imperio, tras derrotar a Mitilene. "Pero porque Escipión usó su misma técnica. Mitrídates usa sólo la fuerza; y oponiendo sólo la fuerza, la lucha por Oriente será eterna, como cuando Catón sustituyó a Escipión en Hispania y fue a sangre y fuego por todo aquel territorio. Luego tardamos decenios en volver a controlar Hispania. Aquí es lo mismo: si se incendia Mitilene, Mitrídates se verá reforzado en su imagen de libertador frente a Roma. Si se es generoso con Mitilene en su derrota, otras ciudades de Oriente pueden pasarse a nuestro bando y, así, debilitar la posición del rey del Ponto... reduciendo el número de batallas y el número de legionarios muertos."

El estilo narrativo de Posteguillo es al que ya estamos habituados. No hay concesiones al estilismo, solo narrativa directa y casi cinemática de las distintas secuencias. Leer a Posteguillo es casi como la ver la película, lo que pasa es que en esta ocasión es más de juicios que bélica. Y, como suele ser habitual en él, es capaz de construir una escena impactante y emocionante para culminar su libro. En este caso, se trata de la muerte de Dolabella (siento el spoiler) a manos del Tíber tras incurrir en la maldición de Tesalónica, La escena con la lluvia cayendo a mares sobre Roma mientras se enfrentan los sicarios del senador contra Julio César y su escolta, unidos a los macedonios, es digna de recuerdo, aunque seguro que es apócrifa.

En fin, que la novela me ha encantado, que Posteguillo es un tío grande al que se le puede leer cosas que ya se conocen, y que nos esperan unos cuantos libros de infarto a poco que Posteguillo mantenga su nivel habitual. Habrá que esperar con paciencia la siguiente y sucesivas entregas, y sobre todo el final, porque estoy seguro que Posteguillo será capaz de encogernos el corazón en el momento en que Bruto saque su daga. 

Don Santiago, muchas gracias una vez más por hacernos disfrutar con una de romanos. 






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sábado, 10 de diciembre de 2022

Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy ("The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman"), de Laurence Sterne

Originalísima novela del siglo XVIII, al parece un clásico de la literatura inglesa que yo desconocía hasta hacer unos meses. Que nadie se espere un Oliver Twist o un Barry Lyndon, pues no es eso. Vamos, que nadie se espera siquiera una novela de la vida del tal Tristram, porque, aunque es el narrador, apenas nos cuenta algún retazo de su vida, centrándose principalmente en su padre Mr. Shandy y su tío Toby, y ni siquiera sus aventuras, más bien sus conversaciones. Baste decir que hasta algo así como el 25% del libro ni siquiera ha nacido el supuesto protagonista.

Sin embargo, lo que nos ofrece Sterne es una especie de novela burlesca sobre el propio arte de novelar y el novelista. Nos encontraremos capítulos vacíos, una dedicatoria a la venta, frases a medio terminar, reflexiones sobre el orden en que contar las cosas, y montones de cosas por el estilo.

Van unas cuantas frases de muestra:
"Could a historiographer drive on his history, as a muleteer drives on his mule,— straight forward;----for instance, from Rome all the way to Loretto, 2 without ever once turning his head aside either to the right hand or to the left,—"

"think, says he:—— But to enter rightly into my uncle Toby’s sentiments upon this matter, you must be made to enter first a little into his character, the out-lines of which I shall just give you, and then the dialogue between him and my father will go on as well again." (reanudándose unos capítulos después)

"And, at this hour, it is a thing full as problematical as the subject of the dissertation itself, (onsidering the confusion and distresses of our domestick misadventures, which are now coming thick one upon the back of another) whether I shall be able to find a place for it in the third volume or not."

"All my heroes are off my hands;——’ tis the first time I have had a moment to spare,–– and I’ll make use of it, and write my preface."

"as at this rate I should just live 364 times faster than I should write— It must follow, an’ please your worships, that the more I write, the more I shall have to write— and consequently, the more your worships read, the more your worships will have to read."

Así las cosas, el estilo narrativo es difícilmente calificable. Los capítulos son generalmente muy cortos, aunque de vez en cuando aparece uno de tamaño completamente desproporcionado. Se anidas historias en historias, y se enlazan unas con otras muchas veces sin nexo aparente. Hay mucha referencia culta a autores de la época, pero la verdad es que no se pierde mucho si uno no lee las anotaciones. Las burlas que pueda hacer de los mismos se pierden, o al menos yo no las capto, incluso sabiendo que hacen referencia a uno u otro autor. 

En todo caso, las principales referencias de Sterne son sobradamente conocidas: Rabelais, Montaigne, Jonathan Swift y nuestro gran Cervantes, cuyo Don Quijote, "the peerless knight of La Mancha, 13 whom, by the bye, with all his follies, I love more, and would actually have gone further to have paid a visit to, than the greatest hero of antiquity.",  y sobre todo Sancho Panza aparecen muchas veces en el libro. 

Hay mucho juego de palabras subido de tono, pero, una vez más pese a las notas, cuesta seguirlo y no me parece divertido. y hay también frases muy curiosas, aquí dejo un par:

Mr Shandy discutiendo con su esposa sobre si poner pantalones al recién nacido Tristram: "argued the matter with her like a christian,— like a heathen,— like a husband,— like a father,— like a patriot,— like a man:— My mother answered every thing only like a woman;"

Acumulación de adjetivos con remate sarcástico: "thus it is, by slow steps of casual increase, that our knowledge physical, metaphysical, physiological, polemical, nautical, mathematical, ænigmatical, technical, biographical, romantical, chemical, and obstetrical, with fifty other branches of it, (most of ’em ending, as these do, in ical)"

Por último me ha llamado la atención y me ha resultado muy entretenido que el hobby del tío Toby sea el estudio de asedios y fortificaciones de ciudades, hasta el punto en que la edición que he leído incorpora un glosario con los distintos términos técnicos al respecto. Con ayuda de su asistente Trim, el tío Toby se dedica a recrear las defensas de distintas ciudades en su jardín, de forma que luego pueda ensayar su asedio. Dará lugar a bastantes bromas en los momentos finales del libro, en que se nos cuenta el enamoramiento a dos bandas de Toby y Trim con una viuda y su doncella. Enamoramiento que, ya dejo aquí dicho, termina en nada a la vez que todo el libro, que queda calificado como un mejor juego de "Bull and Cock" por el propio autor. Ah, antes de que se me olvide, sepa el lector que hobby viene de los caballitos de juguete ("hobby-horses") que tienen los niños de pequeños.

Se trata de una novela larga, y para mi gusto va de más a menos. Llega un momento en que solo interesan los devaneos meta-novelistas de Sterne, porque la verdad es que no sabes muy bien por qué te cuenta lo que te cuenta y qué tiene que ver con lo otro o con su vida. Como he dicho, las referencias más cultas se me pierden pese a la anotación, y tampoco pillo las gracias picantes, así que se me queda todo en lo que acabo de decir, junto con las reflexiones del tío Toby sobre los asedios.

La verdad es que me gustaría recomendarla, y lo haría si no fuera tan larga. En estas condiciones, que cada uno sepa dónde se mete, sin olvidar que estamos hablando de un clásico de la literatura inglesa al que 200 años lo contemplan como éxito. 



sábado, 3 de diciembre de 2022

El mito del déficit ("The Deficit Myth"), de Stephanie Kelton

Leído, que no se diga que no soy abierto de mente y exploro explicaciones alternativas teóricas a las que me tienen convencido. No tenía grandes esperanzas de esta lectura, que sólo me plantee para participar en un club de lectura, y las pocas que tenía se desvanecieron en el primer capítulo, cuando la autora describió en qué consiste la "Teoría Monetaria Moderna" (MMT por sus siglas), como si los lectores estuviéramos viendo Barrio Sésamo.

La idea brillante de esta gente consiste en que, como el Estado es el emisor de la moneda, no se tiene que imponer restricciones alguna de gastos, lo que sí ocurre a las personas normales, puesto que siempre podrá emitir toda la moneda que necesite para sus gastos, cualquiera que sean estos. Esto es la MMT y por increíble que parezca, le llaman teoría, hay unos cuantos economistas ufanos que se consideran de la corriente y, más grave aún, hay gente que edita estas bazofías, más aún, hay gente que las traduce al español.

Con lo cual, uno se pasa la lectura de este libro maravillándose de los mil disfraces que es capaz de asumir el comunismo para mantener sus ataques a la sociedad, bajo un supuesto paraíso artificial. Da igual los muertos, las hambrunas y las torturas, la ideología siempre encuentra unos cuantos tontos útiles en los que encarnarse. Ahora aparece bajo un disfraz teórico supuestamente serio, de escuela de economía invocando entre otros a Lerner.

En el fondo, no es más que otra trampa "intelectual", la estrategia clásica comunista de infiltrarse en todos los estratos sociales a base de peones que supuestamente son pensadores libres. Los trucos son siempre los mismos: hacer ver lo mal que está la sociedad, tratar a atizar las bajas pasiones, típicamente la envidia respecto a los ricos (que en este libro aparece una y otra vez), y proponer una solución mágica para todos los problemas. El capítulo dedicado a la pobreza es especialmente patético: nada de teoría económica allí, simplemente apelación a la lágrima fácil y a la demagogia.

La solución mágica, que tienen el rostro de calificar como "equilibrador automático" ante situaciones de crisis, es la garantía de empleo. Vamos, que el Estado contrate a todos los que quieran trabajar a un sueldo de 15 USD/hora. No se trata de una propuesta fundamentada, es simplemente una soflama para atraer gente al bando de la MMT.

Una y otra vez repetirá Kelton la idea de que lo importante no es el dinero, sino como asignar los recursos (menos mal que estos si los reconoce escasos) a las cosas que importan a la sociedad. La asunción implícita es, por supuesto, que todos los recursos son del Estado para su gestión y distribución, y que el dinero es solo una forma en que el Estado los distribuye. O sea, lo que ya he dicho más arriba: el régimen propuesto por Kelton es el comunismo con el disfraz de política monetaria.

No sigo, ya he dedicado demasiado tiempo a estas gilipolleces. Evítese la lectura de este libro.