Leído, que no se diga que no soy abierto de mente y exploro explicaciones alternativas teóricas a las que me tienen convencido. No tenía grandes esperanzas de esta lectura, que sólo me plantee para participar en un club de lectura, y las pocas que tenía se desvanecieron en el primer capítulo, cuando la autora describió en qué consiste la "Teoría Monetaria Moderna" (MMT por sus siglas), como si los lectores estuviéramos viendo Barrio Sésamo.
La idea brillante de esta gente consiste en que, como el Estado es el emisor de la moneda, no se tiene que imponer restricciones alguna de gastos, lo que sí ocurre a las personas normales, puesto que siempre podrá emitir toda la moneda que necesite para sus gastos, cualquiera que sean estos. Esto es la MMT y por increíble que parezca, le llaman teoría, hay unos cuantos economistas ufanos que se consideran de la corriente y, más grave aún, hay gente que edita estas bazofías, más aún, hay gente que las traduce al español.
Con lo cual, uno se pasa la lectura de este libro maravillándose de los mil disfraces que es capaz de asumir el comunismo para mantener sus ataques a la sociedad, bajo un supuesto paraíso artificial. Da igual los muertos, las hambrunas y las torturas, la ideología siempre encuentra unos cuantos tontos útiles en los que encarnarse. Ahora aparece bajo un disfraz teórico supuestamente serio, de escuela de economía invocando entre otros a Lerner.
En el fondo, no es más que otra trampa "intelectual", la estrategia clásica comunista de infiltrarse en todos los estratos sociales a base de peones que supuestamente son pensadores libres. Los trucos son siempre los mismos: hacer ver lo mal que está la sociedad, tratar a atizar las bajas pasiones, típicamente la envidia respecto a los ricos (que en este libro aparece una y otra vez), y proponer una solución mágica para todos los problemas. El capítulo dedicado a la pobreza es especialmente patético: nada de teoría económica allí, simplemente apelación a la lágrima fácil y a la demagogia.
La solución mágica, que tienen el rostro de calificar como "equilibrador automático" ante situaciones de crisis, es la garantía de empleo. Vamos, que el Estado contrate a todos los que quieran trabajar a un sueldo de 15 USD/hora. No se trata de una propuesta fundamentada, es simplemente una soflama para atraer gente al bando de la MMT.
Una y otra vez repetirá Kelton la idea de que lo importante no es el dinero, sino como asignar los recursos (menos mal que estos si los reconoce escasos) a las cosas que importan a la sociedad. La asunción implícita es, por supuesto, que todos los recursos son del Estado para su gestión y distribución, y que el dinero es solo una forma en que el Estado los distribuye. O sea, lo que ya he dicho más arriba: el régimen propuesto por Kelton es el comunismo con el disfraz de política monetaria.
No sigo, ya he dedicado demasiado tiempo a estas gilipolleces. Evítese la lectura de este libro.
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