Me encontré este libro en algún artículo de The Economist. Está escrito por el ex-CEO de una compañía farmacéutica y creo que candidato republicano a la Presidencia. A la vista del nombre, es claro que tiene ascendencia india (de la India de Asia). En principio, me pareció interesante por escribir en contra del fenómeno "woke" (algo que ya me tiene bastante saturado y eso que solo me alcanza por la vía de las series) y por hacerlo además desde una vertiente más empresarial. Es difícil encontrar gente que se atreva a ir contra los woke por lo que eso puede conllevar a nivel personal (sí, la cultura de la cancelación, o perder el puesto de trabajo). De ahí, el interés que me suscitan estos ensayos (recientemente también leí el de David Mamet, aquí). Aparte de un texto furibundo y amarillista contra lo woke, la verdad es que no tenía muchas más expectativas.
Craso error. El señor Ramaswamy es un tipo universitario y serio, y no se limita al chascarrillo sensacionalista. Más bien al contrario, el trabajo está bastante bien enmarcado desde un punto de vista teórico, lo que demuestra que el autor ha reflexionado en profundidad sobre las cosas que plantea. Esto es, no se limita a escandalizarnos con lo que ocurre, sino que ha ido más allá y se ha preguntado por qué, y esto que comparte con el lector es quizá lo más valioso de su obra.
A ver cómo pongo un poco de orden y espero no dejarme ninguna idea top. Y digo top, porque ni siquiera las importantes me cabrían en un post de una longitud razonable. Así que hay que seleccionar las importantes de las importantes, y sobre todo recomendar encarecidamente la lectura completa del libro.
La primera idea fundamental es la relación entre capitalismo y sociedad. Ramaswamy afirma que la influencia va en los dos sentidos, no solo en el de que la sociedad condiciona con sus costumbres y leyes el funcionamiento del mercado (que sería mi visión tradicional), sino que también el capitalismo afecta a las formas de la sociedad, lo que el autor construye sobre su experiencia en India, en concreto, como el capitalismo destruyó el sistema de castas. "Capitalism has an uncanny ability to organize our society’s commercial affairs better than we could’ve ever imagined, but it has an equally uncanny ability to extend far beyond commercial life." Además, esos efectos se centrarían especialmente en las instituciones colectivas, comunitarias, puesto que "Capitalism thrives on individualism and picks apart institutions built on collective identity." Este punto no me parece tan claro, pero no voy a entrar en ello porque si lo hago no terminaré nunca con esta entrada.
El siguiente punto se refiere a cómo las empresas corporativas son unas máquinas de generar recursos gracias, en parte, al privilegio que tienen por su responsabilidad limitada, lo que permite inversiones que de otra forma no llegarían a ocurrir. Ese privilegio de "responsabilidad limitada" tiene que tener una contraparte, que para Ramaswamy consiste en un mandato (quizá legal en los EEUU) de que su finalidad tienen que ser la búsqueda de beneficios, y únicamente dicha búsqueda. O sea, la limitación en responsabilidad debería ser solo en relación a este objetivo, y no extenderse a otros posibles objetivos que se planteen las corporaciones, Lo ilustra con un ejemplo muy clarificador:
"Right now, if a regular social activist drives a car in that parade and crashes into someone, she faces personal tort liability. She could be sued in court and lose everything she has. But now, suppose she’s the owner of a company and sends one of her employees in the company car to do the same thing, and the exact same thing happens. Then she can’t be sued: her personal assets are protected by limited liability."
Lo que enlaza con el tercer punto de la construcción del autor, los conocidos problemas de agencia. Porque, claro, las empresas no son entes autónomos, sino que su actividad es la de las personas que las forman, y específicamente de sus gestores. ¿Cómo conseguir que los gestores sigan los deseos de los accionistas y específicamente tengan como objetivo la consecución de beneficios? No es un problema nuevo, pero Ramaswamy lo presenta con un cariz más tenebroso al hablar del "stakeholderism", "in which institutions beyond for -profit corporations invoke amorphous “stakeholders” to justify expanding their original missions to suit their manager’s personal desires". O sea, los gestores persiguen sus intereses ideológicos utilizando los recursos de la empresa, invocando el interés de los supuestos stakeholders.
Muy interesante también la particularización que hace del problema de agencia en las agencias públicas, usando como ejemplo a la FDA y la ley americana del "Right to Try" (que el paciente pueda probar las medicinas aunque aún no hayan sido aprobadas por la FDA). Obviamente, esto no interesa a la FDA y "In sum, even though the American people went through the proper democratic process to pass Right to Try legislation, it’s wholly futile. Why? Because the FDA’s managerial class just doesn’t like it."
Con estos tres puntos queda, más o menos, definido el marco teórico que nos propone Ramaswamy para analizar el fenómeno Woke. A partir de aquí, empezamos ya a ver ejemplos reales de lo que sucede, que son sinceramente para poner los pelos de punta.
Vamos poco a poco. Empezamos por los indicadores ESG, que los "woke capitalists often win in the end because they use their do-good smoke screen to capture the government itself. Unfortunately, that often proves to be the most profitable strategy of all: it’s modern crony capitalism," En princio, una empresa comprometida con ESG tendería a ser menos rentable que las que no afrontaran dichos gastos extras, pero lo que ocurre es que al asumir dicho márchamo obtienen ventajas del gobierno que de otra forma no obtendrían. Pero, claro, los criterios ESG no son objetivos y quedan definidos por intereses políticos y funcionariales, lo que permite al gobierno perseguir su agenda con independencia de los intereses expresados democráticamente. Va un ejemplo brutal: "after the financial crisis, the Obama DOJ slammed big banks with massive fines so it could trumpet that it was sending tons of relief to consumers. Then it told banks they could pay less than half that much if they donated the money to Obama’s favorite nonprofits instead."
Pero es que además ese dinero, que debería ser gestionado por el Congreso según la voluntad expresada democráticamente por la sociedad americana "ends up in the pockets of left-wing nonprofits while sometimes cutting the fines actually paid by those companies by half or more." y "These left -leaning nonprofits use their funds for liberal priorities like voter registration and lobbying state, local, and federal government."
Atendiendo a los beneficios, el balance coste-beneficio sería el siguiente:"A corporation offers woke people money and influence, and in return they lend it the protective cloak of wokeness’s moral superiority to hide its wrongdoing." Lo que les permite a las empresas woke hacer las mayores barbaridades anti-woke con la cobertura "moral " de las asociaciones woke. En suma, una nueva forma de ganar dinero a costa de dinamitar la sociedad: "Corporations used to try to convince you that buying their stuff would make you cool; now they tell you buying it will make you good." o "Part of what it is to be American is to reason with those who disagree with you and beat them at the ballot box, not to attempt to legally deprive them of food and shelter."
Todo ello hace concluir a Ramaswamy que "Under the banner of “stakeholder capitalism,” CEOs and large investors work with ideological activists to implement radical agendas that they could never pass in Congress."
La historia de terror no acaba aquí, porque ahora el autor nos lleva allende las fronteras de los EEUU y nos explica cómo países nada democráticos como China o Arabia Saudi son capaces, por la vía del capitalismo woke, de imponer su agenda a los democráticos EEUU. Y es que, claro, una vez la corporación americana se libera de la atadura de la búsqueda de beneficios como objetivo único, queda a merced de lo que sus "stakeholders" consideren que debe hacer, y dichos stakeholders pueden muy bien ser el partido comunista chino. Ramaswamy pone varios ejemplos de los que me quedo con el de las estrellas de la NBA: "The whole affair exposed a darkly hilarious truth: the NBA and its stars felt duty-bound to criticize America’s president and judicial system but considered it beyond the pale to criticize China’s."
La última parte de las tinieblas es el capítulo dedicado, cómo no, a Silicon Valley y los Big Tech, en que no me detendré por ser historias bastante más conocidas.
Antes de ir cerrando este post, no querría olvidarme de las interesantes reflexiones que Ramaswamy sobre el verdadero significado de la diversidad y en qué condiciones resulta beneficiosa para la sociedad. Y es que el valor de la diversidad es obviamente el que se obtiene de la convivencia y contraste de distintas opiniones y experiencias. La asunción implícita del wokismo es que tus opiniones dependen de tu raza, tu sexo o tu orientación sexual, lo que implica que la diversidad en una empresa equivale a tener diversidad en esas dimensiones. Pero, precisamente, "he incorrect assumption that genetic characteristics predict something important about the way that a person thinks (is) the most fundamental assumption underlying racism itself."
Como frase resumen de esta obra, creo que puede jugar bien la siguiente: "The guys with the gold get to make the rules. Not just market rules, but moral rules (...) When companies use their market power to make moral rules, they effectively prevent those other citizens from having the same say in our democracy." Y ojo con esto, porque las empresas utilizan de forma instrumental la ideología, y, nos advierte Ramswamy, que las corrientes sociales cambian de unos momentos a otros: "If it were for some reason more profitable or otherwise beneficial for any of those companies to take up the exact opposite social cause at some point in the future— say, misogynist, racist, or pollutive causes— there’s little doubt in my mind that many of them would." Vamos, que aunque ahora nos puedan parecer (si somos woke) la moralidad impuesta por las empresas, nadie nos garantiza que en el futuro la cambien si les viene bien empresarialmente.
Supongo que a nadie le quedarán dudas de que este libro hay que leerlo.
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