sábado, 28 de septiembre de 2024

La frontera invisible, de Javier Reverte

 Pese a gustarme bastante viajar (más bien, visitar sitios), no me interesa especialmente el relato de viajes. Si acaso, puedo leer sobre sitios en los que ya he estado, o bien todo lo contrario, aquellos a los que no pienso ir. Como la mayor parte de los lugares quedan en medio, encuentro poca literatura de viajes atractiva.

Javier Reverte es el único escritor español al que recuerdo haber leido este género (y no muchos más extranjeros, quizá solo al mítico Kapucinsky). De Reverte he leído su obra más conocia, "Corazón de Ulises", que me gustó bastante, "Dios, el diablo y la aventura" y también "Venga a nosotros tu reino",  por culpa de la cual tuve que visitar el lago Tana en Etiopia y llevarme de regreso unas cuantas pulgas.

Este libro no entraba en mi radar, pero me dijeron que era un viaje desde Turquía a Irán, y como ambos los tengo recientes y además el libro no era muy largo, me animé a leerlo en un descanso de "The mountain shadow". Resulta que es un libro casi póstumo del autor, en que relata su último viaje. En él, básicamente quería visitar la gran plaza de Isfahan, pero como eso no daba para un libro con el que cubrir los gastos a la vuelta, decidió empezar el periplo en Estambul y añadir a la ciudad iraní, otras como la capital Shiraz o los puertos del estrecho de Ormuz. Como temática se buscó esta de la frontera invisible, que no es más que la que separa occidente de oriente, y que no tiene una ubicación fija.

Me ha resultado un libro decepcionante por diversos motivos, el principal de los cuales es su superficialidad. ¿Son así todos los libros de viajes y los anteriores no me lo parecieron por no haber estado en los sitios descritos? ¿O es este tan flojo porque realmente no le dio tiempo a Javier Reverte a darle su acabado? No sabría decirlo.

Las anecdotas que nos narra son bastante triviales, lo que comió, si le gustó o no, lo que le pasó en el hotel, los precios que consiguió para sus transportes, cómo era tal o cual conductor. Poca cosa para la gente que ya conoce los sitios. Además, me resulta fascinante que en unos sitios le reciba la embajada, mientras que a otros llegue sin saber en qué hotel dormirá. No sé muy bien si prepara la espontaneidad, pero me parece incoherente.

El relato puramente viajero lo adereza con relatos históricos centrados en los personajes que trataron de borrar la citada frontera invisible, y principalmente el Gran Tamerlán, Alejandro Magno y los sultanes otomanos, a los que se añade los más recientes Kemal Attaturk y el imán Jomeini. Estos retazos son más interesantes para el lector, aunque adolecen una vez más de falta de profundidad y de abuso de citas textuales. Demasiada texto reciclado para mi gusto, sea o no relevante.

Sin embargo, lo que más me mosquea son las impreciones geográficas que le he detectado. ¿Qué es eso de que el Nemrut Dagi se ve desde el lago Van? ¿Cómo es posible que para ir a Teheran desde Tabriz pasara por el lago Urmia? ¿De verdad se ven las montañas desde Ispahan? No sé, muy raro. Lo achaco a lo ya dicho, que igual no le dio tiempo a releer su escrito antes de fallecer.

Dentro de estos errores geográficos, me llamó mucho la atención este párrafo: "Silva navegó hasta Goa después de doblar el cabo de las Tormentas, o de Buena Esperanza, y allí recibió noticias de los ataques que estaba llevando a cabo el emperador persa contra la fortaleza portuguesa de Ormuz, tras haber conquistado las posiciones lusas del litoral continental, especialmente la actual Bandar Abbas. De modo que se apresuró a partir de Goa, navegó por las costas de Arabia y alcanzó las de Irán en octubre de 1617." Una vez más, parece equivocarse con Goa, que está en la India: desde Goa a Irán no hay que pasar por las costas de Arabia. Lo que pasa en esto reincide y además parece recogido del diario del tal Silva.

Pese a mi acerbada crítica, el libro se lee bien y es ameno. El señor Reverte tiene oficio para escribir y se nota. Destaco algunas reflexiones divertidas, la primera agridulce:

"Porque los animales matan para comer, pero no torturan; a excepción del gato, que se regodea jugando con sus presas antes de ejecutarlas. Pero ya se sabe que es un felino doméstico y, por lo tanto, ha aprendido mucho de los humanos."

"Se había creado una estupenda relación entre nosotros: yo pedía lo que deseaba y Alí hacía lo que le daba la gana."

Aunque sin duda los más divertido de libro es cuando recoge algunas de las reflexiones del Imán Jomeini. Me quedo con esta: "Sobre el sexo, Jomeini se extiende en sus consideraciones. Por ejemplo, si un hombre se excita con una mujer que no es la suya y luego hace el amor con la propia, es preferible que no rece si ha transpirado. Pero si hace el amor con su mujer legítima y enseguida con otra mujer, puede rezar aunque sude."

En suma, no el mejor libro de Javier Reverte, aunque también puede ser que lo decepcionante sea el género de la literatura de viajes al que no me había asomado desde hace muchos años y que ahora quizá vea con otros ojos.

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