miércoles, 19 de octubre de 2016

2084: El fin del mundo ("2084: La fin du monde"), de Boualem Sansal

Este libro es raro de narices. Llego a él a través de una recomendación de Houellebeq, del que acababa de leer "Soumission", y pensando que será algo similar, no sé por qué.

Y me encuentro con un libro inclasificable. Por momento, parece que va a ser una novela en que se nos cuenten las tribulaciones del protagonista Ati en el nuevo mundo surgido en 2084. De hecho, uno acepta la primera parte del libro como la contextualización de ese mundo en que se va a desarrollar la trama.

Pero no es así: lo que se pasa a Ati es relativamente poco e irrelevante, y lo único que posibilita es dar disculpas al autor para ir describiendo las características relevantes del mundo surgido tras 2084.

Pero tampoco es así, porque realmente no hay una descripción más o menos objetiva del modo de vida o las condiciones institucionales, sino un totum revolutum de pensamientos relacionados con el poder, la religión o las naciones, con lo cual parece que nos adentramos en una especie de ensayo filosófico.

Pero, y es la última que vez que empiezo así el párrafo, tampoco es así, porque realmente soy incapaz de determinar si el autor se está o no tomando a sí mismo en serio o en broma, por lo que no sé si se trata de una sátira de las religiones. En fin, que ni siquiera me he enterado de qué va el libro. Lo que sí es claro es que se trata de un homenaje a Orwell y a su 1984, tal como apunta el título.

El mundo que se nos describe está dominado por el fundamentalismo religioso, de una religión monoteista cuyo dios es Yölah y su delegado en la Tierra un tal Abi. En ese mundo, existen una especie de milicias que vigilan el adecuado cumplimiento de todos los preceptos, incluyendo revisiones (exámenes) periódicos de cada uno de los ciudadanos para ver cómo se mantiene su fe.

Las peripecias de Ati y sus colegas nos permitirán conocer los ghettos de este mundo, en los que rebeldes, eso sí, permitidos por el poder hegemónico. Porque, según nos dice el autor, "ser tu propio enemigo es la mejor garantía para ganar todos los golpes". También podrán visitar el centro burocrático de poder, una especie de pirámide gigante.

Como ya he confesado, poco más puedo contar de la trama, porque apenas me he enterado de adónde iba o de dónde venía, entre toda la disgresión filosófica seria o satírica. Entre las cosas que me han llamado la atención está la "hipótesis" de que la nueva religión debía vehícularse sobre su propio lenguaje para tener éxito: así el tal Abi dio al pueblo el Abilang, lengua "sagrada que era de naturaleza electroquímica, con alguna componente nuclear sin duda" (así os hacéis una idea del grado de frikismo del autor).

Y cierro con otra muestra de sus afirmaciones, en este caso sobre la religión: "la religión se puede construir sobre lo contrario de la verdad y volverse por este hecho la guardiana encarnizada de la mentira original". Hala, ahí queda eso.

Por supuesto, no puedo recomendar la lectura de este extraño libro, aunque soy consciente de que quizá ganara mucho si le diera un segunda lectura y me enterara de algo más.

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