Novelilla que leo a modo de exploración de su autor, Mathias Enard, del que nada he leído, aunque tiene algunos premios relevantes. Por ejempo, este libro fue premio Goncourt (des Lyceens) en 2010.
Habiéndolo leído justo tras Los Herederos de la Tierra, lo primero que me llama la atención es que los franceses sigán teniendo agallas de escribir y publicar libros tan cortos, cuando en España parece que es imposible si no superas determinada extensión (véase los volúmenes recientes de Posteguillo, Ruiz Zafón o el que acabo de citar Falcones, y eso que estos son escritores de éxito consolidado).
Y hasta aquí la comparación, claro, por la que la finalidad y la estética de este relato nada tiene que ver con las novelas históricas antes citadas, con independencia de la extensión de cada uno. Enard aprovecha un episodio relativamente poco conocido de la vida de Miguel Ángel Buonarrotti, y nos cuenta su estancia en Estambul para diseñar/construir un puente sobre el Cuerno del Oro, a petición del sultán Bayazid.
La narración se construye sobre una serie de capítulos muy cortos, en los que se alternan la pura biografía de Miguel Ángel, las cartas que éste escribe a sus hermanos desde el "exilio" y los capítulos vocativos en que una música andaluza amante del artista, le dice cosas. De hecho, es este vocativo el que utiliza el autor para dar título al libro, como consejo para conseguir la atención de los hombres. Obsérvese además que la traducción al español del título es ligeramente errónea, y debería ser "Háblales" en vez de "Habladles".
El estilo es más bien lírico e íntimo, lo que sienten cada uno de los personajes durante los distintos sucesos del breve episodio. Junto a Miguel Ángel, el principal protagonista es el poeta Mesihi, que llega a sacrificar su amor por el artista para salvar su vida (la de Miguel Ángel) en el cenit de la narración.
Llaman la atención las cargas de profundidad que el escritor mete contra los Reyes Católicos, causantes del éxodo andalusi de los musulmanes, parte de los cuales terminaron recalando en Estambul. A cambio de dichas cargas, tenemos las poéticas remembranzas de la amante de Miguel Ángel sobre el reino de Granada.
Poco más que añadir: un librito prescíndible, por lo menos para lectores de poca sensibilidad como es mi caso. Lo mejor, el conocimiento de este episodo real de la vida de Miguel Ángel, que, según el autor, podría explicar algunas influencias de la obra del genio. En particular, la más destacada, la de la cúpula de la basílica Aya Sofia sobre la de S Pedro en el Vaticano (aunque no la única).
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