La primera vez que me tropecé con Poincaré fue leyendo The Black Swan, de Taleb. Y este autor le ponía por las nubes, como uno de los tipos más brillantes de la ciencia francesa, en un momento en que yo estaba leyendo "C'est qu'on voit et c'est qu'on ne voit pas", de Bastiat, que también me pareció muy brillante. Así que Poincaré quedo marcado en algún lugar de mi cabeza como un tipo del que debería leer algo.
Pasó el tiempo, hasta que hará unos meses un amigo me recomendón la lectura de este ensayo. El hecho de que fuera de Poincaré, aparte del propio interés del tema, hizo que de inmediato me pusiera con su localización y lectura, lectura que por fin he concluido.
Y digo "por fin" porque se trata de un ensayo extraordinariamente complicado, pese a su brevedad. Me ha costado enormemente seguirlo, aunque espero haber obtenido alguna recompensa del esfuerzo.
Como indica el título, Poincaré se centra en el papel y la importancia, y la ubicuidad, de las hipótesis en las ciencias, con especial énfasis en las experimentales. Sí, esas ciencias que supuestamente avanzan mediante la observación y se construyen sólo con la experimentación (en oposición a las ciencias sociales como la economía). Pues bien, Poincaré nos muestra hasta la saciedad como hasta en las teorías más sencillas subyacen hipótesis implícitas que casi se podrían calificar de axiomas, y que son difícilmente demostrables por la experiencia. Ello enlaza en cierta forma con los postulados de Kuhn sobre las revoluciones científicas y sus paradigmas.
A modo de ejemplo, recojo éste relacionado con la igualdad de figuras. La definición, dice Poincaré, es que dos figuras son iguales cuando se pueden superponer. Sin embargo, para superponerlas es necesario desplazar uana de ellas hasta que coincida con la otra. Claro que dichos desplazamiento deberá hacerse sin deformar la figura movida, esto es, como un sólido invariable. Y volvemos a estar como al principio: ¿cómo podemos saber que el desplazamiento ha dejado el sólido invariable sino es aplicando la misma regla? Brillante, ¿verdad?
Pues Poincaré hace lo mismo con la mayoría de las disciplinas que consideramos científicas y experimentales, aunque empieza con las matemáticas y la geometrías, para luego dedicarse a la mecánica, a la termodinámica, la óptica, la electricidad, la probabilidad, la electrodinámica e incluso la materia (Poincaré es anterior en el tiempo a Einstein). La verdad es que el argumento queda sobradamente corroborado desde el principio; sin embargo, cada vez es más difícil seguir la argumentación de Poincaré, a menos que se tengan sólidos conocimientos de las disciplinas analizadas.
A parte de la idea de fondo, me ha resultado muy revelador el análisis que hace de la geometría, en concreto de la euclidea, y sus consecuencias, perfectamente coherentes con la teoría del emprendimiento.
Lo que dice Poincaré es que la geometría euclídea no es verdad, ni tampoco mentira; nuestro mundo o universo no es "euclídeo". Y demuestra con varios ejemplos como otros tipos de geometría darían lugar a resultados idénticos a los que arroja la euclídea. Aunque, eso sí, con más complejidad y por tanto coste para el análisis. Poincaré concluye, como digo, que la geometría euclídea no es verdad, pero es cómoda: es el sistema más cómodo para representar el universo conocido y las interacciones de sus cuerpos.
Así pues, la elección y evolución de la geometría, como todos los productos de los empresarios, está sujeto al eterno análisis coste-beneficio al que nos fuerza cada decisión que tomamos. Y la geometría que tenga éxito será aquella para cuyos usuarios los beneficios sean superiores a sus costes. Como con la adopción de cualquier producto.
En fin, ideas interesantes, pero complicada lectura, que no me atrevo a recomendar más que a los muy interesados en la filosofía de la ciencia. Y, aún así, creo que solo les merecerán la pena los primeros capítulos.
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